Este lunes 11 de agosto, el Vicepresidente Santos se inventó una nueva mentira en contra del ELN. Apareció diciendo que éramos responsables de la masacre de 9 personas, ocurrida en Uisitó, en El Tambo, departamento del Cauca.
Como se recordará, cuando el 5 de agosto de 2004 el ejército gubernamental masacró a 3 líderes comunitarios en Caño Seco, Arauca, el Vicepresidente declaró que "los muertos eran guerrilleros dados de baja en combate". Semanas más tarde cuando se esclareció la verdad, el señor Santos quedó evidenciado ante el país, como un mentiroso encubridor de crímenes del terrorismo de Estado.
Ahora, mientras Santos lanzaba sus calumnias contra el ELN, un oficial de las Fuerzas Armadas gubernamentales desde el sur occidente colombiano, el mismo día declaró que "la masacre de Uisitó fue realizada por la delincuencia común, para atracar a las víctimas".
Pero Santos esta vez fue más lejos, al afirmar que la mayoría de las estructuras del ELN estaban dedicadas al narcotráfico, razón por la que era muy difícil adelantar un proceso de paz con nuestra organización.
De nuevo miente el Vicepresidente, pues si de algo puede hablar con autoridad moral el ELN, es de no estar inmiscuido en el narcotráfico, deslinde ratificado por nuestro último Congreso Nacional realizado hace dos años.
Si Santos quiere que hablemos del fallido proceso de paz intentado entre su Gobierno y el ELN, podemos reiterar que los diálogos se obstruyeron cuando el gobierno colocó como condición la concentración e identificación de nuestras fuerzas.
Con esa exigencia de rendición camuflada, el gobierno dio al traste con este diálogo, porque un proceso de paz auténtico en Colombia lejos de ser la claudicación de una de las Partes, es la búsqueda de salidas convenidas que den un horizonte a la superación del conflicto social y armado que vive la patria.
Con mentiras se han justificado guerras, condenado inocentes, ocultado crímenes y protegido culpables. Por esto, con la verdad es suficiente señor Vicepresidente.