Conclusiones del XVI Congreso del PCdeC(ml): Línea Internacional

LINEA INTERNACIONAL

1. El marxismo-leninismo está plenamente vigente. Es la ideología, la ciencia, la concepción del mundo de la clase obrera y lo asumimos como la teoría guía del pensamiento y la acción de nuestro Partido. El marxismo-leninismo integra, el materialismo dialéctico y el materialismo histórico. Nos dota de un método para investigar las sociedades, las clases y su comportamiento, los Estados, los procesos sociales y sus tendencias.

Es indiscutible el extraordinario aporte de Marx al estudio de la economía, condensado en gran medida en su magistral obra El Capital. El marxismo es la filosofía de la praxis para la emancipación de la clase obrera y el resto de la humanidad en una época histórica determinada: la sociedad capitalista; esta coloca al centro el papel del proletariado.

Al definir el leninismo, Stalin lo relacionó con estos hechos, y dijo: "El leninismo es el marxismo de la época del imperialismo y de la revolución proletaria. O más exactamente: el leninismo es la teoría y la táctica de la revolución proletaria en general, la teoría y la táctica de la dictadura del proletariado, en particular". Acogemos esta definición que nos entregó Stalin en su obra Fundamentos del Leninismo.

Como una extraordinaria contribución a la teoría y a la práctica de la organización de la clase obrera, entregó los fundamentos del partido político de clase del proletariado y enriqueció la relación entre el factor consciente con la clase y las masas. Desarrolló la teoría sobre las alianzas en la lucha por el poder. Estudió e hizo grandes aportes a la teoría y a la práctica de la dictadura del proletariado y la construcción socialista, como período de transición hacia la sociedad sin clases, el comunismo.

El leninismo estudió el imperialismo en sus contradicciones internas y en su lugar histórico. Al caracterizar la época que inauguró el triunfo de la Revolución de Octubre, Lenin la definió como la época del hundimiento del imperialismo y del triunfo de la revolución proletaria.

Con esta caracterización de la época, Lenin desentrañó la existencia de sus cuatro contradicciones fundamentales:
1º Contradicción entre el proletariado y la burguesía.
2º Contradicción entre el Socialismo y el Capitalismo.
3º Contradicción entre los pueblos y el imperialismo.
4º Contradicciones ínter imperialistas e ínter monopolistas.

La solución de estas contradicciones conduce a la derrota del imperialismo y al triunfo de la revolución proletaria. A partir de la Revolución de Octubre, los procesos revolucionarios de autodeterminación de las naciones, los procesos nacional-revolucionarios hacen parte de la revolución proletaria mundial. Este es otro de los enormes descubrimientos de Lenin.

Los principios, fundamentos y método del marxismo constituyen la única concepción y visión del mundo capaz de desentrañar la esencia de los más profundos procesos sociales y trazar los rumbos del desarrollo progresivo de la humanidad, como quedó demostrado en la invaluable experiencia inaugurada con la Revolución Socialista de Octubre de 1917 en Rusia. En su confrontación con el decrépito y decadente capitalismo, el marxismo-leninismo evidencia su plena vitalidad y vigencia, y la certeza de la lucha revolucionaria y de la perspectiva socialista y comunista, por más dificultades que haya que enfrentar.

2. El marxismo-leninismo es una teoría en permanente desarrollo. Está obligado a incorporar los elementos avanzados que la humanidad produce en su desarrollo multifacético. Debe apoyarse en las ciencias, dentro de una concepción dialéctico-materialista, para su cualificación como teoría materialista.

Los principios básicos de la teoría del proletariado no son suprahistóricos. Durante un largo período histórico, en el que el proletariado se coloca como la clase más revolucionaria, también su ideología y su teoría son las más avanzadas y las únicas capaces de guiar y garantizar las grandes transformaciones de la sociedad en todos los campos: la construcción de la nueva sociedad, la sociedad socialista y el comunismo.

Así como la sociedad capitalista se rige por sus principios y tiene sus leyes del desarrollo, también la sociedad socialista tiene sus propias leyes y principios, a partir de los cuales puede resolver las graves contradicciones de la sociedad capitalista que frenan el desarrollo social y desatar los factores que determinan el progreso incontenible de la humanidad.

El socialismo necesita el desarrollo científico y técnico como condición para su propio avance; pero su concepción y finalidad son totalmente opuestas a las del capitalismo. En la sociedad socialista el progreso tiene como fin el beneficio de la humanidad, contrario, por esencia, al del capitalismo, que es la ganancia.

El marxismo leninismo se desarrolla en su vinculación con la compleja realidad que debe transformar, en medio de la lucha permanente en todos los campos, contra el pensamiento decadente de la burguesía y contra todas las tergiversaciones de la teoría revolucionaria que surgen. Sus formulaciones y tesis se han gestado y desarrollado en medio de la práctica social, al fragor de la lucha de clases.

Está entendido que el conocimiento no parte de cero y que los sistemas de pensamiento se configuran históricamente. La negación de todo principio y las prédicas, ya enmohecidas de que “hay que buscar” partiendo de la nada, hacen parte de la ofensiva oscurantista y contrarrevolucionaria del imperialismo y los demás reaccionarios, incapaces de argumentar con fundamentación científica rigurosa.

Estamos en permanente búsqueda; pero, partiendo de nuestra ideología guía, de los principios y métodos marxista-leninistas.

3. El debate sobre la crisis del marxismo, que tuvo sus momentos álgidos en medio del triunfalismo del imperialismo y la burguesía por la caída de la ex URSS y del bloque del Este, y por la supuesta superioridad del binomio “libre mercado y democracia” de corte neoliberal, ha tenido un decisivo apoyo y ha adoptado elementos básicos de su fundamentación ideológica y teórica en el revisionismo moderno jruschovista. Ese debate hoy está asentado sobre condiciones diferentes. La crisis financiera mundial, el crecimiento de la pobreza y el rechazo creciente a la negación de las conquistas sociales; los fracasos y limitaciones del neoliberalismo, el descontento con el paraíso prometido -en realidad un infierno- a los pueblos de los países ex socialistas, el repudio que se siente por la agresión imperialista a los pueblos que luchan por su autodeterminación nacional y el reavivamiento del fascismo, el nazismo y la xenofobia, demuestran que la crisis del imperialismo y su sistema, así como del pensamiento burgués, sigue profundizándose y que sus respiros temporales, no cancelan esa tendencia inevitable.

En la actualidad debemos prestar especial atención al desarrollo del materialismo histórico, como base de nuestra teoría política, y profundizar la lucha contra las corrientes del pensamiento burgués que se agrupan bajo las denominaciones de modernismo y post-modernismo, así como contra el revisionismo, la socialdemocracia, y contra variantes trotskistas y maoístas.

Han causado mucho daño al marxismo-leninismo todas las tergiversaciones que en su nombre y en el del socialismo se han vertido. El abandono de los principios y la revisión de ellos han aportado una alta cuota de confusión y desmovilización. También las simplificaciones doctrinarias aportan numerosos problemas.

Quienes "iluminados" por su concepción idealista, decretaron la muerte de las ideologías, no pueden ocultar la miseria de su "obra maestra": la sociedad capitalista ya en putrefacción, sin ninguna posibilidad de recuperación duradera. Quien está condenado por la vida y la historia a una muerte segura es el mundo burgués.

La llamada crisis de los "ismos" no es más que basura imperialista y burguesa para combatir al proletariado, su ideología, su teoría y, en particular, negar la importancia del partido revolucionario de la clase obrera y su papel en la revolución.

Condenamos que, al amparo de dificultades que ha vivido el movimiento comunista internacional y procesos revolucionarios concretos, se haga eco al llamado "derrumbe de los principios" para caer en el nihilismo, en el derrotismo, que comportan un pensamiento burgués decadente; o para buscar el camino del revisionismo y la socialdemocracia, o abrazar las tesis del modernismo y post-modernismo, que pese a que se presentan como los "últimos desarrollos" filosóficos burgueses, expresan una reafirmación de su estéril concepción idealista y metafísica, incapaz de ofrecer nada nuevo a la humanidad, como no sea la cultura “Light”.

