Notas de Comandancia: Sobre la historia del EPL

NOTAS DE COMANDANCIA
SOBRE LA HISTORIA DEL EPL

Por Ernesto Rojas, Comandante del EPL
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Colombia, febrero de 2008

A los lectores:

Estas notas que lanzamos a la luz pública las elaboró el camarada Ernesto Rojas, Comandante del EPL vilmente asesinado por el enemigo en febrero de 1987.

La recopilación es trabajo del camarada y comandante Francisco Caraballo, que desde la cárcel de máxima seguridad venció dificultades de sus duras condiciones de reclusión para enviar este documento como contribución a la celebración del 40 aniversario del EPL.

Los subtítulos los introdujimos para facilitar la lectura y manejo de este documento sobre una parte importante de “…la historia de la rebeldía de las masas en Colombia”, como diría el historiador Ignacio Torres Giraldo en su valiosa obra “Los inconformes”.

Comisión de Propaganda del EPL
Secretaría de Prensa y Propaganda del PC de C (m-l)
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MARCO HISTÓRICO DE SU FUNDACIÓN

Marxismo-leninismo, revolución cubana, inconformismo social, son conceptos comunes a varias de las organizaciones revolucionarias de este país. Nosotros no somos la excepción.

Cuando se sientan las bases para la fundación del EJERCITO POPULAR DE LIBERACION, EPL, existen dos situaciones: una en el campo internacional y otra en lo interno, en Colombia. En el exterior están las luchas entre los marxistas-leninistas y los kruschovistas, que producen una división en el Movimiento Comunista Internacional. Simultáneamente, en Cuba está la revolución que se convierte en un detonante para toda América Latina. Su ejemplo de un proceso rápido hacia un desarrollo importante, inspira al movimiento latinoamericano para impulsarlo a emprender el mismo camino. Este proceso le daba la razón a los que criticaban a los partidos comunistas de la época, por descartar la lucha armada y negar la posibilidad la alcanzar la victoria por ese medio.

En este periodo, Colombia sufría la violencia en su última etapa y vivía la experiencia de una guerrilla que había incorporado a sus filas a un gran contingente de campesinos pero que fue conducida al fracaso por la dirección del partido liberal y por la incapacidad del Partido Comunista para conducir y orientar ese movimiento. Había entonces una situación de frustración.

Un grupo de revolucionarios en el interior del Partido Comunista asimila la experiencia cubana y critica a esa colectividad política que demerita la revolución por la vía de las armas.

LA RUPTURA DEL PARTIDO COMUNISTA Y EL EPL

Pedro León Arboleda, Pedro Vásquez Rendón, Libardo Mora Toro y otros, se plantean un rompimiento y deciden canalizar la lucha armada. Por esos años –principios de los sesenta- hubo contactos con los hermanos Vásquez Castaño y se pudo coincidir en aspectos políticos que luego motivaron la formación del Ejército de Liberación Nacional.

Pero debido a contradicciones de diverso tipo, no se consolidaron los acercamientos, sino más bien un distanciamiento. Los Vásquez Castaño consideraron que los Pedros, Mora Toro y Francisco Caraballo pretendían o capitalizar o hegemonizar el desarrollo del ELN.

El Partido Comunista, ya dividido, va por caminos diferentes. El nuestro, el Partido Comunista de Colombia, marxista-leninista, decide un camino para el desarrollo de la lucha armada. La gente era muy joven en ese año 1964 y cometimos errores.

PRIMEROS NÚCLEOS GUERRILLEROS

El “foquismo” estaba de moda y nos fue imposible apartarnos de esa influencia.

Intentamos crear varias zonas guerrilleras en el país; hay una que en nuestra historia se conoce como Zona X, ubicada en los departamentos de Santander y Bolívar, región a la cual posteriormente entró a trabajar el ELN. En esa zona se creó el primer núcleo guerrillero del EPL, simultáneamente con otros en el Departamento del Valle del Cauca (zona Guacarí), en Risaralda y el Chocó. Eran sectores en donde implantábamos un grupo guerrillero, con la participación de revolucionarios que hacían el trabajo entre las masas.

