‘LO MILITAR’ Y EL FPMR EN LA POLÍTICA DE REBELIÓN POPULAR DE MASAS: ORÍGEN Y DESARROLLO
Por LUIS MARTÍNEZ. Profesor de Estado en Historia y Geografía. USACH. Maestrando en el Magíster en ‘Historia Militar y Pensamiento Estratégico’. ACAGUE.
A raíz de los últimos hechos acaecidos este año, relacionados con el juicio de extradición de Sergio Galvarino Apablaza, otra vez, uno de los fantasmas de la historia de la década de los ochenta y de la transición chilena, hace su retorno a los medios de comunicación: el Frente Patriótico Manuel Rodríguez. Y la prensa, que en definitiva, es la fuente de conocimiento masivo de la población chilena, en general – y por una intención en apariencia involuntaria- entrega una versión plagada de errores e incompleta sobre lo que fue la experiencia del FPMR y del accionar político comunista durante la dictadura. Así los chilenos nuevamente ven imágenes de encapuchados portando rifles M-16, disparando al aire, con alguna bandera roja de fondo o la ya clásica imagen del Mercedes Benz de Augusto Pinochet con sus vidrios trizados, mezcladas con el asesinato de Jaime Guzmán y el secuestro de Cristian Edwards. Estos son hechos indesmentibles, sin embargo, no van acompañados de una explicación y contextualización adecuada, ya que se simplifica una realidad marcada por matices y cambios en cuanto a la estructura, los objetivos y divisiones del FPMR.
Esa realidad que fue cambiando, no se refleja en la imagen monolítica del FPMR que transmiten muchos medios, cuyo denominador común en cuanto a su accionar pareciera ser la violencia por la violencia. Es decir, no se aclara que en los hechos reseñados anteriormente, pueden repetirse los mismos actores y una misma simbología, pero el porqué de cada uno de ellos, respondió a un contexto sociopolítico distinto, en definitiva, a una historia distinta. La anterior mezcla de imágenes y de hechos que en apariencia forman parte de una historia común, pueden llevar al lector o televidente a una confusión, desde la cual pueden surgir varias interrogantes acerca de las políticas impulsadas por el PCCh para enfrentar a la dictadura, y el rol que cumplió en ese diseño estratégico uno de sus componentes, el FPMR. Este artículo, basado en una investigación histórica1, pretende de una forma sintética tratar de reconstruir y clarificar el origen, el desarrollo y el sentido de las tesis insurrecciónales comunistas, que incluyeron un componente armado a su accionar.
Se debe partir afirmando que el FPMR fue una estructura paramilitar del Partido Comunista chileno. En tanto como iniciativa política y fuerza práctica, fue uno de los elementos que constituyeron la Política de Rebelión Popular de Masas (PRPM), impulsada por los comunistas en los años ochenta. Esta estrategia fue diseñada a mediados de los años setenta para resistir y acelerar el derrocamiento de la dictadura militar e incorporaba elementos que habían sido tradicionales en la historia de aquél partido político: el llamado a participar de ‘las masas’, y la idea de constituir alianzas amplias con otras fuerzas ‘democráticas’ o ‘progresistas’.
La alianza de las fuerzas democráticas, tanto el centro como la izquierda, será el argumento central y discurso ‘oficial’ del PCCh en los primeros años de la dictadura (1974-79). Esta idea, se concretó en el llamado que se dirigió especialmente hacia la Democracia Cristiana (DC), de constituir el Frente Antifascista, estrategia política que antecede cronológicamente a la PRPM y que se supone fue reemplazada por esta última a principios de los ochenta. Sin embargo, la idea de constituir una unidad entre todas las fuerzas democráticas que se opusieran a la dictadura, fue una constante en la práctica y en la retórica del PCCh en los años ochenta, es decir, en cierto modo los fundamentos del ‘Frente Antifascista’ serán incorporados a la PRPM. Por otra parte la PRPM buscaba superar una debilidad o ‘vacío histórico’ de larga data en la historia partidaria comunista: el tema de ‘lo militar’ incorporado a la política, es decir, ‘lo militar’ integrado ‘orgánicamente’ al desarrollo y aplicación de la ‘línea política’. Es en este punto donde se puede explicar el por qué de la creación del FPMR, como lo detallaremos en las páginas siguientes.
En el desarrollo teórico y práctico de estas estrategias, influyeron algunas conclusiones resultantes de los análisis que hizo el PCCh a partir del Golpe de Estado de 1973 y durante la época dictatorial. La primera de estas conclusiones o lecciones, planteaba que para haber evitado la caída del ‘gobierno popular’, se debió haber impedido el aislamiento de este. Es decir, para la profundidad de los cambios que se quería implementar en el país, no bastaba sólo con la unión de los partidos de izquierda, era necesario tratar de incorporar al centro al ‘bando’ de las reformas, y así constituir una mayoría social lo más amplia posible que respaldara los cambios que se proponían, dejando a un lado las propuestas ‘sectarias’.
Una segunda conclusión, es que el PCCh, tuvo una insuficiente ‘política militar’, y cuando hablamos de política militar, no sólo estamos hablando de la constitución de una estructura o brazo armado dentro del PCCh, sino que también dice relación con el grado de conocimiento, y acercamiento que pudo haber tenido el PCCh respecto a las Fuerzas Armadas a través de su historia y en el período de la Unidad Popular.
En definitiva, es el reconocimiento de que el ‘factor militar’ es una parte integrante e importante del poder político, así por ejemplo, la lucha político ideológica de Chile entre la izquierda, el centro y la derecha, fue finalmente dirimida a favor de esta última a través de un hecho de armas, de un hecho militar, el Golpe de Estado. Estas dos ‘ideas fuerza’, se plasmaron por primera vez ‘oficialmente’ al interior del PCCh en el Pleno del Comité Central, realizado en agosto de 1977 en Moscú. Del informe final de este Pleno, se pueden citar los siguientes párrafos, los cuales son ilustrativos respecto a las dos ‘ideas fuerza’ antes señaladas, acerca del ‘sectarismo’ que afectó a la UP se señaló que: “en una parte de la UP se acentuó la tendencia a dirigir los juegos (SIC, debiera decir fuegos) sobre todo contra la democracia cristiana, por el hecho de ser la fuerza más numerosa de la oposición. No se comprendió, entonces, adecuadamente, que el frente de lucha principal se desplazaba al aplastamiento de las notorias expresiones fascistas en ascenso que aunque numéricamente inferiores, representaban efectivamente al enemigo principal. Con criterios parecidos se dificultó permanentemente el diálogo con la Democracia Cristiana.
Estas y otras actitudes semejantes empujaron al campo de la contrarrevolución a bastos sectores de las capas medias, por otra parte vinculados ideológicamente con la burguesía”2.
Respecto a la insuficiente ‘política militar’ se planteó que: “Al sostener desde 1956 la posibilidad de la vía pacífica en nuestro país tuvimos en cuenta, primero que se trataba sólo de una posibilidad y, segundo, que de abrirse paso la revolución por dicha vía, en algún momento podría surgir la alternativa de la lucha armada.
Esta justa consideración debió ir acompañada de una política militar que, en primer término debía contemplar el estudio, el conocimiento de las instituciones armadas de nuestro país y un trabajo dirigido a promover en su seno las ideas democráticas, el interés por la lucha del pueblo. Dicho trabajo, para producir frutos significativos, efectos de importancia, debió desarrollarse desde hacia muchos años, en definitiva, haber sido una constante en la línea del Partido”3.
Cabe hacer notar que a partir de septiembre del año 1973, el estudio de la historia del PCCh se dificulta, ya que este partido –y por razones obvias- sufre un fraccionamiento obligatorio, debido a que debió reorganizarse en la clandestinidad y muchos dirigentes y militantes, para evitar ser detenidos y asesinados, debieron emigrar fuera del país, constituyéndose estructuras de apoyo a los miembros que permanecen en Chile. Estas también se abocaron a la tarea de hacer oposición a la dictadura desde el extranjero. Por este motivo el estudio del PCCh durante la dictadura debe tratar de analizar en forma paralela la trayectoria de los comunistas tanto en el exterior, cómo al interior del país.
Y respecto al partido clandestino en Chile, este intenta continuar con su trabajo político y con sus intentos de lograr articular un movimiento social de oposición a la dictadura. Sin embargo, pronto a estas labores se sumará la tarea de sobrevivir, ya que durante estos años (1973-1976)4, los comunistas reciben los golpes más letales a su estructura de parte de los organismos de seguridad y represión dictatoriales, como por ejemplo la DINA y el Comando Conjunto. Así en el año 1976 fueron hechos desaparecer por la DINA dos equipos de Dirección, y junto con estos cayeron un buen número de militantes y dirigentes, así como también personas relacionadas con miembros de aquel partido.
Este suceso significó el virtual desarticulamiento del PCCh al interior del país, el cuál sólo continuó funcionando debido al esfuerzo de los dirigentes intermedios y simples militantes que repentinamente por las desapariciones de su directiva tuvieron que asumir la responsabilidad de dirigir al PC en Chile con escasos medios5 durante todo el año 1977 y parte de 1978, hasta que se inicia el reingreso de dirigentes desde el exterior, encabezados por Gladys Marín desde febrero de 1978.
