En un lugar de la Argentina, miembros del Comité Central del M.L.N. (Tupamaros) dieron una conferencia de prensa. Conversaron largamente. MILITANCIA reproduce los documentos dados a conocer, y parte de las preguntas contestadas.
DECLARACIONES DE LOS TUPAMAROS
El 22 de agosto pasado fue asesinado mediante torturas en el Batallón de Infantería N° 1 "Florida", el compañero Moisés Alter, militante de la hermana organización del Partido Revolucionario de los Trabajadores y del Ejército Revolucionario del Pueblo (argentinos) que militaba en nuestras filas desde tiempo atrás.
La historia de nuestros pueblos recoge así este ejemplo revolucionario generoso, que se enlaza con el que ofrendaron Artigas y San Martín en la lucha contra los "malos europeos y peores americanos" que colonizaban y oprimían la Patria Grande.
Y más recientemente nuestro querido e inolvidable Comandante Ernesto Che Guevara, asesinado por mano de las FF.AA. bolivianas, regó con su sangre estas tierras para que germinara en ellas la semilla de la guerra revolucionaria con el fin de alcanzar la liberación de nuestros pueblos y el socialismo.
Con la muerte del compañero Alter en nuestra Patria, retomamos aquellas banderas, cuyas raíces históricas vienen de lo más hondo de nuestros pueblos y de nuestro heroico pasado anti-imperialista y se plasman hoy en la lucha por la segunda y definitiva independencia.
Así como en la historia y en las luchas de nuestros pueblos no hubo fronteras geográficas, hoy los revolucionarios reivindicando aquel pasado libertador, tenemos únicamente como frontera la que separa los pueblos latinoamericanos del imperialismo yanki, su satélite Brasil y las oligarquías cipayas.
Junto al compañero Alter las FF.AA. que enlutan nuestro pueblo, asesinaron cobardemente al compañero Hugo de los Santos en la tortura y al compañero Walter Arteche, fusilándolo a quemarropa luego de torturarlo bárbaramente.
Estos crímenes no son un hecho aislado: están inscriptos en el largo proceso de enfrentamiento entre dos campos irreconciliables: la clase obrera y el pueblo por un lado,y la oligarquía y sus FF.AA. por el otro. En esta situación, las ricas experiencias y enseñanzas de la reciente huelga de 15 días contra la dictadura militar, demuestra palmariamente la elevada conciencia de sus organizaciones políticas, de vanguardia, de acuerdo al nivel de combatividad alcanzado por el pueblo en su conjunto, liderado por la clase obrera. Y este nivel alcanzado es producto de largos años de lucha y sacrificio, que reconocen miles de patriotas presos, torturados, miles de obreros arrojados a la desocupación con el cierre ininterrumpido de fábricas, marginados a los cinturones de la ciudad y obligados a la emigración constante, como consecuencia de una crisis económica, social y política que se profundiza día a día. Hoy nuestra tierra es una gran cárcel donde hasta los estadios deportivos han sido habilitados para castigar a los que luchan con el encierro y la tortura. Se cierran los institutos magisteriales y liceales, se destituye y encarcela a los docentes y estudiantes: resulta más fácil caer preso que aprender a leer. El régimen no invierte un solo peso en levantar escuelas, clausura hospitales, pero mucho se preocupa de crear permanentemente nuevas cárceles para el pueblo.
En este contexto, la dictadura fascista ha despedido a miles de obreros, ha ilegalizado los sindicatos, han encarcelado a muchos de sus integrantes, ha prohibido los derechos de huelga, de reunión, de prensa y de toda expresión opositora a su política anti-nacional y antipopular. Las clases dominantes han tenido que echar mano a nuevas formas represivas para garantizar sus intereses. Las fuerzas armadas, como institución del estado, están contra el pueblo cumpliendo con su misión histórica de servir a los explotadores y al sistema. Regulan ahora las relaciones sociales a través de la violencia, expresada en el encarcelamiento de miles de orientales, la tortura y el asesinato.
