Carta del EGP a los campesinos tucumanos

CARTA DEL E.G.P. A LOS CAMPESINOS TUCUMANOS

Compañero campesino:

Te escribimos esta carta para que la leas varias veces. Y para que se la leas también a todos los arrenderos, peones y obrajeros que no saben leer.

Es importante que todos ustedes nos escuchen y piensen en estas cosas de que ahora vamos a hablar, porque estamos seguros que después de meditarlo, van a estar de acuerdo con nosotros.

¿Y quiénes somos nosotros? Nosotros somos trabajadores como ustedes, de distintos oficios y profesiones, a quienes nos explotaban en las ciudades y los pueblos, los mismos que los explotaban a ustedes en el ingenio, o en los montes o en los campos.

Eso sí. Nosotros les llevamos una ventaja y es la que nos hemos unido y organizado. Ahora, los invitamos a ustedes a unirse y organizarse.

¿Para qué? Nosotros comprendimos que hasta ahora sufríamos injusticia, porque no teníamos fuerza para terminar con ella. Nadie sufre porque quiere, sino porque no puede evitarlo. Nadie recibe un golpe o una patada o deja que le roben, sin defenderse. Salvo cuando no tiene con qué hacer frente al explotador que está armado.

A ustedes los echan de sus tierras, o los obligan a servir en el ingenio y los maltratan, como a nosotros nos echan de las fábricas, o no nos pagan nuestro trabajo o nos encarcelan o todo eso junto.

Y todo eso sucede hasta ahora porque los ricos, los dueños de las tierras, los dueños de las fábricas, son también dueños de las armas, tienen la fuerza de su parte.
Esto es fácil de ver.

¿De qué lado se pone la gendarmería, o el ejército, o la policía, cuando hay algún problema?
¿Del lado del peón, del arrendero, del pequeño contratista, del obrajero, del cañero? ¿O se pone del lado del patrón, del lado del rico, del lado del amo de la tierra?
Cuando hay huelgas o protestas porque los patronos no pagan o pagan salarios de hambre ¿a quién golpea la gendarmería o la policía? ¿Al patrón que no paga y roba, o al peón que reclama lo que es suyo?
¿Alguna vez viste que un policía o un gendarme defendieran a un pobre contra un rico?
No. Nunca. Porque la gendarmería, la policía y el ejército fueron creados para defender los intereses de los ricos, no de los pobres.
Si la gendarmería, la policía y el ejército estuvieran compuestos y dirigidos por los trabajadores, los ricos no podrían usarlos en contra de los pobres.
Si todos los arrenderos, peones, obrajeros, pequeños propietarios y contratistas tuvieran un arma, los ricos no los explotarían.
Y si los ricos no explotasen a los pobres, sencillamente no habría ricos, porque si nadie explota a nadie todo el mundo tendría que trabajar para vivir.
La tierra sería del que la trabaja. Las fábricas de sus obreros.
Si todos trabajasen parejo los beneficios serían parejos para todos.
Habría viviendas decentes para todos. Escuelas para todos. Ropa y zapatos y comida para todos. Hospitales y remedios para todos los que lo necesiten.
Los changuitos, por ejemplo, tendrían oportunidad de estudiar, de hacerse técnicos, abogados, médicos, artistas, ingenieros. Todos los hijos de los obreros y los campesinos podrían vestirse bien y estar bien alimentados, tener atención médica, y un porvenir seguro.
Todos por igual, porque serían todos hijos de trabajadores.
En cambio, ahora, los que tienen todo eso son los que no trabajan. Viven bien, los que no se esfuerzan.
Pasean, educan a sus hijos, tienen más casas que la necesaria para vivir y muchos más trajes de los necesarios para vestir. Son los dueños de la tierra, de fábricas, de automóviles, de barcos y hasta de aviones, los que viven del trabajo ajeno. Cada vez que en la casa del pobre nace un ternero, Patrón Costa o Manero o cualquiera de ellos, se presenta a cobrar.