Tanto en el plano interno como externo, el PCCh durante los primeros años de la dictadura, emitió constantes declaraciones y manifiestos llamando a la ‘unidad antifascista’, es decir, la unión de todas las agrupaciones democráticas en contra la dictadura. Especialmente se buscaba lograr un actuar conjunto con la Democracia Cristiana. Este fue el eje de la política comunista ante la Junta Militar, así por ejemplo Volodia Teitelboim a través de Radio Moscú declaraba el 29 de septiembre de 1973 que: “Los elementos progresistas de la DC están contra la Junta y contra la política miope sostenida por la directiva, que crió con tanta delectación a los cuervos que ahora le sacan los ojos (…) seguimos pensando más que nunca que sólo la convergencia de la mayoría nacional contra la Junta puede terminar con este período cruento y sombrío. Hay que superar la desunión, afrontar enérgicamente la corrección de los errores cometidos”6.
Similares planteamientos se pueden observar en los documentos y declaraciones emitidos por la Dirección clandestina en Chile, encabezada por Víctor Díaz tras la detención de Luis Corvalán a fines de septiembre de 1973. El 11 de octubre de aquél año se dio a conocer el documento titulado La Voz de Orden es la Unidad en el cual entre otras cosas se planteaba que: “…este no es el momento preciso para discutir los errores cometidos por el gobierno y la Unidad Popular en su conjunto o por cada sector político en particular. Cada cosa a su debido tiempo…lo principal es mantener y desarrollar (la) unidad para hacer frente a la dictadura militar (…) la voz de orden de la hora presente es la de la unidad más amplia del pueblo. Unidad para defender el derecho al trabajo y terminar con los despidos y represalias…Unidad para reconquistar las libertades públicas…En esta unidad tienen lugar cada hombre, mujer o joven de nuestro pueblo, no importa si ayer estuvo en la oposición confundido por la propaganda de los reaccionarios…”7.
Este llamado a la unidad democrática, tendrá su expresión más ‘flexible’ el año 1979, cuando el PCCh dio a conocer su ‘Paso Táctico’ y el documento Nuestro Proyecto Democrático en donde pragmáticamente los comunistas dejan en claro que su principal objetivo era que se terminara la dictadura y que se diera paso a una normalización democrática, para lo cual incluso, plantean su renuncia a cuotas de poder y su marginación de un hipotético gobierno de transición democrática.
Luis Corvalán en sus memorias relata de la siguiente forma esta propuesta: “A comienzos del 79, los compañeros del Equipo de Dirección Interior (EDI), nos hicieron ver la conveniencia de: ‘dar los pasos tácticos necesarios para contribuir al objetivo central, a la derrota de la dictadura. Es obligación -nos decían en una extensa carta- que el Partido se adelante, como ya lo ha hecho, señalando su disposición a gobernar junto a las demás fuerzas opositoras y les proponga un programa de transformaciones democráticas. Pero si lo que obtenemos es sólo un compromiso democrático suscrito por quienes están o no están en el gobierno, será un paso revolucionario. Ponernos ante diversas alternativas, incluso la no participación en el gobierno de transición, no significa, en modo alguno, abandonar nuestro objetivo estratégico. Al revés, ello puede significar despejar el camino para avanzar hacia él”8.
Los comunistas plantean el ‘paso táctico’ porque era evidente de que uno de los mayores escollos para lograr la unión de todas las fuerzas democráticas, era el lugar o el papel que cada agrupación política desempeñaría en un futuro gobierno post-dictatorial, o para decirlo más derechamente, era una disputa por la hegemonía de un hipotético gobierno post-dictatorial. Sin embargo, esta propuesta no fue aceptada por la DC y finalmente el ‘Frente Antifascista’ no se concretó, no sólo por la negativa de los democratacristianos. Otro obstáculo para que la política de unidad del PCCh fuera efectiva, era la propia disgregación que a esa altura había sufrido la UP, marcada por la división de su principal aliado, el Partido Socialista. En abril de 1979 se hizo oficial el quiebre de esa colectividad, provocado por las divergencias respecto a las causas del golpe de 1973, el papel del Estado en la economía y en la estrategia a seguir para derrocar a la dictadura. Desde ese momento, hasta la recuperación de la democracia, el PS se dividió principalmente en dos corrientes, una encabezada por Carlos Altamirano (los después llamados ‘renovados’) y la otra por Clodomiro Almeyda, a estos dos referentes se sumaban otras facciones menores, como por ejemplo el MAS (Movimiento de Acción Socialista) y el MR (Movimiento Recuperacionista).
A pesar de que la propuesta del ‘Frente Antifascista’ fracasó oficialmente, esto no significó que en la realidad práctica o en el ámbito no oficial, la lucha común de militantes de distintos partidos en la resistencia a la dictadura, fuera una realidad cotidiana. Persistieron las divergencias, pero no fueron pocas las instancias donde por ejemplo, democratacristianos y comunistas actuaron juntos. Así ocurrió en el ámbito sindical, en el movimiento estudiantil tanto universitario cómo secundario, en las poblaciones, etc. Además que los contactos formales e informales entre los dirigentes de ambas colectividades, se mantuvieron durante todo el período dictatorial9. También el PCCh siguió abogando por la unidad de las fuerzas democráticas y continuó con un trabajo político si se quiere decir ‘tradicional’.
Se hace esta aclaración, ya que la versión más extendida en cuanto a los cambios en los lineamientos estratégicos de los comunistas entre los años 70 y los 80, muestran a un PCCh haciendo una especie de ‘borrón y cuenta nueva’, cambiando una política unitaria y tradicional por una política de corte militarista volcada totalmente hacia una insurrección armada, representada por el surgimiento del FPMR, nada más erróneo que estas apreciaciones. Lo que ocurrió, fue un cambio de énfasis en cuanto a la discursiva y a la práctica del PCCh, en los años 80 no todo el esfuerzo y la voluntad política estuvo volcada hacia lograr un acuerdo unitario y a mantener una oposición política ‘tradicional’, sino que se sumaron nuevos métodos y un nuevo discurso que buscaban ser más efectivos para lograr el derrocamiento de la dictadura, aprovechando una nueva realidad social que surge a principios de los años 80: las jornadas de protestas nacionales10.
Paralelamente a los esfuerzos que desplegaba el PCCh para concretar el ‘Frente Antifascista’, ocurren algunos hechos que tendrán gran incidencia en nuestro tema de estudio y que influirán notoriamente en el desarrollo de las estrategias comunistas en la década de los ochenta. El primer hecho relevante fue el proceso de reflexión y de crítica que ocurrió al interior del PCCh tanto en la estructura que funcionaba clandestinamente en Chile, así como en la que funcionaba en el exilio, y que derivó en la creación de nuevas concepciones estratégicas que se condensaron en la Política de Rebelión Popular de Masas. El otro hecho, es la formación de jóvenes militantes comunistas como oficiales de ejército profesional en las escuelas militares de Cuba y de otros países de la órbita socialista.
Un ejemplo de las ideas que se desarrollaron en el exilio son las que planteó un ‘grupo de análisis’ que funcionó en la ciudad de Berlín11, quienes en resumidas cuenta planteaban que, frente al inmovilismo político y social que suponía el fracaso de llegar a constituir formalmente el ‘Frente Antifascista’, el PCCh debía incorporar nuevas concepciones estratégicas que de verdad lograran desestabilizar a la dictadura y que le devolvieran al partido su protagonismo en la lucha de masas. Sin abandonar los ‘métodos tradicionales’ de la política comunista chilena: la vocación de masas y la búsqueda de alianzas políticas amplias, y además tomando en cuenta las lecciones más útiles de algunas insurrecciones populares a nivel mundial. Respecto este último punto, se debe señalar que un tema de consenso en el ‘grupo de análisis’ , era la idea de que los movimientos revolucionarios exitosos en América Latina, fueron llevados a la victoria por movilizaciones que abarcaron un amplio espectro social, fueron movimientos de masas, multitudinarios; así se ponía de ejemplo los procesos de inicio de la Revolución Cubana y a la Revolución Sandinista, no con la idea de trasladar mecánicamente dichas experiencias, pero sí se les veía como sucesos históricos, de los cuales sacar ciertas enseñanzas. Pero no sólo estas insurrecciones latinoamericanas ‘inspiraban’ a este grupo, otros sucesos fuera de este continente llamaban su atención, como la caída del Sha en Irán y la Revolución de los Claveles en Portugal. Ambos sucesos, compartían la característica de ser movimientos de masas y que en un momento determinado, las fuerzas armadas que sustentaban los gobiernos dictatoriales, sufrieron un quiebre en su seno a favor de los insurrectos, agudizando la crisis de dichos gobiernos.
El ‘grupo de análisis’ de Berlín propuso un alzamiento popular masivo, que copara las calles, provocando el desgobierno, y derrumbando síquicamente la capacidad de represión del ejército chileno. Bajo esta concepción, ‘lo militar’, no debería actuar por fuera de la acción de la masa, sino con ella, para potenciarla y ampararla. Es en este ámbito de acción donde debían actuar los cuadros militares del partido, a través de la ‘fuerza propia’ – más tarde el FPMR-, y en el trabajo de ‘autodefensa’ en los barrios populares (trabajo militar de masas). Es decir, lo principal era la movilización social, y no ‘lo militar’. Muchas de las argumentaciones del ‘grupo de análisis’, fueron informadas a la dirigencia comunista en Moscú, quién también recibía las recomendaciones del Equipo de Dirección Interior, en el sentido de que la lucha contra el régimen en Chile debía ‘dar un salto’, aprovechando la incipiente manifestación social que parecía despertar en el Chile de fines de los 70, y el ‘resurgir’ que estaba experimentando el partido en Chile. Teniendo en cuenta estos hechos, y los que comentábamos más atrás: rechazo de la DC, quiebre de la UP, sumados a la institucionalización del régimen militar, a través del fraudulento plebiscito del 11 de septiembre de 1980 para aprobar la nueva Constitución Política elaborada por los asesores del régimen, el PCCH decide dar a conocer lo que pareció ser su ‘nueva’ estrategia para enfrentar al régimen militar en la década de los 80.