El régimen policíaco-militar existente, controla y dirige el conjunto de los resortes económicos, sociales, políticos e ideológicos, a la vez que juzga y utiliza como rehenes a quienes lo enfrentan. Éste es el fascismo de la época en nuestro País.
Recientemente, como una nueva prueba más de su política anti-país y anti-pueblo, de entrega de las riquezas al extranjero, de rebaja salarial y de represión sistematizada, el cónclave de San Miguel, realizado en la frontera con Brasil, selló la dependencia económica al capital imperialista, a imagen del "modelo" de los gorilas brasileños.
Ante esta situación hay quienes todavía alientan esperanzas sobre un hipotético papel progresista de las fuerzas armadas, que traerían al País, mediante la aplicación de los comunicados del 4 y 7 de febrero de este año, las soluciones que nuestro pueblo necesita por las cuales viene luchando desde hace muchos años. Esta política no toma en cuenta la realidad ni la experiencia histórica del movimiento revolucionario.
Es perjudicial porque, en la actual situación , lo que corresponde desde el punto de vista de una estrategia revolucionaria correcta, es basarse fundamentalmente en la experiencia de la clase obrera y el pueblo en general y en su capacidad demostrada para la resistencia a la opresión. Las fuerzas fundamentales que harán posible el avance de nuestro pueblo en su lucha contra el fascismo, radican en su conciencia y en la organización y conducción que sean capaces de impulsar los revolucionarios. .
Cualquier otra política que descanse en los proyectos de la oligarquía , por progresista que parezcan, tiende a confundir al movimiento popular, a desmovilizarlo y, en definitiva, a conducirlo a su derrota inexorablemente.
En todo este largo tiempo, con errores y aciertos, en auge y re¬troceso, impulsamos la lucha armada como la más alta expresión de la violencia revolucionaria.
Hoy reivindicamos junto a nuestro pueblo su imprescindible necesidad como forma de asegurar la organización y movilización de todo el pueblo, para emprender la guerra popular, en este primer período de resistencia. De esa manera salvaguardaremos los intereses fundamentales de la Patria, agredidos por el imperialismo a través de los oligarcas nacionales, construyendo en torno a una sólida organización de vanguardia basada en la clase obrera y el pueblo, el instrumento imprescindible para el cumplimiento de las tareas de liberación nacional que nos conduzcan al socialismo.
Particularmente este conjunto de tareas revolucionarias debemos emprenderlas profundamente ligados al interés y al sentir de las masas. Por eso levantamos reivindicaciones populares concretas: salarios, libertad para todos los presos políticos, cese de las torturas, reposición de los despedidos, libertades sindicales y políticas, impulsando las movilizaciones y las acciones concretas en todos los niveles.
Estas luchas revindicativas son inseparables con aquellas que apuntan a las transformaciones revolucionarias de la sociedad. Consecuentemente con nuestros principios revolucionarios expresamos nuestra más profunda solidaridad militante con el pueblo chileno, con su clase obrera al frente de la heroica resistencia, y con nuestros hermanos del Movimiento de Izquierda Revolucionario (MIR) que conjuntamente con las fuerzas revolucionarias han venido señalando sistemáticamente la estrategia imperialista para derrocar al gobierno popular y someter al pueblo, ofreciendo en la lucha contra las FF.AA. reaccionarias, sus vidas y su férrea voluntad de combatir sin tregua por una patria libre y socialista.
Esta circunstancia debe ser para todos los revolucionarios motivo de aprendizaje porque es la vida y la experiencia de un pueblo heroico que hoy se ve enfrentado a la fuerza salvaje de los militares que defiende también Chile, como no podía ser de otra manera, los intereses del imperialismo y sus socios "nacionales", los oligarcas. Esta dura lucha del pueblo chileno recién empieza, es el comienzo de una nueva etapa revolucionaria en la cual, sin duda, el nivel de conciencia y organización alcalizado lo llevará en forma paulatina al puerto seguro de la victoria.