El acento principal estaba en el núcleo, partiendo del criterio de que una vez creado serviría de detonante para que en esas áreas estallara un movimiento insurreccional. Desde un principio se impulsó el trabajo de masas.
Esa experiencia condujo al primer fracaso, porque nuestra presencia en Guacarí permitió que el ejército nos ubicara y ejecutara una operación de cerco, ante la cual no pudimos responder eficientemente porque no estábamos preparados. Este ó la desintegración del grupo comandado por el compañero Jesús María Alzate, que posteriormente fue muerto en el Noroeste de Colombia, formaban parte del mismo grupo Francisco Garnica, Carlos Alberto Morales y Ricardo Torres. El plan original consistía en construir una zona fuerte del EPL por la cordillera central, para entrar en la zona cafetera, pero sin perder contacto con la cordillera occidental.

La acción del ejército se desarrolló en dos partes: por un lado golpeando a los que desarrollaban el trabajo entre las masas y por el otro, atacando al grupo guerrillero en formación. Por esta acción cayeron los tres camaradas encargados del trabajo político que, cuando salían de una reunión fueron detenidos, torturados y luego asesinados. Los tres eran jóvenes, el mayor de ellos Garnica, tenía veinticinco años, habían sido dirigentes de la Juventud Comunista, JUCO. Al romper con esa organización pasaron al Partido Comunista de Colombia (marxista-leninista). Fue sin dudas una pérdida grave para la organización y para el movimiento revolucionario, pues eran brillantes y de una inteligencia superior.

DE NUEVO POR LA UNIDAD GUERRILLERA

Por esa época, y teniendo en cuenta la posición del Partido Comunista se intentó un acercamiento con las FARC, que eran fundamentalmente una organización de autodefensa. Cuando las acciones de Marquetalia, el Partido Comunista había enviado a un núcleo y dos de sus integrantes habían sido Jacobo Arenas y Pedro Vásquez.

Pedro salió de allí debido a las contradicciones que se presentaron. Pedro afirmaba que no se podía condenar al movimiento guerrillero y se debía asumir una posición activa de guerrilla móvil que condujera al desarrollo de la lucha armada y no simplemente esperar a que ocurriera lo que se veía venir la invasión Marquetalia, Riochiquito, El Pato. Pedro Vásquez señalaba que el grupo debía prepararse para ello asumiendo una actitud de iniciativa que le permitiera golpear antes de ser golpeados.

Pasado el tiempo y, comprobadas las teorías de Pedro Vásquez sobre la invasión y la ineficacia de la actitud pasiva, el Partido Comunista (m-l) planteó la necesidad de renovar los contactos. Se envió a un médico de Cartago (Valle del Cauca), al camarada Aldemar Londoño a conversar con las FARC, en el entendido de que él se sentía capacitado para discutir con la dirigencia de esa organización, ya que contaba con experiencias en ese sentido.

Lamentablemente perdimos el contacto con él y de esa forma nos vimos privados de un gran dirigente.

Los intentos de establecer relaciones unitarias con el ELN y las FARC así como el impulso fallido para crear focos insurreccionales, llevaron al Partido a reflexionar, a racionalizar las nuevas situaciones y a plantear un cambio, por medio del cual se rompió con el “foquismo” y se decidió ampliar y profundizar el trabajo de masas, entendiendo que la guerrilla debía ser el resultado de un trabajo político; eso llevó a concentrar la atención en el Noroeste de Colombia.

El trabajo inicial consistió en penetrar en la región por diferentes medios, por ejemplo con maestros de escuela. La organización de sindicatos, cooperativas, juntas de acción comunal, jornaleros, etc., ubicados en áreas del Alto Sinú y el Alto San Jorge.

FUNDACIÓN DEL EPL Y MANIOBRAS DEL GOBIERNO NACIONAL

La rectificación iniciada en el año 1965 y desarrollada especialmente en 1966 y 1967, permitió crear a finales de este año, exactamente el 17 de Diciembre, en medio de levantamientos campesinos, el primer destacamento guerrillero del EPL comandado por Pedro Vásquez Rendón y Francisco Caraballo.

