Asistimos a nuevos y vertiginosos fenómenos a escala planetaria. El acelerado desarrollo de las fuerzas productivas, de la ciencia y la tecnología ha producido cambios extraordinarios en la bioingeniería, la genética, la robótica, pero sobre todo de las tecnologías de la información y la comunicación.
Vivimos una etapa de expansión de la globalización imperialista por todo el mundo, unos pocos monopolios (200) concentran y acumulan las grandes riquezas producidas por millones de trabajadores, abarcan todas las ramas de la economía, incluidas hoy lo que se conoce como las industrias de la comunicación, información y el entretenimiento. Este complejo industria-cultural fue absorbido en la última década por los monopolios de la electricidad, la informática, la construcción, la telefonía, el agua y el armamento
Para ello en el 2002, en EEUU se abolieron normas contra la concentración en el campo de los audiovisuales; esto les ha permitido por ejemplo, que América Online compre Nestcape; la revista Time, la Warner BROS; y, la cadena de información CNN, General Electric, se ha hecho con la NBC; la firma Microsoft de Bill Gates reina en el mercado de los programas informáticos y participa en el de los videojuegos, mientras que con su agencia Corbis domina el mercado de la fotografía de prensa; la News Corporation de Rupert Murdoch ha asumido el control de algunos de los periódicos británicos y estadounidenses de mayor difusión (The Times, The Sun, The New York Post) y posee una red de televisión por satélite (BskyB), una de las cadenas de televisión de Estados Unidos (Fox) y una de las principales empresas de producción de películas (20th Century Fox).
En la actualidad, este nivel de concentración de los medios masivos de comunicación (radios, prensa escrita, canales de televisión, Internet, cine, videos) en monopolios globales hoy tiene dimensiones alarmantes. Conglomerados como: News Corps, Viacom, AOL Time Warner, General Electric, Microsoft, Bertelsmann, United Global Com, Disney, Telefónica, RTL Group, France Telecom, etc.,concentran la mayoría de los flujos de información, opinión y entretenimiento que consume la mayoría de la humanidad.
De los 7 monopolios más grandes del mundo, 4 son norteamericanos, todos ellos con fuertes vínculos con el complejo industria-militar estadounidense, capitaneados por la camarilla genocida de Geoge W Bush y Ronald Rumsfeld. Esta situación no es diferente en Europa, pues, también grupos como Dassault y Lagardére - que controlan grandes medios de comunicación en Francia- se han constituido en torno a la producción de materiales para la guerra como aviones de caza, helicópteros, mísiles, cohetes, satélites, etc. Como señala Ignacio Ramonet “el viejo temor se ha hecho realidad: algunos de los principales medios de comunicación están ya en manos de los vendedores de cañones”.
Sin que estos datos sean muy actuales, se conoce que el 96% de noticias mundiales lo distribuyen 5 agencias de prensa; cuatro de cada cinco noticias escuchadas en el mundo venían de EEUU y produce más del 80% de programas audiovisuales (entretenimiento, TV, cine, video) EEUU, Japón, UE controlan el 90% de la información y comunicación del mundo. Las 10 principales empresas de telecomunicaciones controlan el 86% del mercado.
Evidentemente esto les da el poder de homogenizar ideológica y culturalmente a los pueblos; crear y manipular la opinión pública mundial, afectar la diversidad cultural a favor de la ‘cultura mundial de los monopolios’.
En este marco, los viejos paradigmas de los medios de comunicación como la imparcialidad, la independencia, la objetividad, el pluralismo caen por su propio peso; la información se ha vuelto unidireccional porque responde a los intereses de un puñado de monopolios y son éstos, de acuerdo a sus conveniencias, quienes las producen. La comunicación se caracteriza por ser veloz, abundante y por ser una mercancía; sus regulaciones no son informativas sino mercantiles, están reguladas por los empresarios y no por periodistas, señala I. Ramonet.
El atiborramiento de informaciones breves, fragmentadas, descontextualizadas en realidad desinforma, distorsiona la realidad, no permite ubicar las reales causas de los fenómenos que suceden en el mundo y son manejadas de manera deliberada por estos grandes conglomerados mediáticos. Por ello podemos, aparentemente, tener mucha información sobre la guerra, pero en realidad lo que nos presentan es un espectáculo de la guerra, porque “eso vende” con lo cual se oculta las atrocidades que significa una guerra y los intereses que en ella se juegan, pero además se hace negocio con este tipo información.
Los medios y la guerra
En el contexto de las pugnas ínter imperialistas, la guerra es uno de los recursos a los que acuden para sostener o ampliar áreas de influencia y conquistar nuevos mercados, sobre todo para los negocios de la guerra. Desde la caída de Muro de Berlín, el mundo ha sido testigo de la desmembración de varios países y del desangramiento de muchos pueblos: Yugoslavia, Croacia, Servia - Herzegovina, Palestina, Afganistán, e Irak han sido escenarios donde los intereses imperialistas se han hecho presentes, recurriendo a distintos argumentos y pretextos para intervenir militarmente.