4. El rompimiento de la bipolaridad internacional o lucha de las dos superpotencias “el social imperialismo soviético y el imperialismo yanqui”, que servía de eje para el análisis de la correlación de fuerzas en el ámbito mundial en el inmediato pasado, no ha modificado la búsqueda de la hegemonía mundial por parte de las distintas potencias imperialistas. El reparto de mercados, el dominio de áreas estratégicas y zonas de influencia, siguen siendo rasgos predominantes.

Si bien existen ventajas en algunas áreas de dominio de la superpotencia yanqui, estas no alcanzan tal magnitud como para considerarla como constitutiva de un único polo mundial de dominación y desarrollo.

El imperialismo mundial, y en especial el yanqui, ha extendido y profundizado su dominio, en tal magnitud que le ha permitido recurrir a las políticas y prácticas de la globalización, lo que le posibilita un mayor dominio y expoliación de los países y pueblos cuyas economías han sido moldeadas bajo sus dictados. Eso le ha permitido ejercer con más fuerza el monopolio de los mercados y de los movimientos mundiales de capital, producción, comercio, tecnología, ciencia, informática, servicios, recursos naturales, etc.

No hay en la actualidad barreras nacionales para las grandes potencias y sus pulpos financieros y grandes transnacionales. Disponen las superpotencias de los Estado Nacionales y de sus fronteras de acuerdo con sus intereses económicos y políticos. Este ejercicio de su hegemonía no se limita a los países dependientes, coloniales y neocoloniales; también hay una interpenetración de los Estados imperialistas en los distintos campos: económico, financiero, político y militar.

Tales fuerzas imperialistas desatadas, además de arrasar con las economías nacionales de los países dependientes y de arruinar a los pueblos, chocan entre sí. La disputa por la hegemonía mundial se sigue expresando con fuerza, de acuerdo con el rasgo principal que caracteriza las relaciones entre los monopolios e imperialismos, esto es, la competencia y la rivalidad por el dominio mundial. Esto se ve hoy en los choques comerciales y financieros; está presente en las guerras que se expanden por el mundo y en las disputas por el predominio tecnológico y científico en diversos campos.

Quienes creen que los rasgos de la confrontación imperialista sólo se perciben en la disputa comercial y financiera, tienen los ojos cerrados ante la intervención militar en varios países del mundo, ante las numerosas guerras que tiñen de sangre la geografía en los distintos continentes. No ven los riesgos en marcha de una conflagración mundial.

Se trata de una situación cargada de contradicciones y muchos más factores de conflictividad. Ninguna potencia imperialista se resigna al papel de segundones en la disputa por el reparto del mundo, por los mercados para sus mercaderías y sus capitales, por las fuentes de materias primas, por el dominio de las ciencias, la tecnología y de las reservas ecológicas mundiales. La rivalidad ínter-imperialista es permanente, aguda y en desarrollo. A estos factores de desestabilización hay que sumar la confrontación planteada por el proletariado y los pueblos del mundo, dispuestos a llevar su causa hasta el final, hasta el hundimiento del imperialismo y el triunfo del socialismo.

5. En la periferia de las grandes potencias imperialistas, una de las tendencias mundiales más importantes es la de formar bloques económicos bajo dominio de una u otra potencia imperialista. Esto hace parte del reacomodo de fuerzas en la disputa por la hegemonía y el expansionismo propio de las potencias.

Los bloques principales en la actualidad son los liderados por Estados Unidos, que cuenta con el NAFTA y los recientes Tratados de Libre Comercio firmados con diferentes países del continente americano; el de la Unión Europea, en la que Alemania tiene sus pretensiones, sin olvidar las de Francia y otros países; y el del Japón, a la cabeza de los países asiáticos.

En este pugilato, no se puede dejar de mencionar a China, que se ha conformado en fuerte competidor de las potencias mundiales. Como país imperialista, se esfuerza por colocarse a la cabeza del mundo capitalista en Oriente, lo que implica choques frontales, y de inmenso peligro, con el imperio del Sol Naciente. China, que cuenta con gigantescos recursos materiales y humanos, y además hace parte del exclusivo club de Potencias Atómicas, de los avances en la carrera espacial y la cibernética, acrecienta su apetito de dominación mundial. En esa mira, expande sus tentáculos hacia los distintos continentes, especialmente África, Asia y el subcontinente sudamericano.

El imperialismo ruso, venido a menos por la grave crisis en todos los ámbitos que lo azota, y que en lo económico ha adquirido ribetes de bancarrota, y en medio de una grave crisis interna por su voraz hegemonismo hacia las naciones de la ex URSS, también ha conformado su bloque.

La política y práctica de bloques también se ha expresado entre los países dependientes. Su propósito es buscar una mejor inserción en la economía mundial, “ofrecer” a las multinacionales unas dimensiones óptimas de mercado y responder a las orientaciones y necesidades imperiales, en tanto representan un acondicionamiento para que los grandes monopolios -principalmente privados en la actualidad- se apropien del ahorro nacional, extraigan más plusvalía y se apoderen de nuestras riquezas y recursos naturales.

6. Aumenta el peligro de multiplicación de guerras locales y regionales que se presentan bajo características nacionalistas y/o religiosas, en las que los intereses imperiales se cruzan.

Nuevos factores de conflicto y de guerras, y la agudización de múltiples enfrentamientos es lo que hemos presenciado en el campo del imperialismo mundial. Una mirada de conjunto permite corroborar que este comienzo del siglo XXI está mostrando incremento de la violencia, muertes, agresiones a países, confrontaciones de distinto tipo e importantes índices de lucha popular, de las que no escapa ningún continente. La guerra en sus más variadas formas recorre el planeta, echando a pique la demagogia sobre la paz, muy a pesar del enorme poderío publicitario, que le permite seguir estimulando los sueños de paz de los pueblos en el seno del mundo capitalista.

La militarización de las economías es un rasgo que persiste y se generaliza. No estamos ante la utopía de un mundo sin guerras, sin pugnas ínter imperialistas, ni ante una paz histórica que salve a la humanidad. No se observan cambios serios en materia de desmilitarización, de desmonte de las grandes empresas de muerte y destrucción, ni una reversión sustancial de la industria militar hacia ramas civiles, lo que nos dice que la industria de la guerra sigue siendo parte esencial de la naturaleza del imperialismo, que no detiene sus preparativos para la guerra, no para la paz, acorde con la naturaleza guerrerista y hegemonista del imperialismo, que de este modo, además, garantiza mercados para su industria de guerra.

7. En tanto sistema social, el capitalismo en su fase imperialista está en decadencia. El capitalismo vive una profunda crisis en todos los órdenes, que el neoliberalismo -como supuesta solución económica, según sus apologistas-, no ha hecho sino profundizar. En la medida en que el neoliberalismo polariza los factores de pauperización, desarraigo y explotación, crea condiciones para la agudización de la lucha de clases y para las gestas de liberación nacional y social.

La presente es una importante coyuntura histórica, de profundización de los elementos de autodestrucción del régimen burgués, en el que surgen factores de conflicto cada vez más peligrosos en tanto los distintos bloques imperialistas económicos y políticos buscan ubicarse mejor en el reparto mundial, lo que conduce al acentuamiento de las tensiones y conflictos ínter imperialistas y hacia la guerra entre sí.

La agresividad imperialista, y en especial del imperialismo norteamericano y la necesidad de socavar el espacio al adversario, son de tal magnitud que, en contra del repudio y la indignación de los pueblos del mundo, no se pararon en pelos para desatar contra los pueblos de Afganistán, Irak y Servia-Kosovo, la más salvaje agresión. ¿Objetivos?: ampliar su control del mercado del petróleo, en el caso de Irak, y afirmar una cabeza de puente en la estratégica península balcánica, que tiene tanta incidencia en la región del sur-oriente europeo.