Ya en el año 1968 se puso en evidencia la existencia de brotes guerrilleros además de la consolidación del movimiento campesino. Eso explica que el presidente Carlos Lleras Restrepo, una vez enterado de la nueva situación, envió a la ministra del trabajo María Elena de Crovo, aprovechando la presencia de algunos dirigentes que provenían del Movimiento Revolucionario Liberal (MRL), entre los cuales se destacaba Julio Guerra.

Julio Guerra, viejo líder guerrillero de la región y Luis Manco David, dirigente campesino, habían tenido contactos políticos con al jefe del MRL Alfonso López Michelsen. Lleras Restrepo consideró que enviando a su estrecha colaboradora, la destacada “revolucionaria”, lograría convencer a los dirigentes guerrilleros de cambiar su política y sus proyectos.

En efecto, arribó la doctora María Elena de Crovo con la idea de que el EPL podía presentar algunas propuestas respetuosas al Gobierno Nacional y que éste a cambio, podría impulsar créditos a través del Instituto Colombiano de la Reforma Agraria y además tomar ciertas medidas de carácter social. Las discusiones se desarrollaron en un área de los Llanos del Tigre. Luis Manco, Francisco Caraballo y una delegación campesina le hicieron entender a la delegada del Gobierno que esa no era la solución para el problema. Sin lograr absolutamente nada María Elena de Crovo salió de la zona y luego de entregar el balance de su gestión al Gobierno Nacional, éste preparó una operación militar de vastas proporciones, que se conocería como la Primera Campaña de Cerco y Aniquilamiento.

DERROTA DEL PRIMER CERCO DE ANIQUILAMIENTO

A comienzos del mes de abril ya se notaba la presencia de gran cantidad de personas extrañas en la región y el inicio de una labor de inteligencia en las áreas periféricas.

Además iniciaron una acción psicológica sobre el campesinado mediante el vuelo rasante de avionetas que dejaban caer gran cantidad de volantes con escritos como “fuera los rojos”, “rechazamos a los comunistas”, que poco a poco podían ir calando entre la población. Ante esa situación el Partido decidió crear nuevas unidades del EPL y organizar a las masas campesinas.

Se inició entonces el trabajo político, del cual resultaron las Juntas Patrióticas y las Guerrillas Locales. Desde comienzos del año, en especial en enero y febrero, nuestro grupo había luchado ya contra terratenientes y pequeños puestos de policía, pero no habíamos enfrentado una ofensiva militar planificada.

El ejército oficial llegó y se estableció en Montelíbano, Planeta Rica y Tierra Alta, penetrando poco a poco: todos los días caminaba un pedazo, otro pedazo y todo el mundo comenzaba a ver cómo avanzaba y se iba concentrando en los Llanos del Tigre, una región de colonos pobres que en esa época estaba muy poblada por gentes que habían buscado refugio, procedentes de áreas de violencia de Antioquia.

Los campesinos, con sus mujeres y niños, además de los ancianos, plantearon su deseo de irse con nosotros para el monte. Por esa época ya conocíamos la experiencia de Marquetalia, El Pato y Guayabero y pensamos que era inconveniente lanzar a las familias en ese tipo de aventuras.

El Partido ordenó entonces que sólo fueran los hombres capaces de empuñar las armas y que el resto de la población se quedara en sus casas. No fue fácil convencerlos de que eso era lo justo y las mujeres nos decían además: “¿qué vamos a hacer para defendernos si nos quedamos solas?” Fueron varios días con sus noches para convencerlos. Nos llevamos a muchos hombres, a los que equipamos con malas armas, escopetas, revólveres y hasta machetes; había una que otra carabina San Cristóbal, uno que otro fusil de repetición; pero con lo que había emprendimos la marcha.

Ya para el mes de mayo, el cerco era completo, se había producido el anillo y el ejército llevó con helicópteros a sus soldados hasta la zona del núcleo guerrillero. La experiencia era poca, no teníamos dirigentes militares. Algunos como Libardo Mora, Francisco Caraballo y David Borrás tenían conocimientos teóricos y los que habían pasado por la violencia de los años cincuenta carecían de conocimientos actualizados para las nuevas condiciones de lucha.

