LA TENDENCIA DE IZQUIERDA: UN DESTACADO HECHO POLÍTICO EN AMÉRICA LATINA
Como afirmación que no se puede desestimar, el analista James Petras afirmó: "Pensar que Latinoamérica está encaminándose hacia la izquierda es una exageración triunfalista poco seria" (Entrevista en la página Web Rebelión, 23 de mayo de 2008). La consideramos una muy desacertada conclusión. Compartimos con los camaradas del PCMLE sus análisis sobre el estado del movimiento de masas en el subcontinente americano que nos llevan a concluir junto con ellos, acerca de la conformación y existencia en América latina de una gran tendencia patriótica, antiimperialista, democrática, de izquierda y revolucionaria,
No repetiremos los argumentos que dan sustento a esta afirmación y remitimos a la lectura del articulo del PCMLE publicado en la revista “Unidad y Lucha” Nº 14, “América Latina y la revolución social del proletariado”; en este artículo nos proponemos hacer referencias y precisiones necesarias para contribuir a una mejor comprensión de los fenómenos sociales, económicos y políticos que recorren nuestra América y salirle al paso a críticas incorrectas sobre los procesos en curso que, en lugar de ayudar a elevar la conciencia de las masas, confunden a dirigentes, a las masas de la clase obrera y a los pueblos y afectan su moral y compromiso con la lucha.
Los pueblos hacen la historia
Partimos de que la clase obrera, el campesinado, los sectores populares, son el núcleo fundamental de la tendencia, al cual se suman múltiples sectores de clase y de las capas medias. Los denominados “gobiernos alternativos” hacen parte de la tendencia pero no son la tendencia, son el producto importante del acumulado de lucha de los sectores fundamentales, son una expresión de la confrontación al igual que la huelga, el paro, el corte de rutas, la lucha armada, la toma de tierras, desde luego con diferencias y similitudes propias de la realidad concreta de cada país y del desarrollo desigual en todos los ordenes y formas de lucha.
Estos gobiernos se logran como resultado de la rebeldía popular, independiente de su eficacia y concepción tratan de tomar medidas para responder a una expectativa popular, lo que en efecto no los hace revolucionarios. Son de izquierda en el sentido de reflejar y asumir posiciones democráticas con manifestaciones antiimperialistas, que son banderas en común en la tendencia junto al rechazo a la política económica imperialista el neoliberalismo, la guerra y el saqueo de los recursos naturales.
Por eso no es correcto, como lo hace el señor Jame Petras (en entrevista publicada en Rebelión, el 23-05-08), igualar los alcances de estos gobiernos, su comportamiento, con el desarrollo de la tendencia de izquierda que es mucho más amplia y la cual niega al negar las posibilidades para ampliar la lucha de las masas y avances de dichos gobiernos. Desconocer los movimientos democráticos y progresistas, las posiciones que van hacia la izquierda así no lleguen a ser revolucionarias es una necedad izquierdista que afecta la moral popular al no mostrar que es posible luchar, avanzar y vencer.
No menos importante es la polémica sobre el socialismo que está en marcha en el continente, como señal de las limitaciones de los “gobiernos alternativos” que se mueven en el marco del sistema capitalista, que obligan pensar en la revolución y no sólo y predominantemente en las reformas.
Un asunto clave de la lucha política: el problema del poder
Es necesario precisar que gobierno no es equivalente a PODER, pero en esto y en el concepto de Estado, Petras se aleja de una visión científica, no se conoce su apreciación general sobre el papel de las fuerzas armadas como pilar central del Estado, asunto que no aborda de fondo ni cuando habla de las FARC en Colombia, lo pasa por alto, perdiendo toda profundidad en el análisis de la correlación de fuerzas.
La carencia de la toma del poder y de un partido revolucionario que dirija la lucha popular hace que los gobiernos alternativos sean presa fácil de las presiones burguesas e imperialistas. Esto se confirma en la afirmación final de Petras al balancear los resultados del referendo del pasado diciembre en Venezuela: “El referendo y su resultado, aunque importante hoy día, es sólo un episodio en la lucha entre el capitalismo autoritario imperial y el socialismo democrático de los trabajadores.” (Rebelión 11/12/07).
A más de dejar planteada la discusión sobre qué es el “socialismo democrático”, al parecer bajo el poder burgués, que se defiende en este caso, parece ser que el señor Petras deliberadamente enreda una cosa con otra, asunto muy delicado, pues lo que haga o deje de hacer un presidente de estos gobiernos (Ecuador, Bolivia, Venezuela) no define el rumbo de la tendencia de izquierda en América Latina. Una alternativa popular exige la existencia de un partido u organización política de vanguardia que con esa inspiración y guía política canalice la inconformidad popular y de la batalla estratégica por la toma del poder, que no es un equivalente a tener el gobierno, que no puede darse por la vía electoral, que exige derrocar a las oligarquías pro imperialistas con la insurrección popular armada.
El valor de la guerra popular en Colombia, de la violencia revolucionaria de masas en las barricadas y contra los piquetes policiales y para defenderse de los golpes de Estado reaccionarios, son formas que va tomando la guerra civil del pueblo contra la oligarquía y el imperialismo.