Estamos en un período de crecientes inestabilidades económicas y de diverso orden, que serán cada vez más frecuentes y profundas, que acarrearán graves repercusiones, sobre todo en los países dependientes. Estas se expresarán en distintas formas de la crisis financiera y monetaria en los mercados mundiales (tales como el resurgimiento de la crisis de la deuda externa de los países de América Latina), afectando a la vez a los países potencias. Esto estrecha el margen de maniobra de la burguesía y crea condiciones para el fortalecimiento del movimiento obrero y popular, y la gestación de crisis revolucionarias.

Somos los comunistas y los revolucionarios, los obreros y los pueblos los encargados de asestarle el golpe mortal, y eso nos exige seguir avanzando en el desarrollo de nuestras potencialidades ideológicas, políticas, organizativas y militares. El imperialismo no se hundirá solo, hay que derrotarlo y aplastarlo.

8. La actual crisis del imperialismo, que tiene su base en la profunda crisis económica, es una crisis general, que cubre todas las facetas del sistema capitalista. Es decir, es una crisis profunda de la que no escapan ninguno de los campos de la sociedad: lo económico, lo ideológico, lo político, lo social, lo cultural, lo militar, lo moral, etc.

¿Cómo se expresa esa gran crisis general del capitalismo?
- Una sobreproducción crónica;
- Un alto índice de desempleo;
- Disminución sostenida de la tasa de ganancia;
- Tendencia a la disminución del Producto Interno Bruto;
- Persistencia de una situación importante de recesión;
- Quiebra masiva de la pequeña y mediana empresa;
- La gran empresa no ha escapado a esta destrucción sin precedentes, que incluye poderosos monopolios.

Las crisis financieras y monetarias muestran que las fuerzas de los mercados de capitales mundiales están cada vez más descontroladas y que podrán arrasar economías enteras una tras otra, en un futuro no muy lejano.

La crisis también se manifiesta en el desbarajuste de los partidos políticos burgueses y, en algunos países como Colombia, ha estado adobada con énfasis por las violaciones de los derechos humanos, destapando la realidad detrás de una maltrecha o inexistente democracia.

La endeble situación política ha dado lugar a hablar de ingobernabilidad, ha producido caídas de gobiernos, ha resquebrajado las instituciones y ha atizado las contradicciones internas en el seno de la burguesía.

En la esfera ideológica, hay desgaste de las propuestas y expresiones de escepticismo. Su filosofía decadente deja asomar fácilmente su rancio idealismo, recurre a mistificaciones poco consistentes y junto con su decadentismo cobran fuerza ideologías y prácticas abiertamente fascistas.

El imperialismo dispensa inmensos recursos en publicidad, en la fragmentación y en la destrucción de las reservas morales de los pueblos, de todo lo colectivo y progresista, tiene que acudir con mayor saña y frecuencia a su fuerza bruta. Un recurso revelador de esta cruda situación es la ola de satanismo y descomposición moral que proyectan por todos los medios masivos de comunicación (radio, prensa, televisión, cine) dirigidos a todas las edades y géneros, pero principalmente a la niñez y a la juventud. Es el sacrificio bestial del más rico tesoro del presente y el futuro de la humanidad: la juventud y la niñez. Destacamos el peso que ha cobrado la corrupción -oficial y privada- y las sacudidas que ha producido en diferentes países.

La ofensiva neoliberal, a la que se vio empujado como un medio para enjugar su crisis económica, obligó al imperialismo a poner en función medidas políticas, sociales, ideológicas y militares, que le permitieran contar con dispositivos y recursos para ponerle cortapisas al desbordamiento popular en protesta por el impacto destructor en la economía de los trabajadores y de los países dependientes. La difícil situación de la burguesía en el campo económico, impulsa la tendencia hacia la derechización de los regímenes políticos en el mundo, lo que a su vez despierta la lucha de los pueblos.

9. El mundo atraviesa por una fase en la que se ha acentuado la inestabilidad general, como resultado de la gran crisis del imperialismo -que arrastra detrás a las burguesías locales- y la lucha que libran los pueblos. El que esto revierta en favor de la expansión del movimiento revolucionario en el orbe depende de un conjunto de factores, entre los cuales nos interesa destacar la maduración del elemento subjetivo, de la conciencia, organización y lucha de la clase obrera y los pueblos.

La misión de los comunistas es buscar que el factor subjetivo madure y se convierta en fuerza de transformación. Precisamente, debilidades en este terreno han permitido al imperialismo y la burguesía recomponerse y mantener su dominio, pese a su profunda crisis. Estamos ante la necesidad de convertir la posibilidad de la revolución en una realidad. Y esto nos convoca a redoblar nuestro trabajo, corregir errores y superar debilidades. De no lograrlo, la reacción puede hacer recomposiciones que nos signifique retrocesos o estancamientos -así sean temporales y parciales- que pueden utilizar para afianzar tendencias fascistas o para promover salidas reformistas, o combinando unas y otras.

El desarrollo de las diversas expresiones de las luchas de clase que hoy se presentan en el mundo, en medio de la crisis que se profundiza y de los enfrentamientos ínter imperialistas, contribuyen a acentuar el cuestionamiento del poder burgués en áreas cada vez más amplias. Al mismo tiempo que hoy se pone en cuestión hasta el porvenir, la independencia y la soberanía de los Estados-naciones, se acumulan razones y fuerzas para que se levante un amplio movimiento antiimperialista.

La crisis del imperialismo se siente a escala mundial, así como la intensificación de la explotación y la represión. Si bien estos fenómenos tienen mayores efectos destructores en los pueblos y países dependientes, también se dan en la clase obrera y pueblos de los países desarrollados, en donde también la revolución y el socialismo es una necesidad.

Un somero repaso a ciertas situaciones nos da una idea del mundo de comienzos del siglo XXI. La civilizada Europa se ha visto sacudida por conflictos, como el de la antigua Yugoslavia. Estos conflictos, no se explican por razones étnicas, así ellas estén presentes. Detrás de ellos están los intereses de varias potencias y por factores económicos y políticos que alimentan ese tipo de confrontaciones.

El imperialismo europeo se ha visto también sacudido por las movilizaciones de diferentes sectores, en especial de la clase obrera. Ante el empuje de las masas han caído gobiernos, la burguesía se ha visto obligada a retirar leyes y proyectos nocivos a los intereses populares y a frenar la aplicación de políticas neoliberales. Especial mención merece el no a la Constitución Europea de los pueblos de Francia y de los Países Bajos, que traduce el rechazo de los pueblos europeos a la construcción de la Europa Imperialista.

Uno de los continentes que mayores focos de guerra soporta en la actualidad es África. Allí los distintos imperialismos han intervenido de manera descarada para impedir el desarrollo de la lucha de liberación de los pueblos y mantener sus dominios o conquistar nuevos -que son sus razones de fondo-, pero puestas en escena como si fuera el producto de los conflictos entre nacionalidades y etnias, aún sin resolver.

Persiste el problema palestino y árabe en general, que se prolonga por décadas, atizado por el imperialismo yanqui con la participación de otras potencias imperialistas, interesados en el control de esa zona de alto valor estratégico. Las guerras de liberación Nacional emprendidas por los pueblos Afgano e Iraquí dan cuenta del fracaso del imperialismo en la región, que no logra estabilizar su dominio económico, político y militar.

En América Latina continúan la lucha antiimperialista y las protestas contra la aplicación del neoliberalismo, la globalización, y sus terribles secuelas; contra la corrupción; por la liberación nacional y social. Persisten los movimientos guerrilleros en varios países y fuerzas políticas revolucionarias se preparan para nuevos y más elevados enfrentamientos.