El cerco duró los meses de mayo, junio, julio y agosto; participaron unos ocho mil soldados con el objetivo de destruir el movimiento en su nacimiento para evitar su consolidación y desarrollo.

Después de varios intentos fracasaron y finalmente decidieron replegarse.

Habían concentrado a la población, mujeres niños y ancianos en determinados puntos a los que llamamos “campos de concentración”, haciendo una labor psicológica para lograr colaboración. También fracasaron en esa empresa.

No hubo enfrentamientos grandes, porque la táctica que se asumió fue la de dispersión, es decir, pequeños grupos en toda la región en actitud de hostigamiento para tratar de dividir y desmoralizar al ejército. Nosotros no estábamos en capacidad de emprender un real enfrentamiento, ni por la preparación militar ni por las armas.

Lo que hacíamos era acosar todos los días, de día y de noche, para hacerle al ejército insoportable la situación y obligarlo a retirarse. A pesar de lograr nuestro objetivo, a finales de agosto la victoria no fue completa: habíamos perdido a compañeros de invaluable capacidad como Pedro Vásquez Rendón y Bernardo Ferreira Grandet.

Pedro Vásquez era nuestro principal dirigente y su muerte, ocurrida en el río Sinú, fue muy sensible.

La organización siguió adelante. Habíamos perdido veinte combatientes en los tres meses, contando a guerrilleros locales, pero su recuerdo era para nosotros un nuevo aliciente de lucha.

EL EPL SE FORTALECIÓ LIGADO A LAS MASAS

Durante un año completo el EPL se fortaleció; le habíamos dado una gran importancia al trabajo entre las masas y reforzamos las Juntas Patrióticas Regionales bajo la dirección de Julio Guerra y de Evelio Ramírez. La gente se organizaba en cada vereda y realizaba reuniones cada ocho días, en las que hasta los niños hablaban sobre sus propios problemas y hablaban sobre la unidad para la producción, conscientes de que el trabajo individual no era lo que más rendía. Formaban brigadas de trabajo, iban a las fincas de cada uno para producir conjuntamente y luego repartir también colectivamente. Las Juntas Patrióticas de la zona coordinaban todo a nivel veredal y había una Junta Regional que representaba a la autoridad, conformando los “embriones de poder”.

Los destacamentos guerrilleros de entonces tenían una estrecha relación con los núcleos organizados de la población. Cuando no había combates estaban junto con la gente ayudándola en sus labores normales y por las noches enseñaban a leer y escribir en las escuelas organizadas con ese propósito.

Se elevó en ese período el nivel político de las masas y la producción también aumentó. La experiencia del Alto Sinú y el Alto San Jorge se extendió hacia el Bajo Cauca y Urabá. Se creó la misma estructura en las nuevas zonas y se buscó el fortalecimiento de las guerrillas locales, que eran unidades del EPL pero tenían asentamiento campesino, pobladores que tenían sus armas y a la vez trabajaban la tierra. Ante cualquier indicio de ingreso del ejército se sumaban al núcleo guerrillero. Eran cabeza de familia, con su familia y su finca, pero con cierta formación militar.

APRENDER DEL COMBATE

Apenas se produjo la primera salida del ejército, comenzaron a planear el segundo cerco de aniquilamiento. En el cerco hay cosas que no cambian: la primera es la fase del trabajo de inteligencia, el penetrar a la gente para buscar información sobre la ubicación del grupo guerrillero, sus características, su influencia y demás detalles de su interés. Luego viene la labor de propaganda sicológica y de intimidación. En estos aspectos el segundo cerco fue idéntico al primero.

Pero lo militar fue diferente. La primera vez se ubicaron primero en los municipios, en los poblados y de allí penetraban lentamente en una acción para cerrar el anillo. En esta nueva ocasión, desde los batallones mandaban helicópteros al corazón, a nuestros centros de trabajo; depositaban allí su nido y comenzaban una acción combinada con la penetración. Eso nos tomó de sorpresa, porque esperábamos un cerco gradual como el anterior. Tuvimos bajas lamentables en las primeras de cambio aunque el núcleo de colaboradores nos ayudó inmensamente; en pocas horas los campesinos cogieron sus armas y se vincularon a los destacamentos; las mujeres sabían que les tocaba resistir y esperar. . .