El 3 de septiembre de 1980, a través de un discurso transmitido por Radio Moscú, Luis Corvalán anunciaba a Chile y al mundo, que el PCCh adoptaría una estrategia más combativa hacia la dictadura. El anuncio se hizo en el marco de un acto del PCCH en conmemoración de los diez años del triunfo de la Unidad Popular, el cual se llevó a cabo en la Sala de las Columnas, sede de los sindicatos soviéticos. La fecha en que se hizo este anuncio, también era simbólica porque se realizaba una semana antes que el régimen militar efectuara el ‘plebiscito’ para aprobar la Constitución de 1980 y las disposiciones para la transición democrática en Chile. Algunos planteamientos de este discurso fueron: “Se hacen humo las ilusiones respecto de una presunta liberalización del régimen. Se cierran los caminos para la evolución gradual con que algunos han soñado. En estas circunstancias, no tenemos dudas de que el pueblo chileno sabrá encontrar el modo de sacudirse del yugo de la tiranía. Las masas irrumpirán de una u otra manera hasta echar abajo el fascismo. Pinochet no podrá mantenerse en el poder por el tiempo que pretende. El derecho del pueblo a la rebelión pasa a ser cada vez más indiscutible (…) El pueblo sabrá descubrir en la lucha las formas específicas de expresión de su proceso democrático y revolucionario, dando paso, seguramente, a los más variados métodos que ayuden a desarrollar el movimiento de masas, aislar a la tiranía, aunar fuerzas, abrir perspectivas de victoria. Es el fascismo el que crea una situación frente a la cual el pueblo no tendrá otro camino que recurrir a todos los medios a su alcance, a todas las formas de combate que lo ayuden, incluso a la violencia aguda, para defender su derecho al pan, a la libertad y a la vida”12.
Según el análisis comunista, con la insistencia del régimen de ‘legalizarse’ y por ende proyectarse a largo plazo a través de la Constitución, se cerraba el camino para una pronta vuelta a la democracia. La obstinación de la dictadura, llevaba inevitablemente al ‘pueblo’, a buscar su liberalización, imitando un poco lo hecho por los portugueses, iraníes, y nicaragüenses, a través de la ‘irrupción de las masas’. Los párrafos referentes a ‘todas las formas de combate’ incluyendo la ‘violencia aguda’, son para algunos investigadores la prueba de un giro abrupto en la ‘línea política’ del PCCh hacia la insurrección armada. Más que un viraje, lo que se anunciaba aquí, era que desde el minuto en que el régimen militar no dejaba dudas acerca de su intención de prolongarse, se hacía necesario para los comunistas sumar a los métodos tradicionales de lucha, la violencia armada como el último recurso que resta, para hacer efectiva una real desestabilización del régimen.
No significó en definitiva renunciar a ningún medio de oposición a la dictadura, ni tampoco se apostó por una sola forma de lucha.
Con los anuncios del 3 de septiembre de 1980, el PCCh ‘oficializaba’ su ‘nueva’estrategia para enfrentar a la dictadura, la PRPM. Esta fue definida oficialmente por los comunistas de la siguiente manera: “un proceso de masas, político, ideológico, moral, cultural, organizativo, civil, militar y paramilitar que se engrana con toda la actividad del pueblo que no se vincula sólo a un tipo de forma de combate, sino que debe recurrir al arsenal histórico de lucha de nuestro pueblo y aprender formas de acción que aún le son desconocidas” 13. Cómo se puede apreciar el PCCh en su política de rebelión, incorporaba ‘lo militar’ a su práctica política, y esta política militar se dividió en tres componentes:
1) El Trabajo Militar de Masas (TMM), fue el trabajo de formación paramilitar en las poblaciones urbanas, en las organizaciones estudiantiles, sindicatos, etc, es decir, en los ámbitos que los comunistas definieron como ‘Frentes de Masas’. Tenía un carácter de autodefensa y de pequeñas acciones de sabotaje a nivel local. El TMM alcanzó mayor notoriedad mediática en las poblaciones urbanas, como por ejemplo en La Victoria, en esos lugares se enseñó y se alentó a los pobladores a hacer barricadas, enfrentarse a Carabineros cuando intentaban entrar a las poblaciones, provocar apagones a través de los clásicos ‘cadenazos’, etc.
Su forma orgánica concreta fueron Las Milicias Rodriguistas (MR) y los Comité de Autodefensa de Masas (CAM). Estos grupos del PCCh, que estaban presentes tanto en las poblaciones, el ámbito sindical como en los establecimientos estudiantiles, fueron la expresión del intento comunista de que ‘lo militar’ estuviera presente en todo el Partido, con un carácter eminentemente de autodefensa y de apoyo a las movilizaciones de ‘masas’.
Acerca de las Milicias Rodriguistas (MR), vale la pena citar un trabajo de R. Álvarez donde se hace referencia a esta estructura para-militar, y que sirve para despejar confusiones respecto a la relación entre las MR y el FPMR: “En el caso de las Milicias Rodriguistas, estás no dependían del FPMR, aparato armado del PCCh, sino que de la Comisión Militar de las direcciones regionales de la Jota y el Partido. En el caso de la Enseñanza Media, de la DREM (Dirección Regional de Enseñanza Media)”14.
El PCCH, también llamaba a esta área de trabajo como ‘La Organización Militar del Pueblo’: “Consiste precisamente en la existencia de destacamentos populares organizados militarmente, por ejemplo, en milicias.
Estos destacamentos se constituyen a través de un proceso y pueden comenzar como organismos de autodefensa para luego, habiendo adquirido experiencia, mayores niveles de organización y equipamiento, pasar a una fase superior que implique avanzar en acciones de desestabilización de la dictadura en la perspectiva de una ofensiva estratégica , todo según lo demande la situación política.
En su proceso de formación estas milicias comienzan constituyéndose como destacamentos pequeños –cinco o diez personas- girando principalmente en torno a la autodefensa de masas. En una posterior etapa estas milicias apuntarán a subordinarse a una jefatura común, constituyendo cuerpos mayores. En ellas puede participar todo el pueblo, independientemente de sus convicciones políticas, filosóficas o religiosas, bastando profesar una posición anti-fascista, el deseo de luchar para poner fin a la dictadura y reconquistar la democracia”15.
2)La Fuerza Militar Propia: “Se entiende por tal a aquel aparato armado preparado en el arte militar, disciplinado, premunido de los recursos humanos, técnicos y materiales suficientes, conformado exclusivamente por militares del Partido. Esta fuerza militar propia debe estructurarse en los diversos eslabones del Partido, subordinándose siempre a las direcciones políticas respectivas y a la dirección central. La fuerza militar propia debe ser capaz de ponerse a la cabeza de la organización militar del pueblo”16.
Generalmente esta definición puede ser aplicable al FPMR, sin embargo, se debe aclarar que no solamente el FPMR constituyó la Fuerza Militar Propia de los comunistas, otras estructuras del Partido, tales cómo las U.C. (Unidades de Combate) y los G.O. (Grupos Operativos), también realizaron acciones ‘audaces’ de carácter paramilitar. A nivel operativo, las U.C., se encargaban de realizar pequeñas acciones de sabotaje y de otro tipo, tales cómo ‘castigar’ o amedrentar a los ‘sapos’ que colaboraban con las fuerzas de represión dictatoriales. Los G.O. cumplían misiones que requerían un nivel de preparación más elevado, cómo por ejemplo, acciones de ‘recuperación’ (asaltos) de medios económicos para financiar la lucha clandestina. Muchas de las acciones que fueron atribuidas al FPMR, en realidad fueron perpetradas por estas estructuras17.
Respecto al FPMR, esta estructura tuvo un carácter de fuerza de elite, la cual debía encargarse de realizar las acciones de sabotaje o desestabilización más complejas, y las que provocaban un impacto más general, como por ejemplo, los apagones nacionales en apoyo de las jornadas de protesta, los cuales requerían un grado de coordinación a nivel nacional, para que el sistema eléctrico interconectado sufriera diversas fallas a la vez, provocando la caída del sistema en varias regiones del país. También fueron los encargados de llevar a cabo las acciones más difíciles y delicadas en contra de los organismos de represión del régimen militar, como lo fueron los ataques a los diversos cuarteles de la CNI, así como también las acciones de propaganda armada, destinados a lograr hechos políticos de importancia, cuya máxima expresión fue el intento de magnicidio de Augusto Pinochet.
3. El Trabajo hacia las F.F.A.A. Se trataba de un trabajo político ideológico. “Es la actividad realizada por el conjunto del partido, del pueblo y las fuerzas democráticas, destinadas a 1)ganar a un sector de las Fuerzas Armadas –aquél más sano- para la causa patriótica de la recuperación de la democracia; 2) neutralizar a otro sector de las F.F.A.A., impidiendo al menos que respalde militarmente a la Dictadura, a pesar de que no se ubique activamente del lado de las fuerzas democráticas, y 3) aislar a los irreductibles, a la cúpula fascista y a sus grupos incondicionales de torturadores, corrompidos y criminales”18.
