Desde octubre del 2006 varios cambios se han producido en la escena política ecuatoriana, las contradicciones sociales existentes entre pueblo y oligarquía, entre los trabajadores y la burguesía están presentes como realidad objetiva del sistema capitalista. En el actual contexto, con la presencia del gobierno de Rafael Correa, esta confrontación de carácter social tiene sus expresiones en una aguda polarización política de la sociedad.
Es mucho más claro ahora que las posiciones patrióticas, democráticas antioligárquicas que enarbola el gobierno y junto con él otras fuerzas revolucionarias y de izquierda, se confrontan con las posiciones de los sectores oligárquicos del país y sus viejos partidos, que atacan toda propuesta de cambio que modifique, aunque sea mínimamente, la actual estructura económica y social del país. Por ello conspiran y pretenderán subvertir al gobierno y a la Asamblea Constituyente.
A partir de que el Presidente afirmó que se adhería al planteamiento del socialismo del siglo XXI y esbozó según su concepción lo que significa este planteamiento, esta palabra encriptada y satanizada por mucho tiempo cobró un significado importante como alternativa a la crisis, como una esperanza y como una visión de cambio. Sin embargo de que es un concepto aún difuso, poco a poco se está abriendo el debate entre los sectores populares para ir descubriendo el real alcance del planeamiento del socialismo.
Ante este hecho, los grupos oligárquicos, sus ideólogos, los líderes de las cámaras de la producción, los cuadros de los partidos de derecha vienen enfrentando una gran ofensiva, recurriendo al rumor, a la tergiversación, la satanización de este planteamiento.
En un primer momento aconsejaban y promovían el hecho de que si debía adoptarse un socialismo, éste debía ser un socialismo moderno, un socialismo a la chilena, país en el cual una fuerza política que lleva el nombre de socialista ha aplicado sin reservas el neoliberalismo.
Por otro lado, también manejan un discurso de abierta oposición y condena al socialismo, sostienen que para alcanzar el desarrollo, la superación de los males de la sociedad hay que fortalecer la libre empresa, hay que garantizar la iniciativa de los individuos para alcanzar el desarrollo. Satanizan toda mención a la socialización, acuden a los viejos dogmas neoliberales de que el mercado lo regule todo, de que hay que dar seguridad jurídica para las inversiones y las ganancias de los empresarios nacionales y extranjeros, de que es mejor tener trabajadores mal pagados que desocupados.
Otra vez el fantasma
“Un fantasma recorre Europa: es el fantasma del comunismo”, dice la primera página del Manifiesto Comunista escrito por Marx y Engels en 1848. Ese fantasma, al que en esa época todas las potencias de la vieja Europa se pusieron a cazar, fue el reconocimiento de que el comunismo había alcanzado una gran fuerza.
Salvando las distancias en tiempo y espacio, hoy se mueven también las fuerzas más retrogradas de América Latina y el Ecuador en contra de la alternativa del socialismo. Sobre todo quieren curarse en sano de lo que denominan socialismo tradicional, o socialismo ortodoxo, en clara referencia al socialismo científico.
Grupos oligárquicos como el Banco del Pichincha, el Banco de Guayaquil, El Comercio, entre otros, han recurrido a los más connotados intelectuales, periodistas y políticos, con una clara posición derechista y pro imperialista, como el escritor Mario Vargas Llosa, los ex presidentes de España José María Aznar y Felipe Gonzáles, el periodista argentino Jorge Lanata. Todos ellos, muy versados en el dogma neoliberal, han llegado para hacerle coro a la derecha local, a advertirle al país de las consecuencias de salirse del esquema económico y político actual, a presentar la economía y la democracia capitalista como la más adecuada, a sostener las ventajas de la economía de mercado, de la necesidad de sostener las instituciones burguesas actuales.
Se publican artículos mostrando la historia de vida de varios empresarios, para mostrar que las oportunidades están ahí para todos y que solo hay que tener un poco de creatividad para tomarlas.
Varios candidatos de la derecha como Álvaro Noboa, representantes de la Unión Demócrata Cristina, del Partido Social Cristiano, recurren a la vieja y perversa muletilla, ensayada en diversos momentos en América, de que el socialismo va a afectar la propiedad de la personas, de que seremos expropiados de lo que tenemos, que nuestros hijos serán propiedad del estado socialista, de que se conculcarán las libertades individuales, entre otras falacias.