La acelerada y aparatosa marcha hacia la gran recesión-depresión económica del sistema capitalista-imperialista genera una situación de más polarización de clases, de crisis políticas de distinta profundidad, de luchas ínter burguesas e ínter imperialistas que agrietan más el eslabón débil Colombia-Venezuela-Ecuador, por tanto, es necesario fortalecer los partidos revolucionarios de clase y consolidar los triunfos antiimperialistas y democráticos para acumular fuerzas en dirección al salto revolucionario hacia el poder popular y el socialismo.
En América Latina es posible y necesario avanzar en el diseño de una estrategia común
Esta estrategia debe partir de una visión de clase proletaria. Debe tomar en consideración los factores comunes a estos países. Los aspectos socioeconómicos, políticos y militares, la dependencia del imperialismo norteamericano principalmente, las tradiciones históricas y las luchas conjuntas libradas, la agudización de las crisis y sus secuelas, las contradicciones sociales en la región, y la necesidad de un gran frente unificado que pueda derrotar a los enemigos de nuestros pueblos, son rasgos comunes que desde hace décadas esperan solución.
No pretendemos que la estrategia común para la revolución latinoamericana sea una tarea fácil. Tampoco consideramos que ella implica un levantamiento insurreccional o un desenlace de la guerra popular simultáneo en todos los países. Vemos sí la necesidad de entrelazar más íntimamente los factores internos y externos, poner en juego la teoría de los eslabones débiles y darle una perspectiva común y ambiciosa a las luchas del proletariado y los pueblos de América Latina.
La relación estrecha entre el problema nacional -que se expresa fundamentalmente en la liberación nacional-, la democracia y el socialismo, sin establecer esquemas prefijados, nos permite hablar de la posibilidad y necesidad de dicha estrategia. Sería erróneo fomentar en América Latina una visión parcial y fragmentada de la revolución proletaria mundial. Por el contrario, sabemos que una estrategia para el sub-continente debe articularse con la lucha de la clase obrera y los pueblos del mundo.
Las tareas de liberación nacional y social, que son centrales en el programa revolucionario, definen para la estrategia un enemigo principal: el imperialismo norteamericano y las burguesías socias. Igualmente, deben sentar las bases para configurar el campo de las fuerzas comunistas, revolucionarias, democráticas y progresistas. Empero, tales tareas no pueden desligarse de la empresa de construcción del socialismo, so pena de torcer el rumbo que debe imprimirle el proletariado a la revolución en esta etapa histórica caracterizada por Lenin, o de entregar la dirección a otras clases o capas que frustraran la lucha popular. Destacamos el papel del proletariado y su partido marxista-leninista, capaz de conducir el proceso y de establecer las alianzas y niveles de unidad necesarios.
Una amplia política de alianzas de diferente alcance, un aprovechamiento cabal de las distintas formas de organización y de lucha (incluida la lucha armada), y el papel que están llamados a jugar la clase obrera y los comunistas, son factores básicos para trabajar un poderoso frente antiimperialista con todos los revolucionarios y demócratas del Continente y, sobre todo, con nuestros pueblos, sus organizaciones y movimientos sociales.
La experiencia latinoamericana nos muestra la importancia que ha tenido el forjar niveles de unidad que trasciendan la mera coordinación y la unidad de acción.
Enfatizamos en el papel que en América Latina debe jugar el proletariado como única clase que puede guiar el proceso revolucionario hacia el socialismo. Es cierto que en cada formación socioeconómica el respectivo Partido Comunista encontrará la manera de resolver este problema, con la guía del marxismo-leninismo. Ni el escaso número de obreros, ni su reciente configuración como clase, ni siquiera el dominio ideológico que sobre la mayoría de las clases y capas trabajadoras ejercen el imperialismo y la burguesía, son razones suficientes para negar el papel de vanguardia del proletariado. Los problemas que hoy acusa el movimiento obrero y sindical no invalidan su misión histórica. Mas bien nos llaman a estudiar las causas que influyen en esta situación y a combatir los defectos que nosotros mismos hemos tenido en el trabajo obrero, así como a contrarrestar y superar la capacidad de acción del enemigo.
En particular, a los marxistas-leninistas latinoamericanos se nos exige un esfuerzo de desarrollo y creación a la altura de la dinámica y posibilidades revolucionarias en la región. Debemos persistir en eso. Naturalmente, no pretendemos un marxismo latinoamericano por oposición a la vigencia universal de la teoría del proletariado. Pero sí es necesario recoger las tradiciones, las luchas, los aportes al pensamiento marxista-leninista y estudiar la problemática particular para responder en la teoría y en la práctica a las necesidades de la lucha de clases en el subcontinente.
En ese camino de construcción teórica enmarcamos el papel y la existencia de una corriente de izquierda en Latinoamérica y el Caribe que se ha ido robusteciendo con victorias como la del referendo que ganaron los pueblos del Ecuador el pasado 28 de septiembre, muy a pesar del querer del imperialismo y sus lacayos.
Partido Comunista de Colombia (marxista-leninista)
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Revista Internacional “UNIDAD Y LUCHA” No.17. Artículo del Partido Comunista de Colombia (marxista-leninista). Colombia, Octubre 01 de 2008.