En el curso de estos años que han seguido al derrumbe total de la URSS revisionista y a la plena integración de las economías del Este ex socialista al circuito del capitalismo mundial, no se han logrado ni la superación de la crisis, ni la prometida paz. Por el contrario, ambos factores presentan un empeoramiento y afectan en materia grave a los pueblos de los países del ex campo revisionista soviético. El descontento con el paraíso prometido -cada vez más lejano- y la falacia de la democracia burguesa que daría bienestar a todos se sigue generalizando.

En Rusia han vuelto a surgir y manifestarse los partidos, la clase obrera y sectores de masas, que de nuevo reclaman y buscan opciones de izquierda. Varios partidos y grupos, que se reclaman marxista-leninistas han empezado a generar situaciones de confrontación a las políticas imperialistas rusas, retoman el camino de la lucha de clases, buscan organizarse y organizar a los trabajadores.

Están dando pasos de contacto con las fuerzas y organizaciones marxista-leninistas, revolucionarias y progresistas en el exterior, en el propósito de difundir una situación poco conocida o distorsionada, y potenciar su actividad democrática y revolucionaria interna e internacional. Los marxistas-leninistas del mundo debemos apoyarlos; pero aun no se ve claro el rumbo de tales esfuerzos, que tienen expresiones promisorias. En todo caso, condenamos, sin ninguna duda, al imperialismo ruso por su criminal política de agresión y explotación de los pueblos que luchan por su autodeterminación y el progreso social independiente.

En el Asia existen situaciones, como la de Filipinas e Indonesia, que han alcanzado un alto nivel de confrontación armada. Son significativas las acciones masivas de luchas contra el régimen y sus políticas de exacción en Japón, Corea del Sur, India, Pakistán, etc. Se ha ido formando un movimiento antiimperialista importante y se mantienen latentes contradicciones entre países del área, del bloque asiático con sus competidores occidentales, y de los trabajadores frente a las burguesías dominantes

10. Las tesis leninistas sobre el imperialismo y las crisis siguen vigentes. Las cuatro contradicciones sociales fundamentales siguen siendo alimentadas por el discurrir cotidiano de acontecimientos que sacuden a la humanidad.

Esto significa que la cuestión de la revolución proletaria -conforme al carácter de la época definida por Lenin-, no sólo está planteada, sino que las leyes del desarrollo social, que la favorecen, siguen profundizando dichas contradicciones, particularmente las contradicciones proletariado-burguesía y pueblos-imperialismo.

Las luchas de liberación nacional y democráticas, adquieren nuevos niveles de confrontación, abren perspectivas para la derrota de imperialismo y constituyen uno de los medios para desbrozar el camino hacia la revolución proletaria y la construcción del socialismo, entendidas tales luchas como un proceso ininterrumpido.

Estas contradicciones conservan su esencia; pero, el desarrollo de las condiciones materiales y sociales pone de relieve algunos rasgos que le dan una cierta especificidad. Hablamos del surgimiento de un nuevo campo de lucha por la preservación de la naturaleza, de la vida misma en el planeta, nuevo factor de confrontación del proletariado y los pueblos con el imperialismo y la burguesía. Es la defensa de la llamada “Tercera Generación de los Derechos Humanos”, cuyas masivas violaciones por la gran industria constituyen una grave amenaza de destrucción del ecosistema.

Las Cumbres Internacionales por la salvación del Planeta son cantos de sirena. La gran industria química y militar, sigue envenenando y deteriorando en alto grado el medio ambiente: ríos, mares, atmósfera, alimentos, con enormes amenazas para la Humanidad, como la irresponsable utilización de la genética en los alimentos. El proletariado y los pueblos no pueden permanecer impasibles, a la espera de un inevitable holocausto, si no logramos detener tal agresión a la vida del hombre y de la naturaleza.

11. Afirmamos la contradicción entre el socialismo y el capitalismo, independientemente de la existencia de un campo socialista, o de un país que materialice este sistema.

Por varias razones no podemos hablar en la actualidad de un campo socialista. Por eso nos referimos al sustento ideológico y político que dio pie a esa caracterización. Esta contradicción sigue existiendo en el mundo y su base más profunda reposa en lo que estos dos sistemas significan como concepciones y prácticas radicalmente opuestas en todos los aspectos de la vida. Ella tiene expresión en los procesos que se propongan la construcción del socialismo; en las revoluciones democráticas y antiimperialistas que tienen como objetivo el socialismo y en las fuerzas que luchan por la revolución y se dotan de un rumbo hacia el socialismo.

En el mundo se presentan luchas que pugnan por destruir el sistema capitalista y el imperialismo y por tanto siguen vivos los ideales del proletariado, que con su teoría y su dirección puede iluminar y alentar los medios para encontrar las vías hacia el socialismo a partir de las experiencias históricas. El socialismo ha existido en el mundo y ha demostrado su superioridad frente al capitalismo en todos los campos, por eso sigue siendo el faro para la lucha obrera y popular por el socialismo y el paso al comunismo, que es el objetivo más alto de la humanidad.

La correlación de fuerzas entre los polos de esta contradicción ha sido cambiante. La Revolución de Octubre inauguró la época de la revolución proletaria iniciando la construcción del socialismo que Lenin y, posteriormente, Stalin, llevaron a cotas muy altas de su desarrollo. Reconocemos sus aportes gigantescos a la causa del proletariado y su ejecución brillante en la materialización de este sistema y en la defensa de los postulados legados por Marx y Engels.

Si miramos la historia sin inmediatismos, hay que reconocer que el socialismo es aun joven, que ha tenido una corta existencia. Comparado con el capitalismo, desde la revolución industrial y la francesa, la juventud del socialismo es innegable.

Debemos profundizar el estudio de los factores que se constituyen como esenciales para el socialismo, sus principios básicos, para diferenciarlos de lo que corresponde a medidas para determinados países, periodos o casos, que no son necesariamente generales para todo proceso. El asunto medular del proceso revolucionario es el de la conquista del poder como medio para la construcción de la nueva sociedad, con la clase obrera al mando, con la dirección del partido comunista; del establecimiento del poder popular, que se expresa en una forma de la dictadura del proletariado. Una sociedad que elimine la propiedad privada de los medios de producción, que garantice el bienestar y la solución de los problemas de las masas. Se trata de la destrucción del Estado burgués y la instauración de uno nuevo, el Estado de dictadura del proletariado, tan fuerte que sea capaz de destruir totalmente los restos de la burguesía y de la propiedad privada de los medios de producción, y pueda avanzar hacia su propia extinción, característica de la sociedad comunista. Esta evolución del Socialismo, es un proceso largo y difícil, ha señalado Lenin.

El Estado proletario es la palanca de la clase obrera y sus aliados para finiquitar las tareas democráticas que la burguesía no puede realizar y transformarla en democracia proletaria, para expropiar a los explotadores, reprimir a los opresores, desarrollar las fuerzas productivas, implantar las relaciones socialistas de producción y emprender el camino de la edificación del socialismo, de manera ininterrumpida.

El ordenamiento económico-social ha de estar dirigido a: “Asegurar la máxima satisfacción de las necesidades materiales y culturales, en constante ascenso, de toda la sociedad, mediante el desarrollo y perfeccionamiento ininterrumpidos de la producción socialista sobre la base de la técnica más elevada”. Esto exige la planificación centralizada, establecer las prioridades y los controles y medidas en la producción y su realización, y empezar a meter en cintura la ley del valor.

La eficacia en el rendimiento económico, que asegure el bienestar del pueblo, en medio de la más elevada calidad y rapidez, y con el empleo de la técnica más desarrollada en el sistema de racionalidad económica; es decir, el papel de la Revolución Técnico Científica “RTC” en el socialismo adquiere especial importancia. La planificación centralizada y la armonización necesaria entre todos los sectores y regiones económicas, y su desarrollo y crecimiento para afirmar el carácter socialista de la economía, al servicio de los trabajadores, son asuntos que exigen la vigilancia y el control rigurosos de la clase obrera y del partido.

12. Los cambios que se operaron en la URSS y en la mayoría de los países de Europa del Este se presentaron en países que desde más de dos décadas antes habían abandonado el socialismo y escogido el camino del capitalismo.

