La historia intervencionista de Estados Unidos de Norteamérica contra nuestros pueblos latinoamericanos, he tenido como paradigma el constante atropello a la soberanía de Cuba que, entre otras acciones, ha implicado un bloqueo genocida que en momentos de emergencia humanitaria, como el que vive dicho país hermano y solidario, impide la recuperación después de tan desastrosos efectos sociales, económicos y ambientales producidos por el paso de los huracanes Gustav e Ike.
Dicho embargo impide que el Estado cubano pueda comprar aquellos que está en sus posibilidades adquirir para reconstruir viviendas, escuelas y demás infraestructura destruida. Pero además, impide que cubanos residentes en territorio estadounidense, puedan visitar y apoyar a sus familiares que hoy padecen los estragos de los fenómenos naturales. Y sobre todo, está impidiendo la compra de alimentos necesarios para garantizar la seguridad alimentaria del pueblo cubano, siendo que la agricultura fue una de las áreas económicas más afectadas.
Como respuesta a la dramática situación cubana y con indiferencia ante el dolor humano, la administración Bush ha ofrecido una ridícula ayuda, ha pretendido hacer una evaluación innecesaria e intervencionista, y ha ratificado su política de bloqueo económico y financiero, que en esta coyuntura resulta cruel, inmoral y genocida.
Hoy, en que Cuba necesita de nuestra solidaridad, es necesario que alcemos nuestras voces para exigir el gobierno de Estados Unidos, el cese inmediato y definitivo del embargo contra Cuba, así como necesario es la solidaridad colectiva y familiar de insumos de construcción, electricidad, alimentos no perecederos, etc. hacia nuestros hermanos cubanos.