También denominado ‘Frente Clarín’, en el cual se constituyó la Brigada Operación Victoria, cuyo principal objetivo era provocar el derrumbe político moral de las FFAA, para derribar el principal sostén de la dictadura. Consistió desde un trabajo de propaganda al interior de las FFAA, hasta el establecimiento de contactos con algunos oficiales de estas, pasando por la obligación que tenían los miembros de las JJCC de realizar el servicio militar obligatorio. Acerca de la labor de propaganda, esta tuvo su faceta de ‘acercamiento público’ vía proclamas, con un discurso que tenía el objetivo de establecer un cierto grado de convencimiento al interior de ellas, del error en que habrían incurrido en apoyar a un régimen autoritario y personalista como el de Pinochet, planteando la necesidad de que las FFAA, también debían sumarse a la lucha contra una dictadura que dividía al país, estaba en contra del pueblo, y que favorecía principalmente a los grupos económicos foráneos. En este sentido, el PCCh levantaba las banderas del constitucionalismo y del nacionalismo que debían ser propias de unas FFAA en un régimen democrático normal, como manera de mostrar que la lucha de los anti-fascistas no era precisamente una guerra contra las FFAA, sino contra los mandos y estructuras comprometidos con la represión y el beneficio económico a costa del pueblo, de las corporaciones nacionales y extranjeras.
Como ya se ha planteado, la PRPM fue la estrategia del PCCH durante los ochenta, y se supuso que esta política de rebelión contribuiría a generar un estado de movilización general y prolongada, a la cual el Partido atribuía como la ‘salida más probable’ a la dictadura, la Sublevación Nacional, el momento culmine de la insurrección popular planteada por la PRPM. De este concepto también se desprende el de ‘año decisivo’, el cual quedó radicado en el año 1986, porque según el análisis comunista, la creciente movilización popular iniciada por las Jornadas de Protestas Nacionales en 1983, las dificultades económicas del régimen (crisis del 82),el estancamiento de una cierta apertura del régimen con el fracaso del llamado Plan Jarpa (1983), más la consolidación de la Política Militar del partido, le hacían pensar, que en ese año, las fuerzas acumuladas contra el régimen provocarían su crisis y su caída final. La Sublevación Nacional (SN), fue definida por el Pleno del Comité Central de enero de 1985 “como un levantamiento o sublevación que involucre a toda la población, a la mayor parte de las fuerzas políticas y sociales, y parte de las FFAA que estén contra la dictadura. Se trata de llegar a un estado de rebelión generalizada, que logre la paralización real del país, alzamientos populares en los principales centros urbanos, con la participación decidida del proletariado
industrial, de los estudiantes, de las capas medias, y del campesinado. Tales acciones se verían fortalecidas por golpes efectivos en apoyo a la paralización, que ayuden a acelerar el desmoronamiento político moral de las fuerzas represivas. La culminación de este proceso debiera ser el copamiento por las masas de los principales centros políticos del país. En esta perspectiva –señalo el Pleno- nuestra tarea principal será la de crear y mantener una situación de movilización total en el plano político y social que disperse las fuerzas represivas del régimen”18.
Como se puede apreciar la Política de Rebelión Popular de Masas, aparece como fundamental en el nacimiento y creación del FPMR, aunque teóricamente, esta estructura no era el elemento central de esta política, pero que con el transcurrir del tiempo por el impacto mediático de sus acciones, empieza a adquirir más notoriedad que los otros componentes de la política militar comunista. La PRPM es uno de los elementos que le da vida al FPMR, como coinciden las actuales y opuestas vertientes del ‘rodriguismo’:
“(...) otro elemento es la Política de Rebelión Popular de Masas que para mí es lo fundamental, es decir, sin política de rebelión popular de masas en los comunistas no hay FPMR, no habría surgido, yo creo que esa es la causa directa del surgimiento del frente: una política, un diseño estratégico para combatir a la dictadura..” 19.
“(...) el FPMR, una estructura por lo tanto dependiente de una comisión militar del partido, era por lo tanto un ente funcional-ejecutor en el plano operativo de la implementación de la política de Rebelión Popular, que era la estrategia en ese momento del PC para enfrentar a la dictadura”20.
Respecto al segundo hecho que es parte de la historia del FPMR –la formación de cuadros militares- se debe señalar que a inicios del año 1974, se estableció un acuerdo entre el PCCh, y el gobierno cubano, encabezado por Fidel Castro, para la formación de militantes comunistas como oficiales en las Escuelas Militares cubanas. Cabe destacar que para ese entonces, los comunistas no tenían aún desarrollado una estrategia que incluyera ‘lo militar’ en la política, es decir, se tomó esa decisión sin tener muy claro cuales eran sus objetivos, y mucho menos que consecuencias podía acarrear.
Ya habían pasado varios meses desde el golpe de Estado de 1973, el PCCh y la izquierda en general sabían de los rigores de la persecución desatada en su contra, así que no es de extrañar, que el PCCh haya asumido tempranamente la necesidad de mejorar su capacidad de autodefensa, y quizás, también se empezaba a hacer cargo de sus insuficiencias en el terreno de ‘lo militar’, aunque no con la elaboración teórica y estratégica que tendría este tema tiempo después. Aceptada la oferta cubana, empieza casi inmediatamente, el proceso de incorporación de militantes comunistas chilenos a la Escuela Militar cubana Camilo Cienfuegos. Los comunistas enrolados pertenecían a las JJCC, y en su mayoría habían formado parte de un grupo de jóvenes militantes de la UP que habían llegado antes del golpe a la Isla, a estudiar medicina. Eran cerca de un centenar lo estudiantes comunistas presentes en la isla al momento del golpe de 1973. A este contingente de estudiantes de medicina, se sumaron otros jóvenes provenientes del exilio desde Chile y de países europeos.
Pero no sólo en Cuba fueron formados los cuadros militares del PCCh, ya que también hubo otro contingente de chilenos que se formó en Bulgaria. Uno de ellos fue César Quiroz, quién comparte una experiencia política similar a la de los otros enrolados del PCCH: militante de las JJCC, vivió intensamente el gobierno de la UP, y luego, producto del golpe de Estado de 1973, vivió la persecución política, y tuvo que marchar a un largo periplo por el exilio, hasta que aceptó la oferta de transformarse en un cuadro militar: “Yo ingresé a militar a las JJCC el año 69…y viví toda la experiencia de la UP como militante y dirigente de las JJCC en la provincia de Bio-Bio en Los Ángeles más concretamente (…) como resultado del golpe de estado, yo fui reclamado por las autoridades dictatoriales en mi provincia y tuve que pasar a la clandestinidad.
Me mantuve algo así como alrededor de cinco meses más o menos, y en enero del año 74 me asilé en la embajada de Argentina. Viví en Argentina durante dos años trabajando en el tema de la solidaridad con Chile, militando activamente en la Juventud Comunista, y fui expulsado de Argentina, fui expulsado el año 75 por el gobierno de Estela Martínez de Perón (…) y salí a Dinamarca, después en Dinamarca permanecí un año, posteriormente me fui a estudiar un año a Moscú, a la Unión Soviética, y allí se me propone que pueda formarme como militar profesional, como Oficial.
Estudié durante cinco años en Bulgaria, en su Escuela Militar, posteriormente de allí nos fuimos a Cuba. El grupo nuestro que era de varios compañeros, y allí permanecimos tres años, llegamos el año 81 hasta el año 84 permanecimos en Cuba trabajando como profesores en una escuela militar también en Cuba…”21.
Como anotábamos anteriormente, cuando el PCCh decide iniciar la preparación de cuadros militares, no tenía todavía muy definido el papel que iban a jugar estos cuadros en su estrategia. Cuando se tomó esta decisión, se pudo tener en mente, la superación de las falencias que había mostrado el partido en el terreno de ‘lo militar’, pero de una manera muy vaga, no había en desarrollo una estrategia elaborada que justificase dicha opción. Esta indecisión estratégica de los comunistas, al parecer provocó un sentimiento de incertidumbre y frustración en sus nóveles oficiales, los cuales con el correr del tiempo empezaron a cuestionar un cambio que les significó dejar muchas cosas atrás, y que hasta ese momento parecía ser por nada, ‘¿aportaremos alguna vez a la lucha en Chile, o permaneceremos como miembros de las FAR22?’, parecía ser la pregunta más frecuente entre el contingente. Este sentimiento de incertidumbre en un momento amenazó con minar la moral de los jóvenes oficiales y con ello todo el proyecto de formación de cuadros militares23.
Sin embargo, un suceso de largo aliento en la historia contemporánea sudamericana que llegaba a su punto culmine, ofrecería una especie de ‘válvula de escape’ a la incipiente crisis que se avecinaba entre el partido y sus oficiales: la ofensiva final de los sandinistas contra la dictadura de Anastasio Somoza, en Nicaragua, el año 1979.
La idea de enviar a los cuadros militares del PCCh, a combatir junto a los sandinistas en Nicaragua, fue una iniciativa del gobierno cubano en consulta con el partido chileno. En 1978, los sandinistas habían iniciado su ofensiva final contra el régimen somozista, Cuba, en vista de una perspectiva insurreccional favorable, decide dar un apoyo decisivo a los revolucionarios nicaragüenses, pero a raíz de las restricciones impuestas por las reglas tácitas de la Guerra Fría24, La Habana no podía mandar un contingente militar propio –aunque si participaron algunos oficiales encubiertos-, por lo tanto el gobierno cubano decide movilizar cuadros militares formados en la isla, pero que no son de nacionalidad cubana, y entre ellos, son convocados los oficiales del PCCh25.