Para la Conferencia Internacional de Partidos y Organizaciones marxista-leninistas y nuestro Partido, un punto de partida fundamental es saber determinar el carácter de clase de dichos cambios. Estamos empeñados en profundizar en las causas de la reversión del socialismo, la implantación de las fuerzas revisionistas y la restauración del capitalismo en estas sociedades. En el esclarecimiento de las causas, efectos y desarrollos posteriores de estos procesos, que son expresiones del desplome del revisionismo, no sólo como corriente ideológica sino también como fuerza que ha usufructuado el poder a nombre del socialismo y de la clase obrera, que ha fracasado como modelo económico de acumulación capitalista, pero que al mismo tiempo culmina la obra de destruir un tipo de “socialismo”, fruto de la adulteración revisionista del verdadero socialismo nacido de la Revolución de Octubre. Debemos igualmente estudiar las condiciones particulares de algunos países como China, Vietnam y Corea del Norte y, bajo otras circunstancias, la evolución de Cuba revolucionaria.

La sociedad socialista es, en esencia, como la calificó Lenin, una sociedad en transición, que está atravesada por contradicciones -que siguen existiendo durante un largo período -, entre la ideología burguesa y la ideología proletaria, entre la economía capitalista y la economía socialista, entre la moral burguesa y la moral proletaria, etc., que tienen sus manifestaciones concretas al seno de la sociedad socialista y entre ésta y el mundo capitalista, que no cesa en sus pretensiones de descomponer la nueva sociedad. En ello reposa la posibilidad de la reversión de dichos procesos.

Es importante considerar las causas externas -en su correlación con las causas internas- que han operado en la reversión y subversión de los procesos socialistas que fracasaron, en especial, el papel del imperialismo frente a ellos. No se puede olvidar el trabajo concertado de los países imperialistas y capitalistas contra el país que construye el socialismo, como aconteció contra la URSS, o cómo sucede en contra de procesos que cuestionan el imperialismo tales como los procesos venezolano o cubano. Este es un trabajo que combina las agresiones y la subversión desde dentro, con el cerco económico, la propaganda anticomunista, los intentos de invasión o las misiones punitivas, los atentados, el sabotaje, etc.

El burocratismo en los partidos y el Estado, al igual que el liberalismo burgués son fenómenos que también están en la raíz de los problemas vividos. Igualmente los oportunistas, quinta columna de la contrarrevolución, no solo aportan su cuota de confusión en el intento de socavar la construcción socialista, sino que su degeneración ideológica y política los lleva a colocarse al servicio de la reacción y el imperialismo.

Advertidos por los fracasos sufridos, hay que mantener en alto la vigilancia revolucionaria en relación con el disfrute cabal, por parte de los trabajadores, de la democracia, el bienestar, la libertad y los derechos humanos en la dictadura del proletariado. Bajo estas circunstancias, se dará vida realmente al ejercicio pleno y colectivo de los tres aspectos mencionados. Así, se hará evidente la enorme diferencia del goce justo de tales derechos en el socialismo, los mismos que no han dejado de ser meras especulaciones demagógicas de la burguesía para justificar su dominio, afincado en la propiedad privada y en los desequilibrios económicos, incompatibles, por esencia, con los derechos de los pueblos.

La democracia en el socialismo debe ser apreciada desde un ángulo de clase, de lo contrario se cae en la abstracción. Hablamos de democracia para las mayorías y dictadura para la burguesía y la reacción. Ella toma en cuenta la seguridad del Estado y de la nueva sociedad, el armamento popular, el ordenamiento constitucional y jurídico, las libertades políticas, los derechos humanos en un sentido integral, etc.

No puede admitirse la subversión contra el sistema y el Estado socialistas. El acatamiento y el respeto a las normas y al ordenamiento que el mismo pueblo se ha dado, es una exigencia de la revolución y condición para el avance en la construcción de la nueva sociedad. Hay que trabajar incesantemente por mantener y reafirmar en la clase obrera y el pueblo la conciencia de que mientras exista el imperialismo seguirá planteado el problema de “quién vencerá a quién”.

El conocimiento y la correcta aplicación del marxismo-leninismo y de las leyes y principios económicos del socialismo, la justa valoración y el cabal tratamiento de la lucha de clases en el seno de la sociedad socialista, el papel dirigente del partido comunista, la participación activa de la clase obrera mediante el pleno ejercicio de la democracia y el control revolucionarios de la marcha de la sociedad, para seguir ejerciendo su papel de vanguardia de la revolución, y una correcta orientación de clase del Estado, son claves para preservar la construcción socialista, mantener el rumbo correcto y evitar la reversión.

13. El hecho de que hayamos presenciado el derrumbe de los países revisionistas, no significa que el revisionismo, en tanto presencia de la ideología burguesa e imperialista en el movimiento obrero, haya sido liquidado. Este peligro sigue existiendo para los partidos comunistas y la clase obrera, tanto para los que llegan a conquistar el poder como para los que luchan por él, mientras pervivan la producción capitalista y la clase que se la apropia.

El revisionismo trata de seguir jugando su papel de agente de la burguesía en el movimiento obrero. Cambia de forma, se enmascara, reengancha “teorías”, falsifica, inventa, pero sigue siendo revisionismo y peligro real. Brega por la división de las filas obreras, busca infiltrar a los partidos proletarios, pretende corromper la lucha por la liberación, por la democracia para los pueblos y por el socialismo; insiste en adormecer la conciencia antiimperialista de los trabajadores; fomenta la conciliación y el reformismo, el nacionalismo burgués y siembra la desconfianza en la victoria revolucionaria.

De ahí que la lucha contra el oportunismo, el revisionismo, el trotskismo y la socialdemocracia, sea asunto de principios para el marxismo-leninismo. Por eso Lenin afirmó que no se puede luchar consecuentemente contra el imperialismo si no se combate a muerte contra el oportunismo.

14. Es preciso tener en cuenta los diversos grados de desarrollo que poseen las distintas sociedades, tanto durante el periodo de la lucha por llevar adelante la revolución, como en el momento del triunfo. Tal desarrollo desigual le impone a la construcción socialista unas características concretas. No olvidemos que hasta ahora las revoluciones triunfantes y los procesos de construcción socialista en general, se han dado en países atrasados o dependientes; tal vez con la excepción de la otrora Alemania del Este, mientras que importantes intentos revolucionarios en países capitalistas adelantados han sido derrotados. Este es un fenómeno que llama la atención de los marxistas-leninistas, en el cual debemos empeñar los esfuerzos necesarios por desentrañar sus causas; pues, su significación para el presente y el futuro del proceso de la revolución proletaria mundial es muy grande. Seguramente ello nos podrá conducir al despeje de situaciones no suficientemente claras del actual acontecer político internacional general, y de la marcha del desarrollo de los procesos revolucionarios en dichos países, en particular.

Por la anterior y por otras razones, consideramos preciso estudiar los distintos procesos del paso del capitalismo a una sociedad socialista, que si bien comportan sus propias particularidades, deben sujetarse a unos principios básicos que definen el tipo de sociedad que se construye a partir del triunfo de la revolución. Las características de la propiedad sobre los medios de producción en la sociedad socialista entrañan una ruptura esencial con el capitalismo. A partir de su naturaleza, las relaciones socialistas de producción se desarrollan y aparecen otras leyes que rigen la nueva sociedad.

La correlación de fuerzas en el interior de cada país, así como a nivel de los factores externos, hay que evaluarla permanentemente para ver hasta donde se puede avanzar en la implantación de las medidas socialistas en cada período. No se trata de frenar el ímpetu transformador; pero hay que evitar el voluntarismo, que puede inducir a pasos en falso. Riquísimas enseñanzas de este tipo nos ha deparado el proceso de la construcción socialistas en la URSS, con Lenin y Stalin a la cabeza, y en otros países.

