El próximo domingo 3 de diciembre se llevarán a cabo las elecciones presidenciales en la República Bolivariana de Venezuela. No se trata de una simple contienda electoral entre dos candidatos con un proyecto de país diametralmente opuesto, asistiremos a una formidable batalla política que decidirá el destino de millones de hombres y mujeres no sólo venezolanos sino de nuestra América toda.
En efecto, el candidato de la contrarrevolución Manuel Rosales es apoyado por los principales medios del país, los grupos económicos, la embajada norteamericana en Caracas, la jerarquía eclesial, los paramilitares y el gobierno de Uribe, los viejos y nuevos partidos de la derecha venezolana como Acción Democrática, Copey, Alianza Bravo Pueblo, Primero Justicia. Y como el mundo anda al revés, también lo respaldan algunos partidos políticos que antaño se llamaban de izquierda como el MAS, Bandera Roja y la Causa R, que hoy, vÍctimas de su propia ceguera andan adulando a sus viejos represores. Cosas del oportunismo político.
Entre los haberes de Manuel Rosales, encontramos que desde del estado de Zulia donde fue gobernador hasta hace poco apoyó la penetración del paramilitarismo colombiano, fue promotor del golpe de Estado contra el Presidente Chávez el 11 de abril del 2002 y respaldó sin ningún escrúpulo “democrático” el paro patronal de la oligarquía y la meritocracia de petróleos de Venezuela (PDVSA), que de manera criminal éstas élites desarrollaron entre el 2 de diciembre del 2002 y el 20 de febrero del 2003.
Su discurso político es una constante diatriba contra el Presidente Chávez, contra Cuba y la guerrilla colombiana, prometiendo a sus seguidores que si triunfa el 3 de diciembre se dedicará a “cobrar” a los chavistas, a quienes llama “parásitos”. Léase que este cobro será la represión contra el pueblo bolivariano, la anulación de todas las misiones sociales, los acuerdos internacionales y la reversión de la nueva PDSA a los antiguos administradores de la IV República, los fascistas del Opus Dei.
Del otro lado, la reelección del Presidente Chávez está avalada por los partidos políticos del “Bloque del Cambio” (Movimiento V República, Partido Patria Para Todos – PPT, Partido Comunista de Venezuela, Podemos, Liga Socialista, Unión Democrática Revolucionaria, los Tupamaros). Además cuenta con el respaldo incondicional de los gremios campesinos, la Unión de Trabajadores Bolivarianos, las Federaciones de Mujeres, de Estudiantes, de Jóvenes, de Deportistas, todo el entramado social es ferviente defensor de la obra política, social, económica e internacional del Presidente Chávez, como quedó demostrado en la multitudinaria movilización Bolivariana del domingo 26 de noviembre en la ciudad de Caracas, donde más de un millón quinientos mil chavistas coparon la ciudad de lado a lado. El fervor popular que produjo el Presidente Chávez en todas las ciudades que visitó en función de su campaña política es sólo comparable a los mejores tiempos del gaitanismo en Colombia, del peronismo en Argentina y de Fidel en Cuba.
En la actual coyuntura política que se vive en la Venezuela bolivariana de hoy, asistimos a un momento histórico donde confluyen las ideas revolucionarias socialistas con la proclamación del carácter de la revolución como socialista del Siglo XXI, un pueblo con un alto grado de conciencia revolucionaria, anticapitalista y antiimperialista, unas Fuerzas Armadas defensoras de la soberanía nacional y un líder indiscutible como Chávez que sintetiza el pensamiento y la acción histórica.
No se trata sólo de la defensa del proyecto social del gobierno Bolivariano que en menos de dos años ha implementado programas dedicados a mejorar la calidad de vida de los más humildes, como las misiones, entre ellas la Robinson que desterró el analfabetismo en Venezuela como lo certificó la UNESCO, o el programa “Barrio Adentro” que ha atendido en más de doscientos millones de consultas a los pobladores de los barrios populares, o los trece mil puestos del Mercal (Mercados Populares) donde se venden los productos a mitad de precio, atendiendo a diez millones de personas hasta el presente, o las nuevas redes de hospitales que recorren el país, o los créditos empresariales para los medianos y pequeños productores, o la Ley de Tierras que viene entregando miles de hectáreas e insumos agrícolas a millones de campesinos que carecían de ellas, o la Ley de Inmovilidad Laboral que prohíbe a los patrones despedir a los trabajadores, o las leyes dictadas para proteger a la mujer, a los jóvenes, a los ancianos, o los programas de vivienda que han dotado a los venezolanos de trescientas mil nuevas casas con los servicios básicos.
No son sólo las innumerables obras de infraestructura construidas en este gobierno: autopistas, aeropuertos, metros en las principales ciudades, puentes, universidades bolivarianas, represas o la preservación del medio ambiente, o el crecimiento anual de la economía con un 7.7%, el más alto del continente, o el respeto y liderazgo que tiene Venezuela en la ONU, la OEA y la OPEP; no es sólo eso, es que entre Chávez y el pueblo venezolano ha brotado un amor infinito, simbiosis del reconocimiento al líder que está dispuesto a dar la vida por los pobres, reconocimiento a su ética, a su sentido de patria, a su prosa popular, a su enfrentamiento con las elites, con los poderes históricos. Chávez es pueblo puro y jefe invencible de la revolución.
El 3 de diciembre, nada ni nadie contendrá la voluntad popular de un pueblo que ha conocido las mieles de una revolución donde ellos son protagonistas de primer orden. Con la segura reelección de Chávez, como lo pronostican todas las encuestas, la revolución bolivariana derrotará las pretensiones imperialistas y la de sus lacayos nacionales e internacionales de socavar el camino hacia la construcción de un mundo nuevo, donde el Presidente Chávez se erige como uno de los principales ideólogos y jefe indiscutible de millones de seres humanos del mundo entero.
El pasado de opresión y cadenas del capitalismo nada bueno tiene por ofrecer a los pueblos de nuestra América, por el contrario, el camino de la unidad, de la lucha y el socialismo, heredados del alma insurrecta de nuestros pueblos y naciones, se fortalece y proyecta a nuevos escenarios de poder y gobierno, como lo demuestran las nuevas victorias populares en la Nicaragua Sandinista y el Ecuador de Alfaro, con el triunfo político del pueblo ecuatoriano en cabeza de Rafael Correa.
¡Venezuela, Chávez y el pueblo organizado, el 3 de diciembre seguro vencerán de nuevo !