Esta ofensiva es la confirmación de que en nuestra sociedad existe la lucha de clases. Que existe y está a la vista la lucha entre los intereses de los trabajadores, verdaderos productores de la riqueza social, a quienes se explota su fuerza de trabajo y los intereses de la burguesía que se apropia y beneficia de la riqueza que no produce.
“Todas las relaciones de propiedad han estado sometidas a un cambio histórico constante, una modificación histórica permanente…la revolución francesa, por ejemplo, abolió la propiedad feudal en beneficio de la propiedad burguesa…Pero la propiedad privada burguesa es la expresión ultima y más perfeccionada de la producción y apropiación de los productos, la cual se basa en los antagonismos de clase, en la explotación de la mayoría por la minoría”, dice el Manifiesto Comunista.
Por tanto, el hecho de que el socialismo modifique las relaciones de propiedad no es el invento de ningún pensador erudito, responde a la necesidad histórica de construir un nuevo estadio de la sociedad humana, responde a la necesidad de que si la producción es social, el usufructo de esa producción también sea social.
Esto solo es posible con la abolición de la propiedad privada sobre los medios de producción, es decir sobre las fábricas, la tierra, los bancos, las minas, los yacimientos petrolíferos. Estos medios que se encuentran en manos de la minoría (burguesía) y que son fuente de la explotación de la mayoría (trabajadores) es lo que el socialismo, en términos generales, transforma en propiedad social.
Es a este principio, a esta meta, a este objetivo que tiene el socialismo que la burguesía le teme; se resguarda y la ataca como idea, como propuesta, y a todo movimiento que apunte a esta transformación.
Una de las argucias de la burguesía es que el socialismo quiere abolir la propiedad personal adquirida por el trabajo propio (el televisor, la cama, la radio, la casa, una pequeña propiedad campesina, etc.), estableciendo que esto significaría violar todo fundamento de libertad, actividad e independencia personales.
Si miramos un poco lo que sucede en el Ecuador podemos decir que la mayoría de ecuatorianos está expropiada de casi todo, y no por el socialismo, sino por el capitalismo; 80% de pobres lo pueden confirmar, quienes no tienen trabajo, millones de campesinos no tienen tierra o las abandonan por falta recursos y apoyo, millones de vendedores ambulantes no alcanzan a completar un dólar diario, cientos de miles de niños están excluidos de la educación y otros tanto de personas no tienen ninguna atención en salud.
Esto es así porque para que haya una minoría de ricos el capitalismo exige que haya millones de pobres. El capital solo puede ser producido y acrecentarse a cuenta de la explotación de los trabajadores, a cuenta del trabajo asalariado.
“Ser capitalista no significa ocupar una posición meramente personal, sino social, en la producción. El capital es un producto comunitario y sólo puede ser puesto en movimiento mediante una actividad en común de muchos miembros de la sociedad; más aún, en última instancia sólo puede serlo en virtud de la actividad en común de todos los miembros de la sociedad…En consecuencia, el capital no es una potencia personal, sino social…cuando el capital se transforma en propiedad común, perteneciente a todos los miembros de la sociedad, no se está transformando propiedad personal en social. Sólo se transforma el carácter social de la propiedad. Esta pierde el carácter de clase”. (Manifiesto Comunista. Marx –Engels.).
El socialismo entonces no pretende abolir de modo alguno la precaria propiedad de los trabajadores, que apenas le sirve para subsistir. No; lo que sí se propone el socialismo es abolir la propiedad privada sobre los grandes medios de producción, para convertirlos en propiedad de toda la sociedad.
Cuando la burguesía recurre a plantear que el socialismo quiere abolir la personalidad, la independencia y las libertades individuales, en realidad sabe que se trata de la abolición de la personalidad, la independencia y las libertades individuales de su clase, de la burguesía, para esta clase, libertad es el libre comercio, la libre compra venta, el mercado como supremo organizador de la vida social.
El marxismo ha entregado a la humanidad un planteamiento extenso y completo alrededor de este y otros temas, la corta vida que tuvo el socialismo en la URSS es una prueba contundente de su superioridad respecto del capitalismo. Hoy en nuestro país, lo más importante de todo este debate es que está abierto, está en la preocupación de millones de ecuatorianos que requieren respuestas, esclarecimiento sobre tan importante asunto. Nos corresponde a las fuerzas sociales y políticas comprometidas con el cambio, con una nueva sociedad, intervenir y aportar en este debate.