Este partido, siguiendo la histórica característica del ‘internacionalismo’ comunista, acepta enviar al contingente chileno, el cual arribó a Nicaragua a principios de 1979, agrupándose en lo que se denominó como Batallón Chile. Su lugar de combate fue el Frente Sur ubicado en la frontera con Costa Rica, y que abarcaba desde el Océano Pacífico hasta el lago Nicaragua. Desde esa posición los sandinistas lanzaron su ofensiva final contra el gobierno de Somoza, que provocó que la lucha al estilo de ‘guerra de guerrillas’ que se había desarrollado en Nicaragua, derivara en un combate frontal y del tipo convencional entre la Guardia Nacional y las fuerzas sandinistas. De ahí la necesidad de estos últimos de contar con militares profesionales entre sus filas, sobretodo si estos tenían conocimiento sobre el manejo de sistemas de armas más complejos, como lo era la operación de piezas de artillería. Por esto, el aporte de los chilenos –dado por su formación de militares profesionales - sería muy valorado y reconocido por los sandinistas, y algunos de los oficiales chilenos llegarían a lo más alto de la nueva dirigencia nicaragüense surgida después del triunfo de la revolución. Si bien esta experiencia fue exitosa para los oficiales del PCCh, estos debieron lamentar la muerte de dos de sus miembros: Days Huerta Lillo y Pablo ‘payo’ Lagos26. Por último, se debe consignar que el apoyo de los comunistas chilenos al naciente gobierno sandinista, se extendió durante gran parte de la década de los 80, sobretodo en el combate a la ‘Contra’27 nicaragüense.
Por otro lado, el proceso de formación o perfeccionamiento, en tácticas paramilitares de militantes comunistas, también continuó en los años 80, incluyendo además de los países mencionados, a Alemania Oriental y la URSS.
Mientras tanto el PCCh en Chile comenzaba a concretar su estrategia más combativa hacia la dictadura, es así cómo se decide crear una estructura para llevar a cabo las acciones que llevaran a la práctica los anuncios de 1980 referentes al uso de ‘todas las formas de lucha’ incluyendo la ‘violencia aguda’, el Frente 0. Si bien las acciones de esta estructura, en la retórica del partido se clasificaban en el área del ‘trabajo militar’, se debe aclarar que dichas acciones emprendidas por esta estructura correspondían más bien a pequeñas acciones de sabotaje con un sentido propagandístico, hechas casi artesanalmente y con escasos medios, objetivamente no se puede hablar todavía de acciones militares. Todavía no eran los tiempos de los grandes arsenales de Carrizal Bajo, ni habían ingresado al país los ‘oficiales’ del PCCh. Esta estructura funcionó entre los años 1981 y 1982. En esos años ya se había constituido una Comisión Militar al interior del PCCh, estructura responsable de desarrollar y coordinar a los componentes militares de la PRPM.
Una de las acciones en las que participó el ‘Frente 0’ que tuvo más resonancia a nivel mediático, fue su sabotaje al Festival de la Canción de Viña del Mar, el 22 febrero de 1981. Esta acción consistió en la difusión de una proclama a nombre del ‘Comando Manuel Rodríguez’ contra la dictadura, y en la provocación de un apagón a nivel de la V región. Este apagón provocó que la Quinta Vergara quedara a oscuras por al menos tres minutos y el famoso festival debió continuar con equipos de emergencia, el siguiente relato nos ilustra en que consistió dicha acción: “…se escribió una cuestión y grabaron una casette adentro de un closet, entonces después volvieron: ‘la idea es esta, no hay otra oportunidad de aquí hasta doce meses más, el Festival de Viña’ y ¿qué vamos a hacer? ‘hay que comprar una “cachá” de toca casette, trabajar con los regionales, mandar refuerzos para Valparaíso, para Viña’, y se armó una cuestión grande, empezaron aparecer toca casettes para perderlos, porque se dejaban; toca casette con pilas que se dejaban puestos en una esquina o al lado de un quiosco, o en unas cajas de cartón, y había que echarlos a andar todos al mismo tiempo y la gente que iba pasando por la calle comenzaba a escuchar ‘Manuel Rodríguez y la dictadura y bla bla bla…’ y después empezaron los apagones, que eran cadenazos, ahora yo no se realmente, pero en su gran mayoría eran cadenazos”28. Acciones de este tipo estaban orientadas básicamente a demostrar que era posible para la ciudadanía, a pesar de la realidad represiva que vivía el país, manifestar su oposición a la dictadura. Además, esta propaganda activa del PCCh confirmaba la “resurrección” de aquel partido, después de su debacle de 1976. Esta “resurección” incluso era confirmada por las fuentes oficiales de la época, cómo queda de manifiesto en un artículo de la revista Qué Pasa de fines de agosto de 1981, titulado Partido Comunista: ¿Vivito y coleando?, donde se comentaba entre otras cosas la reaparición de El Siglo29 y se señalaba que: “Sus máximos organismos de poder han sido descabezados dos veces por fuerzas de Seguridad, pero hoy día parecen estar nuevamente estructurados”30.
También ese mismo año, la Dirección clandestina del partido, autoriza la circulación entre las filas comunistas del documento denominado Lo Militar en la Política del Partido, donde se sistematizan gran parte del conjunto de ideas que se han venido desarrollando al interior del PCCh acerca del tema militar. La circulación de este documento entre los militantes tenía una doble misión: difundir y clarificar las nuevas concepciones estratégicas que el partido quería aplicar. Este documento muestra la intención del PCCh, de que el tema militar fuera incorporado cada vez más al acervo político de los comunistas, como un elemento constitutivo de su estrategia política global. Pero, para que esta incorporación de ‘lo militar’ no generara concepciones erróneas acerca de la política del partido, las cuales provocarían una ‘desviación militarista’ entre las filas comunistas, se debía clarificar qué significaba realmente ‘lo militar’ en la política.
Este documento también cumplía con este objetivo clarificador. Algunos de sus planteamientos hacían hincapié en la idea que ‘lo militar’ se subordina a la dirección política, que el desarrollo de las acciones violentas debe ir en concordancia con el movimiento de masas, no divorciado de él, y que ‘lo militar’, debía ser un tópico manejado por la inmensa mayoría de los integrantes del partido. Algunos párrafos destacados son: “La perspectiva insurreccional no se reduce a las acciones audaces sino que involucra toda la actividad revolucionaria de las masas. Las acciones audaces son de masas no tanto por el número de sus participantes sino por su armonía con el estado de ánimo de las masas. Pero se trata además que las acciones son de masas no sólo por su carácter sino además por el concurso de la inmensa mayoría de las masas del pueblo. Lo insurreccional, es decir la capacidad de las masas de centrar su lucha fuera, en contra y a pesar de la institucionalidad fascista, debe impregnar todas las formas de lucha, incluidas las más ‘pacíficas’ y legales”31. Otro párrafo, a modo de conclusión señalaba: “La primera conclusión es que lo militar es parte substancial de nuestra línea política y, por ende, debe estar al centro de nuestra discusión, elaboración y práctica insurreccional del Partido.
Esto permite despejar el error de considerar que lo militar es una cuestión eminentemente ‘técnica’ y no primera y principalmente política.
En tercer término, que lo militar, es decir la política militar debe ser aplicada por el conjunto del Partido y no sólo por sus frentes especializados; y ser capaz el Partido de llevar esta política a las masas”32 . Claramente algunos planteamientos de este documento, estaban influenciados por la búsqueda de la superación del ‘vacío histórico’ de la política comunista, en el sentido que ‘lo militar’ fuera incorporado como un tema de análisis que se debía tener en cuenta a la hora de hacer política. Por otra parte, este documento recomendaba que ‘lo militar’, asociado con las prácticas desestabilizadoras, fuera manejado por la gran mayoría de los militantes del partido, que a su vez deberían transmitirlo a las masas. Sin embargo, se debe aclarar, que una cosa es lo que recomiendan los documentos y otra cosa es lo que al final sucedió en la práctica. Si bien es cierto que el PCCh hizo un esfuerzo por incorporar ‘lo militar’ en sus tesis insurreccionales, y esto se concretó en la creación del FPMR y en su presencia paramilitar en las poblaciones populares de las ciudades chilenas, lo cierto es que al interior mismo del PCCh, hubo militantes y dirigentes que miraban con cierto recelo estas nuevas tesis y siempre se opusieron a ellas. Además que el Partido, como una necesidad táctica, siempre trato de mantener en un bajo perfil su relación con las acciones armadas, y por ejemplo nunca hubo un reconocimiento que el FPMR era parte del partido, como una forma de no entorpecer posibles acuerdos con las fuerzas políticas de ‘centro’ y así evitar quedar aislado políticamente.
En junio del año 1983, se realiza en La Habana una reunión entre dirigentes del PCCh que venían desde Chile y Moscú, con sus ‘oficiales’ que se encontraban en la isla caribeña, a esta reunión se le denominó como el ‘concentrado’ de La Habana33. El motivo de esta reunión, era analizar los pasos a seguir por parte del partido frente a la creciente efervescencia social que parecía estallar en Chile y cuya manifestación más palpable había sido la protesta del 11 mayo del mismo año. En el marco de esta reunión se dio un impulso decisivo a la implementación de la PRPM en todos sus ámbitos. Se decide cursar la ‘baja’ de los oficiales del PCCh de las FAR para que inicien su ingreso a Chile, incorporándose al desarrollo e implementación del trabajo militar partidario y específicamente de su fuerza militar propia, la encargada de llevar a cabo las acciones más ‘audaces’ contra la dictadura. Raúl Pellegrin fue puesto a cargo de la incipiente estructura, y junto al resto de oficiales que ingresaron probablemente a fines de junio y julio de 1983, se abocó a la tarea de construir la Fuerza Militar Propia. También en distintas fuentes se señala que habrían sido incorporados a este incipiente ‘brazo armado’, algunos cuadros que habían participado en el Frente 034. Lo que es claro es que el número de combatientes fue reducido, así como también el material logístico con que contaba esta naciente estructura militar. Por último se debe señalar que no ingresaron todos los ‘oficiales’ al país en ese año, algunos ingresarían tiempo después y otros permanecerían fuera del país durante varios años, por ejemplo Apablaza no ingresaría hasta el año 1986, o César Quiroz, quién permaneció gran parte de los ochenta también fuera del país, sin embargo también estaban cumpliendo misiones relacionadas con el ‘trabajo militar’ del PCCh.