En todo este proceso de genocidio, los monopolios de la comunicación han jugado un papel perverso para imponer al mundo la ‘verdad mediática’, ésta que cuando todos los medios de comunicación dicen que algo es verdad, eso se impone, auque sea falso. Por ello cuando todos los medios dijeron que los iraquíes eran malos, que Hussein tenía armas de destrucción masiva, eso era verdad. Esto tiene su raíz en la premisa de Goebels, jefe de propaganda de Hitler, que decía: repetir una mentira se convierte en verdad, o que repetir es demostrar. Aunque repetir no es demostrar.
Estas verdades mediáticas cobran mayor fuerza luego de los atentados del 11 de septiembre del 2001 y la promulgación de la US Patriot Act (Acta Patriótica), con la cual se desató todo un conjunto de acciones represivas e intervencionistas por parte de EEUU en todo el mundo, con el pretexto de combatir el terrorismo, particularmente en los países donde tenía intereses energéticos-estratégicos como Afganistán e Irak, y puso en lista a varios países que los consideró el ‘eje del mal’
El discurso mediático fue ubicar que el mundo cristiano y occidental (léase EEUU) estaba amenazado por el mundo salvaje e islámico (Osama Bin Laden); virtualmente, y sin ningún discrimen, se amplió el abanico de posible intervención a cualquiera de los países donde se profesa esta religión. Así crearon las condiciones que justificaban la invasión y el genocidio en Afganistán bajo el argumento que ahí se ocultaba el líder terrorista. Lo mismo se hizo con Irak, una profusa y sostenida propaganda que señalaba que Sadan Hussein poseía armas de destrucción masiva, que pese a las informaciones en contra del comisionado de la ONU, la verdad mediática se impuso. Hoy pretende lo mismo con Irán y amenazan a Siria
América Latina también es escenario de las verdades construidas por grupos mediáticos regionales como el de Carlos Slim, el hombre más rico de América Latina, dueño de la telefonía mexicana y Emilio Azcárraga, ambos dueños de Televisa y TV Azteca, respectivamente, hoy un oligopolio. Otro personaje de gran importancia es Gustavo Cisneros de Venezuela que, entre sus múltiples negocios posee Venevisión, Chilevisión, controla una docena de radioemisoras, de Direct TV Latin y es propietario de la cadena UNIVISION que moldea las mentes de 500 millones de personas con productos como el chileno Don Francisco
Aparte de que comparten con los conglomerados mediáticos globales, la emisión de programas de entretenimiento y la información, los medios que controlan estos grupos, como en el caso de Gustavo Cisneros, se han convertido en actores políticos de primer orden en Venezuela, diseñan los acontecimientos, los imponen y los conducen. Así diseñaron y llevaron a cabo el golpe fallido de estado contra el gobierno democrático de Hugo Chávez; hoy, pese a su derrota, continúan una nueva ofensiva con la cual propagan que el gobierno de Chávez es una amenaza para la estabilidad democrática de la región, tratando de crear una situación adversa que atenúe la resistencia a una nueva intentona golpista del imperialismo.
Espectáculo de la guerra
Tiempo atrás, un especialista en medios de comunicación, Patrick Lamarque, que tuvo a su cargo la información del Ministerio de Defensa de Francia durante los años ochenta decía, refiriéndose al ambiente mediático de esta nueva guerra que se iniciaba: '...todo este panorama transcurre en vivo y en directo. Todo lo que pasa es visto. Y, en términos militares, abre un nuevo frente. Antes había guerra terrestre, estratosférica y marítima. Ahora tenemos el frente de la información que forma parte de la propia guerra. Al pensar lo que uno piensa, tenga la actividad que fuere, ya se es parte de la guerra'
Y en efecto esto fue lo que sucedió con la invasión a Irak, un gran espectáculo fue montado, donde las imágenes dominaban la vida. La campaña de relaciones públicas fue tan importante como la militar. El diseño de la táctica militar y la forma como se presentaba en los medios de comunicación tenía un valor estratégico
Los horrendos bombardeos fueron televisados solo desde el ángulo en que permitían el espectáculo; la destrucción y la masacre no aparecían, por tanto no existían. Los mismos soldados revelaron en el desierto que ellos, como los demás, dependían casi totalmente de los medios de comunicación para conocer lo que supuestamente estaba sucediendo. La espectacularización universal instantánea apabulló a millones de gentes.
Un elemento nuevo en la manipulación de la información, es el enrolamiento de periodistas que acompañan a las tropas invasoras, asignadas a cada área del ejército para realizar la cobertura, en las que el comandante de la unidad es, a la vez, el editor de la información. Nada sale sin su autorización. El control de la información es estratégica. Toda posibilidad de una información diferente simplemente es también bombardeada, como sucedió en Bagdad, donde fue bombardeado el hotel donde se alojaban otros medios de comunicación. Esta acción criminal simplemente fue calificada como “efectos colaterales”.
