Programa Agrario del Partido Comunista de El Salvador

PROGRAMA AGRARIO DEL PARTIDO COMUNISTA DE EL SALVADOR

Aprobado en el V Congreso del P. C. S.

Celebrado en marzo de 1964

El nuestro es un país agrario, semi-feudal, semi-colonial y en desarrollo capitalista deformado. Las transformaciones de mayor envergadura a que dará origen nuestra revolución serán por eso las de la Reforma Agraria. Del acierto de ella dependerá, en grado decisivo, la correcta solución de los problemas de nuestro desarrollo social en conjunto, el acierto de todo el Programa de la Revolución en la presente etapa.

Qué se necesita para que el Programa Agrario de nuestro Partido sea acertado? Lo que se necesita para eso es que se funde en el conocimiento de nuestro problema agrario y tome en cuenta, además de la riquísima experiencia internacional, los rasgos peculiares conformados en el proceso histórico nacional. Por eso, antes de presentar el programa agrario del Partido, estudiaremos nuestro problema agrario.

El territorio agrícola y su conformación.

Según el censo Agropecuario de 1961, la superficie ocupada por las 222.289 explotaciones agrícolas por él registradas es de 2.229.999 manzanas (41.637 manzanas superior al dato arrojado por el Censo de 1950) Este es el territorio agrícola de nuestro país. Comparado con el territorio total que mide 2.860.000 manzanas (equivalente a 20,000 Kilómetros cuadrados), resulta una diferencia de 630,000 manzanas que es la superficie que se supone ocupada por las ciudades, pueblos y villas, por los ríos, lagos, vías férreas, carreteras, cráteres volcánicos, etc. Con todo, esta superficie no agrícola resulta abultada. La causa de tal exageración esta en que los terratenientes, en especial los grandes, ocultan siempre en sus declaraciones el tamaño real de sus propiedades, proporcionando cifras disminuidas. La consecuencia es que la parte ocupada por el conjunto de las explotaciones agrícolas resulta inferior a la real y mayor la parte no agrícola. Por esta razón, pese a que las ciudades y carreteras experimentaron un considerable aumento en los once años transcurridos entre ambos censos, la superficie agrícola aparece mayor en 1961 e inferior la ocupada por las ciudades, carreteras, vías férreas, etc. Con toda seguridad puede afirmarse que tampoco los datos del último censo son exactos a este respecto y que continúa oculta una parte de las extensiones de propiedad de los grandes terratenientes.

Sin embargo, tomados en general, los datos de estos censos son suficientemente concluyentes como para hacer un estudio acertado del problema agrario.

En el territorio nacional pueden distinguirse tres fajas horizontales y casi paralelas, que presentan un distinto relieve, un clima diverso y una distinta calidad de los suelos.

a) La faja costera, de clima cálido, tiene un ancho de unos treinta kilómetros en sus puntos de mayor ensanche y esta formada en gran medida por amplias planicies de tierra fértil de origen aluvial. Hasta hace pocas décadas estaba en su mayor parte cubierta por bosques espesos y carecía casi por completo de vías de comunicación. En la parte centro oriental de esta faja, se ah desarrollado el cultivo del algodón, con gran impulso desde 1945, y en los últimos años ha sido cruzada por una moderna carretera (la carretera del Litoral) y muchos caminos de alimentación.

b) La faja central, de clima templado, tierra fértil de origen volcánico y de reciente formación. En ella se combinan las alturas los picachos fríos y los valles superiores de clima más bien caliente. Es el asiento de la parte principal de nuestra agricultura, en primer lugar del café. Gran parte de la producción cerealera procede también de esta faja. Es la zona de mayor concentración de la población y de más abundantes vías de comunicación.

c) La faja norte, con una amplia variedad de climas, es montañosa y en gran parte erosionada. Allí se registran desde los climas más fríos de nuestro país, hasta los calientes de los valles bajos. En ella se encuentran una parte importante de las reservas forestales y durante el siglo pasado fue el asiento principal de las plantaciones de jiquilite (de cuyas hojas se extraía el añil). El cultivo añilero realizado irracionalmente, expuso las tierras a la erosión. En a actualidad gran parte de esa faja esta cubierta por los llamados “pastos naturales.” Esta es la parte peor dotada de vías de comunicación y la más atrasada en todos los sentidos.