En este duro enfrentamiento, que ya ha causado centenares de bajas a las filas del pueblo, cayó también el compañero Salvador Allende. Muchos revolucionarios perseguidos encontraron junto al pueblo chileno un lugar para restañar las heridas y reemprender la lucha. En nuestro caso además, encontramos también la solidaridad fraternal del compañero Allende. Nuestro Movimiento rinde homenaje a todos los compañeros caídos y compromete su solidaridad militante con la lucha del pueblo chileno, al que pertenecían y por el que entregaron sus vidas.
Todos ellos ingresan a la Historia de los que luchan por la liberación nacional y social de Latinoamérica y se integran a la larga lista de los héroes de nuestros pueblos.
El imperialismo así como tantas veces ha destruido hombres y gobiernos, hoy aumenta su prontuario con el hermano pueblo chileno. Seguramente seguirá matando hombres libres y revolucionarios, pero no podrá destruir jamás sus ejemplos y la conciencia cada día mayor, en la lucha por la liberación definitiva.
El Uruguay se hunde cada vez más en la miseria y en la represión. El pueblo no puede sufrir más privaciones, desocupación, carestía y explotación, mientras la oligarquía y el imperialismo acumulan más riquezas que nunca, en provecho de unos pocos.
Nuestra patria —la de Artigas— no puede seguir transformándose en un gran campo de concentración. Más de cuatro mil presos políticos claman justicia. Las torturas brutales y los crímenes que viene ejecutando el régimen no permanecerán impunes. El estado fascista uruguayo es la expresión más elevada de una violencia de clase, de los poderosos, que sólo puede concluir por la violencia revolucionaria de la guerra popular de liberación. Los trabajadores son concientes de esta situación. Comprenden la necesidad de organizarse eficientemente en todos los terrenos, para llevar adelante todas las formas de lucha: la sindical, la política, la armada, cuando se toma conciencia de semejante opresión. No hay opresión que a la larga pueda imponerse ante la lucha de un pueblo que tiene derecho a construir y ser dueño de su destino.
La historia ha demostrado a las claras que ningún poder político dictatorial, es eterno. Siempre cae barrido por la lucha invencible y creadora de las clases populares. Este es el ejemplo que nos legará nuestro prócer Artigas, en su combate contra el poder extranjero y es el gran ejemplo que de nuevo darán los orientales, frente a los vende patria de turno, que también se respaldan en potencias extranjeras, pretendiendo implantar, arteramente, el modelo político brasileño. Este modelo político, no es ni más ni menos que el fascismo colonial. Que importa comprenderlo en su verdadera esencia, porque conduce a un peculiar estado de excepción, que no puede confundirse con la naturaleza de las demás formas del estado capitalista.
Primero, porque es el fruto de un régimen capitalista en crisis y en desocupación. Que tiene como eje la organización y sistematización de la violencia física para imponer su dominación y que despliega la mayor ofensiva ideológica y propagandística al servicio de este propósito liberticida. Esto no es porque sí. Responde al objetivo esencial de mantener el orden burgués, que es el orden de la propiedad privada capitalista y su sistema de explotación del hombre por el hombre. Sus resultados más inmediatos son asegurar mano de obra barata a las empresas capitalistas y consagrar la "paz social" o llamado orden interno. Por eso se implanta la reglamentación sindical para cercenarlos derechos obreros; se impone la ley fascista de la enseñanza en una dirección estratégica que se profundizará aún más; se establece una férrea censura de prensa consagrándose el "delito" de opinión y asegurándose el contralor de todos los medios de comunicación por parte del estado y sus fines antisociales; en fin, se suprime el parlamento y se castiga todo tipo de oposición, ya sea de inspiración marxista, liberal o cristiana. Es el estado totalitario por excelencia, que todo lo cerca y pretende dominarlo, en una gran maniobra envolvente, que va de la periferia al centro y de la cúspide a la base de los aparatos político, militar, administrativo y educacional del estado, para invadir, también, las actividades privadas. Borra, así, las diferencias formales del derecho público y privado. Salvo, en el orden económico, donde la intervención del estado sólo se práctica para incentivar los beneficios y estrangular las contradicciones de las relaciones de producción, en el marco de una filosofía que identifica los intereses del capital privado con los intereses generales del país. De ahí, que el señor Bordaberry acaba de puntualizar que el mejoramiento de los salarios reales, sólo puede concebirse como resultado del aumento de la producción y de la riqueza general, que, en definitiva, se trata de la riqueza en manos de los capitalistas y de sus insaciables apetitos de acumulación de mayores ganancias. Esto es, si se logran mayores beneficios en las empresas, será posible otorgar algunas migajas resultantes de esa super-explotación a quienes las crean con su trabajo fecundo.