Después de su proceso de estructuración, el FPMR quedó encabezado por una Dirección Nacional (DN) que actuaba como jefatura superior y estaba integrada por unos cinco ‘comandantes’, encabezada por Raúl Pellegrin (‘Jose Miguel’ o ‘Rodrigo’). Siguiendo la línea de jerarquía del FPMR, sucedían a los ‘comandantes’ de la Dirección Nacional, los jefes y sub jefes regionales o zonales, los cuales estaban a cargo de los destacamentos, denominación que recibía la estructura operativa del FPMR presente en cada región y según el extracto de un informe que hemos denominado como Organización del FPMR, estos destacamentos hacia mediados de los 80 habrían sido los siguientes:
“V región
Destacamento J.M. Balmaceda
VI región
(Curicó-Rancagua) Destacamento Bernardo O’Higgins
VIII región
(Concepción) Destacamento Lientur
IV región
Destacamento Camilo Henríquez
IX región
Destacamento Lautaro (principalmente Lota y Coronel)
Región Metropolitana
Destacamento Salvador Allende
Destacamento Chacabuco”35.
Estos destacamentos estaban formados por las distintas Unidades o pelotones que operaban en las zonas donde el FPMR tenía presencia. En definitiva estas unidades eran los ‘grupos operativos’, los cuales llevaban a cabo concretamente las distintas acciones que realizaba el FPMR. Se puede decir que estos grupos operativos eran la ‘base’ de la organización. Cada unidad o ‘grupo operativo’ también estaba a cargo de un jefe responsable y el número de combatientes que componían dichas unidades al momento de actuar, estaba determinado por el tipo de acciones que llevaban a cabo. Así por ejemplo, una unidad que participaba de una voladura de torres de alta tensión, se estructuraba de forma distinta a la que participaba en un ataque a un cuartel de la CNI o a la que estaba asignada a la autodefensa de los barrios populares en los centros urbanos. A esta estructura de combate, se sumaban las unidades que conformaban las redes logísticas o de apoyo al FPMR. Esta ‘red’ logística estaba encargada de distintas tareas como la atención médica, el mantenimiento de la ‘infraestructura de funcionamiento’: casas de seguridad para los acuartelamientos, reuniones de planificación y el resguardo de armamento (barretines) así como su transporte. Otra función de los equipos de apoyo era la propaganda. En varios de estos aspectos, inicialmente el FPMR dependía absolutamente del PCCh, pero según algunas fuentes, esta estructura en algunas de estas áreas, como por ejemplo la de propaganda desarrolló un trabajo propio después de algún tiempo36. La publicación oficial del FPMR fue ‘El Rodriguista’, revista de circulación clandestina, que contenía artículos sobre la realidad nacional e internacional, incluso una sección de humor y documentos o proclamas donde el FPMR daba a conocer sus planteamientos.
Una expresión interesante de la propaganda rodriguista fue el uso de transmisiones radiales, vía la intervención del audio de las transmisiones televisivas ordinarias. Otra forma de dar a conocer sus postulados y acciones fueron los Boletines de Prensa que se hacían llegar regularmente a los medios de comunicación, así como también las conferencias de prensa clandestinas con presencia de corresponsales chilenos y extranjeros. También a través de acciones de tipo operativo, el FPMR se daba a conocer, un ejemplo de esta situación fueron tres de los cuatro secuestros llevados a cabo por el FPMR durante el período en que actuó como una estructura unida y perteneciente al PCCh37 (desde 1983 hasta mediados de 1987), todos ellos con el fin de provocar un impacto noticioso en el país. Para finalizar este punto, sólo queda consignar que el FPMR dependía orgánicamente de la Comisión Militar del PCCh, compuesta por unos tres miembros del partido y algunos ‘comandantes’ de la Dirección Nacional del FPMR. En la Comisión Militar del PCCh se daba la instancia de comunicación y de coordinación entre el partido y su fuerza militar propia.
Y si bien la DN dependía orgánicamente de la Comisión Militar del PCCh, esta jefatura en lo operativo actuaba con una cierta independencia, es decir, por el carácter del trabajo de esta estructura y por razones prácticas, la DN no iba a discutir cada acción cotidiana que realizaría con la Comisión Militar del partido, así lo plantea Cesar Quiroz:“(…)la Dirección Nacional del FPMR como un ente yo diría como un ente con características autónomas, porque el Frente funciona en base a diseños políticos y estos diseños políticos son los del PC (…)por lo tanto teniendo ese diseño, no es necesario que haya que tener una suerte de relación permanente en la cuál el Frente este recibiendo indicaciones periódicas del PC para funcionar, no, están diseñadas las líneas estratégicas y ahora los aspectos tácticos, la implementación práctica de esos diseños estratégicos es lo que hace el Frente y para eso tiene una Dirección que actúa, que elabora, que organiza, que toma decisiones y que actúa en consecuencia”38.
Respecto al financiamiento del FPMR, este dependía de los recursos financieros entregados por el PCCh, el cual a su vez los recibía de la ayuda internacional prestada en su mayoría por los países del bloque socialista y por empresas que el propio partido impulsó para financiar sus actividades. Sin embargo, pronto la realidad mostró que estas vías de financiación provenientes del PCCh eran insuficientes para costear el funcionamiento del FPMR, por lo tanto esta estructura debió realizar acciones de ‘recuperación económica’, es decir, asaltos a objetivos financieros tanto públicos como privados. Este tipo de acciones era una situación riesgosa para el FPMR, tanto por motivos político- morales, como prácticos; ya que en los asaltos podían salir dañadas personas comunes y corrientes, tanto del público que estaba en el lugar asaltado, así como por la respuesta lógica de los dueños o de los encargados de defender el local asaltado. Esta situación, obviamente iba en desmedro del interés del FPMR de lograr la adhesión de la población en general, más aún, si en una de estas acciones resultaba aprehendido o abatido algún miembro del grupo operativo, lo cuál era material ideal para que el régimen militar mostrara al FPMR cómo un grupo de ‘delicuentes’ sin sustento ideológico.
Se sumaba a lo antes descrito, la posibilidad de un seguro enfrentamiento con las fuerzas de seguridad que acudirían al llamado de alerta y si bien los combatientes del FPMR estaban preparados para esa posibilidad, sin duda la capacidad de ‘copamiento’ del sitio del suceso por parte las fuerzas de seguridad era superior, lo que podría traer un negativo balance para el grupo operativo materializado en detenidos o muertos. Así ocurrió el 28 de abril de 1986, cuando a las 08:00 horas aproximadamente, en la comuna de La Cisterna fue asaltada la panadería Lautaro por un grupo del FPMR, alertado de esa situación, una camioneta de Carabineros concurrió al lugar produciéndose un enfrentamiento, por lo cual murió el carabinero Miguel Vásquez Tobar y resultaron heridos los otros dos tripulantes del vehículo policial. Sin embargo, estos alcanzaron hacer uso de sus armas de servicio hiriendo de muerte a Lenin Miranda Clavijo, integrante del FPMR, quién alcanzó a huir unos 150 metros de la panadería antes de caer desplomado definitivamente producto de los impactos. Es difícil establecer con certeza cuantas acciones de este tipo realizó el FPMR durante esta etapa de su historia, ya que se deben distinguir los asaltos con fines netamente económicos, de los que tenían como finalidad ‘recuperar’ medios materiales para ocupar en futuras acciones. En esta última categoría se clasifican los asaltos a armerías (que en el período 1983-1986 sumaron siete) y los vehículos sustraídos a sus dueños, que proporcionaron el transporte para muchas operaciones. También cabe consignar, que la posibilidad de establecer el número real de acciones de ‘recuperación’ perpetradas por el FPMR se dificulta aún más, porque el gobierno de aquella época tendía a acusar de cada acto delictual, así como de cada atentado con explosivos al FPMR, como una manera de presentar a dicho grupo sólo como una banda de simples ‘terroristas’.
Por el mismo motivo, la dictadura también llevó a cabo acciones de este tipo39, a través de sus servicios de seguridad (primero la DINA y luego la CNI), como una forma de crear un clima social proclive a la acción represiva y como parte de una campaña de desprestigio hacia la oposición al régimen. Un ejemplo de esta situación, lo constituye el caso del teniente de ejército Patricio Contreras Martínez, quién encontró la muerte el 6 de octubre de 1984 en la ciudad de Punta Arenas, cuando instalaba una bomba en la parroquia Nuestra Señora de Fátima de dicha ciudad. Al parecer el artefacto explosivo le jugó una mala pasada estallando cuando no debía, muriendo el teniente horriblemente despedazado.
Es también por necesidades económicas, que el FPMR realiza el único secuestro con fines económicos que esta estructura llevó a cabo durante los años 80, el cuestionable secuestro del hijo del empresario Manuel Cruzat, Gonzalo Cruzat Valdés de tan sólo 10 años, efectuado el 10 de abril de 1984. El menor fue liberado después de cinco días, luego que la familia pagó un cuantioso rescate.
