El editorial de La Hora (31 de mayo/72) que se titula “Las bombas del Cerromar” es un ataque a nuestro instituto armado. Quien lo escribió ignora el papel de la violencia en la lucha revolucionaria y desconoce por completo lo que es una operación guerrillera como la que efectuamos en el Hotel Cerromar el sábado 20 de mayo.
Las bombas, explosivas e incendiarias, han sido armas efectivas de guerra. Sobre todo en la guerrilla urbana y en las acciones de sabotaje que el editorial dice favorecer. La utilización de artefactos explosivos es indispensable. Se utilizan en Vietnam continuamente por los guerrilleros del FNL. ¿Están enajenados los heroicos combatientes vietnamitas? Se utilizaron en la Revolución Cubana. Como se sabe por cualquiera que se haya tomado el trabajo de estudiar la guerra contra el Batistato de 1956 a 1958, los combates no se libraron únicamente en la Sierra Maestra y en los focos guerrilleros rurales. Había una amplia red operando en las ciudades, en coordinación con la comandancia en la Sierra, que hizo explotar muchos centenares de bombas, siempre con algún objetivo táctico.
La táctica, en los militar como en lo político, busca un objetivo limitado. Dos bombas en el Hotel Cerromar la noche del primer concurso de la señorita Estados Unidos no van a acabar con el concurso, pero van a tambalearlo, como en efecto lo tambalearon.
Nosotros estamos librando una guerra contra la intervención yanqui en Puerto Rico. Creemos en la necesidad de la guerra y en la justeza de la guerra. Creemos, además, que hay condiciones para la guerra de liberación en nuestro país y, por lo tanto, ésta es posible además de justa y necesaria. Nuestra guerra será prolongada, sumamente difícil y según se vaya desarrollando tendrá carácter (táctico*). Pero si queremos la independencia y liberación nacional tenemos que prepararnos para ella. La única manera de prepararnos para guerra es empezando a hacer la guerra, en la dimensión que sea posible dentro de las circunstancias.
Cuando estudiamos un objetivo militar dentro de nuestra guerra en gestación, analizamos sus consecuencias, no solamente en términos de nuestro instituto, sino en relación con las organizaciones legales de la lucha patriótica y del pueblo puertorriqueño en general.
Ustedes plantean que no se justifica poner en peligro de muerte a millares de personas allí reunidad por el objetivo de atacar el concurso de señorita Estados Unidos. Tienen razón. Si hubiéramos puesto en peligro de muerte a millares de personas para ese objetivo (seríamos*), de verdad, unos enajenados. Lo que pasa es que ustedes se fundan en una premisa totalmente falsa que nace de vuestra ignorancia absoluta sobre cómo opera un comando militar en una acción guerrillera como la indicada.
Ustedes dicen que allí no murió nadie por “simple milagro”. Nosotros, que no creemos en milagros, sabemos que no murió nadie porque lo planeamos y ejecutamos de tal forma que no muriera nadie. Por eso nunca ha muerto nadie en ninguna de las acciones con explosivos que hemos llevado a cabo por ahora, y que ya suman más de cien.
Toda acción de guerra conlleva riesgos de que con ella se afecten personas inocentes. Pero cuando se domina la ciencia militar éstas pueden reducirse grandemente.
Tomemos como ejemplo la acción que ustedes condenan, la del Hotel Cerromar. Nuestro objetivo militar y político era sacudir aquel hotel, causarle daños físicos que produjeran inconveniencias a los huéspedes para que éstos propaguen por Estados Unidos la realidad de que éste no es un paraíso turístico donde puedan venir a darse buena vida con absoluto desdén de los pobladores y querencias de nuestro pueblo.
Produjimos esos inconvenientes en el (*) de las explosiones, los más de treinta cuartos averiados, la rotura de las cañerías de agua y el corre corre que se armó. El acto tuvo toda la repercusión prevista. Creemos que el inconveniente causado guarda justa proporción con el objetivo.
Si alguien hubiera planeado la matanza de turistas concursantes, tal acto sería muy condenable, sería un asesinato. Eso fue lo que hicieron los tres japoneses que masacraron a nuestros compatriotas en el aeropuerto de Tel Aviv. Ciertamente que ese acto afecta al turismo en Israel. Pero el objetivo de afectar el turismo en terriorio controlado por el enemigo no guarda proporción con la matanza de tantos inocentes.
En nuestro caso, tal cosa no se hará jamás, no importa el estado de desarrollo que haya alcanzado nuestra guerra.
Nuestra acción aludida conllevó riesgos de perjudicar inocentes. Ustedes lo señalan. Algunos compatriotas trabajadores del Hotel Cerromar sufrieron daños en sus automóviles. Nosotros lamentamos muchísimo que estos amigos hayan sido perjudicados. Pero ciertamente este es un tipo de daño que sí guarda justa proporción con el objetivo de la acción realizada
Es la cuota de sacrificio que todo puertorriqueño tiene que estar dispuesto a ofrecer en la lucha por la liberación de nuestra patria.
Lamentamos mucho que La Hora se haya declarado enemiga de la lucha armada por la independencia. Es una gravísima equivocación. Confiamos en que este editorial exprese solamente el criterio de su autor, debido a su ignorancia de nuestra realidad operativa, y que sea el sentir del Partido Independentista por cuyo liderato y miembros tenemos el más profundo respeto y la máxima admiración. En esta lucha de independencia cada organización tiene su deber que cumplir. Nosotros cumpliremos el nuestro, sin pretender que somos los únicos patriotas y revolucionarios. Pero nadie nos va a sacar del cumplimiento estricto de nuestro deber.
Alfonso Beal, Jefe de los Comandos Armados de Liberación (CAL)