Al burdo estilo de la política estadounidense y con el indiscutible sello de un “reality” de mala calidad; besos, abrazos y caricias bastaron para dar solución al problema subregional generado a partir del alevoso, criminal y contumaz bombardeo por parte del régimen narcoparamilitar de Uribe a un campamento de las FARC asentado en territorio nacional.
Desde luego, la superación de la crisis diplomática se llevo a cabo de espaldas a los pueblo y bajo la premisa y exigencia que demandaban los EEUU que después de haber sido cumplido los objetivos que movieron las cuerdas del títere Uribe, había que mantener su “trastienda” en paz.
¿Los vencedores?: EEUU y los paramilitares colombianos comandados por Uribe.
¿Los perdedores?: Ortega, Chávez, Correa y la farsa reformista socialdemócrata.
Manifestábamos en un comunicado anterior que los objetivos del imperialismo estadounidense vía su lacayo: Uribe, apuntaban básicamente a infringir un duro golpe político y militar a la insurgencia colombiana, involucrar al Ecuador en el Plan Colombia y aislar la política seudo antiimperialista de Chávez.
Lo del golpe sin lugar a dudas resulta incuestionable. La acción más allá de las fronteras colombianas contra la unidad comandada por Raúl Reyes reflejaba la intención que tiene el viejo estado colombiano de seguir la huella de sangre que ya marcaran los EEUU e Israel con anterioridad. Un macabro ejemplo que violenta las más elementales leyes y tratados internacionales.
La muerte de Raúl Reyes era una necesidad imperiosa para Uribe y sus huestes paramilitares ante los importantes logros nacionales e internacionales que estaba acreditando la guerrilla de las FARC con el apuntalamiento efectivo del cambio humanitario. Raúl Reyes fue capturado vivo y ejecutado de la manera más aleve, cruel e indigna.
Reyes mucho antes del operativo ya estaba sentenciado a muerte. Bajo la estrategia contrarrevolucionaria de Uribe tenía o debía morir. ¿Vivo?, improbable, ya que podía ser sujeto del canje entre prisioneros de guerra. ¿Vivo?, imposible, hubiese sido un actor político aún desde la cárcel. Los estudios de criminalística de la policía ecuatoriana dan cuenta de cómo la mayoría de los guerrilleros muertos en la incursión fueron rematados con armas de bajo calibre. ¿Asombrarnos?, de ninguna manera. Uribe y sus tropas saben de eso, no tienen “dignidad militar”. Cometieron crímenes contra efectivos totalmente neutralizados que carecían ya de ninguna capacidad combativa. La gloria al Ejército colombiano le es esquiva por violentar los más elementales preceptos de la guerra.
Al asesinar a Reyes sin lugar a dudas se debilitaba al secretariado del las FARC y las consecuencias de dicha operación Uribe ya las empezó a cosechar días después cuando un miserable y rastrero traidor (el que por cierto dudamos encuentre lugar en el mundo donde disfrute su recompensa) asesinara a otro miembro del secretariado: Iván Ríos. Y desde luego, bajo el régimen del narcoparamilitar en Colombia se paga, se premia a los asesinos, sino hay que ver la historia de la desmovilización paramilitar.
Para el análisis poco o nada ayuda levantar una hipótesis de las condiciones en las que se gestó el operativo de aniquilamiento realizado por la fuerza gubernamental colombiana, sin embargo, más allá de la electrónica, más allá del apoyo estadounidense o de otras tantas, la tesis última de que la oscura operación militar pueda estar ligada a la realización del evento Bolivariano en la ciudad de Quito cobra fuerza.
Hace ya muchos meses y bajo el régimen de Luicio Gutiérrez, elementos de inteligencia colombiana laboraban sin ninguna autorización y con expresa violación de la soberanía nacional en territorio ecuatoriano. ¿El objetivo? La captura o muerte de Simón Trinidad.
Todo un operativo de meses con la complicidad de elementos de inteligencia ecuatoriana dieron con al paradero y posterior detención y extradición del guerrillero colombiano. La torpe, vanidosa e insolente justificación de la represión y del régimen de entonces fue sostener que la policía de migración lo capturó “circunstancialmente”. ¿El objetivo?, quitarse de encima cualquier acusación en torno a la violentación del territorio y de la soberanía nacional por parte de los agentes colombianos. ¿Los cómplices y encubridores?: la policía nacional….miembros que por permitir operar a fuerzas extranjeras en territorio nacional sin autorización estatal deberían ser procesados por traición a la Patria. Desde luego, de acuerdo a las normas, preceptos y leyes de viejo Estado.
Basados en estos antecedentes, adicionalmente conocedores del alto grado de infiltración militar y policial sobre muchos estamentos de la izquierda tradicional ecuatoriana y considerando la presencia de los mexicanos en dicho evento y la posibilidad de que con anterioridad estos hayan sido ya contactados para la visita al campamento donde permanecían las fuerzas de Raúl Reyes, pudieron haber marcado la pauta o haber entregado la punta del ovillo en la investigación que sumada a la colaboración técnica de la Base de Manta y la Base gringa en Tres Esquinas, territorio colombiano, la suerte estaba ya marcada.