Cada árbol de naranjas que da fruto, les da plata a ellos.
De cada cosecha, ellos exigen, roban, los beneficios.
¿Es que acaso ellos cuidaron la vaca parida o sembraron el pasto para alimentarla, o plantaron y podaron los naranjos?
¿Acaso ellos siembran bajo el sol, desayunan en medio de la lluvia, persiguen a los bichos del monte, ahuyentan a los loros, luchan contra la peste?
¿Es que alguna vez en su vida se doblaron sobre la tierra para hacer un surco o plantar un árbol?
¿Acaso alguna vez sus manos empuñaron un hacha para voltear un tronco o metieron sus pies desnudos en la selva plagada de víboras?

Ellos, los que mejor comen, jamás sembraron.
Los que tienen los más lujosos muebles, jamás cortaron un árbol.
Y los que siembran, los que hachan, sólo comen maíz y ni tienen ni una mesa ni una cama propia.
Es fácil ver cómo viven ellos, los que no trabajan y cómo viven ustedes, los que se matan trabajando.

Y cómo viven los hijos de ellos, los hijos de los ricos y cómo viven los hijos de ustedes, los hijos nuestros, los hijos de los pobres.
Los hijos de los Patrón Costa, nacen tan desnudos como los nuestros. Y sin embargo, jamás en su vida le faltarán ropas y ni zapatos aunque nunca trabajan.
A los nuestros siempre les faltará algo o les faltará todo, aunque trabajen desde niños.
Los hijos de los Patrón Costa, no nacen ilustrados. Nacen sin saber leer ni escribir. Y sin embargo ninguno de ellos quedará sin aprender y podrán seguir, si quieren, la carrera que prefieren.
Muchos de nuestros hijos, en cambio, jamás podrán tener tiempo para aprender, ni nosotros podremos mandarlos a los colegios de las ciudades, ni siquiera comprarles lápices y cuadernos. Y si alguno quisiera ser médico, o ingeniero, o marino o aviador, nunca podría llegar a serlo porque los Patrón Costa, Maner, Condutti, Vacareza y sus compadres, los mandarán siempre hambreados, para servirse de ellos, como se sirven de nosotros y se sirvieron de nuestros padres.
Y si los hijos de los ricos se enferman, no uno, sino diez médicos los atienden.
¿Cuántos médicos suben hasta nuestros ranchos?
Ni vendiendo todo lo que tenemos nos alcanzaría para pagar el viaje de uno. Nuestros cementerios guardan pocos viejos. Nuestros muertos son changuitos y hombres y mujeres jóvenes, que se murieron, más que de otra cosa, de pobres.

Así es nuestra vida. Y así es la de ellos.
Nosotros trabajando para morir pobres.
Ellos explotándonos para vivir ricos.
Se dicen amos de la tierra y dueños de la provincia. Y también se creen dueños del cielo, porque cuando el tiempo es bueno y hace la cosecha abundante, ellos exigen más, como si nos hubieran alquilado la lluvia y arrendado el sol.

Compañero campesino:

Nosotros hemos pensado en todo esto, y queremos que vos también pensés. Porque nosotros llegamos a la conclusión de que con todo esto hay que acabar. Pero que para que las cosas cambien, sólo queda el camino de la pelea.
Oponerle a sus armas, nuestras armas, a sus fuerzas, nuestras fuerzas.
Debemos quitarles los fusiles de las manos y empuñarlos nosotros. Unirnos y organizarnos. Y pronto seremos miles. Nosotros peleando en los montes y cerros. Los obreros en los ingenios y las fábricas.
El patrón es uno. Los trabajadores son miles.
Los millonarios un grupito. Los pobres millones.
Patrón Costa tiene en sus manos el porvenir de miles de hombres. ¿Es que los hombres de estas familias, no son suficientemente hombres para rebelarse?
Es cierto que ahora, ellos, los ricos, tienen las armas.
Pero para eso hemos llegado nosotros, para eso organizamos el Ejército Guerrillero del Pueblo. Para, junto con ustedes, quitarles las armas y ponerlas en manos del pueblo.
Este Ejército nuestro es el de los pobres. El de los humildes. Pero es el Ejército de los más, que derrotará a los menos.
Somos más, muchos más los pobres que los ricos.
Es claro que nuestra lucha será larga. Y será dura.
Pero nosotros estaremos peleando en nuestro suelo y por nuestra tierra. Aprovechando para la guerra, cada río, cada arroyo, cada senda y cada quebrada, que conocemos tanto, como los confines que llevan a nuestros ranchos.
Ellos tendrán que venir de afuera y se encontrarán con que todo es su enemigo, que todos los combaten, con que nadie los ayuda.
Con que hasta el mosquito y la víbora y el tigre estarán con el pobre y en contra de ellos.
Y muchos de los gendarmes y soldados que movilicen contra nosotros, pobres como nosotros, comprenderían que están peleando contra su propio suelo, contra sí mismos. En favor de sus propios enemigos.
¿O podemos pensar que un Patrón Costa es amigo de un gendarme o un policía? Simplemente los usan, los arriendan. Y ellos ya se irán dando cuenta de qué lado está el enemigo.
Te decíamos que esta lucha va a ser dura y larga.
Los ricos pondrán en práctica todos los recursos para aplastarnos, porque nos tienen miedo.
Y usarán desde aviones, cañones y ametralladoras, hasta delatores.
Esos son nuestros peores enemigos, los traidores que se fingen nuestros amigos para delatarnos luego.
Con éstos hay que ser y seremos implacables.
Los asesinos como Pérez Puentes y Pereira, y todos los que cumplen el mismo papel que ellos, que se preparen. Ninguno podrá seguir explotando y asesinando. Y los que le sirven seguirán el mismo destino de ellos.
Esta será una guerra de hombres, una guerra de vida o muerte, hasta que derrotemos a los amos de la tierra, hasta que la tierra esté en manos de los que la trabajan, ya sean coyas, criollos o matacos, sean de la raza que sean.
Pensá arrendero que el monte es tierra arada, porque vos sudaste.
Pensá arrendero que el fruto madura porque vos sudaste, que la selva es riqueza porque vos sudaste. ¿Hasta cuándo vas a pagar por cada gota de sudor como si tu trabajo fuera un pecado?
¿Y cuántos pesos ganados voleando el machete vuelven a las áreas del ingenio, que te esclaviza con vales y deudas?
Pensá obrajero que cada día que sigas volteando árboles será para hacer más lujosa la casa del que debe meses de tu mísero sueldo. ¿Cuándo podrás cortar las maderas para tu propia casa?
Ha llegado el momento de rebelarse.
No seremos los primeros en hacerlo. Ya en otros países se alzaron juntos los campesinos y los obreros y unidos vencieron a los amos de las fábricas y las entregaron a los trabajadores.
Terminaron los explotadores.
Aquí debe hacerse lo mismo.
Pensá en todo esto. Pensá en la fuerza de todo el pueblo unido. En el formidable ejército que formarán todos los campesinos y los obreros en armas. En las columnas de campesinos, criollos o indios, defendiendo juntos su derecho a la tierra.
Pensá en que cuando cada hombre del pueblo tenga su arma, se acabarán las policías bravas. Pensá que ellos sólo aflojan cuando se les golpea. Y que hay que golpearlos con todas nuestras fuerzas unidas. Que miles de puños juntos les caigan encima. Que miles de dedos juntos aprieten el gatillo a la vez.
La única salida para nosotros es la rebelión.
En las elecciones, obligan a votar sólo a los que los ricos quieren. Y entonces ganan los gobiernos que sirven a los ricos.
Y si los gobiernos quisieran hacer algo contra los ricos, no podrían. Porque los ricos tienen las armas de su parte.
Y así, cambian los gobiernos, pero los ricos son cada vez más ricos, y los pobres cada vez más pobres.
Esa es una ley que imponen los ricos, porque tienen la fuerza de su parte.
¿Qué han de hacer entonces? Unirnos. Unirnos todos los pobres. Tomar las armas nosotros y tener la fuerza de parte nuestra.
El gobierno nada hará por nosotros. Porque esto no lo arreglan los gobiernos puestos por los ricos y sostenidos por las mismas armas que defienden a los ricos.
Esto lo arreglará el pueblo. Esto lo arreglaremos nosotros. Y vos, compañero, junto con nosotros cuando juremos REVOLUCIÓN O MUERTE

Recibe un saludo de hermano.
Montañas de Salta, Enero de 1964.
Por el Ejército Guerrillero del Pueblo
Comandante Segundo”