Segundo, porque este proceso de fascistización es irrevisible, desde que sólo se detiene o no se profundiza, únicamente por razones tácticas inherentes a sus formas de consolidación o de la falta de cuadros para el cumplimiento de los objetivos trazados. El tiempo, pues, corre en favor de la consolidación y profundización del fascismo. Este es colonial, en el Uruguay como en el Brasil, porque se aplica en medio de una economía dependiente e integrada al centro hegemónico del capitalismo mundial: los EE.UU., por oposición al fascismo clásico, que era autárquico o pretendía seguir un camino propio en el orden de la producción.
El fascismo no se da de un golpe. Es un proceso que en nuestro país comienza en 1968. Con la implantación de las medidas pronta de seguridad o especie de estado de sitio, con las que se gobierna hasta abril de 1972. De ahí en adelante, comienza la aplicación de una estrategia política ya netamente fascista. Impuesta por la clase dirigente, para salvaguardar sus privilegios amenazados por la guerrilla y el auge de la lucha de masas. Con altibajos, como todo proceso. Con trucos propagandísticos, como los comunicados 4 y 7 de las FFAA. Estas comienzan a jugar un papel político más significativo en la vida nacional. La oligarquía y el imperialismo se valen de ellas, como fuerzas políticas de recambio frente a la crisis que afectaba a los partidos tradicionales. Entre otras cosas, esto es lo nuevo que produce el proceso fascista en el Uruguay. Naturalmente, qué también en el seno de las FFAA., los aparatos de inteligencia, manejados por la CÍA y los agentes brasileños se apresuran a controlar las principales contradicciones internas, liquidando a los militares progresistas y afianzando los mandos gorilas, como forma de consolidar el proceso de fascistización en otros frentes. Por eso el imperio ha puesto en boca del comandante en jefe del ejército — Gral. Chiappe Pose— que el mayor peligro para nuestro pueblo y sus "planes de desarrollo" lo representa el comunismo internacional. Como si no hubiera miseria en Latinoamérica y como si el imperialismo no explotara a nuestros pueblos ni constituyera una amenaza para sus luchas de liberación.
Las FFAA. uruguayas, monopolicen o no el poder ejecutivo, por su formación de clase más que por extracción social, por su disciplina profesional, por su nivel técnico, han venido a constituir la fuerza política de recambio que las viejas clases dirigentes necesitaban para oxigenar y apuntalar su ya tambaleante sistema. Lo que no quiere decir que hayan desaparecido todas las contradicciones en el seno de las FFAA. Ni pueden desaparecer completamente en los otros ámbitos del estado. En el fascismo, clásico, también hubo luchas de grupos y también entre grupos económicos, en el marco de la formación social capitalista. Es que la lucha de clases es un hecho que se refleja en todos los regímenes conocidos. Pero adquiere formas distintas en el régimen fascista; por lo que éste no puede confundirse con las dictaduras militares, precisamente, o con otras formas dictatoriales de nuestra América. Además, hay que tener en cuenta que como tal, el fascismo no culmina sino por su destrucción violenta. Y por ser él la expresión más elevada y totalizadora de la violencia represiva, este régimen no desaparece sino es mediante la violencia revolucionaria o la guerra. Aviados están, pues aquéllos que esperan sentados (o propiciando formas pacíficas de lucha política), salidas políticas que superen el fascismo mediante el retorno del vaciado estado liberal o que determinen su derrocamiento. Esto es no comprender la esencia del fascismo y su específica dinámica interna.
