Declaración Política
XVI Congreso del Partido Comunista de Colombia (marxista-leninista)
PROGRESAN LA UNIDAD Y LA LUCHA POPULAR EN COLOMBIA, AMÉRICA LATINAS Y EL CARIBE
• La crisis del gobierno de Uribe aumenta las grietas del Estado y el disenso burgués. Prosperará la exigencia de su renuncia.
• El movimiento de oposición al régimen tiende a crecer a partir del amplio rechazo a Uribe y desatará nuevas fuerzas.
Colombia, febrero 20 de 2007
Los hechos políticos internacionales muestran crecientes dificultades del imperialismo, en especial de los yanquis y su gobierno genocida.
Fracasan cumbres económicas del Fondo Monetario Internacional y de la Organización Mundial de Comercio. Se acercan más las caídas de las bolsas de valores revelando nuevos signos recesivos del capitalismo mundial en su fase de internacionalización del capital o globalización. El neoliberalismo deja ver más sus fracasos para librar de los efectos de la crisis al imperialismo y el sistema capitalista. Aún así, la ofensiva burguesa con esas políticas continúa y causa graves daños a los pueblos.
Crecen los conflictos del cercano oriente, los pueblos de Irak, Afganistán, Líbano y Palestina enfrentan con éxitos destacados las agresiones yanquis y sionistas. También se multiplican las tensiones y los choques entre países imperialistas que rivalizan por la hegemonía mundial, asunto evidente en casos como la península de Corea e Irán.
Los imperialistas y sus socios locales acompañan las decisiones económicas con medidas represivas de distinto carácter que hacen más antidemocráticos los regímenes políticos de los países; se ratifican pactos agresivos como la Organización Tratado Atlántico Norte, OTAN, y los yanquis ejecutan acciones militares como el Plan Colombia y la Iniciativa Regional Andina, sustentados en los pretextos de la lucha “antiterrorista” y “antidrogas” que, incluso, ha tenido rechazos en la opinión norteamericana.
Estas rivalidades y dificultades propias de la irreversible crisis general del imperialismo son atizadas y aprovechadas con la lucha popular en Europa, nuestra América y el Caribe, en los propios Estados Unidos y otros lugares del mundo.
Los triunfos de las luchas obreras y populares en Ecuador y Bolivia, los avances democráticos en la República Bolivariana de Venezuela, nos recuerdan la existencia de un eslabón débil de la cadena imperialista en la equina suramericana formada por Venezuela, Ecuador y Colombia.
Cuba sigue firme en su lucha antiimperialista, en la construcción revolucionaria de la sociedad y en la solidaridad hemisférica y global contra la opresión de los pueblos y las naciones que incluye el impulso de propuestas democráticas de integración como la Alternativa Bolivariana para los pueblos de Nuestra América, ALBA, diseñada con el gobierno venezolano.
Desde Latinoamérica se irradia al mundo una corriente ideológica y política de izquierda que aún no está coordinada, un positivo debate ha sido lanzado desde Caracas por el Presidente Hugo Chávez con su propuesta denominada “Socialismo del Siglo XXI”. Ella vuelve a colocar en la escena política la construcción del socialismo como alternativa al capitalismo, facilitando la participación en el debate en defensa del socialismo científico de Marx, Engels, Lenin y Stalin.
Son evidentes los progresos de la lucha antifascista y antiimperialista del pueblo, de las fuerzas progresistas, democráticas y revolucionarias que asumimos sin la tentación triunfalista. La tendencia política y de masas potencia la acumulación favorable a las luchas por la liberación social y nacional, por el poder popular y el socialismo.
En ese contexto continental y mundial, las dificultades del gobierno de Colombia se incrementan. Importantes manifestaciones de inconformidad como el reciente levantamiento obrero-popular del 10 de febrero en la Jagua de Ibirico (departamento del Cesar), contra los atropellos del gobierno y las multinacionales Glencore y Drummond que proyectan el más ambicioso complejo carbonífero a cielo abierto en esta latitud. Estas acciones locales y sectoriales, junto a las jornadas nacionales de protesta muestran una tendencia a desatarse nuevas fuerzas.
A más de confirmarse la energía revolucionaria del campesinado pobre y medio, muy ligado a la lucha insurgente, amplios sectores de la capa media urbana expresan mayor actividad política y social por fuera del dictado de los partidos de la oligarquía, creando mejores condiciones para trabajar la alianza obrero-campesina-popular. En medio de la lucha por superar la crisis del movimiento sindical se da una limitada presencia de sectores de masas del proletariado que se van recuperando gracias a su energía clasista y al esfuerzo de los comunistas y demás revolucionarios.
