Esta crisis de la sociedad colombiana es la peor de los últimos 50 años. El narcotráfico y sus ejércitos han tomado amplias regiones del país. A su paso han doblegado administraciones locales y regionales, penetrado la Fuerza Pública, sectores del poder ejecutivo nacional, la policía secreta estatal (DAS), parte del Congreso, políticos, empresarios, jueces y fiscales. La oligarquía colombiana y la élite de los Estados Unidos le dieron nacimiento y alimentaron este monstruo con el propósito de contener a la oposición. Hoy el resultado es dantesco: ellos perpetraron un genocidio de medio millón de compatriotas y el desplazamiento de otros 4 millones, ellos duplicaron las exportaciones de cocaína desde Colombia y hoy tienen amenazado a todo el régimen que los parió.
El Plan Colombia fracasó como respuesta represiva y contrainsurgente, porque la pretensión de contener la rebeldía popular se sustenta en el uso del terrorismo de Estado. En consecuencia la “seguridad democrática” de Uribe muestra su carácter absurdo, pues prioriza la represión para imponer la injusticia social, propia del neoliberalismo, y es a todas luces antidemocrática.
El fracaso cubre ahora los intentos por legalizar al paramilitarismo mafioso y éste al parecer se está cansando de ser usado como instrumento represivo de los potentados. Ahora los narcoparamilitares enfrentan un dilema trágico: si dicen la verdad, el régimen los asesina, pero si no la dicen, serán extraditados a los Estados Unidos, por lo cual se embolsillan la verdad sobre el genocidio y el narco dinero que les quitan, como fruto de la transacción de la impunidad.
Para fortuna de la patria, hoy está a la vista pública la ruina del terrorismo de Estado y del neoliberalismo, mientras que a los rebeldes y opositores a esta narco república, no los ha podido doblegar ni desaparecer y en cambio, crecen a diario las fuerzas democráticas, alternativas y de izquierda. Al tiempo que se pudre por partes el viejo régimen, nacen semillas de la nueva Colombia democrática, justa y soberana.
Consecuentes con las necesidades de las mayorías nacionales, nosotros, el Ejército de Liberación Nacional, llamamos a continuar y profundizar la movilización del pueblo y la sociedad colombiana para poder encontrar soluciones definitivas a la crisis. Colocamos también nuestros esfuerzos por la solución política, en función de encontrarle salidas a la presente crisis, tanto con la participación de la sociedad, como con la gestación de un ambiente favorable para la paz.
Llamamos a todas las fuerzas políticas y sociales a seguir buscando el renacer de Colombia, en los siguientes propósitos:
1. La verdadera solución a la crisis está en la búsqueda de la paz para construir democracia, equidad social y el surgimiento de una nueva institucionalidad, basada en nuevos consensos de nación trabajados a través de un proceso constituyente como genuino tratado de paz, hacia donde deben dirigirse la superación de la crisis y la solución política al conflicto.
2. El proceso de superación de la crisis y de solución política debe permitir la gestación de un Nuevo Gobierno de Nación, Paz y Equidad, sobre la base de una coalición de fuerzas populares, democráticas y patrióticas, con el que se haga posible el desarrollo de otro modelo económico, una doctrina soberana de seguridad y hagamos parte de la integración continental.
3. Es la mejor oportunidad para que la verdad sobre el genocidio y la corrupción, que agobian a Colombia, salgan a flote de una vez por todas y con ella se abra paso a la justicia y reparación que reclaman las mayorías del país. Que se conforme una Comisión Especial de la Verdad a quien los paramilitares informen los hechos y secretos que el país debe conocer. Se debe desmontar la estructura terrorista del Estado y dar garantías de participación para que la gente testimonie y protagonice este proceso de esclarecimiento y reconciliación. Es inaplazable que se paren los asesinatos, amenazas y persecución contra la oposición, los dirigentes populares y los activistas sociales.
4. De inmediato hay que iniciar la depuración de las instituciones y la revocatoria de los poderes locales y regionales construidos por medio de la presión y la corrupción narco-paramilitar.
5. De igual manera es un momento histórico para una solución de fondo al narcotráfico, que apunte a desmontar los factores que quebraron a la economía campesina y propenda por la erradicación de los cultivos de uso ilícito sin acudir a las fumigaciones, por medio de planes alternativos de desarrollo. La legalización del consumo le quitaría la base de reproducción a la transnacional del crimen que lucra del tráfico de narcóticos. Sin una solución al problema del narcotráfico, sería vana cualquier salida a la crisis del país.
6. Los problemas de Colombia somos capaces de resolverlos los colombianos, en tal sentido la justicia debe asumir de manera soberana el juzgamiento de los nacionales de acuerdo a nuestra legislación, por ello debe rechazarse la extradición de colombianos, para ser juzgados en otros países.
7. Este momento crucial que vive Colombia es de grandes exigencias para todos y debe ser asumido con responsabilidad, por eso seguimos abiertos al diálogo con todos los sectores, a darle continuidad al proceso de paz, para que éste contribuya en la construcción de salidas a la crisis del país. Hoy se requiere crear un ambiente favorable, que propicie la participación de las mayorías. En tal sentido mantenemos la disposición de acordar un cese al fuego y a las hostilidades bilateral con el gobierno y que en este contexto aflore la verdad sobre las causas verdaderas de los dolores de la Patria, las cuales deben ser tratadas con dignidad y de cara a todos los colombianos.