La asquerosa planta de George Bush sobre este suelo de Colombia, holla la sagrada memoria del Libertador Simón Bolívar. Nada tiene que hacer aquí el representante del imperio que ha plagado de miserias Nuestra América en nombre de la libertad.
Bush no viene con buenas intenciones a esta esquina estratégica del norte de Suramérica. Tras sus hipócritas y calculadas alusiones a Bolívar, esconde las garras violentas de la recolonización neoliberal del continente. Ese lobo disfrazado de cordero propala que en América Latina y las Antillas hay territorios sin ley que deben ser sometidos, al tiempo que promueve la política de Seguridad Democrática -nuevo nombre de la nefasta Doctrina de la Seguridad Nacional-, con el perverso propósito de allanar el camino y justificar la intervención del gobierno de los Estados Unidos en los asuntos internos de nuestros países.
“Jamás política ha sido más infame que la de los norteamericanos hacia nosotros”, es la advertencia de Bolívar que no ha dejado de retumbar en la conciencia de los pueblos.
Uribe es un arrodillado al gobierno de Washington, como lo fue Santander. A este último que insistía en acuerdos con los gringos, el libertador le había respondido tajantemente: “aborrezco esa canalla, de tal modo que no quisiera que se dijera que un colombiano hiciera nada con ella”.
Es un insulto comparar, como lo hace Mister Bush, a George Washington con Simón Bolívar. El primero era esclavista y el segundo libertador de esclavos. En la Casa Blanca tienen desfigurado desde esos tiempos el concepto de democracia. Para Bolívar “sólo la democracia es susceptible de una absoluta libertad”, mientras que para los gringos era compatible con la esclavitud.
El Movimiento Bolivariano por la Nueva Colombia declara no grata la presencia del guerrerista filibustero, del invasor y expoliador de pueblos. Con la mayoría de los colombianos y latinocaribeños le decimos: ¡Fuera yanquis de Nuestra América! Fuera de Tres Esquinas, Larandia, Tolemaida y Arauca. Largo de aquí con su tecnología militar de punta, con sus tropas invasoras, sus aviones de inteligencia técnica satelital y sus máquinas de guerra, los Chinnok. Fuera de Manta, de Guantánamo, del Paraguay, Centroamérica y de nuestras islas. No al TLC que codicia nuestras riquezas. El padre de estas naciones había sentenciado que “una vez firmado el pacto con el fuerte, ya es eterna la obligación del débil”. ¿Qué derecho pueden invocar para oprimir un pueblo?
Llamamos a los colombianos a expresar con energía y con decoro en las calles todo su rechazo a las políticas de dominación del imperio. Hagamos nuestra la consigna: En Bolívar nos encontramos todos. “Unidos seremos fuertes y mereceremos respeto, divididos y aislados pereceremos”.
Movimiento Bolivariano por la Nueva Colombia
Bloque Caribe de las FARC-EP