URIBE SE DESCHAVETÓ Y DEJÓ SIN PIEDAD AL INTERCAMBIO HUMANITARIO.
Por: Comando Omaira Montoya Henao - FGS
Los medios de comunicación del mundo, no cesan de comentar la triste decisión del gobierno colombiano de dar por concluida la facilitación del presidente venezolano Hugo Chávez F. y de la Senadora colombiana Piedad Córdoba, en lo referente al Intercambio Humanitario.
Con un comunicado lacónico, el gobierno Uribista -presionado por la rancia oligarquía criolla y el gobierno norteamericano-, dejó sin piso las esperanzas de todos los colombianos, pero en especial de quienes por razones del conflicto tenemos parientes, amigas, amigos, compañeros, compañeras, detenidos en calidad de prisioneros de guerra o políticos, en alguna montaña de Colombia o en una de las crueles mazmorras burguesas.
La excusa para cancelar la intermediación, no pudo ser más frágil. Se aduce que una llamada directa entre Piedad Córdoba y el general Mario Montoya, y en la que también intervino por unos segundos el Presidente Chávez, puso en peligro la seguridad democrática de Uribe.
La indignación mundial no se ha hecho esperar. China, país del que poco escuchamos por estos lares, se expresó apesadumbrado con la noticia. Y en general la comunidad mundial crítica el voluntarismo con que el narco-paramilitar Álvaro Uribe Vélez, viene manejando la tragedia humana que implica el conflicto colombiano. Tragedia que por sus características brutales ha empezado a llamar la atención de los pueblos del mundo. Y es precisamente esta la razón de fondo, que obligó a la clase dominante colombiana, orientada desde Estados Unidos ha suspender la facilitación.
Para entenderlo mejor imaginemos reunidos en un lujoso club de Europa, Estados Unidos o de Colombia, a quienes entre telones gobiernan el país. Entre los asistentes no deben faltar Ardila Lulle y Santodomingo, el embajador norteamericano o un representante del Departamento de Estado, y altos representantes de multinacionales. Bueno, el sitio y los personajes los debe recrear cada lector a su gusto; pero el tema sólo pudo haber sido uno: ¿cómo frenar el movimiento social con proyecciones políticas y ribetes internacionales, que se está gestando alrededor del problema del conflicto colombiano y del Intercambio Humanitario?
Quizá por los efectos del “güisqui”, o por un momento de falsa lucidez, alguno de los dueños del país propuso aceptar la intermediación del presidente venezolano y de Piedad Córdoba. La oligarquía colombiana, mal asesorada, calculó mal y creyó que poniendo algunas condiciones podría como hasta ahora lo ha hecho, manipular y tergiversar el tema del Intercambio Humanitario, del conflicto y sus causas, pero sobre todo la viabilidad de una salida política para este.
Poco a poco y sin que nada pudiese impedirlo, Hugo Chávez se entregó de corazón, como siempre hace con todo lo que emprende, a la búsqueda de un acuerdo que permitiese la liberación de los presos que están en poder tanto de las FARC-EP, como del gobierno de Colombia, y que a su vez este hecho despejara horizontes concretos para la paz.
Hombro a hombro con la senadora Piedad, el mandatario venezolano, fue abriendo camino entre la maraña de argucias, condiciones y frenos del presidente Uribe, y las desconfianzas lógicas de la insurgencia.
Así lograron que Iván Márquez de las FARC-EP y nuestro comandante en jefe Nicolás Bautista, asistieran a reuniones separadas, para emprender acciones que desataran los atranques de la paz en Colombia.
Todo esto permitió que la comunidad internacional, conociera por primera vez de manera imparcial las razones del conflicto colombiano, la magnitud de las consecuencias y la urgencia de detener el derramamiento de sangre. Por primera vez, el gobierno nacional no pudo manipular la información, ni ocultar las verdaderas causas de la guerra interna.
Sin que Chávez, ni Piedad Córdoba se lo propusieran, su gestión sirvió para correr parte del velo que oculta la tragedia que vive nuestro país. El mundo entero fue testigo, de que a la oligarquía colombiana y a su socio Estados Unidos, no les interesa la paz. Para ellos la guerra da millonarios réditos y facilita el saqueo de nuestros recursos. Por eso hoy todos los colombianos estamos secuestrados, por un gobierno narco-paramilitar, que nos exige, cuando no nos los arrebata, altos tributos para la guerra.
La batalla ideológica, y la discusión limpia y pareja que se le avecinaba al gobierno colombiano, en el escenario internacional, asustó a la clase dominante, pues sabe que no tiene argumentos teóricos, ni políticos y mucho menos morales para sostener que la lucha armada emprendida por el ELN y las FARC-EP en Colombia sea terrorista. Como tampoco podría esa elite, negar ante el mundo ser la creadora de esa maquina de muerte llamada paramilitarismo, que hoy a todos aterra con sus canibalescas confesiones.
La posibilidad de sentarse frente a frente con la insurgencia, acompañados de la comunidad internacional, pero sobre todo sin poder controlar a los medios de comunicación, llenó de pánico a la oligarquía, pues sabe que quedaría en evidencia ante el mundo el robo, la miseria y la masacre que ha perpetrado contra la mayoría del pueblo colombiano.
El gobierno, sabe que un contrapunteo ante el mundo entero, lejos de quitarnos legitimidad, nos sumaría simpatizantes y desmoronaría todo su montaje dogmático denominado "Seguridad Democrática".
La intermediación de Chávez, permitió cambiar el lenguaje para negociar, y por un momento todos creíamos que estaba cerca una solución para todos los prisioneros. Sin embargo no todo está perdido, ya un numeroso sector de la sociedad nacional e internacional captó las dimensiones del conflicto, y entienden ahora los intereses oscuros que hay detrás de quienes se oponen al Intercambio Humanitario y a una salida política que pare definitivamente la guerra.
La clase dominante se ha opuesto con violencia a que tanto el ELN como las FARC-EP, seamos actores políticos, pero ya lo somos y aunque se ha tratado por todos los medios de que nuestro ideario político y nuestras propuestas no se conozcan, la misma realidad hace que un número mayor de colombianos y de sectores de la comunidad internacional comprendan que casi la única salida que nos queda a los colombianos para ejercer el verdadero poder popular sea la lucha armada.
Confiamos en que la sociedad en su conjunto se movilice y presione a quienes le apuestan a la guerra para que cese la carnicería, se reinicie la facilitación de Hugo Chávez y Piedad Córdoba, y entre todos le demos una salida política a esta contienda secular, para que florezca una Nueva Nación, de Gobierno, Paz y Equidad.
El ELN, se mantiene en su disposición de dialogar y esperamos que a nuestra mesa se sumen todos y cada uno de los sectores de la sociedad y también quienes desde su individualidad no se sientan representados por ningún sector.
La paz, sólo la podremos construir entre todos, en el marco de una negociación política ampliamente participativa, propositiva y que a la par desarrolle transformaciones concretas en el sistema político-económico hasta ahora vigente.
¡Ni entrega, ni rendición!
¡Solución política para el pueblo y la nación!