Lo principal de nuestra agricultura se encuentra actualmente concentrado en las fajas central y costera, como resultado del proceso histórico nacional. (Ver Anexo No. 1).

Puede decirse que la faja central es la zona del café y la costera la del algodón. En ambas se asienta la producción de cereales y caña de azúcar. La faja norte es ahora la más atrasada y menos fértil y allí se asienta principalmente la ganadería de los llamados pastos naturales, que es una ganadería de engorde de hatos importados de Honduras para su exportación posterior a Guatemala.

2. El aprovechamiento de la tierra, la tierra cultivada y la inculta

El territorio agrícola de nuestro país se encuentra pésimamente aprovechado. Más de la mitad no se cultiva y la parte cultivada se haya en un nivel muy atrasado de desarrollo, excepción hecha de los cultivos destinados a la exportación.

El Censo de 1961 clasificó el territorio agrícola, desde el punto de vista de su aprovechamiento en los seis renglones siguientes: “Tierra de labranza” “Cultivo permanente” “Pastos sembrados” “Pastos naturales” “Montes y bosques” y “Otras tierras.” El contenido de estos renglones para las autoridades estadisticas, según sus pablaras textuales en el ``avance del Segundo Censo Agropecuario 1961´´, es el que sigue:

“TIERRAS DE LABRANZA:” La constituía los terrenos ocupados con cultivos abiertos, anuales en su mayoría, y que generalmente se cultivan por medio de araduras. También se considero “tierra de labranza” la superficie que permaneció en descanso (no cultivada) durante un periodo menor de cinco años”.

Ejemplos de cultivos propios de estas tierras son el maíz, el maicillo, la caña de azúcar, el algodón, etc.

“CULTIVO PERMANENTE:” Se consideran aquellos con proceso vegetativo mayor de un año, como el café, cacao, frutales, etc.

“PASTOS SEMBRADOS:” Las superficies cultivadas con el objeto de alimentar al ganado o producir zacate de corte (incluyo las “huateras”)

“PASTOS NATURALES:”este rubro incluyo las superficies cubiertas de gránales y demás extensiones dedicadas al pastoreo y que no han sido sembradas ni cultivadas.

“MONTES Y BOSQUES:” incluye las arboledas y “chárrales” naturales o plantados, explotables para leña, madera de construcción t ebanistería, o cualquier otro producto forestal incluyendo “árboles de sombra” de cafetales, cacaotales, etc.

“OTRAS TIERRAS:” así se definieron las extensiones que, dentro de cada explotación, eran ocupadas por edificios, instalaciones, caminos, ríos, lagos, pantanos, lava, etc. o las que por mala calidad de los suelos no eran cultivadas, ejemplo: parcelanas excesivamente rocosas”.

Claramente se comprende que los primeros tres renglones constituyen la superficie cultivada y que los otros tres forman la parte inculta. Las cifras arrojadas por el censo para cada uno son estas:

Total...................................2.229.999 manzanas................................100%

Tierra cultivada

Tierra de labranza........... 697.252 manzanas...............................31.3%

Cultivo permanente........ 228.774 manzanas...............................10.3 %

Pastos sembrados........... 144.424 manzanas................................5 %

Total de Tierra Cultivada 1.070.450 manzanas...............................48.1%

Tierra No Cultivada

Pastos naturales.............. 719.376 manzanas................................32.2%

Montes y bosques.......... 323.587 manzanas..............................14.5%

Otras tierras.................... 116.586 manzanas...............................5.2%

Total de Tierra no Cultivada 1.1589.549 manzanas..............................51.9%

En comparación con las cifras el censo de 1950 la variación es insignificante:

1950 1961



TIERRA CULTIVADA 46.99% 48.1%

TIERRA NO CULTIVADA 53.01% 51.9%


Las modificaciones más importantes ocurridas entre ambos censos son:

a) El aumento en 138.038 manzanas de la ”Tierra de Labranza” dentro del cual fue el algodón el que registró un mayor crecimiento proporcional de su área de cultivo, con 39.848 manzanas por encima de 1950 (152.5% más que ese año)

b) La reducción de 105.656 manzanas en las tierras dedicadas a los “Pastos sembrados”• (42.2 % menos que en 1950).

c) La superficie cubierta por “pastos naturales”• apenas sufrió una disminución de 37.790 manzanas (un 5% menos con respecto a 1950).

