Mientras la Dictadura Militar acentúa su represión, mientras intenta vanamente engañar a las masas con las tramposas elecciones, la guerra popular revolucionaria ha seguido desarrollándose; aún más, en el mes de enero tuvo un significativo repunte que volvió a sacudir a los personeros militares de la burguesía y aumentó la demagogia de los politiqueros que andan en la búsqueda desesperada del voto.
La guerra popular revolucionaria que se ha iniciado en nuestro país, no podrá ser detenida por la Dictadura, pese a sus desesperados esfuerzos en ese sentido. Rodeada por la cálida simpatía de las masas, la guerrilla crece y da cada día nuevos pasos para hacer más estrecha su unidad con la clase trabajadora y el pueblo.
La camarilla militar, a la vez que prosigue con su política represiva, participa activamente en la posibilidad de dividir a las organizaciones armadas, de romper los niveles de unidad que ante el alborozo de las masas culminaron en la acción de Rawson. Por eso todo paso que se dé para mantener y fortalecer esa unidad, será un triunfo de las organizaciones armadas y de las masas en su conjunto, y un duro golpe para los planes de la burguesía y la dictadura.
Sabemos que los fraudulentos manejos electorales de los politiqueros burgueses y la Dictadura no traerán la solución de los grandes problemas que aquejan al país, ni lograrán el bienestar del pueblo. Sólo el desarrollo consecuente de la guerra revolucionaria permitirá desalojar del poder a los personeros nativos del imperialismo y dará a la clase obrera y al pueblo la posibilidad de gobernar el país. En ese proceso, las elecciones son sólo un episodio insignificante, y nos anuncia ya la necesidad de estar listos para un desarrollo aún mayor de la guerra, en otro nivel superior al actual.
Prepararnos para esta nueva eventualidad es la tarea del momento. La construcción sólida de las organizaciones armadas, la proletarización constante de las mismas, el aumento de su nivel de eficiencia militar, su definitivo enraizamiento en la clase obrera y el pueblo y todo ello en el marco de una constante actividad, dará los elementos necesarios para poner a la guerrilla en las condiciones que requiere esta próxima etapa de ampliación de la guerra, respondiendo así a las exigencias de la lucha de las masas.
Construir esa organización armada, ese Ejército del Pueblo será la mejor manera de encarar esta nueva perspectiva y lograr avances cada vez más serios e importantes en el camino de la guerra popular revolucionaria.
No habrá tregua ni conciliación con los asesinos militares, con los explotadores. El pueblo no negociará la sangre de los muertos, no negociará sus sufrimientos. Su vanguardia armada prosigue sin pausa el combate que sólo terminará cuando se logre el objetivo final: La Patria Socialista.