Por: Rodrigo Granda y Jesús Santrich /Combatientes de las FARC-EP
“Los medios también tienen una deudita pendiente con nosotros”.
Manuel Marulanda Velez
El periodismo en Colombia, en términos generales, ha dejado de ser, o más bien nunca fue, un simple proceso de recolección de datos e información, de evaluación y distribución de hechos de actualidad, en el que desinteresadamente participen reporteros, editores y dueños de medios, buscando, sin intereses mezquinos, cumplir una función social.
El periodismo en Colombia, en términos generales, ha dejado de ser, o más bien nunca fue, un simple proceso de recolección de datos e información, de evaluación y distribución de hechos de actualidad, en el que desinteresadamente participen reporteros, editores y dueños de medios, buscando, sin intereses mezquinos, cumplir una función social.
Todos los medios monopolizados por los sectores económicamente poderosos, que entre otras cosas son la abrumadora mayoría: diarios, publicaciones periódicas, estaciones de radio, la televisión y hasta el cine son los instrumentos principales de la manipulación de las conciencias y los sentimientos por parte de las oligarquías, que desde hace muchas décadas saben que los medios de comunicación y de información constituyen un enorme potencial para moldear la llamada “opinión pública”. De tal manera, que hasta en las notas y narraciones deportivas, de entretención y farándula, el periodismo tiene propósitos fundamentalmente propagandísticos e ideológicos, que utiliza a fondo, para su beneficio, la clase en el poder, combinándolos con la negación o la obstrucción eficiente a la posibilidad de que los sectores explotados puedan tener acceso a su manejo o a su tenencia suficiente.
De tal suerte que eso que llaman “libertad de expresión” y de prensa en estos momentos no es otra cosa que un eufemismo con el que se enmascara el monopolio de todos los argumentos manipuladores de los opresores, accionados a través de sus amaestradas jaurías de periodistas, que no son sino sicarios del micrófono y los linotipos…, mercenarios de la guerra mediática en su mayoría.
Ese enorme poder de manipulación es lo que ha interesado desde siempre, pero ahora más que nunca a los explotadores a hacerse a los medios convirtiéndolos en verdaderas legiones de la desinformación, que son ubicadas en primera línea de fuego en el desenvolvimiento de esta guerra de cuarta generación que han desatado contra los explotados, apuntando de manera directa a sus conciencias y sus corazones.
En América Latina, el desarrollo ingente de estos medios, monopolizados claro está, con sus extensas redes, cadenas, filiales, satélites y todo tipo de tecnología entramada en un todo cuyos hilos principales acciona el imperialismo, es la herramienta fundamental para emprender y consolidar la colonización de las conciencias y la dominación. En ello consiste el papel y la preponderancia de la cadena estadounidense CNN (Cable News Network), por ejemplo, que emite por cable y por satélite, las 24 horas del día, noticias y reportajes “informativos” que trazan la línea ideológica subyugante para el resto de las redes que maneja su grey sumisa de oligarcas en cada país.
Especialmente para Estados Unidos, pero también para Europa, estos son los canales más propicios para difundir sus puntos de vista o sus matrices de opinión, haciendo primar los intereses de los sectores capitalistas a conveniencia de las transnacionales.
En este entramado, incluyen los famosos “sondeos de opinión” con los que a partir de muestras reales y falsas, pero en todo caso manipuladas, de población, absolutizan sus propios juicios de valor como si se tratara de un dictamen irrebatible frente a los temas y determinaciones que desean generalizar, arropándolos con la fabricada “aceptación” de la sociedad. Jugando con la estadística, las preguntas sesgadas, respuestas distorsionadas o fragmentadas…, se camuflan con la apariencia del análisis cuidadoso que finge tomar en cuenta matices, fidelidad del criterio, etc. para en el fondo influir burda o sutilmente en la definición del problema planteado, acomodando los veredictos a sus conveniencias.