Uribe, con su “Estado Comunitario” de corte fascista y la aplicación a ultranza del neoliberalismo, mantiene una ofensiva reaccionaria y despiadada para arrasar conquistas económicas, sociales y políticas que aún NO equivalen a la imposición del fascismo o a que se materialice la derrota del movimiento obrero y popular, por ello continúa el esfuerzo por acentuar la exclusión de los sectores populares, el autoritarismo, el presidencialismo y el militarismo.
La alianza de gobierno plasma los intereses de lo más reaccionario y criminal de la oligarquía monopolista, incluyendo los narcoparamilitares emergentes de El Ralito.
De allí se deriva la necesidad de tener muy presente que ser “anti-uribista” NO equivale a ser antifascista y antiimperialista, ni implica estar contra el modelo neoliberal. Uribe NO beneficia a los sectores burgueses no-monopolistas y, mucho menos, a las capas medias y los sectores obreros que aún no se desengañan y piden "ajustes económicos y sociales" o esperan soluciones del “sindicalismo empresarial” o mal llamado “capitalismo popular”, cuando justo vendrá más y peor de lo mismo.
Los intereses de clase de la alianza que gobierna hacen que Uribe esté plagado de fragilidades como lo evidencia su crisis larvada desde 2005 y enconada desde finales de 2006, aunque para imponer el fascismo desde arriba ha decidido intensificar la utilización de la demagogia populista, la cooptación o neutralización de los vacilantes y un cambio de imagen para disimular su autoritarismo. Con estas maniobras logra algunos éxitos pero afronta serias dificultades para consolidarlos.
El mayor destape de las múltiples relaciones del gobierno y del Presidente con el terrorismo de Estado y su figura paramilitar incluye los llamados “falsos positivos” de las FF.MM como otra clave de las criminales provocaciones fascistas, los que se suman a la “parapolítica” que poco a poco va entorpeciendo el funcionamiento de instituciones del Estado y perjudicando a la oligarquía.
Las mejorías en la economía son para un reducido grupo de monopolistas nacionales y el capital transnacional mientras crecen la miseria y el desempleo. El crecimiento del 6.4% en 2006 es inconsistente e insostenible debido a las situaciones estructurales del país, a las dificultades de la economía estadounidense y de todo el mundo capitalista, así como por el efecto transitorio del ingreso de las fortunas de los narcoparamilitares.
Estas realidades están asociadas a contradicciones internas entre los explotadores, agudizadas con la firma del TLC; los cambios en la política imperialista yanqui con el triunfo demócrata en el Congreso; los resultados políticos favorables a la lucha popular en países fronterizos como Ecuador, Venezuela y Brasil; el favorecimiento al narcoparamilitarismo en megaproyectos y otros negocios de los que desplazan a viejos grupos de capitalistas, así como a las consecuencias de los choques con países fronterizos por la aplicación sumisa de las tesis económicas, antiterroristas y de combate al narcotráfico del imperialismo yanqui.
Especialmente, a Uribe le ha resultado costosa, nacional e internacionalmente, su oposición al canje humanitario y la petición a los gobiernos de respaldo a su militarismo.
La crisis del gobierno ilegal, ilegítimo y criminal de Uribe es un hecho, aumentan las grietas del Estado y el disenso burgués, la exigencia de renuncia crecerá. Se trata de movilizar a los trabajadores, los jóvenes, las mujeres, los campesinos, indígenas y afro descendientes, llamar a todos los sectores populares a batallar en las calles y veredas para conquistar un gobierno de amplia convergencia, de esencia democrática y antiimperialista, sin caer en la ilusión de que Uribe caerá por sí sólo, fácilmente o de inmediato.
El movimiento de oposición al régimen tiende a crecer a partir del amplio rechazo a Uribe con formas de organización, acción y visiones disímiles que manan de la diversidad social y la pluralidad de partidos y movimientos políticos que representan esos intereses de clase.
La construcción de la unidad popular avanza por la base y al calor de la lucha contra el régimen en el plano político y de masas, como lo demuestran la convergencia opositora de la Gran Coalición Democrática y la conformación del PDA como movimiento político masivo de gran significación histórica que expresa un nivel de alianza obrero-campesina-popular. Son logros que demandan habilidad para combatir las posiciones anti unitarias, la conciliación de clases y las propuestas de pactos con Uribe que rechazamos rotundamente.
El reto de enfrentar con más fuerzas políticas y sociales la ofensiva burgués-imperialista es muy grande, máxime cuando estamos de cara a debilidades del trabajo de masas de los revolucionarios, así como ante un notable peso y papel negativo de corrientes socialdemócratas y otras posiciones derechistas que pugnan por la conciliación de los antagonismos de clase al interior del movimiento político de masas y de las organizaciones sindicales y populares.