El ejército invasor lo primero que hizo fue concentrar a las mujeres con sus niños y ancianos en ciertas áreas. Las acciones militares se extendieron hacia Urabá y el Bajo Cauca; más de diez mil soldados se movilizaron en este operativo que duró seis meses, desde agosto de 1968 hasta febrero de 1969. Los golpes propinados al ejército invasor fueron duros y fracasaron nuevamente; le hicimos unas doscientas bajas, aunque cometimos el error de no aprovechar las condiciones para pasar del hostigamiento hacia acciones de aniquilamiento, ya que teníamos la posibilidad de concentrar fuerzas para operar.

De todas formas, después de seis meses de enfrentamientos, el ejército invasor se retiró una vez más, sin lograr sus objetivos.

EL PROBLEMA DEL PODER

El excesivo entusiasmo con los éxitos y los avances logrados, nos llevó a la pretensión de construir poder popular, con la consolidación de las organizaciones de las masas y el fortalecimiento de las estructuras militares. Fue un error grave, puesto que no contábamos con la fuerza y las condiciones apropiadas para lograr ese objetivo. Además se presentaron problemas internos que debilitaron el trabajo.

Un cambio en la orientación política condujo a proyectar el trabajo hacia otras áreas y especialmente hacia los principales centros urbanos.

La dirección me ordenó salir con el propósito de desarrollar fuerzas urbanas en 1974.

CORAJE ANTE LAS DIFICULTADES

Cuando avanzaba el cumplimiento de esa misión y estábamos integrando un grupo para enviarlos al Noroeste como refuerzos, fuimos detenidos; cayeron presos camaradas de Antioquia, el Viejo Caldas y el Valle del Cauca, unas sesenta personas en total.

En ese período sucedió lo más lamentable y doloroso de todo: la muerte del camarada Pedro León Arboleda, uno de los más esclarecidos dirigentes del Partido Comunista de Colombia (marxista-leninista).

Para los detenidos se montó un Consejo de Guerra, del cual resultaron condenas larguísimas. Yo debía purgar una pena de doce años y fui enviado a la isla de Gorgona con base en el juicio de primera instancia. Eso fue durante el gobierno de Alfonso López Michelsen que levantó el Estado de Sitio y como no habíamos sido condenados en segunda instancia, el caso pasó a la Justicia Ordinaria; el Consejo de Guerra fue anulado y salimos por pena cumplida.

Una vez puestos en libertad regresamos al Noroeste con la intención de reactivar el trabajo.

PASOS DE UNIDAD GUERRILLERA

En 1978 se realizó un encuentro con los dirigentes del ELN que en ese período atravesaban una crisis grave de la cual quedaban unos once dirigentes destacados; en una zona del Noroeste nos encontramos con los comandantes Manuel Pérez, Nicolás Rodríguez Bautista y otros; también estaba Francisco Caraballo.

Hicimos una reunión importante en la cual se consolidaron las relaciones entre las dos organizaciones y se proyectaron las acciones unitarias.

Posteriormente el ELN avanzó en un proceso de rectificación que le permitió salir adelante no obstante las enormes dificultades que debió enfrentar.

RUPTURA CON EL MAOISMO Y NUEVAS PERSPECTIVAS

De nuestra parte, de 1978 hasta 1980 se desarrolló una profunda discusión ideológica en el seno de la organización, un serio cuestionamiento a la historia vivida: como resultado, en el XI Congreso del Partido realizado en abril, se rompió con el maoísmo y con su influencia nociva en nuestra actividad.

Gracias al correcto trabajo cumplido, primero en la teoría y luego en la actividad práctica, pudimos superar las situaciones negativas y proyectarnos en mejores condiciones hacia el futuro.

Tanto cambiamos en se período que nos entusiasmaba el hecho de que se consolidó la unidad interna y superamos las divisiones y fraccionamientos que habían sido frecuentes en el Partido y en el EPL.