Recordemos los cambios que hubo que introducir en distintos momentos en relación con la política hacia el campesinado pobre, medio y rico; así como los cambios en el período de la NEP (Nueva Política Económica).

Los fracasos en los países de Europa Oriental no se derivan de las leyes fundamentales de la sociedad socialista. Tampoco asistimos al naufragio de un sistema ni de las tesis fundamentales sobre la construcción de la nueva sociedad. Han fracasado aplicaciones deformadas de leyes económicas y políticas básicas o su no aplicación cabal; se han cometido errores históricos, falta desarrollo en la teoría de la construcción del socialismo.

No obstante, pese a la labor destructora y las febriles campañas de desprestigio del imperialismo y la burguesía, el socialismo conserva plenamente su validez.

A nivel ideológico es preciso enfrentar de manera permanente todas las expresiones de las concepciones enemigas, al paso que se propende por la formación integral, el desarrollo de la ciencia, la cultura, la técnica y la producción sobre bases proletarias.

15. La crisis económica actual va aparejada con una profunda crisis del Estado nacional, como categoría política. Junto con la reestructuración económica, internacionalización, Nuevo Orden Económico Internacional, neoliberalismo, globalización, que el imperialismo impulsa en el mundo y con la crisis que afronta el sistema capitalista, se está planteando en la actualidad una redefinición del papel de los Estados burgueses.

Al centro de esta redefinición se han colocado tres asuntos, que si bien no son nuevos, sí han adquirido características novedosas. Nos referimos a las tendencias y expresiones que tiene en la actualidad:
- El endurecimiento de los Estados burgueses;
- Las formas que hoy ha asumido el intervencionismo imperialista; y
- El cuestionamiento y suplantación -a nuevos niveles- de la soberanía nacional.

En cuanto al endurecimiento de los estados burgueses, partimos de reconocer que esta tendencia va ligada necesariamente al paso del Estado burgués liberal, propio del período pre-monopolista, al Estado burocrático-militar, inherente a la fase monopolista-imperialista. Un peso muy grande en este sentido ejerce el establecimiento del neoliberalismo y la globalización. Tal tendencia se presenta independientemente de la forma de gobierno que se da en cada país. Y hoy está reforzada por la agudización de la crisis económica y de la pobreza de las mayorías, que genera la elevación del nivel de la protesta popular; por la resistencia que opone el Estado a la lucha por la autodeterminación nacional de los pueblos, que pone al centro de la atención de la burguesía el factor militar y los consiguientes armamentismo y agresividad; y por la extensión de la dominación imperialista y su profundidad, que llevan a mantener sometidos bajo el hierro a los pueblos de los países dominados.

En síntesis, la agudización de todas las contradicciones sociales y la imposibilidad de mantener el dominio del poder por métodos democráticos y sobre la base de una hegemonía, que está minada por el descontento popular y por las propias inconsistencias del Estado burgués, acentúan las tendencias fascistas del poder burgués-imperialista y de las fuerzas políticas que lo sustentan.

16. En las nuevas condiciones, el imperialismo yanqui principalmente, está esgrimiendo argumentos en contra de la soberanía nacional, contra el derecho de autodeterminación de los pueblos y contra la propia existencia de los Estados nacionales. Surgen tesis para justificar el neointervencionismo, sustentadas en la llamada extraterritorialidad, el derecho a la injerencia a nombre de valores universales como la seguridad, la democracia, la defensa de los Derechos Humanos y del Derecho Internacional Humanitario o de la lucha contra el narcotráfico. Ahora, abiertamente se declara la lucha contra el movimiento insurgente bajo la bandera del combate al terrorismo. Esta pretendida argumentación tiene su base material en la globalización y la necesidad de volcar sus crisis sobre los pueblos, que exigen de sus administradores en los países sometidos una estructura política vulnerada, es decir, un Estado dócil a sus intereses hegemónicos.

Dadas las condiciones particulares de Colombia - aunque no exclusivas -, el problema de la droga ha sido esgrimido por Washington como "razón de Estado" para la intervención, la injerencia yanqui en la región, la expansión de bases militares, el despliegue de asesores, la instalación de radares y la dirección operativa por parte de militares norteamericanos en campañas y hechos específicos, con la complacencia de los gobiernos del país, de sus aparatos de seguridad y de sus fuerzas políticas burguesas, incluida la socialdemocracia.

La famosa tradición "democrática" de los EE.UU., ya no sólo ha sido negada por su bestialidad imperialista, sino que ahora, en su propio suelo, se han multiplicado fenómenos y organizaciones que expresan una ideología nazi-fascista, que han incrementado el uso de métodos terroristas. El macartismo y el monroísmo colocados en nuevas dimensiones represivas y de exclusión de los derechos de los pueblos y de los Estados nacionales dependientes. La oleada derechista en la política de los EE.UU. tiene así una base material, unas expresiones organizadas en distintos niveles y una correlación en el comportamiento agresivo y expansionista en el mundo con medidas altamente represivas. Estas políticas imperialistas tienen dentro de las mismas potencias, una importante oposición de amplios sectores en especial a la guerra genocida. Los marxistas debemos prestar atención al desarrollo del movimiento democrático y de oposición dentro de estos países y estudiar las formas de incidir en ellos.

17. Los vínculos de EE.UU. con América Latina buscan adecuarlos a los retos económicos y políticos norteamericanos y utilizarnos en su competencia con los otros imperialismos.

El imperialismo norteamericano ha arreciado su política de dominación, agresión y saqueo en América Latina. En medio de los reacomodos mundiales, de la pugna por la hegemonía y de la configuración de nuevos bloques, el imperialismo norteamericano necesita mantener la sujeción y la seguridad en su "patio trasero". Desde todo punto de vista, considera nocivo para Estados Unidos dejar prosperar las luchas revolucionarias, democráticas y de liberación en el Continente. Por eso no han vacilado en invadir naciones que se reclaman soberanas, acudir a los marines, acondicionar operaciones abiertas y encubiertas, reformar los ejércitos títeres, configurar bloques económicos y militares, diseñar nuevas estrategias sobre el Estado nacional, el narcotráfico, la democracia y la soberanía, el terrorismo, etc. con el engendro, del Plan Colombia, sus desarrollos y prolongación en la Iniciativa Regional Andina y el Plan Patriotas busca afirmar más férreamente sus dispositivos de saqueo y sometimiento del continente latinoamericano y caribeño, mediante el fuego y el hierro, preparatorios de una invasión militar masiva que borre del continente la posibilidad de libertad, soberanía, bienestar y democracia para el pueblo.

La deuda pública (externa e interna) latinoamericana constituye un dogal para los pueblos. Lejos de reducirse, se incrementa con la apertura total al capital extranjero, con los manejos monetaristas y con las privatizaciones. Esta ha sido una de las expresiones más exaccivas de riquezas nacionales por parte del capital internacional -principalmente norteamericano- complementado ahora, con la Iniciativa para las Américas, el ALCA, los Tratados de Libre Comercio (TLC), los acuerdos bilaterales y otros instrumentos de dominación.

Pese a la crisis y al desgaste que evidencia la política económica neoliberal, ella sigue iluminando en lo fundamental las medidas de los gobiernos latinoamericanos para la ruina de las naciones y el empobrecimiento de los pueblos. Con su aplicación se han incrementado la dependencia, las crisis, el endeudamiento, el papel de los monopolios y, por supuesto, la recesión, las crisis monetarias en sus diferentes manifestaciones, el desempleo, la quiebra de la economía, el empobrecimiento y la ruina de pueblos y naciones. Plagas del capitalismo en crisis, que recaen con fuerza principalmente sobre las masas trabajadoras del continente.

Los reaccionarios locales y el imperialismo yanqui enfrentan muchas realidades que les son adversas, y que agudizan sus contradicciones con los pueblos. Es esta la base generadora de la tendencia de ascenso del movimiento democrático y revolucionario de los pueblos, que alientan a sus más decididos combatientes y desarrollan nuevos niveles de la confrontación de clases.