Y es que no es un secreto que en el país estén actuando los paramilitares. La campaña de pintas desplegada fundamentalmente en la ciudad de Quito en contra de las FARC y de la izquierda del Ecuador refleja sin lugar a dudas de su accionar.
Y también están los “otros paramilitares” los de la Dijin, del DAS, los de inteligencia militar colombiana que definitivamente tienen todo el soporte logístico de sus colaboradores ecuatorianos, inteligencia militar y policial.
Por otro lado, lo de involucrar al país se dio por antonomasia. A la final, las fronteras de Venezuela y de Ecuador ahora están más militarizadas. Es obvio que la guerrilla colombiana tendrá muchas complicaciones para movilizarse en la línea de frontera donde ahora es fácil percibir unas FFAA dirigidas por un régimen que tiene la presión internacional y cumplirán con el concepto militar de ser yunque pasivo-activo.
A esto hay que sumar el hecho de que el régimen no descarta la presencia de Fuerzas Multinacionales que controlen la frontera entre Ecuador y Colombia. Definitivamente mantener a las FFAA en sus patrullajes bajo la óptica gubernamental de “no comprometerse en el conflicto” es una cosa y arrodillarse a la tesis de Bush que coincide con la presencia extranjera es otra, más compleja, más insultante, más atentatoria a la soberanía e indiscutiblemente más comprometida con el apoyo militar a las hordas asesinas de Uribe.
Pero veamos el escenario último en el país. Ya estamos involucrados de manera directa y contundente. Ahora ya escuchamos al Presidente Correa referirse a la guerrilla de las FARC como a “Terroristas”, ¿y es que acaso hace pocos meses no se negaba a considerarlas de esa manera? No diferente pasa con Chávez.
Otro ejemplo de cómo se activaron los resortes de colaboración militar se da con la captura en días pasados cerca del lugar donde se produjo el alevoso bombardeo de cinco presuntos militantes de las FARC.
-Que carajos- El ejército y la represión ecuatoriana no detectaron el ingreso violento de una flotilla de aviones supertucano, otra flotilla de helicópteros artillados, lanchas de desembarco, cuatrocientos militares colombianos que bombardean y atacan por más de tres horas el campamento y por el contrario si pueden ubicar a cinco sigilosos y escurridizos guerrilleros que se encontraban escondidos en las entrañas de la selva.
Pendejadas. Babosadas. Nuestro pueblo no es tan ingenuo como para tragarse semejantes estupideces.
Por último, con las denuncias y las declaraciones que hiciera Uribe basado en la supuesta información extractada del computar de Raúl Reyes en las que vincula a miembros del régimen de Correa y directamente a Chávez con las FARC, más allá de cualquier especulación al respecto, más allá de los besos, abrazos y caricias, en la comunidad internacional quedó difundida la duda de qué es verdaderamente lo que esconde dicha información. Diciéndolo de otra manera, la desconfianza quedó sembrada bajo el artilugio estratégico manejado por Uribe. La credibilidad de los dos gobernantes quedó en duda, sobre todo la de Chávez quién recibió en días pasados los desafueros belicosos y acusadores de Bush.
Y como si fuese poco, Uribe salió incólume, intocado, favorecido. La OEA hizo lo que tenía que hacer, buscar la manera de “contentar” a las “partes” para devolver la tranquilidad a la región.
El régimen ecuatoriano no consiguió su objetivo de que la OEA condene a Colombia por la incursión militar, en cambio Uribe, además de no recibir la condena fortaleció la tesis de que se debe combatir a los grupos irregulares.
Por último perdieron los pueblos. No aquellos que se dejaron arrastrar por la verborrea nacionalista que distrajo la atención pública. Perdió el pueblo porque en alguna medida se consolidó la mentira, la farsa patriotera ante unas masas que no tiene fronteras en su noble propósito de buscar su verdadera liberación.
Perdió el pueblo porque a nuestros gobernantes les sobre y basta la sonrisa sarcástica y estúpida del paramilitar para olvidarse de aquello que llaman dignidad, autodeterminación, soberanía.
Si algo de vergüenza, coraje y dignidad le queda al régimen debería mantener rotas las relaciones con Colombia, sacar al país de la OEA, organismo internacional que no ha demostrado otra cosa sino ser un suerte de”Cancillería” imperialista a través de la cual los EEUU imponen sus doctrinas ante un séquito de representantes de América convertidos en verdaderos títeres y payasos.
ECUADOR FUERA DE LA OEA
OPONER CON GUERRA POPULAR LA VORACIDAD SANGUINARIA DE URIBE Y EL ESTADO COLOMBIANO
A CONQUISTAR EL SOL ROJO DE LA LIBERACION: EL COMUNISMO