El MAPU se constituyó como una importante organización revolucionaria en el Chile de los '80, y que prosiguió la luchar armada con la llegada de la democracia en 1990.
-¿Cuál fue el análisis político que su organización elaboró para no dejar las armas y enfrentarse de forma directa a la democracia chilena?
-En primer lugar, es necesario dejar muy claro que nuestro Partido se planteó ya en los tiempos de la dictadura de Pinochet, que nuestra lucha no se limitaba a un simple cambio de presidente, ni que la democracia significara para nosotros una convocatoria cada cierta cantidad de años para elegir quién de los representantes de las clases dominantes se sentara en ese circo llamado Parlamento. Nuestro combate, como bien está expresado en nuestra consigna, no se detiene hasta la Toma de Chile.
Esto quiere decir simplemente que, hoy en Chile, el poder lo tienen los mismos que ayer, el imperialismo y a burguesía local apoyándose en las Fuerzas Armadas; todo está adecuado, el modelo económico de la superexplotación, la institucionalidad antipopular, el Estado policial anti-insurgente, la justicia corrupta y cómplice de los criminales, la impunidad, es decir, todos los viejos vicios que procuró el militarismo chileno. La sociedad chilena está objetivamente dividida, por una parte el 20% de la población que concentra más del 60% de la riqueza nacional, y por otra parte el 60% de la población que recibe el 15% del ingreso (considerando que el 20% más pobre de los chilenos recibe sólo el 3,4% de dicho ingreso). este orden capitalista fue impuesto a sangre y fuego por la dictadura de Pinochet, y ahora está siendo administrado y perfeccionado en el sentido que lo quieren las clases dominantes actuales, encabezadas por el eje Democracia Cristiana-Partido Socialista. El cambio de gobierno y la bullada democracia son herramientas para intentar perpetuar un sistema excluyente y antipopular. En el capitalismo, hasta la más "avanzada" de las democracias es la dictadura de la burguesía, y en Chile, evidentemente no escapamos a esa regla universal. La democracia capitalista en Chile significa que hoy permanecen en las cárceles de alta seguridad más de 120 presas y presos políticos, con juicios tanto en la justicia civil como militar, entre ellos cinco compañeros nuestros condenados en primera instancia a pena de muerte; los casos de torturas son una constante, continuando con operaciones para asesinar a militantes populares. Las leyes laborales son las mismas de la dictadura, donde se persigue a los sindicalistas revolucionarios, y la ola privatizadora generada en 1978 alcanza hoy niveles jamás conocidos. Así las cosas, nuestros objetivos en tanto que Partido, la Revolución, y el Chile popular y, evidentemente, construir el socialismo, cuestiones aún y transitoriamente no realizadas. De cualquier manera, las razones de nuestro combate siguen más vigentes que nunca, una vez explicado el cuadro de involución económica y de corrupción generalizada que infecta nuestro país.
-La organización a la cual usted representa se hizo muy popular en operaciones armadas como recuperacion y repartición de camiones de pollos, lácteos, preservativos, carne, zapatos, etc. ¿En qué contexto político se realizaban estas acciones?
-El contexto político era el de la dictadura, y ahora es de la "democracia" de los ricos, cosa que ya explicaba antes. Estas operaciones se inscriben dentro de lo que nosotros llamamos el ejercicio directo de los derechos del pueblo. En el sistema capitalista, son los trabajadores los que producen la riqueza y los frutos, y los productos de esa riqueza le son permanentemente negados. Nuestra lógica apunta a incorporar de manera directa al pueblo en la guerra contra el capitalismo, y una de esas formas es mediante operaciones militares de masas en las que el pueblo se hace partícipe concreto en una acción revolucionaria, y además recupera para su uso los productos que les han sido eternamente robados. Es una forma de ir tomando Chile a través del derecho tanto a la alimentación como a los múltiples espacios para la vida plena. Recuperamos camiones de alimentos, como señalas, pero también expropiamos música, libros, artículo de deporte, etc. Todo lo que le es privado al pueblo y a la juventud, popular y que significa, además de negarles lo básico, negarles lo vital y lo más hermoso de la existencia.
-1994 se sitúa como el año del descalabro represivo del MAPU-L, con toda su dirigencia y sus más importantes cuadros en prisión, ¿cómo enfrenta la organización esta realidad y cómo articula su futuro?
-Ese fue el año en que recibimos los últimos golpes represivos y que incluyeron la detención de nuestro Secretario General, Guillermo Ossandón, que es uno de los cinco presos políticos condenados a muerte; esto cierra un ciclo que contó con la detención de importantes cuadros de dirección y la caída en combate y asesinato de otros compañeros vitales para el Partido. El enemigo nos golpeó fuerte, y nuestra capacidad dirigente y militar resultó seriamente afectada. Sufrimos una derrota táctica que se debió tanto a que el enemigo se concentró en aniquilarnos y para ello no escatimó en recursos, como también a nuestro propios errores. Hoy nuestros cuadros en prisión siguen combatiendo transformando la cárcel en bastión de lucha. La tarea actual del Partido pasa por nuestra reconstrucción, tarea siempre actual en toda organización marxista-leninista; recomponer nuestra fuerza y capacidad dirigente para combatir más y mejor por la revolución. Un Partido como el nuestro debe estar muy ligado a las masas, presente en organizaciones populares y de trabajadores, activo y operante en el seno de la clase obrera, y con una capacidad militar creciente y efectiva. Estas son las tareas actuales y permanentes de nuestra organización, y el deber, por supuesto, de concretarlas.
-¿Cuál es el análisis que hace el MAPU-L de la actual situación política y cómo se plantean, si cabe, transformarla?
-En el contexto internacional, estamos viviendo una crisis estructural del capitalismo; el hambre, la miseria, la destrucción del medioambiente, la explotación y la marginación son las únicas lacras que el capitalismo puede aportar para el futuro de la humanidad. En Latinoamérica esto se expresa con una fuerza evidente, pero también se expresa la respuesta organizada del pueblo pobre en la lucha por el futuro. México, Perú, Colombia, son escenarios privilegiados del avance de la guerra del pueblo contra los poderosos y hambreadores; allí importantísimos procesos revolucionarios están en marcha conducidos por vanguardias marxistas-leninistas que se perfilan capaces de lograr la toma del poder. En nuestro país, como ya lo hemos expresado, continúa un sistema antipopular que beneficia a los grandes grupos económicos, y es ahí donde la unidad de los revolucionarios chilenos deben hacerse patente. Nuestra estrategia, la Guerra Insurreccional de Masas (GIM) optará siempre por favorecer la unidad, para articular un verdadero Bloque Popular, en guerra abierta contra el sistema. Nuestra ventaja, en términos generales, es que el modelo implantado en Chile está entrando en severas contradicciones, lo que sin duda va a favorecer el rearticulamiento de los históricos movimientos revolucionarios, y aquí, el MAPU-L se va a jugar por entero para concretar presencia efectiva, para construir de una vez el socialismo en Chile.
W. Waldelis
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Resumen Latinoamericano Nº 36 (Julio-Agosto de 1998)