El movimiento guerrillero revolucionario y otras formas organizativas de la violencia revolucionaria de las masas, tienen nuevas expresiones en distintos países del continente, confirmando con ello la vigencia y justeza de la lucha armada revolucionaria por el poder político.

Mención especial merece el duro cerco imperialista contra Cuba, que ha colocado a este país en difíciles circunstancias de supervivencia y de defensa de su proceso revolucionario, lo que sigue demandando la solidaridad activa de los pueblos y de las fuerzas progresistas, comunistas y demás revolucionarios. Las decisiones y cambios económicos y políticos que el Partido Comunista de Cuba y el Estado se han visto obligados a hacer, responden a estas urgencias y se dan dentro de una situación histórica signada por las condiciones en las cuales estaba el país en el momento de la ruptura con la ex URSS y el bloque del Este y por factores internos del Partido, la economía y el Estado cubanos.

En Venezuela avanza y se consolida un proceso revolucionario que da importantes pasos, mas allá de las reformas democrático burguesas, en busca de un nuevo tipo de sociedad, proceso que ha logrado derrotar varios intentos de golpe fraguados por el imperialismo, poniendo al centro la lucha de las masas que se sienten representadas por el gobierno de Hugo Chávez, que entre sus planteamientos para la reelección del 2007 plantea el debate general sobre el socialismo y la necesidad de un partido único que lo impulse al proponer esa perspectiva para su trabajo político.

Los procesos de constitución de los Estados nacionales en América Latina han quedado truncos en muchos sentidos y han sido violentados, principalmente por la temprana dominación del imperialismo, primero inglés y luego norteamericano. Pero las tareas de liberación nacional ya no corresponden a estas burguesías ni a sus fuerzas armadas como institución.

Ante la mayor agresión y dominio del imperialismo norteamericano, así como frente a las amenazas y los pasos dados hacia una intervención directa, cobran realce las banderas de liberación nacional y autodeterminación, que se convierten en animadoras de la lucha revolucionaria de las masas. Las expresiones actuales de la acción popular y de violencia revolucionaria en América Latina están entroncadas con el descontento social, con la historia de opresión y explotación, con el anhelo libertario y de independencia y con la propia historia de rebeldía de estos pueblos.

18. En América Latina se ha incrementado el trabajo de la socialdemocracia y es evidente la forma en que el imperialismo y la burguesía se sirven de ella para sortear sus dificultades y sabotear, incluso derrotar la lucha revolucionaria. Las fuerzas socialdemócratas en el poder no sólo han demostrado estar en contravía de los intereses populares, sino que no han podido superar las profundas crisis que deben administrar, y han teñido sus manos con sangre, cumpliendo un papel altamente represivo.

La socialdemocracia, como corriente burguesa pro-imperialista a nivel mundial, en cualquier país está llamada a jugar el papel que le ha signado la reacción internacional: apaga fuegos de la revolución y de la lucha de los pueblos, en alianza con el revisionismo y las demás corrientes oportunistas. Puesta a la cabeza de los procesos reformistas, de conciliación y entrega de la lucha revolucionaria, sus agentes en los distintos países y continentes, mercenarios de la acción política, social y sindical, cumplen la vergonzosa misión de sepultureros de las aspiraciones de justicia de los pueblos.

Muy en boga se han puesto la concepción y prácticas de conciliación de clases, de desmovilización de todas las formas de lucha (no sólo la lucha armada), así como las prédicas de pacto social, Estado Social de Derecho, concertación y el pacifismo, de la propia esencia política, de la socialdemocracia. No es casual el engarce que logra con el diseño de la política imperialista ni el servicio que le presta a la contrarrevolución.

El crecimiento de ciertas modalidades de participación social, guiadas por una concepción de "sociedad civil", consenso y pacto, permeados por la ideología socialdemócrata, puede conducir a formas de cooperativismo del movimiento y sus organizaciones. No es pequeño el esfuerzo que tienen que hacer la clase obrera, los pueblos, los revolucionarios y los comunistas para enfrentar esta peligrosa actividad imperialista.

19. Uno de los desafíos más obligantes para los marxista-leninistas es el de jugar el papel que les corresponde en el proceso de la revolución proletaria mundial en las actuales condiciones. Esta es su razón de ser.

Somos defensores y trabajamos por la unidad ideológica, política y organizativa de los marxistas-leninistas en el mundo. El núcleo de partidos y organizaciones que hemos repudiado el revisionismo desde tiempo atrás, tenemos un enorme compromiso y una gran oportunidad para reafirmar la vigencia del marxismo-leninismo y el Internacionalismo Proletario, así como para desarrollar sus formulaciones teóricas y prácticas, en momentos en que los seudo socialistas y seudo comunistas se despojan hasta del lenguaje con que pretendían cubrir su traición a la revolución.

Por la profundidad de las consecuencias dañinas producidas por el revisionismo y las reacciones de repudio que ocasiona, por las situaciones inestables y las crisis que se viven en el mundo, por el descontento frente al neoliberalismo, la globalización y la falta de soluciones para el pueblo desde el campo imperialista, la lucha popular encuentra nuevos factores de confrontación, que habrán de continuar produciendo reagrupamientos, desgajamientos y búsquedas dentro de las filas revolucionarias y progresistas en función de una opción marxista-leninista. Estamos atentos para ubicar esos procesos y alentar su desarrollo revolucionario. Pero, también el enemigo trabaja contra el movimiento comunista y tenemos que prepararnos para enfrentar sus tentativas de descomponer nuestras fuerzas y de apoyar sus acciones en nuestras propias debilidades. Se trata, entonces, de promover una gran ofensiva ideológica, política y teórica para el fortalecimiento de la unidad del movimiento y cada uno de sus partidos y organizaciones y lograr un ritmo conveniente de crecimiento e implantación en el movimiento obrero y popular en cada país y a nivel internacional.

Por eso, fue oportuno el momento en que se constituyó la Conferencia Internacional de Partidos y Organizaciones marxista-leninistas. Sus trabajos empiezan a ofrecer una perspectiva comunista en el mundo, un trabajo por la unidad y la organización, a sabiendas de que éste no es un proceso fácil y conscientes de que las fronteras del movimiento también se están redibujando, y debemos trabajar por su ampliación. La mejor y más efectiva manera de atraer el interés de los comunistas y revolucionarios por la Conferencia, debe ser por su producción teórica, la claridad de sus análisis, la comprensión de los fenómenos internacionales y por la consecuencia y oportunidad de sus luchas en defensa clara de los intereses de la clase obrera y los pueblos, colocándose a la cabeza de sus luchas contra las actividades bandidezcas del imperialismo de cualquier tipo.

Nuestro Partido continuará explorando caminos y ensayando las fórmulas que sean necesarias para contribuir a la unidad de los marxista-leninistas en el mundo, a partir de las resoluciones, acuerdos y compromisos adquiridos en la Conferencia.

Los Partidos y Organizaciones de la Conferencia disponemos de una serie de escenarios donde proyectar y compartir nuestras experiencias y nuestros puntos de vista sobre los asuntos de interés común, pero fundamentalmente del interés de los trabajadores.
Contamos con los Encuentros Sindicales Internacionales, los Campamentos Internacionales de la Juventud Antiimperialista y Antifascista y otros eventos donde compartimos con una amplia gama de fuerzas políticas y sociales, que pueden llegar a ser, un buen vehículo para el crecimiento del movimiento marxista-leninista y del Frente Antiimperialista.

Es preciso establecer los más sólidos y variados vínculos con el movimiento antiimperialista internacional para aportar a su desarrollo y al fortalecimiento de su acción unitaria. Este es un propósito fundamental en la lucha por la victoria, pues, es aquí donde se aglutina, o debe ser aglutinada, la inmensa base social de la revolución en torno a una política y un programa que determinan el rumbo del proceso hacia la toma del poder. Por eso, es una actividad que corresponde al conjunto de los Partidos y Organizaciones marxista-leninistas, que debe ser tanto más eficaz y productiva cuanto más amplia y profunda sea la unidad ideológica y política de los Partidos y las Organizaciones de la Conferencia y más coordinada su actuación política.