He ahí el instrumento letal, el arma de destrucción masiva que contra la conciencia ciudadana utilizan para influirla; actúan sobre los sentimientos, en la opinión de las comunidades a partir de argumentos falseados, “verdades” que no son sino mentiras establecidas para crear un mundo artificial paralelo a la realidad real, pero que termina sustituyéndola en el imaginario colectivo. Dicha sustitución, como pretensión o concreción, apunta a animar o desanimar, impeliendo o no a los pueblos según el rumbo que convenga a quienes regentan el poder.
Monopolizando el aparato mediático, el imperialismo y sus oligarquías, en el presente más que en cualquier otra época, penetran la conciencia ciudadana para imponer su visión del mundo, cercenando por completo el libre pensamiento y la expresión verdaderamente democrática.
Con este instrumento pueden hacer de un personaje siniestro, alguien con personalidad carismática, popular, arrolladoramente admisible que como en el tema de Hitler, que es el caso de la utilización fascista perversa de los medios y de la propaganda, finalmente arrastran a la destrucción.
En Colombia podemos ver el ejemplo del Presidente Álvaro Uribe Vélez, el Führer de Salgar, el “doptor Varito” Corleone, insuflado en su imagen por sus Joseph Goebbels, por la gran prensa…, por el conjunto de sus aparatos de propaganda falsa y engañosa que desarrollan la manipulación de las conciencias, aniquilando los sentimientos más sanos y de propia identidad y criterio del colectivo, en función del odio y la confrontación que fundamentalmente beneficia a los halcones de Washington.
En la gran prensa colombiana de hoy, enlazada con la prensa burguesa del continente y del orbe en general, tenemos instalados a los nuevos gauleiter, dirigiendo la propaganda fascista de un régimen que ha sido destinado por el imperialismo para servir de punta de lanza de la recolonización y el saqueo del continente, promoviendo una campaña de odio irracional contra los opositores verdaderos y contra la protesta social que han convertido en terrorismo.
Como ministerio de la guerra mediática, de la desinformación, de la propaganda sucia contra la oposición real, vanagloriando al führer Uribe, ellos sobre todo, han contribuido a acrecentar su despotismo endiosándolo y presentándolo como el único ser capaz de gobernar a Colombia; pretendiendo crear en la mentalidad popular la idea de la necesidad de su segunda reelección y cimentando la guerra contra los vecinos. De tal manera que son estos medios tan culpables como el que más de tanto crimen y tanta impunidad.
En ratas inmundas como los Juan Gossain, Darío Arismendi, Néstor Morales, Salud Hernández…, o Claudia Gurisatti, entre otra cantidad de corresponsales de la muerte y del odio, está el encargo de ensalzar tanto al régimen de la nefanda doctrina fascista de la “Seguridad Democrática”, como al imperio. Son ellos los hitlerianos Joseph Goebbels del momento, fétidas heces de esa cloaca que es el mundo mediático de hoy, los facultados para peroratar la indecente teoría del “efecto teflón”, según la cual todo lo malo que hace el paramilitar de la Casa de Nariño lo catapulta hacia la cima de la aceptación popular y su tercer período presidencial.
Al tiempo que ocultan que es el cinismo y la perfidia lo que recubre al nefasto mandatario y a su séquito de gobierno; al tiempo que disimulan los crímenes y la impunidad que son esencia del régimen; al tiempo que recubren con un manto de silencio la crisis humanitaria y la miseria que se profundizan como consecuencia de la seguridad democrática…, los medios propagandizan la insulsa y quizás frívola invención del 80 %, el 85%... y hasta más en la aceptación y “popularidad” del horrendo asesino. Semejante asquerosidad no puede ser menos que un agravio a la dignidad de los millones de colombianos que padecen el dolor, el luto y la zozobra generados por los millares y millares de muertos, desaparecidos, presos sin causa, lo mismo que los ya incontables desplazados y desterrados por el terrorismo de Estado que encabeza Uribe Vélez.
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