Las Tareas de la vanguardia estarán signadas por la lucha contra la Dictadura Militar, que con sus métodos brutales de represión y con su política de hambre y superexplotación ha logrado concitar el odio no sólo de los trabajadores sino de la mayoría del pueblo argentino.
Esa justa repulsa debe ser desarrollada y extendida hasta lograr que las masas derroten a la D.M. y, con ella, a sus mandantes, los grandes capitales y el imperialismo. En esa lucha es indudable que deberemos partir de las reivindicaciones inmediatas que llevan a los trabajadores a combatir por recuperar su perdido nivel de vida y su inserción en la producción, y al conjunto de la población a conquistar las libertades democráticas que hoy por hoy implican en la Argentina no sólo el derecho a la expresión política sino el mas elemental derecho a la vida. Los miles de presos, los miles de asesinados por las FFAA, los rastrillos masivos, son suficiente testimonio de la situación en que vivimos.
Pero esta lucha contra la D.M. será dirigida en uno u otro sentido, según sea la fuerza política capaz de hegenonizarla. Y la derrota de la D.M. culminará en un proceso revolucionario que lleve al proletariado al poder, sin explotadores ni explotados, o en una nueva variante burguesa, según sea orientada con un criterio de clase proletario o por la ideología populista burguesa y/o reformista.
Y es, indudable que hasta ahora la organización que mas ha llevado adelante la lucha contra la D.M. es Montoneros, claro está que con su enfoque político-ideológico. Esta debilidad de la intervención de las organizaciones revolucionarias en la cual nos incluimos, obliga a redoblar esfuerzos para que el sector proletario de la Resistencia se fortalezca. Es por ello que los marxistas revolucionarios tenemos planteadas tareas particularmente complejas a partir de nuestras débiles fuerzas y que nuestra responsabilidad es enorme.
En el seno de la clase obrera
El vacío dejado por la virtual desaparición del populismo del ejercicio del podar estatal y sindical plantea el carácter contradictorio de la principal tarea que tiene planteada la vanguardia.
Las necesidades de la lucha contra la feroz D.M. requiere de una conducción capaz de organizar y conducir a las masas; ausente el canal legal de los sindicatos, aún bajo la conducción burocrática, cobra decisiva importancia toda forma organizada de los trabajadores.
La reorganización del movimiento obrero debe partir de los lugares de producción y nuestra tarea como revolucionarios es impulsar la organización clandestina de los compañeros que estén dispuestos a encarar la lucha contra la patronal y la dictadura formando COMITÉS DE Resistencia clandestinos, los cuales tienen su razón de formación en los requerimientos de lucha de la fábrica u oficina, pero que indefectiblemente deben tender a la coordinación con otros lugares. En las condiciones creadas por la D.M., toda lucha aislada que sobrepase niveles mínimos de enfrentamiento corre el riesgo de ser aplastada; por ello la idea de la Resistencia a la política de la dictadura debe ir acompañada con la necesidad de buscar la solidaridad y la coordinación.
Esto se hace imprescindible en aquellos lugares en los que, por su pequeñez, atraso o negociación con la patronal, el Comité de Resistencia vea limitado su accionar y corra peligro de sufrir un proceso de disgregación por parálisis. En esos casos debemos impulsar que los integrantes del Comité (o del grupo de base o como se llame el organismo formado para la lucha busque la coordinación con otros lugares de su gremio y de la zona.
La reconstrucción de coordinadoras representativas pasa hoy por lograr una eficaz coordinación de activistas, comités de resistencia, delegados, internas que hayan quedado en pie, por gremio y por zona.
Toda coordinación debe encararse en la perspectiva de luchar por una coordinación nacional. Pero como somos enemigos de los "sellos" sin contenido, Creemos que esto sólo puede lograrse efectivamente sobre la base de las coordinadoras zonales y gremiales, y estas -a su vez sobre la organización más representativa posible a nivel de fábrica, taller u oficina. Esto no significa que, en tanto no se logre el desarrollo parcial no podamos impulsar la coordinación de activistas y organismos a nivel nacional, pero hasta tanto no tenga una real fuerza no podremos asignarle el carácter representativo de los trabajadores a nivel nacional.
La D.M. y la patronal se dieron la tarea de "descremar" al movimiento obrero a través del asesinato, la cárcel o el despido. Todos los delegados o simplemente activistas despedidos deben ser objeto de nuestro apoyo y debemos tratar que su experiencia sea aprovechada para aconsejar a los compañeros que quedan en fábrica y para participar en las tareas de recomposición y coordinación!
Por otro lado, los revolucionarios debemos darle la máxima atención puesto que la mayoría de estos compañeros, en cuanto vuelvan a insertarse en la producción, jugarán seguramente un rol de vanguardia natura. Así como la defensa de la fuente de trabajo es un objetivo fundamental para la clase, los revolucionarios debemos bregar para que esto no sea motivo de divisiones y enfrentamientos entre ocupados y desocupados, de ahí que deberemos tratar, aún cuando sea una labor dificilísima, de organizar el ejército de desocupados, llegando con nuestra propaganda y agitación a los barrios obreros y a los lugares donde se ofrece trabajo, buscando de ese moco contrarrestar el proceso de lumpenización que se crea con la recesión.
Para la realización de esta tarea las organizaciones revolucionarias, hasta el presente, no han logrado constituir una opción ante las masas por la débil presencia en el movimiento obrero, la dispersión existente y las políticas erróneas. Por ello, constituye un objetivo simultáneo con el anterior la necesidad de ampliar la influencia de los revolucionarios en el seno de las masas, como único sector capaz de contribuir a sus luchas desde un punto de vista de clase, combatiendo las propuestas que pretendan supeditarlas al populismo o reformismo.
Es indudable que para el logro de tal objetivo debe impulsarse la unidad de acción de las organizaciones revolucionarias que actúan en el movimiento obrero, en torno a una política de enfrentamiento al sistema. Las fuerzas dispersas de cada organización difícilmente puedan constituir un factor de importancia ante la magnitud de las tareas planteadas.
En el seno de las coordinadoras y otros organismos que la clase se vaya dando, impulsaremos la vinculación de los compañeros que comparten un programa clasista, como forma de ejercer una influencia ante la presencia de reformistas y populistas.
De tal forma, mientras contribuimos sin sectarismo alguno a la centralización y coordinación de la clase, iremos forjando un polo revolucionario y clasista en su seno, capaz de disputar la dirección de los trabajadores en los futuros enfrentamientos contra la Dictadura Militar y sus mandantes.
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De “ORGANIZAR, COORDINAR Y EXTENDER LA RESISTENCIA OBRERA Y POPULAR CONTRA LA DICTADURA MILITAR”. Comité Central del GOR. 20 de julio de 1976.