Estamos ante grandes demandas y necesitamos dar respuestas acertadas. No todo está dicho. Lejos del apego a dogmas, necesitamos desarrollar el pensamiento y el análisis de las realidades nacionales e internacionales de hoy, con una concepción y un norte de clase, ligados a la reafirmación de los procesos de unidad y acción común.

20. Al centro de nuestra línea y de nuestro trabajo internacional, colocamos la defensa del internacionalismo proletario. Este se fundamenta en el reconocimiento de que la clase obrera es una sola a nivel mundial, y que sus intereses y sus luchas por la emancipación social la hermanan más allá de las diferencias y particularidades nacionales.

El internacionalismo proletario nos hace plenamente conscientes de que la revolución proletaria mundial es una y se expresa, en cada país en la lucha de los trabajadores por la liberación nacional y social, el socialismo y el comunismo. Una comprensión cabal del internacionalismo proletario debe ser la base para el trabajo solidario con los partidos hermanos marxista-leninistas, los países que tomen la vía de la construcción del socialismo, las organizaciones revolucionarias, democráticas, y los pueblos que luchan contra el imperialismo y la reacción por la conquista de la libertad, la democracia y el socialismo.

Nuestra revolución es parte de la revolución proletaria mundial. Las victorias y las derrotas en la lucha de la clase obrera y de los pueblos, en cualquier país del planeta, constituyen nuestras victorias y nuestras derrotas. De ello se deriva la dimensión de nuestro compromiso teórico y práctico para aportar al bagaje del proletariado. Así mismo, tratamos de asimilar los aportes de otros procesos revolucionarios, considerándolos en su diversidad y procurando no caer en la copia mecánica.

21. El Movimiento Comunista internacional encuentra hoy nuevas posibilidades de afianzar su unidad y jugar un papel más destacado en el concierto mundial. Hay grandes dificultades y limitaciones pero contamos con elementos políticos y organizativos que nos ayudan a establecer sistemas de coordinación, comunicación y actividades conjuntas de manera más estable, sin abandonar el trabajo de las reuniones bilaterales o multilaterales. La decisión de editar la revista Unidad y Lucha, de cara a las nuevas realidades y necesidades, es un paso importante, que vale la pena potenciar en función de su papel en el logro de nuestros objetivos internos y hacia el proceso de la revolución proletaria mundial.

Cada vez se siente más la necesidad de despejar y profundizar más aun los rasgos fundamentales comunes del trabajo que tenemos que hacer ahora y hacia adelante en la mira de alcanzar el triunfo de la revolución proletaria.

Estamos necesitando la línea general del Movimiento Comunista Internacional. La recomposición del movimiento marxista-leninista es fundamentalmente un problema ideológico y político, antes que organizativo; pero, también es esto. Es preciso que los Partidos y Organizaciones marxista-leninistas continuemos definiendo rumbos y objetivos a partir del trabajo colectivo; es decir, que lo dotemos de una Línea General.

22. En América Latina es posible y necesario avanzar en el diseño de una estrategia común para el subcontinente.

Esta estrategia debe partir de una visión de clase proletaria. Debe tomar en consideración los factores comunes a estos países. Los aspectos socioeconómicos, políticos y militares, la dependencia del imperialismo norteamericano principalmente, las tradiciones históricas y las luchas conjuntas libradas, la agudización de las crisis y sus secuelas, las contradicciones sociales en la región, y la necesidad de un gran frente unificado que pueda derrotar a los enemigos de nuestros pueblos, son rasgos comunes que desde hace décadas esperan solución.

No pretendemos que la estrategia común para la revolución latinoamericana sea una tarea fácil. Tampoco consideramos que ella implica un levantamiento insurreccional o un desenlace de la guerra popular simultáneo en todos los países. Vemos sí la necesidad de entrelazar más íntimamente los factores internos y externos, poner en juego la teoría de los eslabones débiles y darle una perspectiva común y ambiciosa a las luchas del proletariado y los pueblos de América Latina.

La relación estrecha entre el problema nacional -que se expresa fundamentalmente en la liberación nacional-, la democracia y el socialismo, sin establecer esquemas prefijados, nos permite hablar de la posibilidad y necesidad de dicha estrategia. Sería erróneo fomentar en América Latina una visión parcial y fragmentada de la revolución proletaria mundial. Por el contrario, sabemos que una estrategia para el sub-continente debe articularse con la lucha de la clase obrera y los pueblos del mundo.

Las tareas de liberación nacional y social, que son centrales en el programa revolucionario, definen para la estrategia un enemigo principal: el imperialismo norteamericano y las burguesías socias. Igualmente, deben sentar las bases para configurar el campo de las fuerzas comunistas, revolucionarias y progresistas.

Empero, tales tareas no pueden desligarse de la empresa de construcción del socialismo, so pena de torcer el rumbo que debe imprimirle el proletariado a la revolución en esta etapa, o de entregar la dirección a otras clases o capas que frustraran la lucha popular. Destacamos el papel del proletariado y su partido marxista-leninista, capaz de conducir el proceso y de establecer las alianzas y niveles de unidad necesarios.

Una amplia política de alianzas de diferente alcance, un aprovechamiento cabal de las distintas formas de organización y de lucha (incluida la lucha armada), y el papel que están llamados a jugar la clase obrera y los comunistas, son factores básicos para trabajar un poderoso frente antiimperialista con todos los revolucionarios y demócratas del Continente y, sobre todo, con nuestros pueblos, sus organizaciones y movimientos sociales. La experiencia latinoamericana nos muestra la importancia que ha tenido el forjar niveles de unidad que trasciendan la mera coordinación y la unidad de acción.

Enfatizamos en el papel que en América Latina debe jugar el proletariado como única clase que puede guiar el proceso revolucionario hacia el socialismo. Es cierto que en cada formación socioeconómica el respectivo Partido Comunista encontrará la manera de resolver este problema, con la guía del marxismo-leninismo. Ni el escaso número de obreros, ni su reciente configuración como clase, ni siquiera el dominio ideológico que sobre la mayoría de las clases y capas trabajadoras ejercen el imperialismo y la burguesía, son razones suficientes para negar el papel de vanguardia del proletariado. Los problemas que hoy acusa el movimiento obrero y sindical no invalidan su misión histórica. Mas bien nos llaman a estudiar las causas que influyen en esta situación y a combatir los defectos que nosotros mismos hemos tenido en el trabajo obrero, así como a contrarrestar y superar la capacidad de acción del enemigo.

En particular, a los marxistas-leninistas latinoamericanos se nos exige un esfuerzo de desarrollo y creación a la altura de la dinámica y posibilidades revolucionarias en la región. Debemos persistir en eso. Naturalmente, no pretendemos un marxismo latinoamericano por oposición a la vigencia universal de la teoría del proletariado. Pero sí es necesario recoger las tradiciones, las luchas, los aportes al pensamiento marxista-leninista y estudiar la problemática particular para responder en la teoría y en la práctica a las necesidades de la lucha de clases en el subcontinente.

Registramos el debate que recientemente se ha abierto sobre el denominado “Socialismo Siglo XXI”, como aspecto positivo vuelve a colocar sobre la escena política continental y mundial la construcción del socialismo como alternativa al capitalismo, pero la propuesta se presta para innumerables interpretaciones que pueden desviar al proletariado y los pueblos del socialismo científico. Es nuestro deber revolucionario profundizar en este debate.

El Partido Comunista de Colombia (marxista-leninista) hará honor a los compromisos adquiridos en la Conferencia Internacional de Partidos y Organizaciones Marxistas-Leninistas y los demás escenarios internacionales donde nos congregamos los comunistas al lado de los revolucionarios y patriotas que luchan por la liberación nacional y el socialismo.