Por último, es relevante señalar que las acciones que realizó el FPMR durante este período de tiempo, respondieron a las directrices planteadas en el diseño político-estratégico diseñado por el PCCh para enfrentar a la dictadura, las cuales ya han sido comentadas. Siguiendo esas directrices, las acciones del FPMR, se concentraron principalmente en acciones de sabotaje contra la infraestructura pública, objetivos políticos de la dictadura –por ejemplo, el edificio Diego Portalesy en acciones de ‘advertencia’ contra las fuerzas de seguridad que actuaban contra la población en aquella época, la CNI y Carabineros de Chile. Dichas acciones consistieron principalmente en voladuras de torres de alta tensión, una de las acciones más comunes llevadas a cabo por el FPMR, algunos casos de sabotaje a la infraestructura vial cómo la voladura de parte del puente Achibueno, realizada el 1 de noviembre de 1985, acciones de propaganda, como la toma de los estudios centrales de Radio Minería el 7 de junio de 1984, para difundir una proclama, a esto se sumaba el trabajo de las ‘unidades territoriales’ destacadas en los barrios periféricos urbanos, que actuaban en conjunto con las Milicias Rodriguistas para apoyar la protesta popular.
A este tipo de acciones se sumaban las operaciones espectaculares, como lo fue el rescate del combatiente Fernando Larenas Seguel, hecho ocurrido el 1° de junio de 1985. Larenas estaba involucrado en el secuestro del menor Gonzalo Cruzat y en el marco de la investigación de ese caso, fue identificado por la CNI, quienes se abocaron en su búsqueda, siendo interceptado en la vía pública por funcionarios de este organismo de seguridad el 20 de octubre de 1984. Larenas intentó oponerse a su captura, por lo que fue baleado recibiendo un impacto de bala en su cabeza “que lo dejó de por vida en estado semivegetal, incluso, el magistrado al someterlo a interrogatorio comprobó que era inútil intentar algo coordinado o cuerdo con él”40. Debido a su delicado estado de salud y a que en lo inmediato no podría aportar mucho a la investigación, los tribunales – la Tercera Fiscalía Militar y el 12° juzgado del crimen- habían autorizado su internación en la casa de reposo particular ‘Nuestra Señora de las Nieves’ ubicada en el paradero 10 de Gran Avenida, lugar desde el cual fue rescatado por un grupo de sus compañeros y sacado hacia el extranjero junto a su esposa. Fue este tipo de acciones las que le dieron al FPMR una especie de ‘aura mítica’ en el inconsciente colectivo, la más famosa de este tipo, claro esta, fue el atentado a Augusto Pinochet.
En los escritos sobre la historia de esta estructura que ha confeccionado el FPMR-Autónomo se señala que para los años 1985-86 el número de acciones también habrían sido cercanas al millar: “podemos decir que en 1985 el FP realizó 350 acciones exitosas y cincuenta fallidas. En 1986 las fallidas fueron 150 y 554 las exitosas, donde 70 de ellas fueron derribamiento de torres; treinta fueron cortes de vías férreas; 18 fueron ataques a instalaciones de las fuerzas represivas; hubo ocho acciones de hostigamiento; 337 sabotajes menores; fueron distribuidos cinco camiones con alimentos y se realizaron ocho acciones especiales, entre las que están la emboscada a Pinochet y el ataque al cuartel de Carabineros de calle Polo Banda”41. Como se puede apreciar, el tipo de acciones que llevó a cabo el FPMR, responden a los lineamientos estratégicos planteados por la PRPM, y esto demuestra que el sentido que tenían las acciones del FPMR no respondían a reproducir el ‘foquismo’ o una lucha guerrillera directa contra la dictadura, ni fue la intención del PCCh de vertebrar toda su lucha en torno a una ‘vía armada’. Claramente estas acciones tenían por objetivo apoyar la movilización social que tuvo un gran auge a mediados de los ochenta, poseían sentido en ese marco de gran descontento social y de movilización42.
Incluso el FPMR en cuanto a su discurso e identidad acentuada en lo patriótico, proseguía transmitiendo la idea de una ‘unidad’ antifascista amplia y transversal, más que proponer aislarse en una política violentista. No es casualidad el nombre de ‘Manuel Rodríguez’, perfectamente pudo llamarse ‘Frente Luis Emilio Recabarren’, sin duda se apuntaba a algo amplio y convocante.
Sin embargo, su éxito y continuidad, así de como de gran parte de la PRPM, estaba determinado por la permanencia de ciertos factores, que al finalizar la década se diluyeron: después de 1986, el año que al final no fue ‘decisivo’, la movilización social cayó en un reflujo, porque para evitar un estallido social más dramático, y en parte por la mediación del Vaticano y los EEUU, la dictadura y parte de la oposición, coinciden en dar una salida a la dictadura que pasa por la aceptación del itinerario constitucional planteada por ésta, es decir elecciones en octubre de 1988 para aprobar o no la continuidad del régimen. Irónicamente esta toma de conciencia de que era mejor una cierta ‘apertura’ política antes que el enfrentamiento social, estuvo influenciada por dos acciones fallidas impulsadas por el PCCh, que evidenciaron hasta que magnitud podría alcanzar aquel enfrentamiento: el atentado a Pinochet y el descubrimiento de los arsenales de Carrizal Bajo.
Estos hechos, pasada la represalia inicial, provocaron –por lo menos a nivel público- un aislamiento político del PCCh y como ya se dijo, un reforzamiento de las tesis de la salida ‘pactada’ con la dictadura. Frente a este panorama el PCCh decide ‘bajarle el perfil’ a su política militar –aunque públicamente no renuncia a ella-, ya no se realizan más acciones y se discute la posibilidad de sumarse al plebiscito. Esta decisión43, en parte, provoca la disensión de un gran número de oficiales y de militantes del FPMR, lo que derivará en el fraccionamiento de esta estructura. Los disidentes, encabezados por Raúl Pellegrin, renuncian al partido y forman el que después se denominará como FPMR Autónomo y los que se quedan en el Partido, formaron el MPMR (Movimiento Patriótico Manuel Rodríguez).
Al finalizar el año 1987, el FPMR se encontraba definitivamente dividido, el PCCh finalmente en marzo de 1988, siete meses antes del plebiscito llama a su militancia a inscribirse en los registros electorales. La parte escindida del FPMR, el FPMR-Autónomo, realizó algunas acciones para demostrar capacidad operativa y se sumergen en la elaboración y aplicación de su propia estrategia, la Guerra Patriótica Nacional (GPN), la cual los llevará a un descalabro político militar del que no se recuperarán en mucho tiempo, pero eso ya es otra historia. Hoy en día, algunos jóvenes que se sienten identificados con el rodriguismo ‘independiente’, han logrado dar forma a una especie de continuación de este FPMR-Autónomo, claro esta, que su accionar, al igual que el MPMR, está orientado hacia un trabajo fundamentalmente político y social.
Notas
1 Martínez Luis: “El FPMR 1980-1987”. Tesis de Grado para optar al grado de Licenciatura en Educación en Historia y Geografía, Universidad de Santiago de Chile, Stgo, 2004. 277 Págs.
2 PCCh: “Informe al Pleno de agosto de 1977”, en Boletín del Exterior nov.-dic. 1977 (s/e), p.39
3 Ibid. p.32.
4 Para estudiar con más detalles la lucha clandestina del PC durante la primera etapa de la dictadura (los años 70) ver: Álvarez, Rolando: Desde las Sombras Una Historia de la Clandestinidad Comunista 1973-1980. (Ed. LOM, Stgo. 2003); Cavallo, Ascanio, Salazar, Manuel, Sepúlveda, Oscar: La Historia oculta del Régimen Militar. (Ed. La Época, Stgo. 1988). Cap. 12.
5 A raíz de la ola de detenciones y desapariciones de los dirigentes y enlaces del PCCh, el vital vínculo con las estructuras partidarias del exterior se vio interrumpido durante un buen tiempo, afectando por ejemplo el flujo de los recursos financieros necesarios para el funcionamiento de este partido. Esta situación se normalizó poco a poco a partir del reingreso de varios dirigentes y militantes para apoyar y reforzar al partido clandestino en Chile, proceso iniciado en 1978.
6 Teitelboim, Volodia: Noches de Radio (escucha Chile) Una voz viene de lejos . (Ed LOM, Stgo 2001), pp.43 y 44.
7 Documento citado en Alvarez, Rolando: op.cit. pp. 118-119
8 Corvalán Luis: De lo vivido y lo peleado, Memorias , (Ed. LOM Stgo. 1997), pp.256-257.
9Ejemplo de este actuar conjunto fue el movimiento de estudiantes secundarios, donde el COEM (Coordinadora de Estudiantes Secundarios) que agrupaba a la JJCC, al MIR, PS-Almeyda e Izquierda Cristiana se concertó con la ASEC (Asociación Secundaria de la Democracia Cristiana) dependiente de la DC y la ADE (Agrupación Democrática de Estudiantes) de la Juventud Social-Demócrata, para dar vida en mayo de 1985 al Comité Pro-FESES instancia que dio origen a la FESES (Federación de Estudiantes Secundarios) el año 1986. Otros ejemplos fueron la Asamblea de la Civilidad y el Comité Político Privado. Ver Álvarez Rolando: “Las Juventudes Comunistas de Chile y el Movimiento Estudiantil Secundario: Un Caso de Radicalización Política de masas (1983-1988), Incluido en la presente edición de Alternativa.
