FUERZAS ARGENTINAS DE LIBERACIÓN 22 DE AGOSTO (FAL-22)
El 11 de marzo el pueblo votó masivamente a las listas del Frejuli y expresó su repudio a la dictadura militar y el reclamo de una política distinta con contenido antiimperialista y popular. Hoy la dictadura ya no existe, pero el 23 de setiembre la inmensa mayoría de la clase obrera y el pueblo votará por Perón y su voto tendrá el mismo sentido que el del 11 de marzo. No será un apoyo a Rucci, Gelbard u Osinde, sino a quien los trabajadores identifican con 10 años de gobierno y 18 de proscripción popular.
La masacre de Ezeiza marcó el comienzo de la ofensiva de la derecha peronista para hacerse cargo totalmente del poder. Hoy nadie puede dudar de la responsabilidad de Osinde, López Rega y los burócratas sindicales en el asesinato de muchos compañeros. En su discurso del día siguiente, Perón no condenó a los culpables y, por el contrario, les dio elementos para proseguir su ataque contra la Juventud y los sectores del peronismo revolucionario.
La ofensiva reaccionaria culminó el 13 de julio con el desplazamiento del presidente Cámpora. Levantando una reivindicación tan sentida por las masas como la candidatura presidencial de Perón, la burocracia consiguió desplazar del aparato gubernamental a muchos de los funcionarios progresistas y sensibles a las presiones populares. Perón avaló también esta acción de la derecha, aunque no se prestó a todas las exigencias de quienes pretendían la defenestración de los gobernadores vinculados a la corriente combativa, la intervención de varias universidades y un ataque más frontal desde el gobierno contra la CGT cordobesa y el sindicalismo clasista.
Proclamada la candidatura, con una compañera de fórmula propuesta por los grupos más reaccionarios y que no expresa el sentir de las bases peronistas, hoy cada uno de los sectores tienen sus propias razones para apoyar la candidatura de Perón.
Para algunos llevar a Perón a la presidencia es el único recurso que les queda para recuperar alguna influencia, defender sus posiciones frente a la ofensiva de las bases, controlar la Juventud y a los sectores del peronismo revolucionario e imponer sin tropiezos la política del Pacto Social.
Para los trabajadores el acceso de Perón a la presidencia significa una reivindicación postergada, un acto de justicia demorado 18 años. Expresa también la intención de profundizar el proceso iniciado el 11 de marzo y el interés de las masas en una mayor participación política, como lo evidencian las cotidianas ocupaciones y movilizaciones obreras y populares de los últimos meses.
Valorando el contenido que darán las masas al voto y contribuyendo a impulsar un proceso que creará mejores condiciones para la movilización popular y la lucha contra la burocracia, las organizaciones revolucionarias deberemos apoyar con el voto a Perón, la ratificación del pronunciamiento del 11 de marzo. Pero, asimismo, debemos expresar claramente que nada obtendrán los trabajadores y el pueblo que no sea producto de su propia lucha. Que las expectativas de las masas no habrán de satisfacerse por la vía del acuerdo entre los burócratas sindicales y los dirigentes patronales.
La experiencia de estos 4 meses de activa movilización popular marca la disposición de lucha de los más amplios sectores de la población. No es entonces alegando la inexistencia de condiciones como puede justificarse hoy la política de conciliación.
Lo ocurrido en Chile nos muestra una vez más que no son los "apresurados" los responsables de la frustración de un proceso de liberación, sino la política conciliadora que impide la organización combativa del pueblo, única garantía contra un enemigo más poderoso que controla los resortes fundamentales del poder.
Los revolucionarios debemos valorar la nueva situación creada a partir del triunfo electoral de marzo, la importancia de las libertades públicas que permiten profundizar la movilización obrera y popular, pero también debemos decir claramente que no se han producido las transformaciones de fondo que son necesarias para resolver los problemas más acuciantes de la población. No habrá de terminarse con el poder de los monopolios imperialistas y resolver los problemas de la desocupación, la vivienda, la salud y la educación, sin enfrentar resueltamente a los responsables y beneficiarios de la miseria del pueblo y la explotación de los trabajadores.
Ningún auténtico proceso de liberación puede conducirse de la mano de Gelbard y Carcagno, tal como hoy lo propone el General Perón.
En el enfrentamiento a la dictadura militar, en las movilizaciones obreras y populares como el Cordobazo, en los combates de las organizaciones armadas revolucionarias y en las luchas obreras en las que se desarrollaron los sectores clasistas y antiburocráticos creció la influencia de los revolucionarios. Pero frente a esta nueva elección no podemos aún ofrecernos como alternativa, porque nuestra influencia es aún débil, porque esa alternativa la iremos construyendo con los sectores más honestos y combativos de la clase obrera y el pueblo que el 23 de setiembre volverán a votar por Perón. La construcción de dicha alternativa —la lucha por la Patria Socialista sin explotadores y explotados— reclama hoy los esfuerzos de todos los militantes revolucionarios. Por ello, los sectores clasistas y combativos del movimiento obrero, las organizaciones armadas de la izquierda y del peronismo revolucionario, la Juventud Peronista y todos los activistas que con ellos se identifiquen, deben estrechar más que nunca la. acción común, impulsando la lucha contra la burocracia y el Pacto Social, en defensa de la democracia sindical y de la independencia del movimiento obrero y de las libertades democráticas conquistadas por el pueblo, por el pleno funcionamiento de las paritarias y un aumento que restablezca el valor de nuestros salarios y por la estatización con control obrero de Codex, la ITT y demás monopolios imperialistas.
Este es el sentido que hoy damos a nuestro voto los revolucionarios que entendemos que la organización y movilización de la clase obrera y el pueblo son la única garantía para conquistar mejores condiciones de vida y de trabaja Esto sólo será posible impulsando la organización independiente de los trabajadores, que vaya desde ya preparando activamente la guerra revolucionaria, única posibilidad de alcanzar una sociedad más justa, sin explotadores ni explotados.
Septiembre de 1973
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FUENTE: “MILITANCIA PERONISTA PARA LA LIBERACIÓN”, Nº 15.