La cifras del aumento en las “Tierras de labranza” y de la reducción en los pastos sembrados y naturales, indican que el cr4ecimiento de la primera se realizó principalmente a costa de los pastos sembrados; es decir de lo mejor de nuestra ganadería, sumiendo más a esta en la crisis en que se halla desde hace muchos años. Este es sin duda uno de los efectos más dañinos del monocultivo en nuestro país, fenómeno que explicaremos más adelante.

d) El crecimiento en 29.707 manzanas de los “Bosques y Montes.”No se trata de un autentico crecimiento de nuestras reservas forestales que es solo posible mediante una sistemática política de replantación y plantación de árboles, que no existe en nuestro país, sino del “encharralamiento” de nuevas extensiones antes dedicadas a otros cultivos y ahora abandonadas. Esto es también un efecto del deformado y unilateral proceso de desarrollo de nuestra agricultura, al que nos referiremos después.

Las cifras del censo de 1961 indican que más de la mitad del territorio agrícola, nada menos 1.159.549 manzanas (el 51.9%) se encuentra fuera de cultivo en nuestro pequeño y densamente poblado país (125 habitantes por kilómetro cuadrado-censo de 1961) Y esta no es toda la verdad. La parte no cultivada es todavía mayor en los hechos., puesto que habría que agregarle una porción de los “pastos sembrados” que son vastos terrenos en cuya mayoría solamente de tarde en arde se aplica el trabajo del hombre. Grandes haciendas ganaderas de pésimo rendimiento funcionan en nuestro país con veinte o treinta trabajadores, casi todos en la condición de colonos o mozo-colonos pagados miserablemente. Así considerada la situación, la parte no cultivada se eleva a 1.303.973 manzanas (el 57.14%) del total). De este modo es que los organismos internacionales entienden la tierra inculta en El Salvador.

A tenor de estos datos, solamente contamos en El Salvador con 0.37 de manzanas de tierra cultivada por cada habitante. En comparación con el resto de Centroamérica, somos el país que cultiva menos tierra por habitante y el que tiene el área cultivada menor, sólo superior a Costa Rica (ver cuadro en el anexo No. 2).

Cifras del Monopolio sobre la tierra en nuestro país.

Los rasgos característicos de nuestra agricultura dependen en grande decisivo de como se encuentra repartida la tierra. En una agricultura basada sobre la propiedad privada sobre la tierra, no son los intereses de la comunidad sino los intereses de los terratenientes los que determinan el rumbo que la producción ha de tomar. El régimen de propiedad sobre la tierra determina el rumbo que la producción ha de tomar. El régimen de propiedad sobre la tierra determina también la situación social de las masas rurales.

Por todo esto, en el estudio de nuestro problema agrario juega un papel central el conocimiento d las cifras del monopolio de la tierra.

Veamos esas cifras en el censo de 1961:

TAMAÑO NUMERO PORCENTAJE SUPERFICIE PORCENTAJE

DE LAS DE EXP. RESPECTO AL EN RESPECTO AL

EXPLOTACIONES TOTAL DE MANZANAS TERRITORIO

EXP. AGRICOLA

Hasta 4.28 mna. 175.615 78.30 245.863.87 11.03

De 4.29 a 14.29 29.106 12.98 230.502.51 10.34

De 14.30 a 28.59 8.665 3.86 188.336.43 8.22

De 28.60 a 71.49 6.454 2.88 300.790.47 13.49

De 71.50 a 142.99 2.391 1.07 237.770.32 10.66

De más de 143 mna. 2.058 0.92 1, 031,735.69 46.27

TOTALES 224.289 100 2, 229,999.29 100

(Ver en anexo No. 2 el cuadro comparativo de las cifras del monopolio de la tierra en 1950 y 1961).