La lucha por cambios a favor del pueblo con la convocatoria de una Asamblea Constituyente al servicio del pueblo y los esfuerzos desde el campo popular por ser gobierno y ser poder irán ganando más fuerza.
El permanente accionar de las organizaciones insurgentes fortalece la moral de la oposición al régimen golpeó la moral del ejército y obligó al cambio de planes militares gubernamentales. Al Plan Patriota lo reemplazó en 2006 el Plan Victoria como emblema triunfalista de la “seguridad democrática” de Uribe pero ya empezó con derrotas en el campo de batalla con las FARC, el ELN y nuestro EPL que persiste en asestar duros golpes al enemigo, así como lo hizo contra fuerzas combinadas ejército-DAS en Hacarí (N. Santander) hace un año.
El EPL, guiado por nuestro Partido, seguirá luchando por la unidad de acción del movimiento insurgente, como lo hicimos en la Coordinadora Guerrillera “Simón Bolívar”.
Abogamos por que las diferencias políticas entre las fuerzas insurgentes se resuelvan con la discusión fraternal y jamás con acciones militares que dejan víctimas entre revolucionarios y el pueblo, de lo cual gobierno, oligarcas e imperialistas sacan ventaja de diferentes maneras.
La recomposición organizativa e ideológica del llamado "mapa político" o de los partidos es una realidad que tiene el hecho más destacado en el surgimiento del PDA con 2'700.000 votos por su candidato presidencial, Carlos Gaviria Díaz, y el inesperado apoyo de más de medio millón de afiliados. Son guarismos que dan cuenta de un fenómeno político de masas que representa lo nuevo y más notable en el avance de la correlación de fuerzas del campo popular.
El Polo es un avance ideológico y político de amplios sectores del pueblo que miran hacia la izquierda. Son cientos de miles de colombianos y colombianas que con su instinto de lucha contra el sistema adhirieron a lo positivo de sus realizaciones en búsqueda de un instrumento de lucha por transformaciones económicas, sociales y políticas.
El PDA es una organización política amplia que representa un salto en el agrupamiento de fuerzas sociales interesadas en la oposición al régimen, es una resultante del trabajo político de masas en el marco democrático de lucha contra el gobierno de Uribe creó el estado de ánimo favorable a la lucha política amplia y unitaria del pueblo. El Polo no es un efecto de la “reforma política” derechista, ni es la suma de las influencias de las organizaciones y personalidades que integran el PDA, es un espacio nuevo ganado por la oposición que incluye a las fuerzas revolucionarias en las distintas formas de lucha, aunque no todos los revolucionarios hagan parte del Polo.
Los partidos oligárquicos están en la mayor crisis de su historia porque de la mano del imperialismo han implementado el proceso de fascistización y la aplicación del modelo neoliberal que les ha traído un creciente alejamiento del pueblo. Los oligarcas se vieron obligados a maniobrar con la figura de “los candidatos independientes” y creando nuevos partidos que van más allá de las tradicionales disidencias tácticas vividas antaño por el bipartidismo liberal-conservador, como ocurre con el partido de la “U” que sucedió al fracasado “Nuevo Partido”.
El liberalismo "oficialista" trata de diferenciarse y recomponerse para aparecer como alternativa ante el pueblo y cerrar el paso a las fuerzas progresistas, democráticas, de izquierda y revolucionarias. La decisión liberal oficialista de hacer “oposición constructiva” a Uribe, expresa coincidencias políticas de fondo con la política imperante que ha contribuido a construir y los mantiene cerca del pacto abierto con Uribe.
Entre tanto, el conservatismo parasita en la coalición de Uribe, cada día más carente de dirigentes y fuerza para asumir el control político de las principales concentraciones de población.
El redibujo en la esfera de las organizaciones políticas se liga con la mayor polarización clasista. Los partidos no están por encima ni al margen de la realidad de las clases y sus intereses de todo tipo. Algunos sectores políticos y de opinión, erróneamente, suavizan la profunda implicación de estos cambios políticos con expresiones como: “es un avance de la izquierda democrática”.
Intensificaremos nuestro esfuerzo internacionalista impulsando el frente antifascista y antiimperialista en América Latina y el trabajo en esa dirección que se adelanta en otras latitudes, impulsando la solidaridad con las luchas por la soberanía nacional y la liberación social, difundiendo los logros populares y justipreciando el papel de los gobiernos y liderazgos progresistas, democráticos y revolucionarios.
En medio de este movimiento político amplio y revolucionario seguiremos contribuyendo a la consolidación de la Conferencia Internacional de Partidos y Organizaciones Marxista-Leninistas, así como a la conformación de Partidos Revolucionarios de clase que garanticen el rumbo revolucionario de los procesos de cada país.