10 Hubo catorce jornadas de protesta entre los años 1983-1985, se iniciaron el 11 de mayo de 1983, con la jornada de protesta nacional convocada por la Confederación de Trabajadores del Cobre (CTC), encabezada por el dirigente democratacristiano Rodolfo Seguel. A estas jornadas se sumaron los Paros Nacionales cómo los desarrollados los días 30 de octubre de 1984, 2 y 3 de julio de 1986, y el de los días 4 y 5 de septiembre del mismo año.
11 Es una equivocación hablar de ‘Grupo de Berlín’, como lo plantea la serie de reportajes de La Tercera La Historia Inédita de Nuestros Años Verde Olivo, publicada entre el 22 de abril y el 10 de junio del año 2001, ya que esta denominación da la idea al lector de que en aquella ciudad se constituyó un grupo homogéneo, con una finalidad específica – crear la tesis insurreccional y el FPMR- cuyo trabajo se extendió a través del tiempo. Efectivamente en Berlín hubo un grupo de militantes que tuvieron la autorización de la Dirección del PC, para que se reunieran y generaran opiniones críticas. Estas reuniones se circunscribieron a días determinados, entre los años 77 y 80, y después de aquellas reuniones, los integrantes del ‘grupo’ se dispersaron corriendo cada uno suertes muy distintas, algunos ingresaron a Chile, otros permanecieron en Europa por algún tiempo más, es decir, después de aquellas reuniones en la capital Alemana, el mal denominado ‘Grupo de Berlín’ dejó de existir. Otra circunstancia que demuestra que no se trató de un grupo homogéneo y monolítico en el tiempo, es que algunos
de sus integrantes aún permanecen en el PCCh, mientras que otros renunciaron al partido a principios de los noventa.
12 Corvalán, Luis: Op cit., p.275
13 PCCh: “Manifiesto del PCCh de septiembre de 1981”, citado en “La Rebelión Popular Política de Nuestro Partido”, cuadernillo para la formación de cuadros, prob.1986, donación particular, p. 17.
14 Álvarez, Rolando: “Las Juventudes Comunistas de Chile ...op cit.
15 PCCH:“La Rebelión Popular Política de Nuestro Partido”, op cit. p. 19
16 loc. cit.
17 Alvarez, Rolando: “Las Juventudes comunistas ...op. cit.”
18 “PCCH: la rebelión popular de masas política de nuestro partido”. op cit.
19 Entrevista a César Quiroz 2-5-02. Oficial del FPMR durante los años ochenta, y que en la actualidad forma parte de la Dirección del Movimiento Patriótico Manuel Rodríguez (MPMR).
20 Entrevista a “Leo” 15-5-02. “Leo”. Leonardo Tapia, vocero actual del FPMR-Autónomo.
21 Entrevista con el autor 6-5-04
22 FAR: Fuerzas Armadas Revolucionarias, nombre del ejército cubano.
23 Ese sentimiento de frustración y de incertidumbre ha sido consignado en distintas fuentes, ilustrativos en este sentido son los testimonios aparecidos en el libro de Vidal, Hernán: El FPMR el Tabú del Conflicto Armado en Chile. También queda consignado en el artículo de Samaniego, Augusto: “Lo Militar en la Política: Lecturas sobre el cambio estratégico en el PCCH, 1973-1983”, www.palimpsestousach.cl y en la serie de reportajes de La Tercera, La Historia Inédita de Nuestros Años Verde Olivo.
24 Se entendía que Centroamérica era una reconocida área de influencia estadounidense, entonces el otro ‘bando’ (los soviéticos y sus aliados) no podían intervenir abiertamente en esos territorios, ya que eso podía provocar una crisis diplomático militar entre ambos bloques.
25 Esta situación aparece reseñada en distintas fuentes, como por ejemplo el reportaje: FPMR: Un fantasma sin cabeza de la revista Siete+7 n°24 de agosto 2002, el ya reseñado libro de Hernán Vidal y la serie de reportajes de La Tercera, entre otras.
26 Estos nombres aparecen en los testimonios del libro de H. Vidal y también la cantidad de bajas es consignada en un documento de la ex RDA que reproduce palabras de Luis Corvalán y que fue citado por la revista Qué Pasa en un reportaje titulado La Cruzada Armada del PC, publicado en junio de 1998.
27 Guerrilla armada y financiada por los EEUU a partir de los remanentes de la Guardia Nacional que huyeron hacia Honduras después de la caída de Somoza, y que hizo su irrupción en 1983. Esta guerrilla tenía por objetivo derrocar al gobierno sandinista que era visto como pro-soviético por los estadounidenses.
28 Entrevista con Augusto Samaniego, 8/1/04. Miembro del PCCh durante varios años, participó de las reuniones del ‘Grupo de Berlín’ y fue miembro del Comité Central del Partido durante los años 80.
29 El Siglo era y es el periódico publicado por el PCCh. Durante la dictadura obviamente estaba constitucionalmente proscrito
30 Vial Elena: “Partido Comunista: ¿Vivito y coleando?” en Qué Pasa, 27 de agosto al 2 septiembre de 1981, p.23
31 González Camilo: “Lo Militar en la Política del Partido”. Documento, 10 de mayo de 1981, en USACH, p. 2. ‘Camilo González’ fue un militante del PCCh que también participó de las reuniones del ‘Grupo de Berlín’, miembro del Comité Central y también fue el encargado del Frente 0.
32 Ibíd. p.5
33 Esta fecha, aparece en el capítulo V de la ya citada serie de reportajes de La Tercera La Historia Inédita de Nuestros Años Verde Olivo la cual en algunos pasajes se basa principalmente en las vivencias de ‘Camilo González’ (que aparece ahí bajo el nombre de ‘Ernesto Contreras’), como testigo y actor directo de muchos hechos reseñados en esta serie.
34 Ese hecho aparece reseñado directamente en el reportaje de investigación de Víctor Osorio, FPMR 1987-2002: la historia oculta, publicado por La Huella en su edición de marzo del 2002, también se consigna en el libro testimonial Ignacio Valenzuela Fundador del Frente Patriótico Manuel Rodríguez de Adriana Pohorecky, publicado en 1995, e indirectamente también se hace alusión a esta situación en el libro Una Larga Cola de Acero, especie de historia novelada del FPMR, cuyo autor es Ricardo Palma Salamanca, y que fue editado por LOM el año 2001.
35 “Organización del FPMR”. Extracto de informe, probablemente fines de 1986 o principios 1987. Fondo Documental “Eugenio Ruiz Tagle”, FLACSO-Chile. Sólo 1 página.
36 Así aparece en la publicación digital vinculada al FPMR- Autónomo, www.fpmr.org en el link denominado ‘Vida del Frente’.
37 El secuestro del subdirector del diario La Nación, Sebastiano Bertolone el 18 de diciembre de 1984, el del cabo de Carabineros Germán Obando el 8 de abril de 1986 y el del coronel de Ejército Mario Haberle, jefe de protocolo de la Guarnición de Santiago, ocurrido el 17 de septiembre de 1986. En el caso del cabo de Carabineros, el objetivo del secuestro era la difusión de una carta del FPMR a los miembros de dicha institución, instándolos a abandonar su papel represivo y su lealtad al gobierno de Pinochet y a unirse a la ‘lucha libertaria’ del pueblo. El cabo Obando fue liberado tres días después de su secuestro. El secuestro de Mario Haberle tuvo el mismo carácter ‘persuasivo’ hacia las FFAA, el coronel también fue liberado tres días después de su captura. La Nación, como empresa periodística del Estado y por ende en esa época, órgano de propaganda de la dictadura – incluso publicó los escritos autorreferentes de Augusto Pinochet, como por ejemplo El Día Decisivo- fue considerada un objetivo con fines propagandísticos por parte del FPMR, por eso se decidió el secuestro de Sebastiano Bertolone. El secuestro del teniente coronel Carlos Carreño subdirector de FAMAE, el 1 de septiembre de 1987 fue realizado por el FPMR-Autónomo, por eso no fue considerado en la investigación.
38 Entrevista con César Quiroz 2-5-02.
39 Ver Cavallo Ascanio, et al: op cit, Cap. 28
40 La Tercera, 4 de junio de 1985.
41 FPMR-Autónomo: “Nacimiento, Desarrollo y Consolidación del FPMR 1983-1986” en http:// www. fpmr.org./. consultada en mayo
2002.
42 No se debe olvidar que las medidas económicas de la dictadura hacen crisis el año 1982, produciendo entre otros efectos negativos la quiebra total de la banca nacional y cifras de desempleo reales superiores al 20%. Parte de estos factores, inciden para que en 1983, se inicien las Jornadas de Protesta Nacional, manifestación de que toda la oposición al régimen estimaba que la desobediencia civil era un camino legítimo de hacer oír sus demandas.
43 Para el partido era necesario poner el acento en recomponer el dialogo roto con el resto de la oposición y tratar de recomponer el cuadro político unitario de moviliLas Juventudes Comunistas de Chile y el Movimiento Estudiantil Secundario: Un caso de radicalización políticade masas(1983-1988)zación social, que se reeditaran instancias cómo la Asamblea de la Civilidad. Por su parte, los rodriguistas planteaban que había que aumentar la combatividad de las masas aplicando los principios de la Sublevación Nacional, con la presencia activa del componente armado cómo un elemento que guiara y potenciara la combatividad de las masas.
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FUENTE: Alternativa, Nº 23. ICAL, Instituto de Ciencias Alejandro Lipschutz.