El documento denominado Visión Conjunta 2020 del ejército estadounidense, que establece los lineamientos para su perfeccionamiento, señala que “el continuo desarrollo y proliferación de tecnologías de la información cambian sustancialmente la conducción de la operaciones militares. Esos cambios en el entorno de la información hacen de ésta un posibilitador clave de la transformación de la capacidades operativas y de la evolución del comando y control”. Sin embargo, también reconocen que no necesariamente tendrán una amplia ventaja tecnológica sobre sus adversarios en todas las áreas, “todo el incremento de la disponibilidad de satélites comerciales, comunicaciones digitales, y la Internet pública le da a nuestros enemigos nuevas capacidades a un costo relativamente bajo” señala el documento.
De esta manera, la información está integrada a la agenda de los ejércitos como requisito para el triunfo de sus operaciones militares. Cuando se refieren a que “la información, su procesamiento y las redes de comunicación están al centro de cada operación militar”, ponen especial énfasis en las ideas, conceptos que deben y pueden generar sus operaciones. La comunicación y la información vienen a ser una de las secciones de los ejércitos que mayor atención, capacitación y recursos están recibiendo.
Aparte de los beneficios del comercio de armas, del control del petróleo, los mega negocios de la reconstrucción de los países arrasados, la producción de imágenes espectaculares, incluida la guerra, arrojan también grandes ganancias a los monopolios mediáticos, principalmente norteamericanos, líderes en la producción de audiovisuales.
En sociedades como la norteamericana donde reina la seudo abundancia, el espectáculo de la guerra se encuentra difusa entre una variedad de exhibiciones, mercancías, y estilos distintos; sin embargo en los países pobres y dependientes se constituye en una auténtica forma de dominio.
La guerra es la expresión más fiel de lo que son los estados imperialistas y es su refuerzo más poderoso. Así como el capitalismo debe crear necesidades artificiales para sus mercancías cada vez más superfluas, el Estado debe crear sin cesar conflictos artificiales de intereses que requieran su violenta intervención. El primer objetivo de los estados capitalistas es impedir o aplastar cualquier movimiento popular auténticamente revolucionario.
En nuestro país la ofensiva mediática hace esfuerzos por condicionar a la población para aceptar un involucramiento en el Plan Colombia, pretendiendo poner este asunto como el elemento principal, desviando la atención de los agudos problemas sociales que el sistema es incapaz de resolver. No es casual que en estos días los medios de comunicación hagan una profusa espectacularización de la delincuencia y sus efectos, de las incursiones del ejército colombiano a nuestro territorio, y el descubrimiento de campamentos guerrilleros, en la que los soldados y policías hacen el papel de malos actores ante las cámaras de televisión. Todo esto tiene el propósito de favorecer y crear un estado de miedo en la población para que reclame seguridad y protección del Estado y sus fuerzas armadas, tratando de reforzar las tendencias guerreristas del gobierno colombiano y la estrategia de acción conjunta multinacional de los norteamericanos contra la insurgencia colombiana.
El espectáculo como falsificación de la realidad, está manejado por los medios de comunicación; de tal manera que tienen menor espacio las grandes marchas populares en contra del Plan Colombia y por la salida de la OXY que las “marchas blancas” de Quito y Guayaquil encabezadas por líderes empresariales y políticos retrógrados que promueven la pena de muerte, la xenofobia, el odio a los colombianos y a la delincuencia, generalmente localizada y asociada con los sectores populares que reclaman mayor armamento y efectivos policiales.
Los soldados y policías son usados para armar el espectáculo, actúan para los medios, son presentados en actitud de combate ante las cámaras de la TV nacional para mostrar que el peligro asecha y que la defensa que están haciendo de la frontera y el combate a la delincuencia debe ser apoyada por todos.
En el propósito de condicionar a la población, se utilizan los más sutiles métodos de distorsión como el uso de imágenes cargadas de emoción, (niñas y niños secuestrados, violados y asesinados), aislamiento de un hecho de su contexto histórico, limitar el debate a opciones “realistas”; presentan puntos de vista opuestos de manera ligera, personificación de complejas realidades (colombiano = narcotráfico, guerrilla, delincuencia); las masacres de los ejércitos invasores en Irak fueron objetivados con el nombre de “daños colaterales”, etc.
Los pueblos enfrentados a esta situación reaccionan paulatinamente, no en tanto a los instrumentos de dominación que son los medios de comunicación y sus productos espectaculares, sino al poder imperialista que los sustenta. La fortaleza de sus organizaciones en las que interactúan, debaten, deciden y proponen, sus generalizadas acciones de lucha, no solo que resiste a la ofensiva imperialista sino que confrontan y se abre paso con victorias importantes como la salida de la OXY, la suspensión del TLC, el triunfo de Evo Morales, etc. Para las organizaciones populares y revolucionarias el análisis y el debate sobre el fenómeno de la información y la comunicación deben reevaluarse en sus estrategias de lucha emancipadora y revolucionaria, para darle mayor fortaleza y contundencia, teniendo en cuenta que la comunicación y su desarrollo están en directa relación con sus objetivos liberadores.