Desde las montañas, nuestro saludo respetuoso y el sentimiento de admiración por su reciente proeza.
Sentimos cómo, a medida que avanzaba su marcha, avanzaba también en la conciencia de los colombianos la necesidad y la urgencia del intercambio humanitario.
Aunque preveíamos la respuesta del Presidente, nunca pensamos que fuese a ser tan zahiriente con su esfuerzo, con su amor de padre y con esas manifestaciones de solidaridad desatadas a su paso por los pueblos y en su entrada a Bogotá.
Es increíble que Uribe se niegue a despejar temporalmente un territorio para que las partes acuerden el intercambio humanitario interponiendo consideraciones que al final no tienen sentido, porque en nada empeorará la marcha de las instituciones. Ni siquiera quiso escuchar los razonamientos del ex presidente López Michelsen que terminó sus días empuñando esa noble causa.
Al observar lo sucedido en las escalinatas del Congreso muchos compatriotas deben estar pensando que la batalla por el canje necesita pueblo, mucho pueblo; que se llene permanentemente la Plaza de Bolívar reclamando despeje para el intercambio, solución política del conflicto, fin a la Seguridad Democrática que es guerra y represión contra el pueblo, que haya inversión social, como lo pedían los manifestantes en el improvisado evento.
Profesor: los tres meses indicados por el Presidente Uribe sólo alcanzarían para los primeros intercambios de opiniones entre las partes contendientes, porque una confrontación de 43 años por la superación de los problemas políticos, económicos, sociales, culturales, ambientales y de soberanía del país, sólo se podría resolver si el gobierno derrota a la insurgencia o la guerrilla al gobierno. El planteamiento del Presidente contiene demagogia electoral.
Pero retornando al canje, una reflexión final: lo que sí es grave y desquiciante, para la institucionalidad es esa especie de asonada uribista contra la Corte Suprema de Justicia en defensa de la impunidad de sus socios narco-paramilitares, no el despeje de tropas de Pradera y Florida, por unos pocos días y por razones de humanidad, para facilitar el acuerdo.