A LOS COMBATIENTES Y LUCHADORES POR LA PATRIA GRANDE Y EL SOCIALISMO
Junio del 2008.
Camaradas del Estado Mayor Central, de los Estados Mayores de los Bloques y Frentes, de los Comandos Conjuntos, mandos de las redes urbanas, columnas, compañías, guerrillas, escuadras y comisiones, guerrilleras y guerrilleros, mandos y milicianos bolivarianos, militantes del Partido Comunista Clandestino e integrantes del Movimiento Bolivariano: reciban nuestro revolucionario saludo que extendemos a todos quienes trabajan junto a nosotros por una Nueva Colombia.
Durante la última semana del mes de mayo recibimos mensajes de solidaridad de todas las unidades farianas, donde destacan la gigantesca dimensión política y militar del Comandante Manuel Marulanda Vélez como uno de los más grandes revolucionarios de nuestra historia, y también reafirmando lealtad absoluta a su legado, a nuestro compromiso y objetivos de transformación revolucionaria y brindando total respaldo a las decisiones tomadas por la dirección de las FARC en esta coyuntura.
El 27 de marzo, luego del deceso del Camarada Manuel, acordamos que solo a partir del 23 de mayo informaríamos sobre ello a los mandos y guerrilleros, a los amigos y conocidos y, a la opinión, mientras decidíamos lo necesario para garantizar la continuidad de los planes en curso, como efectivamente ocurrió.
Redistribuimos funciones dentro del Secretariado y lo reajustamos al igual que al Estado Mayor Central, fortalecimos los Estados Mayores de los Bloques donde fue necesario, pasamos revista a la situación orgánica y al trabajo de masas, todo ello en medio de la permanente confrontación y cobijados con la indestructible coraza del secreto de los centenares de guerrilleros conocedores del fallecimiento de nuestro comandante en jefe.
Y así, entre otras decisiones, definimos al camarada Iván Márquez como jefe de las relaciones internacionales del Estado Mayor Central y al camarada Pablo Catatumbo como nuevo jefe del Movimiento Bolivariano por la Nueva Colombia.
Nuestro rico intercambio de opiniones frente a la actual situación ratificó el sagrado compromiso revolucionario de las FARC-EP, con su dirección a la cabeza, de mantener firme y muy en alto las banderas de la Nueva Colombia, la patria grande bolivariana y del socialismo; reafirmó la vigencia de todos nuestros planes político militares y de nuestra condición de combatientes de la paz democrática, es decir de la paz con justicia social, sin hambre, con empleo, techo, salud y educación para todos, con soberanía nacional y vigencia de una verdadera democracia política alejada de la violencia y de la corrupción administrativa.
Valga recordar que las FARC nacieron hace 44 años como una respuesta popular y revolucionaria al terror institucional y para institucional del Estado, a la vergonzosa intromisión gringa en nuestros asuntos internos, al despojo de las tierras y su acrecentada concentración en unas pocas manos, a las profundas injusticias sociales existentes y a la voraz corrupción de la oligarquía, realidades todas que hoy perduran multiplicadas para desgracia de nuestro pueblo.
Como revolucionarios queremos y luchamos la reconciliación de la familia colombiana y la construcción de un nuevo tejido social justo, pero la oligarquía, esa mezcla maldita de privilegiadas fortunas, inmensas haciendas, cunas de oro y poder político, no ha querido ni quiere compartir un ápice de sus privilegios con las mayorías del país. Por eso elude cualquier posibilidad sólida de acuerdos de paz.
Camaradas: insistiremos cuantas veces sea necesario sobre nuestra disposición de concretar un acuerdo humanitario que fije unas reglas claras alrededor de la población civil de obligatorio cumplimiento para las dos partes y que, ante todo, priorice la libertad de los camaradas extraditados Sonia, Simón, Iván Vargas y de todos los prisioneros de guerra de uno y otro lado.
Sin embargo, y no es un secreto, este gobierno no ha tenido el menor interés en concretarlo simplemente porque sería reconocer de facto, el estatus beligerante de una guerrilla revolucionaria a la que quiere satanizar. Por eso tanta disculpa, teorías absurdas, improvisaciones montajes, falsos positivos y temerarias órdenes de rescate que juegan con la vida de los prisioneros para satisfacción de los delirios de grandeza presidenciales.
Pensó el gobierno que las decisiones unilaterales de las FARC- EP cuando liberamos 6 prisioneros a comienzos del presente año, eran debilidad y no demostraciones innegables de la voluntad que nos acompaña.
A pesar de ello, nuestra propuesta de encontrarnos con el gobierno para precisar los términos de un acuerdo, continúa vigente así como la decisión de mantener comunicación y redoblar esfuerzos para que la reiterada generosidad de muchísimos gobiernos amigos de las soluciones políticas, finalmente logren hacer entender al régimen colombiano que negar el conflicto existente, tergiversar sus dimensiones y esconder su desgarradora realidad, no soluciona sino que agrava e incrementa los odios y las distancias.
