A las mujeres y hombres libres de la Convención Nacional Democrática.
Al EZLN y organizaciones de La Otra Campaña.
A las organizaciones revolucionarias armadas del país.
Este 10 de abril se cumple un año más de la traición con que los señores del poder y del dinero asesinaron al General Emiliano Zapata Salazar, descabezando al Ejército Libertador del Sur; se cumple un año más de la traición que posibilitó la derrota relativa y temporal de los pueblos y comunidades rebeldes, mas no el silenciamiento de sus añejas exigencias y justas aspiraciones; se cumple un año más de la traición y del forzado reconocimiento del derecho a la tierra de ejidos y comunidades, contenido en el Plan de Ayala, con que la burguesía constitucionalista logró poner fin al levantamiento armado y asegurar la continuidad del rapaz proyecto privatizador, gestionado de manera cruenta por la dictadura de Porfirio Díaz.
Han transcurrido 89 años de la traición que diera muerte a Zapata. Y en todo ese tiempo el gran capital ha mantenido su obstinada ambición de privatizar la tierra, los bosques y las aguas, y de convertir la naturaleza en mercancía; asimismo, ha mantenido su pretensión de borrar del imaginario popular la noción de patrimonio común y de bienes comunes que han sostenido históricamente a las rebeliones campesinas y a la resistencia de los pueblos originarios; y que, en 1938, permitieron al Gral. Lázaro Cárdenas del Río expropiar la industria petrolera en favor de la nación, pero sobre todo del estado corporativo opresor.
Prueba de la voracidad privatizadora del capital fue la gran contrarreforma salinista al artículo 27 constitucional que, desde 1992, abrió condiciones para ingresar nuevamente el suelo y el subsuelo de la nación – en particular, la tierra y el petróleo - al mundo de las mercancías, favoreciendo desorbitada e impúdicamente a unos cuantos capitalistas nacionales y extranjeros, a costa del patrimonio común, de la sobre-explotación del trabajo y del desmantelamiento del Estado.
En consecuencia, México vive una intensa y cada vez más abierta lucha de clases, producida por la brutal ofensiva neoliberal que siguen desplegando los organismos financieros internacionales, las corporaciones multinacionales y la elite derechista industrial y financiera en el poder.
Se trata de una lucha de clases en el marco de la cual los grandes capitalistas, el alto clero, las cúpulas castrenses y la clase política gobernante están decididos a enriquecerse y a mantener y profundizar a toda costa su dominación, intentando ocultar sus desenfrenados propósitos, tras las múltiples máscaras del poder.
Así lo demostró la imposición fraudulenta y coercitiva del gobierno usurpador calderonista. Así lo demostró la imposición de la reforma a la Ley del ISSSTE, de la reforma fiscal, de la reforma electoral y de la reforma judicial. Así lo demuestra la pretensión de imponer la reforma energética (y, con ello, la privatización del petróleo), así como la reforma laboral. Así lo ha demostrado la actual administración panista con el tope salarial, el desempleo creciente, la elevada emigración y el gradual encarecimiento de la gasolina y de los artículos de primera necesidad. Así lo han demostrado el tráfico de influencias y la firma de contratos fraudulentos. Por ejemplo, desde la Secretaría de Energía -bajo la gestión de Felipe Calderón- a favor de REPSOL, la empresa gasera de Camilo Mouriño, actual secretario de Gobernación. Así lo ha demostrado la actitud servil del gobierno federal espurio, ante la entrada en vigor del capítulo agrario del TLCN. Y así lo ha demostrado la sistemática utilización de las fuerzas castrenses, los cuerpos policiacos, los organismos de inteligencia y los grupos paramilitares, so pretexto de combatir al crimen organizado, en la criminalización y la represión de los movimientos sociales, y en el apuntalamiento de la ilegítima gestión del gabinete derechista en el poder.
Se trata de una lucha de clases en la cual los trabajadores, los pueblos originarios y los sectores oprimidos del pueblo mexicano, así como sus organizaciones representativas, resisten, luchan y se articulan, a fin de parar y revertir la ofensiva neoliberal capitalista, y liberar a la nación del estado opresor.
En este contexto, la cada vez mayor militarización del país so pretexto de combatir la inseguridad y al narcotráfico, y el sistemático acoso de que son objeto las organizaciones en resistencia, así como el encarcelamiento y el asesinato de luchadores sociales, se han convertido en un recurso intimidatorio del gobierno federal para imponer la privatización de la tierra, el petróleo y demás recursos naturales. Y la intensa propaganda desplegada por el duopolio televisivo y demás medios masivos de comunicación privatizados en favor del gobierno neoliberal, se ha convertido en un recurso ideológico y persuasorio para engañar, desinformar y mediatizar el descontento popular.
Pese a todo, la construcción del nuevo proyecto de nación alternativo ya está en marcha. Se materializa en cada una de las estructuras y movimientos de transformación social profunda que luchan efectivamente contra las relaciones de dominación capitalista, contra sus prácticas vendidas y corruptas, y contra las instituciones que las sostienen.
Nos referimos a los diversos movimientos sociales autónomos, comunitarios, campesinos, sindicales, estudiantiles, ecologistas, populares, democráticos, nacionalistas y antimperialistas del país. Se trata de movimientos cuyas estructuras políticas y morales les han preservado de ser tragados por las engañosas y agitadas aguas del capital, permitiéndoles resistir, dar la espalda a sus ofertas indignas y egoístas, y escapar a contracorriente del gran embudo de la dominación.