Para el censo Agropecuario, “unidad de explotación”, según las palabras textuales tomadas del “Avance del Segundo censo agropecuario 1961”, es “todo terreno utilizado, total o parcialmente, para la producción agropecuaria por una solo persona (productor o con la ayuda de otros, sin consideración de título o tamaño.” “La unidad de explotación puede constar de uno o más lotes o parcelas siempre que estén ubicadas en el mismo municipio y que en conjunto están bajo una misma administración. Sin embargo puede darse el caso de que una unidad de explotación este comprendida entre dos o más municipios limítrofes.” El censo clasificó las “explotaciones” en 14 tamaños, “pero nosotros los hemos agrupado en seis para facilitar la comprensión.”

En este cuadro puede verse que mientras 175.615 explotaciones menores de 4.28 manzanas (el 78.30 % de todas las explotaciones)., abarcan solamente 245.863 manzanas; 2,058 grandes explotaciones mayores de 143 manzanas (apenas el 0.92 % de todas) comprenden 1.031.735 manzanas (el 46.27 % de la tierra), casi la mitad del territorio agrícola.

Con todo y que esas cifras revelan una extremada concentración de la tierra, no muestran toda la verdad. En primer lugar, las2.058 explotaciones mayores de 143 manzanas, pertenecen a un número mucho menor de terratenientes. Entre los grandes terratenientes es frecuente el caso de que cada uno posea dos, tres o más haciendas en distintos municipios y departamentos. Por eso, podemos afirmar que los dueños de esas 2.058 explotaciones no llegan a mil. En segundo lugar, los dueños de esas explotaciones de más de 143 manzanas son al mismo tiempo y en su mayor parte, propietarios de explotaciones menores. Hasta cuentan con parcela de las más pequeñas. Hay que tomaren cuenta que la inmensa mayoría de las fincas cafetaleras son de un tamaño inferior a 143 manzanas y que de ellas los grandes terratenientes poseen en algunos casos hasta decenas (de 36.035 explotaciones cafetaleras en 1961, 35.287 eran menores de 143. manzanas.

Habría que considerar también entre el grupito de monopolistas de la tierra acierto tipo de propietarios que, sin poseer ninguna explotación que llegue a 143 manzanas, tienen sin embargo numerosas parcelas, fincas, lotes, etc.; que en conjunto suman cientos o miles de manzanas.

Tomando en cuenta todas esta consideraciones, pese a que el censo no es claro y oculta el número de propietarios así como la cantidad de tierra que cada uno posee, se puede afirmar, sin temor a equivocación, que no más de Mil grandes terratenientes, son dueños de UN MILLON Y MEDIO DE MANZANAS o más, es decir, de las dos terceras partes de nuestro territorio agrícola.

4. La relación entre el monopolio de la tierra, los pastos y la tierra inculta.

Entre el monopolio de la tierra y la superficie inculta existe una estrecha relación en nuestro país. La tierra inculta se encuentra en los latifundios y pertenece al puñado de grandes terratenientes.

De acuerdo a los datos del censo Agropecuario de 1961 de 1.031.735 manzanas que comprenden las explotaciones mayores de 143 manzanas, 652,606 se encuentran sin cultivar. En otras palabras, un promedio del 63% de la tierra de las grandes haciendas no se cultiva. En cambio en las explotaciones menores de 4.28 manzanas, el promedio de tierra cultivada se eleva hasta el 85%.

La superficie no cultivada total, como ya vimos, es de 1.159.549 manzanas y de ellas, 652.606, es decir, el 56% se encuentra en los latifundios.

En general, los datos del censo demuestran que en la medida en que son mayores las explotaciones, es mayor también su parte no cultivada (ver cuadro correspondiente en el anexo No. 2).

Es muy importante hacer notar que entre la tierra inculta y los pastos existe también una estrecha relación. Hay en nuestro país 863.800 manzanas cubiertas de pastos sembrados o naturales. Con este solo dato pudiera creerse que El Salvador es un próspero país ganadero, pero en la realidad ocurre todo lo contrario. La ganadería salvadoreña es primitiva y se encuentra en franco proceso de liquidación. En 1962, el número de cabezas de ganado vacuno era solamente de 671.190 las que repartidas en la superficie cubierta por pastos resultan a menos de una por cada manzana.

La situación d ela ganadería ha venido empeorando. En 1950 el número de cabezas de ganado vacuno era de 890.838, 138,648 más que en 1962. Durante 1963 el proceso de reducción del ganado ah continuado de manera alarmante.

