AVC, del sueño al caos

AVC, DEL SUEÑO AL CAOS

Después de que un importante grupo de jóvenes aferrados a la idea de la revolución entregaran su vida, su libertad, sus sueños bajo las asesinas balas del tirano Febres Cordero y de los aparatos represivos del estado, no quedó sino la danza de los dirigentes que sobrevivieron, de los otros, esos dirigentes de última hora, aquellos que veinte años después siguen asomando, de ponerse a la cola a “pipi cogido” con burgueses, banqueros, represivos trasnochados, justicieros, “patrulleros”, para terminar cagándola más aún con una película que avergüenza la memoria no solo de aquellos que murieron sino de aquellos que de una u otra manera lograron sobrevivir a las garras de la reprensión.

Las ínfulas burguesas de Santiago Kigman, un carcamal de los despojos de AVC, que con toda seguridad no disparó un solo tiro ni a las cajitas de chicles en feria de barrio ya sea porque su condición de clase no le permitió jamás estar junto a los desposeídos y por otro lado porque con el miedo y su cobardía, mucho más que el que tenía cuando absorto en su auto exilio en Francia veía el serial asiático de “Dedos de Furia” , deja entrever en la cinta la aventura a la que se lanzaron un grupo de pequeños burgueses, liderados por otros no tan pequeños y que horrendamente tratan de esquilmar el contexto histórico internacional y nacional en el que se desenvolvió el proyecto alfarista.

No diferente Juan Cuvi y menos aún Edgar Frías. Percheros patojos del recuerdo que tuvieron que convocar a una burguesa como María Clara Eguiguren, que jamás fue militante de AVC para que en dúo con Patricia Peñaherrera (Hace 20 Años simpatizante, hoy heroína de alcoba e ideóloga en apuros) muestren al país una payasada que en verdad duele a quienes tuvimos la grata oportunidad de conocer a valiosos social revolucionarios como Basantes, Regalado, Moncada, Barahona, Flores, etc. quienes verdaderamente fueron los constructores del “sueño”.

El documental más parece una apología a la represión y su macabra “efectividad” que el enunciamiento político e ideológico de un esfuerzo revolucionario que sin ir más allá de la propuesta estratégica, era una manifestación de la lucha de clases en un momento de crisis de la izquierda ecuatoriana.

Lo fundamental del proyecto alfarista no está en su propuesta ideológica sino en el supremo sacrificio de evidenciar y de poner sobre el tapete de la lucha de clases la utilización de las armas como mecanismo absoluto a la toma del Poder. Hay que entenderlo así en su momento.

Si los militantes que sobrevivieron a la arremetida del viejo estado ya sea porque se domesticaron en los centros de reclusión, porque “autoexiliarse” les posibilitó la conciliación con el estado, o porque negociaron descaradamente en la firma del Acuerdo de Paz, sin lugar a dudas tienen todo el derecho que les de la gana de “reinsertarse” y hacer una vida más del montón. Pero hasta ahí llegó su militancia y la utilización de los símbolos y plataforma política de AVC, y mal pueden usarla en la actualidad para argumentar las inmundas propuestas que están impulsando. AVC fue eso, un intento en medio de la crisis del revisionismo y no hay que dudar la importancia que tuvo al despertar el sentimiento y rebeldía de los jóvenes en aquella época. AVC no fue creado para apuntalar el sainete electoral, Asambleas y mucho menos para maquillar la vanidad de un grupo de cobardes y sinvergüenzas.

Quiera la vida que algunos alfaristas de corazón que andan por ahí desgarrándose la memoria por reeditar su proyecto les den en la geta a esta horda de miserables que muy oportunamente lanzan ese proyecto cineasta como un amparo a sus escurridos, flatulentos y cobardes esfuerzos por tener un espacio en la Asamblea Constituyente.

En honor a esos revolucionarios muertos y vilmente traicionados nuestro sincero y respetuoso homenaje. Nuestro compromiso vivo de combatir a aquellos profanadores de su memoria. Para aquellos que aún creen en esa propuesta de armas, pues un buen viento y la esperanza de que encuentren el camino ideológico correcto que los aproxime a las masas y a la Guerra Popular.

Para ustedes, Juan Cuvi, Santiago Kigman, Patricia Peñaherrera, Edgar Frías, Pedro Moncada, y otros más, los sinceros deseos de que sigan donde están, entre la inmundicia burguesa y la mierda maloliente que genera la anti historia que tratan de escribir para levantar un figuracionismo pequeño burgués y aberrante que los pone en idéntica condición de huarichas desencantadas que hoy en día, en vez de caminar con la pollera alzada tras la soldadesca lo hacen a la sombra de una burguesía que les permite seguir consumando la traición que al parecer aún tiene hilo en esa madeja…..