Por: Iván Márquez/Integrante del Secretariado de las FARC-EP
MISERABLE, muy miserable la actitud de Uribe al suspender la mediación humanitaria del Presidente Hugo Chávez y la senadora Piedad Córdoba, cuando era la única esperanza para lograr el canje de prisioneros en Colombia.
Al apagar la luz que se había encendido dejó su alma pintada, la locura de su cerril intransigencia y su indolente desprecio por el canje humanitario. Todos debemos sentir vergüenza frente al grosero desaire de Uribe contra un Presidente amigo, que lleva a Colombia metida en su corazón y siente profundo afecto por nuestro pueblo.
Cuando la batalla humanitaria de Chávez estaba a punto de arrojar los primeros resultados, un delirante Uribe la consideró amenaza para la soberanía de Colombia, para su política de seguridad inversionista, y un espacio para la diplomacia guerrillera, que al parecer mortifica hasta lo indecible su incontrovertible ego de führer tropical.
Un saludo deferente a un general no es ninguna amenaza a la soberanía como sí lo es la dependencia y la subordinación de toda la cúpula militar colombiana al Comando Sur del ejército de los Estados Unidos. Nada atenta más contra la nación que la colonial política de seguridad inversionista, que no democrática, porque está concebida sólo para reprimir al pueblo y favorecer las ganancias de las trasnacionales. Y por otra parte, quién dijo que una guerrilla bolivariana como las FARC se va a dejar amordazar por un gobierno cuestionado e ilegítimo, mafioso y paramilitar como el de Bogotá.
Ignoramos qué le hizo creer a Uribe que sería más eficaz el sinuoso como intrigante comisionado Restrepo que una intermediación con toda la solvencia moral y el prestigio que caracterizan al Presidente Chávez y a la senadora Córdoba.
Pero para ser justos, y es deber reconocerlo, Restrepo y su jefe inmediato sí son buenos negociadores… pero con los narco paramilitares. Les aceptan todo. Por ellos son capaces de cualquier cosa, hasta de purificarlos como altruistas luchadores políticos, o socavar la autoridad institucional de la Corte Suprema de Justicia, como ya lo han hecho en reiteradas oportunidades.
Sin descartar eventualidades, no es promisorio el horizonte futuro. Uribe es el enemigo público número uno del canje humanitario. Atravesó como mulas muertas en el camino sus absurdos inamovibles. Extraditó guerrilleros a los Estados Unidos… Si no pudo con el canje, qué va a poder con la paz. Para que haya canje y haya paz requerimos de un nuevo gobierno verdaderamente democrático, fundado en la soberanía del pueblo y en la justicia social. Todos debemos trabajar por esa perspectiva.
Al Presidente Chávez y a Piedad Córdoba, mil gracias por esa dinámica arrolladora que desataron por el canje y la paz de Colombia; por habernos escuchado con respeto y sugerido caminos. Algo nos dice que su esfuerzo no será en vano. A los familiares y allegados de los prisioneros de las partes contendientes, nuestro llamado a persistir. Que no se apague la luz del canje. Encontraremos una salida.