La ganadería es uno de los ejemplos que demuestran más categóricamente lo efectos desastrosos del curso unilateral, monocultivista, que sigue ahora nuestra agricultura.

La superficie cubierta de pastos no es, por tanto, en nuestro país el resultado del crecimiento de la ganadería. Los pastos son únicamente un manto que cubre la tierra inculta. Y así como esta se encuentra en su mayor parte en los latifundios, los pastos tienen en ellos también la mayor superficie. Los datos del último censo demuestran en efecto, que en las explotaciones mayores de 143 manzanas, los pastos ocupan un promedio del 47% de la superficie de cada una. En tanto que en las explotaciones menores de 4.28 manzanas, el promedio cubierto de pastos es solamente del 5%. En general, también la parte cubierta por pastos en cada explotación es mayor en la medida en que es mayor el tamaño de éstas. (Ver el cuadro correspondiente en el anexo No.2)

5. Desarrollo capitalista y remanentes feudales.

A- El desarrollo del capitalismo en nuestra agricultura.

En nuestra agricultura se opera un proceso de desarrollo capitalista que en los últimos años ha tomado u mayor impulso con la ampliación del cultivo algodonero.

Dos son los caminos fundamentales de desarrollo del capitalismo en la agricultura que ha registrado la Historia. Esos caminos son en síntesis los siguientes:

Primero.

Los latifundios feudales se van transformando en grandes empresas capitalistas agrícolas donde predomina le trabajo asalariado, se produce con destino al mercado y se incorporan técnicas e implementos avanzados. Este camino presupone la realización de reformas en el régimen de propiedad, que conducen al despojo de las masas de pequeños propietarios de la tierra y demás medios de producción, los cuales se concentran en poder de los grandes terratenientes. De este modo, los pequeños propietarios (campesinos, pobres y medios) son transformados en trabajadores que solamente poseen su fuerza de trabajo y necesitan venderla para subsistir. En otras palabras, los campesinos son transformados en asalariados libres, en proletarios.

Es propio de este camino el aparecimiento del arriendo capitalista, de la tierra en gran escala. Capitalistas provenientes de la ciudad arriban a la agricultura, invirtiendo sus capitales en la producción de aquellos artículos que cuentan con aceptación en el marcado (interno o exterior) pero como no poseen tierras, las adquieren en arrendamiento de los latifundistas. Así, grandes haciendas donde prevalecían las relaciones de producción y las fuerzas productivas propias del feudalismo, se transforman en empresas capitalistas y los terratenientes se convierten en una clase absolutamente parasitaria, que no contribuye con ninguna cuota de trabajo personal a la producción, ni siquiera en las labores administrativas y de dirección inmediata del trabajo, pero que percibe la renta del suelo extraída a los trabajadores asalariados por la explotación capitalista. De esta manera se crea una situación en la que por el sólo hecho de poseer el monopolio sobre la tierra, la clase de los grandes terratenientes recibe un tributo arrancado a la inmensa mayoría de la sociedad por la explotación asalariada.

Solamente algunos latifundistas se transforman en empresarios capitalistas de la agricultura, convirtiendo ellos mismos sus haciendas feudales en unidades capitalistas de producción. De ese modo obtienen la renta del suelo y además la ganancia normal en la rama de producción de que se trata.

Este proceso de desarrollo capitalista de la agricultura no liquida consecuentemente todas las relaciones feudales de producción. Por el contrario, conserva celosamente todas aquellas que, siendo compatibles con el sistema de salario y con la nueva organización del trabajo, permiten al capitalista una mayor explotación de los trabajadores.

El pago de la renta del suelo a los terratenientes y la supervivencia de remanentes feudales, determinan un bajo nivel de salarios y cierto estancamiento en el progreso de la técnica, especialmente en aquellos casos en que son necesarias fuertes inversiones en la tierra misma ( desecación de tierras pantanosas, regadío, obras del conservación del suelo, etc.) pues los capitalistas arrendatarios se cuidan de no realizarlas en lo ajeno, a sabiendas de que, además, ello conduciría a un aumento del canon de arrendamiento. Se comprende fácilmente que semejante situación determina un uso irracional de la tierra, la imposibilidad de la rotación de cultivos, un rápido empobrecimiento de su fertilidad y un proceso irrefrenable de la erosión.