El fascismo, tenga o no base social, constituya o no un partido o se diluya éste en los aparatos del estado, se caracteriza por mantener una constante ofensiva propagandística, organizando para ello la hegemonía ideológica. Solo en este marco es posible comprender el llamado "cónclave de San Miguel" y sus recientes resoluciones. Por ejemplo:
1) Se habla de un plan nacional de desarrollo, el que estaría pautado por la incentivación de la actividad económica privada y por el estímulo a la investigación extranjera. Como si se tratara de un cuento de hadas, se deja a un lado la dialéctica del desarrollo, en un país como el nuestro. Se ignora que funcionamos dentro de una economía de mercado y que no puede .expandirse el mercado actual, sin la adopción de profundos cambios de estructura. Como que en el marco de Ia economía capitalista solo se produce a condición de que ello produzca beneficios a los inversores y como que tal cosa no es posible a menos que se venda más, el tal desarrollo se vuelve una ilusión. Porque para aumentar las fuerzas productivas es indispensable aumentar primero el poder adquisitivo de las masas populares. Este proceso de fascistización, como todos los conocidos, se ha caracterizado por disminuir significativamente el poder adquisitivo de los salarios. Como se sabe, éstos se deterioraron en un 16% durante el año 1972, en relación al poder adquisitivo de los salarios vigentes en 1971. Es así que nunca se registró una baja más pronunciada de los salarios, en lo que va de la historia del país. Eso ha ocurrido en las mismas circunstancias en que la oligarquía terrateniente TRIPLICO sus ganancias o plusvalía, en razón de la extraordinaria suba de los precios, que la carne y la lana registraron en el mercado internacional.
En consecuencia, sin cambios de estructura que conduzcan a la redistribución de la riqueza y al empleo de los doscientos mil desocupados existentes, no es posible que la economía salga de la parálisis y crisis que registra.
En suma: propagandísticamente y en forma demagógica el gobierno habla de la instalación de nuevas industrias, particularmente en el interior del país, sin indicar de donde saldrá el monto de esas inversiones ni cual va a ser el mercado para las mismas.
2) Para peor, las mismas resoluciones de San Miguel disponen privatizar más la economía. Con lo que se cambia, sin descaro, la bandera de un falso nacionalismo, por la entrega del país al imperialismo y su dependencia mayor de los norteamericanos y brasileños. Tal línea política tiene repercusiones inmediatas y muy graves para los intereses nacionales, a través de la entrega de la gran riqueza pesquera del país a los monopolios extranjeros. Es tanto como si se entregara toda la ganadería a los capitales foráneos.
3) En las resoluciones que sumariamente comentamos, se quiere impresionar con un inflado plan de obras públicas. Se trata, simplemente, de algunas obras de rutina, previstas en el presupuesto general de gastos de la nación y a cargo del ministerio del ramo. ¿De dónde van a salir los fondos necesarios para realizar las obras que el país está reclamando, si como consecuencia del creciente endeudamiento y dependencia originadas en la política del Fondo Monetario Internacional, la deuda externa excede los 600 millones de dólares y sus obligaciones vienen imponiendo al país entre el 30 o 40 por ciento de sus ingresos en divisas? Este problema, que es tan grave y central, en relación a toda política de desarrollo nacional, lejos de atenuarse se acentúa dentro de las pautas políticas sancionadas en San Miguel.
4) Nada serio ha resuelto el gobierno en materia de crédito, de vivienda o de previsión social. Lo único cierto, es, que ahora también un coronel se ha constituido en interventor del Consejo Central de Asignaciones Familiares.
La inflación, que dice combatirse, sigue castigando a los hogares modestos, mediante una carestía y especulación implacables. Por lo que debe proveerse que el índice de aumento de precios no estará por debajo del 95%, que registró el proceso inflacionario durante el año 1972.