Son movimientos que a pesar de la brutal represión de que han sido objeto, construyen nuevas relaciones sociales y acumulan fuerzas a fin de avanzar en la construcción de la democracia, la liberación y el socialismo. Algunos de estos movimientos combinan alternativas sistémicas y antisistémicas, así como formas de lucha legales, e ilegales pero legítimas, como la autodefensa popular, la resistencia armada y las acciones de justicia revolucionaria, sin separarse del pueblo, ni pretender colocarse por encima de él.
Mención aparte merecen otras expresiones políticas de izquierda, no por el carácter sistémico o antisistémico de sus luchas, sino por reproducir relaciones y prácticas corporativas, clientelares, caudillistas y antidemocráticas, por decir lo menos; así como por rivalizar y tratar de imponer invariablemente sus análisis y alternativas, incrementando potencialmente la fragmentación política de sus estructuras y de los movimientos sociales y políticos que dirigen, o en los que participan, en vez de contribuir a impulsar la unidad y la articulación política de todo el pueblo.
Las luchas de hoy son la continuidad de las luchas populares, democráticas, nacionales y antimperialistas de la América Nuestra. Son la continuidad de las luchas de Emiliano Zapata, Cesar Augusto Sandino, Farabundo Martí, Raúl Séndic, Camilo Torres, Miguel Enríquez, Ernesto Guevara y de muchos otros revolucionarios que dieron su vida por la construcción de un mundo mejor. Pero son luchas tejidas y actualizadas, con base en la experiencia y la rememoración y, en consecuencia, en la búsqueda y en la elaboración de nuevas estrategias y rutas de liberación.
El desarrollo de nuevos procesos democráticos y libertarios, desde arriba y/o desde abajo, en Cuba, Venezuela, Bolivia, Nicaragua, Ecuador, Argentina, Brasil, son la expresión de una nueva correlación de fuerzas en Latinoamérica. No por nada, el gobierno imperialista estadounidense ha decidido hacer de Colombia su nuevo enclave geopolítico, y sostener al gobierno títere de Álvaro Uribe, con las mismas tácticas militares y genocidas instrumentadas, contra los pueblos afgano, irakí y palestino (en el Suroeste de Asia y el Oriente Medio) por el control del gas y del petróleo; como lo prueba el criminal bombardeo que de manera conjunta, pero bajo dirección del Pentágono, lanzaron los ejércitos colombiano y estadounidense al campamento habilitado en Ecuador por las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), violentando la soberanía de ese país; como lo prueba, en consecuencia, la artera muerte del Comandante Raúl Reyes, de su compañera y de los combatientes que los acompañaban en las gestiones diplomáticas y de negociación para la liberación humanitaria de prisioneros y rehenes políticos, de ambos bandos. Y como lo prueba también el asesinato de cuatro estudiantes mexicanos (tres de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM y uno del IPN), que se encontraban en el mismo campamento, con explícitos fines académicos, sin que el gobierno espurio de Calderón se atreva a exigir el castigo a los responsables de este nuevo crimen, exhibiendo su postura reaccionaria y entreguista.
Por todo lo anterior, no permitamos que en nuestro país el gobierno usurpador y vende patrias privatice el petróleo y entierre por la espalda políticas económicas que benefician al imperio neoliberal, y dañan y empobrecen a nuestra nación; ni que gobernantes espurios se llenen la boca con un respeto falso a nuestros mártires. No dejemos caer en el olvido los ideales que nos mantienen firmes en la lucha, pues la lucha en unidad nos garantiza una victoria segura.
A nuestro juicio, las formas de organización y de lucha civiles y pacíficas, que están desplegando amplios sectores populares y una parte de la izquierda institucional en defensa del petróleo, son necesarias, pero insuficientes, para enfrentar la apresurada habilitación, y adiestramiento militar, que están recibiendo numerosos contingentes femeniles en la Policía Federal, a fin de reprimir a las Adelitas y demás brigadas de la Convención Nacional Democrática.
Tengamos presente que la tierra es de quien la trabaja, la cuida, la respeta, la quiere y la defiende. Que la tierra es la madre de todos. Es la madre patria y la principal fuente de vida. Tierras, bosques, pasturas, ríos, lagos, costas, montes, montañas, vientos, así como la riqueza del mar y del subsuelo, son patrimonio común de nuestros pueblos. Debemos cuidar dicho patrimonio y bien común, para garantizar la vida digna y justa de las futuras generaciones.
Preparémonos a conciencia para detener, llegado el momento, la ofensiva fascista que el gran capital está desplegando para apropiarse del petróleo, el agua, y demás recursos naturales, por la única vía que ha dejado la élite neoliberal: la combinación y generalización de todas las formas de lucha, incluida la resistencia revolucionaria armada.
Seguir avanzando en la realización del proyecto de transformación social profunda requiere de la unidad del pueblo y la efectiva coordinación -respetuosa y solidaria- de todas sus organizaciones. Ésta es una de las tareas más difíciles de concretar. No obstante, la dominación capitalista, con su agresivo proyecto privatizador, está acelerando el proceso de articulación de todas las voluntades en una sola voluntad nacional. Si logramos sembrar la semilla de la unidad y la esperanza, en un futuro próximo podremos cosechar los anhelados frutos de la democracia, la justicia y la libertad.
http://www.youtube.com/watch?v=yGTsxGPBs2k
¡POR LA UNIDAD DEL PUEBLO, LA COORDINACIÓN REVOLUCIONARIA!
Movimiento Revolucionario Lucio Cabañas Barrientos
MRLCB
Tendencia Democrática Revolucionaria-Ejército del Pueblo
TDR-EP