Segundo

En algunos países, en los que tuvo lugar una revolución burguesa con la activa y directa participación de las masas campesinas y de los trabajadores de la ciudad, el feudalismo fue liquidado consecuentemente. Los latifundios feudales fueron repartidos en parcelas para ser distribuidos a los campesinos, en propiedad o en arrendamiento. El posterior desarrollo del capitalismo en esos países, condujo a un nuevo proceso de concentración de la tierra en pocas manos. El endeudamiento de los campesinos parceleros con los grandes comerciantes, con los prestamistas o bancos, termino haciéndolos perder la tierra. La gran propiedad y el monopolio sobre la tierra resurgieron así sobre una nueva base, en manos de grandes capitalistas, sociedades anónimas, bancos, etc. Pero los remanentes feudales en las relaciones de trabajo, por haber sido liquidadas por la revolución burguesa, no reaparecen, o solamente se conservan en un grado muy pequeño.

En nuestro país el capitalismo en la agricultura se ha venido desarrollando por el camino descrito en primer lugar.

En El Salvador, como en toda la América Latina, las relaciones de salario aparecieron en las ramas de la producción mercantil destinada a la exportación, cuando en ellas llegó a ser incompatible la necesidad de de ampliar el volumen de la producción, determinada por el crecimiento de la demanda en Europa, con la relaciones esclavistas y feudales de trabajo, que le imprimían a este un carácter forzado e impedían la elevación de su productividad. En muchos países latinoamericanos el trabajo asalariado libre, más o menos libre, apareció primero en la minería que en las demás ramas de la producción, porque la minería representaba en ellos la fuente más abundante de productos para la exportación. Pero en nuestro país, sin una minería rica, la producción de materias primas agrícolas para Europa al través de España fue la principal actividad destinada a la exportación. Concretamente fue en la producción de añil donde en El salvador surgieron primero las relaciones de salario, en un principio envueltas en resabios esclavistas.

El cultivo del café, que vino sustituir al del añil a mediados del siglo pasado, se afianzó sobre la base de una completa reforma burguesa del régimen de propiedad sobre la tierra y le imprimió gran impulso al desarrollo del capitalismo en nuestra agricultura.

Tres factores se conjugaron en el inicio del cultivo cafetero para imprimirle un rumbo capitalista:

a) La formación del monopolio privado de la tierra mediante el despojo violento de las Comunidades Indígenas., de los Ejidos y de los pequeños propietarios campesinos. Las leyes de Extinción de Comunidades, de Extinción de Ejidos y de Registro de la Propiedad Raíz e Hipotecas, promulgadas en los años de 1881, 1882 y 1897 respectivamente, vinieron a legalizar el despojo ya realizado de hecho en gran medida y a facilitar el definitivo asalto sobre la tierra por parte de los grandes terratenientes, y, de manera especial, de los altos funcionarios estatales o municipales, que estaban en mejores condiciones para utilizar en su favor la fuerza pública. (Ver Anexo no.1)

b) La formación de una gran masa de trabajadores desposeídos de todo medio de producción, con su fuerza de trabajo para vender por un salario como único medio de subsistencia. Esta masa desposeída fue el resultado inmediato de la formación del monopolio privado sobre la tierra, que ya ha sido descrita. Las plantaciones de café y el beneficiado del mismo pudieron contar de esta manera con mano de obra abundante y barata.

c) La inversión en el cultivo cafetero de importantes capitales monetarios acumulado anteriormente en el cultivo y la exportación de añil que, con la eliminación de los impuestos gravosos y de las trabas para su libre comercio con Europa que la independencia trajo consigo, se convirtió en un negocio muy lucrativo y próspero durante la mayor parte del siglo pasado. Fue precisamente cuando comenzaba a declinar el añil como consecuencia de la producción de colorantes sintéticos en Europa, que se iniciaron los esfuerzos oficiales en El Salvador para arraigar y extender el cultivo del café.

En el cultivo del café fueron invertidos también, capitales procedentes de la malversación de fondos municipales y estatales.