5) Para colmo, tampoco es efectivo el saneamiento moral del país como se cacarea, ya que este año ha tenido lugar la estafa del siglo en el Uruguay. En efecto, se ha podido comprobar que la media docena de empresas extranjeras que monopolizan el comercio exterior, han estafado la economía nacional en VEINTICINCO MILLONES DE DOLARES, a través de la comercialización de la última zafra de la lana. Esto que es gravísimo y sin precedentes por su magnitud, se completa con múltiples defraudaciones en todos los órdenes , sin descontar la propia tesorería militarizada de la policía de Montevideo y toda la gama de corrupción moral que es inherente a la naturaleza del sistema capitalista.
Por tanto, el fascismo colonial uruguayo, no engaña a nadie. Eso si, demandara una lucha larga y sacrificada para alcanzar su destrucción. Pero la cárcel, la tortura y la sangre generosa que está ofrendando nuestro pueblo, no será en vano. Porque este fascismo que soportamos, dará paso a una revolución socialista, que asegure la liberación, la paz verdadera y la justicia para todos los orientales.
EL DIALOGO
P: Se le pregunta acerca de la lucha armada y sus limitaciones geográficas
T: Es un error ubicar el problema si lucha armado o no en torno a la geografía, sino que hay que ubicarlo en torno al desarrollo de la lucha de clases, en torno al desarrollo del capitalismo en el país. No hay todavía ninguna experiencia en que los pueblos no hayan podido luchar más allá de las condiciones geográficas. Lo han podido hacer, hay experiencias riquísimas. El problema central es encontrar una teoría revolucionaria justa, profundamente ligada al pueblo, que abarque el conjunto de las tareas para conducir al pueblo a puerto seguro. Y eso es lo que está planteado.
Ahora, nosotros, en nuestra lucha en eso también hemos evolucionado. Creemos que es ridículo plantearlo en términos nacionales, sino que hoy hay que darle a la lucha un contenido más global, más latinoamericano. Que el imperialismo tiene una estrategia global, y que los revolucionarios deben tener una estrategia global en oposición a la política del capitalismo. Y el recurrir a la experiencia de otros compañeros en América Latina, el nutrirse mutuamente de las distintas experiencias, porque son experiencias distintas de pueblos con particularidades distintas, ha sido en nuestra organización un factor importante, como ha sido también un factor importante que muchos revolucionarios traten de sacar experiencias de nuestros errores.
P: Acerca de la vinculación de la lucha del M.L.N. con la lucha revolucionaria en Argentina.
T: Nosotros, del punto de vista histórico, creemos que tenemos profundas raíces de unidad con el pueblo argentino. Ud. sabe cual es la tesis de Artigas. Y creemos, hoy, que esas tesis hay que reivindicarlas más que nunca. Que las luchas de nuestro pueblo, de los revolucionarios en nuestro país, son las luchas del pueblo argentino. Y particularmente son las luchas de las organizaciones de vanguardia aquí. Y tenemos una posición de trabajar incansablemente para fortalecer la unidad en torno a las organizaciones revolucionarias. La presencia del compañero Alter en nuestra organización es una expresión práctica de esa política.
P: Si es posible una forma de lucha en un país y otra en otra. Si en Bolivia no se dio una experiencia de lucha errónea, que afectó al gobierno popular de Torres.
T: La concepción de desarrollar la unidad revolucionaria a un nivel general no implica adoptar una sola forma de lucha. Eso creemos que es una posición esquemática, en la cual nosotros caímos al valorar un sólo método de lucha. Acerca de las formas de lucha, la experiencia histórica enseña que hay que particularizar cada situación concreta que se vive en cada país, tener un criterio histórico, para resolver un problema, porque las formas de lucha no son, ni nada más ni nada menos, en definitiva que las contradicciones de clase en una sociedad determinada. Las contradicciones de clase en el seno de nuestra sociedad no son las mismas que las contradicciones de clase en el seno de la sociedad argentina, que en Chile, Bolivia, etc.
