Los municipios y departamentos vivieron una aguda confrontación política que dejó un indiscutible avance a las fuerzas opositoras, especialmente con los resultados de Alcaldía, Concejo y Juntas Administradoras Locales de Bogotá, que enfrentaron toda clase de alambradas del régimen: asesinatos, detenciones, amenazas del mismo presidente que actuó parcializándose hacia los candidatos de su coalición narcoparamilitar y fascista, ausencias de garantías en los medios de comunicación, entre una larga lista de agresiones a los derechos políticos de los obreros y todo el pueblo.
La militarización de campos y ciudades impidió, en muchísimos casos, la acción política abierta de masas y se utilizó para reprimir violentamente las luchas populares, campesinas, indígenas y de las negritudes, que exigían soluciones al gobierno restándole más legitimidad.
El presidente Uribe y sus partidos se empeñaron en rebajar el contenido del debate político y jugar su vieja carta de mostrar a la oposición, en especial al Polo Democrático Alternativo, PDA, como fuerza de la guerrilla, como terroristas, que en el caso de la Unión Patriótica terminó en el genocidio de más de 8 mil militantes que Uribe justifica. Ese señalamiento equivale a aterrorizar masas para aislar al PDA.
El mensaje anti-Polo de Uribe lo entendió el pueblo y su derrota fue inevitable: se volcaron a votar por el Polo especialmente en Bogotá. Casi un millón de votos es un resultado inédito en elecciones de Alcaldes en este centro de poder económico y político de la burguesía y las agencias del imperialismo yanqui. Otros muchos ciudadanos votaron por el liberalismo para concejos y asambleas.
Los resultados en otras alcaldías y gobernaciones no dieron repunte al gobierno, son más un reajuste entre los partidos que lo sustentan. Con votación holgada el Polo ganó en el departamento de Nariño y los liberales en Santander y Atlántico que estaban en manos de Uribe.
En la esfera política se expresaron los crudos antagonismos de clase atizados por la ofensiva del capital y el despertar que con diferente intensidad viven todas las formas de organización y de lucha popular que se van combinando para fortalecer la oposición.
Reelección o “hecatombe”
Ante el fracaso electoral, al fin Uribe expuso su interés de ir a una nueva reelección para evitar “la hecatombe”, es decir, para impedir que la tendencia democrática y de izquierda llegue al gobierno y proceda a demoler la construcción del “Estado Comunitario” y la “seguridad democrática” que sólo favorecen a los monopolios nacionales e internacionales y, muy especialmente, al imperialismo yanqui. En esa dirección se da la negativa de Uribe a saludar protocolariamente al nuevo Alcalde de Bogotá y militante del Polo, Samuel Moreno.
Es indudable que el 28 de octubre la derecha no logró la totalidad de la tarea estratégica de consolidar regionalmente su modelo de sociedad. Cuando Uribe habla de evitar la “hecatombe”, veladamente acepta la derrota de su coalición en las elecciones. Cambio Radical es el único grupo uribista que canta victoria, el resto calla.
¡Bogotá frenó a la derecha!
Uribe quería la conducción del distrito capital; tejió un manejo mediático y político para favorecer a Peñalosa en detrimento del triunfador Alcalde del Polo, Moreno Rojas.
Incluso, Uribe intervino con ofertas presupuestales para las promesas de Peñalosa e intensificó los consejos de gobierno para promover la compra-venta de votos con el programa asistencialista “familias en acción”.
Tan interesante resultado electoral en Bogotá obliga al conjunto de fuerzas democráticas, de izquierda y revolucionarias integrantes del PDA a fortalecer su proceso unitario para acentuar la crisis de los partidos burgueses. De otra parte, las fuerzas que no hacemos parte del PDA, debemos fortalecer los vínculos con los polistas para consolidar un gran movimiento de oposición al nefasto régimen de Uribe y sus huestes.