El cultivo del café, por ser de carácter permanente y requerir inversiones considerables en la creación de sus plantaciones, exigía la propiedad privada de la tierra. Quién, en efecto, estaría dispuesto a plantar en tierra ajena los arbustos que producen el grano , a mantenerlos libre de maleza, a podarlos y abonarlos sistemáticamente durante algunos años, en espera de las primeras cosechas raquíticas además, por ser las primeras? Tales inversiones no era posible realizarlas sino en tierra propia. Esta circunstancia impulso decisivamente el proceso de liquidación de las formas colectivas de la propiedad territorial (comunidades y ejidos) y el despojo de los pequeños propietarios individuales, a que nos hemos referido atrás.

La producción de café, sobre la base de la reforma burguesa del régimen de propiedad, se desarrolló hasta convertirse en los últimos años del siglo XIX en el principal renglón de las exportaciones y la principal actividad económica del país. Hasta hace muy pocos años, el café representaba el 80% ya veces el 90% de las exportaciones anuales.

El cultivo, beneficiado y exportación del café han jugado un papel de primer orden en el desarrollo del capitalismo en nuestra agricultura y también en el desarrollo del capitalismo en toda la economía nacional. El trabajo asalariado se convirtió en la forma predominante de las relaciones de producción en esa rama y con ello se extendió la circulación mercantil y se dio fuerte impulso a la formación del mercado nacional, superándose el aislamiento y la dispersión anteriores. El comercio entre el campo y la ciudad se acrecentó; la producción artesana se convirtió por entero en una producción mercantil y se incorporaron otras ramas de la agricultura a este tipo de producción. Las relaciones de salario se generalizaron en la ciudad y se extendieron parcialmente a otros sectores de la producción agropecuaria.

La producción de capital en el negocio cafetalero dio origen ala formación de una rica capa de compradores monopolistas de la cosecha para su exportación. Como una lógica consecuencia de sus negocios, estos exportadores se convirtieron en habilitadores de crédito a los medianos y pequeños finqueros y en grandes importadores de mercancías industriales. Como prestamistas se colocaron en situación de acaparar más tierras arrancadas a los deudores morosos, incrementando así sus ya extensas posesiones territoriales. Grandes capitales fueron acumulados por este pequeño grupo de burgueses, que más tarde invirtieron en la organización del sistema bancario, y de varias compañías aseguradoras. Así pasaron a monopolizar los recursos financieros del país y a invadir otras ramas de la economía.

Se convirtieron gradualmente en empresarios de la industria y dieron origen a sociedades anónimas de diverso género. A este puñado de multimillonarios es al que se le ha dado en llamar los “14 grandes.” Son pues, un reducido grupo de grandes burgueses monopolistas de la tierra, del comercio exterior, de la banca y de la industria.

En los últimos veinte años ha cobrado gran extensión y desarrollo técnico el cultivo del algodón. Este cultivo, cuyo ciclo vegetativo es de un año, no exige la propiedad privada de la tierra como el café. Por tal motivo, aparejado al desarrollo algodonero apareció y se extendió el arrendamiento capitalista de la tierra. El cultivo del algodón es propio de los climas cálidos y de las planicies y en nuestro país tal tipo de tierras se encuentran en la faja costera, que hasta entonces permanecía muy atrasada, sin vías modernas de comunicación, cubierta en gran media por bosques y “charrales”, dedicada en gran parte a la producción de maíz y otros cereales y a la ganadería rudimentaria en grandes latifundios predominantemente feudales en sus relaciones de producción ( colonia y pequeño arrendamiento) y en el nivel de sus fuerzas productivas ( arado de madera, tracción animal, etc.)

Capitales monetarios acumulados en el comercio, en la usura, en la malversación de caudales públicos, en el café o en el ejercicio de algunas profesiones liberales (abogacía, medicina, farmacia, odontología, etc.) afluyeron hacia la faja costera, inicialmente en el oriente del país, para invertirse en el cultivo del algodón, tomando en arrendamiento grandes extensiones a los terratenientes. Una parte de estos también se dedicó por cuenta apropia al cultivo algodonero, pero la mayoría se ha convertido en una clase absolutamente parasitaria. (Ver cuadro sobre el arrendamiento en el Anexo No. 2)

De las 126,000 manzanas sembradas en 1962,64.135 lo fueron por arrendatarios y 5.818 por agricultores mixtos (parte en tierra propia y parte en tierra arrendada). Ese año el número de empresarios algodoneros que arrienda tierra fue asimismo mayor al de los que cultivan tierras propias; 1.542 arrendatarios, 207 mixtos y 1.069 propietarios.