Persistiremos en nuestros esfuerzos por alcanzar la paz democrática por las vías civilizadas del diálogo tal como lo hemos hecho desde hace 44 años, porque es nuestra concepción revolucionaria, porque así son nuestros principios. El levantamiento armado, la guerra de guerrillas, la clandestinidad y la actividad conspirativa responden básicamente a la violencia institucional que desde la muerte del Libertador Simón Bolívar ejercen los poderosos contra las mayorías que han luchado por libertad, tierra, trabajo, justicia, democracia y soberanía.
En la búsqueda de esos objetivos nunca desmayaremos. Nuestra palabra la respaldamos con la práctica diaria, en el crisol de la lucha cotidiana. Así nos lo enseñaron Bolívar, Manuel, Jacobo y todos los próceres y héroes de la historia patria. Hemos comprometido nuestra honra y vida en este empeño porque estamos seguros de la justeza y posibilidad real de materializar el sueño de una nueva Colombia. No nos arredran las dificultades, no nos amilanan las amenazas de la oligarquía que hemos escuchado toda la vida, no creemos en los llamados a la claudicación y a la indignidad, ni en los judas que aceptan las monedas de su oponente porque sobre esa moral nunca se construirá un mejor país, ni una sociedad pujante ni una familia solidaria.
El valor a fundamentar como piedra angular debe ser el bien común sostenido sobre una ética transparente.
Camaradas: los caminos que conducen al incremento de la lucha popular en sus más variadas formas y a la conquista del poder, nunca han sido fáciles, ni en nuestro país ni en ninguna otra parte del mundo, ni ahora ni antes. Solo la profunda convicción en la victoria, en la justeza, validez y vigencia de nuestros principios y objetivos y un monolítico esfuerzo colectivo, garantizarán el triunfo. A los reaccionarios que hacen cuentas alegres con las FARC les informamos que la intensidad de la confrontación nos ha fortalecido, hemos estrechado vínculos con las comunidades, sus organizaciones y las luchas populares, elevado la disciplina y el respeto por la población civil e incrementado nuestra cualificación y aprendizaje. Han caído guerrilleros porque así es la lucha, pero también su generosa sangre derramada es evidencia de nuestro total compromiso con el pueblo, otros camaradas ya cubrieron la trinchera y muchos más continúan llegando a filas, así fueron también la gesta de nuestra independencia y todos los procesos liberadores de la humanidad donde se desataron los demonios de la guerra.
Somos una fuerza revolucionaria con la suficiente historia, solidez y consistencia para superar el fallecimiento de nuestro Comandante en jefe porque el mismo nos instrumentó y contribuyó en el esfuerzo colectivo de consolidación política y militar. El Secretariado, el Estado Mayor Central, los Estados Mayores de los Bloques y frentes, los comandos de todo nivel, los mandos y combatientes de las FARC-EP garantizaremos el triunfo.
Continuamos luchando por cumplir todos con los planes aprobados, manteniendo a fondo la práctica de la guerra de guerrillas móviles, incrementando nuestros nexos con la población civil y con el movimiento de masas que resiste la ofensiva del gran capital y de los terratenientes, intensificando el intercambio de opinión con todas las fuerzas interesadas realmente en las salidas políticas al conflicto y por alcanzar un gran acuerdo democrático y patriótico, ante el desmoronamiento de una institucionalidad fracturada irreversiblemente por el narcoparamilitarismo el autoritarismo totalitario y el arrodillamiento ante la Casa Blanca.
Debemos invitar a las comunidades a denunciar la agresión militar del gobierno, que tras la máscara de la confrontación con la guerrilla, masacra civiles para presentarlos como guerrilleros, arrasa labranzas, campos y bosques de reserva con los bombardeos, genera desplazamiento posibilitando el despojo de tierras y a aterrorizando a quienes protestan a través de la amenaza directa, la agresión y el crimen.
Y esforzarnos más por informar sobre los centenares de combates diarios que se libran en campos y ciudades porque el régimen esconde la terrible realidad de la guerra fratricida, de sus bajas y reveses, para transmitir un inexistente ambiente de control oficial en el territorio nacional.
También rechazar la patraña montada alrededor de los supuestos computadores y archivos del Comandante Raúl Reyes, como maniobra y macabra manipulación reeleccionista que busca lesionar a quienes no comparten la estrategia presidencial de la llamada seguridad democrática tras la que se esconde el papel de "cabeza de puente" asignado por el pentágono norteamericano a nuestro país en sus planes de agresión militar contra los pueblos de América Latina buscando recuperar su deteriorada hegemonía imperial.
La indignante decisión de levantar una base militar norteamericana en Colombia, las pretensiones de una segunda reelección, el cáncer de la narco para política que sumieron las instituciones en estado terminal y las propuestas consignadas en la Plataforma Bolivariana deben ser temas de encuentro y unidad, que alienten a los colombianos a la convergencia por la construcción colectiva y acordada de la paz.
Camaradas: la espada de Bolívar permanece desenvainada y en manos de todos aquellos que como nosotros, no descansaremos hasta lograr la justicia social, la democracia y la soberanía soportes verdaderos de la convivencia con que soñamos todos los colombianos.