Los marxistas-leninistas enfrentaremos el grupismo para fortalecer la convergencia por el cambio en Bogotá y todo el país, en una Bogotá donde su pueblo espera de la segunda alcaldía polista realizaciones y cambios estructurales que alivien los efectos de la crisis y la antidemocracia capitalistas.
Lo que preocupa a Uribe
Lo ocurrido en Bogotá, es decir, los partidos de oposición están mejorando su base a pesar de la gran campaña de desprestigio liderada por Uribe que lució desacatado en las urnas por la mayoría del pueblo. Es formidable el crecimiento del PDA en Bogotá, duplicó la votación a Cámara del 2006 y aumentó 37% sus concejales, hoy es primera fuerza en la capital y se va consolidando en toda Colombia.
También es de tener en cuenta la recuperación liberal. Fuera de Bogotá tiene votaciones por diputados que superan el 60% de lo alcanzado en elecciones de Representantes a la Cámara en 2006.
Ese crecimiento de la oposición tienen que ver con los efectos negativos de los choques internos en el partido de “ la U ”, los procesos penales contra senadores vinculados con crímenes del narcoparamilitarismo y la corrupción que se ha desengañado de Uribe a sectores populares y descabezado grupos derechistas como Colombia Democrática del primo de Uribe, Alas Equipo Colombia del senador Araujo y Convergencia Democrática del “tuerto Gil”. Pero ante todo, el crecimiento es expresión de mayor participación en la lucha política y social contra el gobierno y el régimen que también se expresó electoralmente en la mayoría de las capitales departamentales y departamentos. La abstención se impuso en Bogotá (47.87%), Cali (45.17%), Barranquilla (44.39%) y Cartagena (44.87%), así como en los departamentos de Vichada, Valle, La Guajira y Caquetá.
Estos niveles de participación contrastan con la acentuada abstención predominante en la historia de las elecciones regionales.
Luchas y resultados de la oposición
La lucha electoral se combinó con el movimiento de masas que desarrolló movilizaciones de los trabajadores de la salud y la seguridad social y de otros sectores populares e indígenas. Estas acciones animaron el debate político que tomó más intensidad con la disputa de las Alcaldías y Gobernaciones en las principales capitales y departamentos, una de sus manifestaciones es que no cesaron los retiros de candidaturas y adhesiones a los candidatos más fuertes, tanto de la derecha que representa el gobierno como de la oposición. La forma de las guerrillas enfrentar al Plan Colombia ayudó a sumar fuerzas en la campaña. Estos hechos potenciaron la polarización política el 28 de octubre.
No faltaron los políticos burgueses audaces, tratando de cooptar la oposición para anularle su perspectiva popular sembrando dudas al invitarla a votar y hacer parte de sus gobiernos. A no dudar, fue un destacado esfuerzo político por reencaucharse y deslegitimar la tendencia democrática y de izquierda que va en ascenso en Colombia y América Latina, como lo demostró la elección de la Constituyente en Ecuador donde los partidos oligárquicos y la derecha socialdemócrata más recalcitrante perdieron apoyos electorales por encima del 30%. Hay débil perfil político en muchos opositores elegidos, falta fondo a sus programas que son absorbibles por los partidos burgueses y, por tanto, generan muchas limitaciones para mostrar al pueblo la diferencia entre lo existente y las propuestas de cambio.
El PDA se vitalizará impulsando el movimiento de oposición al régimen que requiere el momento, dejando de sentirse única fuerza opositora, única alternativa. Una parte del Polo, erróneamente, ve el peligro en la insurgencia guerrillera y las corrientes políticas que actúan fuera del PDA y que, como los militantes marxistas-leninistas, confrontan al reformismo y las ilusiones pacifistas de llegar al poder por la vía electoral, y no mediante la utilización de la violencia revolucionaria de masas, verdadera partera de la historia. La unidad es parte de victoria, seguiremos bregando por ese imperativo.
Partido Comunista de Colombia (marxista-leninista)
Comité Ejecutivo Central