Un aspecto de la política nuestra, es la unidad revolucionaria, más allá de fronteras. El otro aspecto que no puede condicionar, por el contrario, es el problema de las formas de lucha. En torno a las definiciones globales en cuanto a la unidad revolucionaria, nos identifica en todos los períodos, a quienes pensamos así, es el de desarrollar la guerra revolucionaria reconociendo el papel fundamental de la violencia para construir el socialismo.
P: Se le pregunta cuáles son las tareas que podría emprender el M.L.N. con otras fuerzas políticas que se encuentran en el bando opuesto a Bordabarry, especialmente el Partido Comunista y el Partido Blanco, y si en el interior del Uruguay hay un conflicto potencialmente explotable entre blancos y colorados.
T: Nosotros creemos que a efectos de luchar efectivamente contra la dictadura fascista, no hacemos excepciones de una política de alianzas con los comunistas, a condición de un programa concreto reivindicando la lucha ideológica y reivindicando también una política independiente.
Yo creo que la diferencia central con los compañeros del P.C. es que desarrollamos dos concepciones en cuanto a la toma del poder; desarrollamos dos teorías en cuanto a las formas de lucha, y en cuanto al papel de la violencia revolucionaria y en definitiva del carácter del Estado. Nosotros no conocemos la posición actual en detalle del P.C. después del golpe, pero si conocemos su posición en cuanto a los comunicados 4 y 7 antes del golpe: lo caracterizan de "progresista" y en la revista "Estudios" (la última) hablan del papel "progresista" que jugarían algunos militares en América Latina.
Nosotros caracterizamos a las FF.AA. de nuestro país como una institución del Estado, que tiene su disciplina, impuesta por las instituciones burguesas, la presión ideológica, la formación profesional. Está demostrado que las FF.AA. son el instrumento último de defensa del capitalismo. No hay una experiencia histórica, una sola, que demuestre las FF.AA. hayan sido una forma determinante para la destrucción del capitalismo y la formación de la nueva sociedad.
Reivindicamos sí las actitudes revolucionarias y el compromiso de algunos militares que se han integrado al pueblo y que se hallan hoy encarcelados. Otra cosa es ubicar en este momento, como un elemento que tiene posibilidades reales de hacer avanzar al pueblo, a determinados sectores de las FF.AA.
P: Se le pregunta sobre la ofensiva del M.L.N. el 14 de abril.
T : Nosotros pensábamos que en ese momento las FF.AA. tenían algunas debilidades internas. Pero en realidad, ese análisis nuestro, mirado retrospectivamente, se encuadra dentro de todos los errores que cometimos y la tendencia que hay en el seno del pueblo y que nosotros tuvimos, de hacer todos los análisis políticos a partir de la superestructura, no tomar como elemento determinante de lucha de clases, la situación de la clase obrera, la relación entre las clases, a qué nivel se encuentra la lucha del pueblo, que era lo que debió haberse discutido para determinar una estrategia el 14 de abril.
Por eso esa tendencia a lo superestructural siempre es un problema de clase. No se trata de desarrollar una concepción de política de alianzas a partir de los personajes, sino desarrollar una política a partir del conjunto de las masas, respondan al personaje que respondan. Una política de alianzas revolucionaria, incluso para los militares progresistas, consiste en ponerse a la cabeza de las luchas sociales y señalar el camino. Y a partir también de la lucha de clases dentro de las FF.AA.
Nosotros, después del 14 de abril soportamos una lucha interna muy dura, porque había compañeros que pensaban que, teniendo en cuenta la situación que vivía el país, ésta se resolvía por la vía de la acción militar. Hoy, pensamos que las soluciones que necesita el país no se dan exclusivamente por vía de la acción militar. Pensamos que es un grave error. Que en este periodo, en el plano de nuestra línea política, hay que organizar y movilizar a las masas, y desarrollar en torno a esa política, aquella línea militar que contemple, en primer lugar, el interés de las masas, y en segundo lugar, haga llegar a las masas a un nivel superior de enfrentamiento y organización.
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Fuente: Militancia Peronista para la Liberación, Nº 15.