El desarrollo del cultivo algodonero ha sido vertiginoso. Entre 1951-52 y 1961-62 su área sembrada creció de 42,000 a 110,000 manzanas y la producción de 213.500 a 1.300.000 quintales (sin la semilla). El área cultivada para la cosecha 1962-63, fue de 126,000 manzanas.

Para tener una idea más completa de lo que significa la velocidad del crecimiento algodonero, es útil hacer una ligera comparación con el café. El crecimiento del volumen de las exportaciones de café entre 1945 y 1957 fue de una vez y media, en cambio en el algodón se registró un aumento de 42 veces. El valor de esas exportaciones creció en cinco y 55 veces respectivamente durante el mismo periodo. Esto a pesar de que en esos años es cuando se registraran los más altos precios para el café.

El algodón representó en 1962 el 23% del valor de las exportaciones totales del país, después del café que continuó en el primer lugar con el 55%. Sin embargo, en 1953 el algodón representaba solamente el 7% de las exportaciones totales, mientras el café hacía el 85%.

El cultivo algodonero ha significado también un incremento considerable de la técnica y la mecanización agrícola. Según datos de la Dirección General de Economía Agropecuaria (Sección de Previsión de Cosechas) en el algodón se utilizaron en 1962-63 los siguientes promedios de abonos e insecticidas:

ABONOS......................................7.81 quintales por manzanas

INSECTICIDAS..........................en polvo: 0.85 quintales por mna.

líquido: 13.08 galones por mna.

Y según la misma fuente, en el cultivo algodonero se emplearon 1.393 tractores en 1960-61 (965 de llantas y 428 de oruga) es decir, a promedio de un tractor por cada 59 manzanas, lo que representa un nivel bastante elevado de mecanización. Ahora el número de tractores ha aumentado mucho más, aunque no se poseen datos concretos recientes.

El base del crecimiento de su mecanización que incluye no solamente tractores, sino otras maquinas (hasta aviones para el riego de insecticidas) del uso de abonos e insecticidas y del desarrollo técnico en general, la producción por manzana se ha elevado de 6 a 12 quintales de algodón ( sin la semilla) entre los años 1951-52 y 1961-62.

La producción algodonera y su rápida expansión han extendido la proletarización en el campo, acelerando la ruina de los pequeños propietarios y aumentando la concentración de la tierra en pocas manos.

La caña de azúcar, aunque en un grado menor, también ha contribuido al desarrollo del capitalismo en el campo. Desde el bloqueo comercial decretado por los imperialistas yanquis en contra de la Cuba Socialista en 1960, las compras de azúcar de los EEUU se han desplazado a otros países de la América Latina y Asia. Bajo esa influencia la producción azucarera salvadoreña se ha venido ligando más y más a la exportación y, con ello, incrementándose en volumen y productividad. Entre 1958-59y 1961-62, la producción de azúcar aumento de 46,000 a 56,000 toneladas. En los momentos actuales, la gran burguesía en primer lugar los “14 Grandes” se preparan para realizar cuantiosas inversiones en el cultivo de la caña y en al producción de azúcar. Tal proceso proletarizara aún más a las masas rurales y concentrará en mayor medida la propiedad sobre la tierra.

Tanto en el algodón como en la caña, el desarrollo de los cultivos ha producido cambios radicales en la composición de clase de la población rural. Ahora son los asalariados la inmensa mayoría de la población económicamente activa en el campo. Según el censo de Población de 1961, de 485,380 personas que formaban entonces la población económicamente activa en la agricultura, 305.810 eran asalariados y solamente 8.970 eran patronos. 111.530 eran campesinos parcelarios (colonos, propietarios o pequeños arrendatarios) que, por no utilizar mano de obra asalariada o solamente contar con la ayuda de familiares, son llamados en el lenguaje estadístico “trabajadores por cuenta propia”. Los trabajadores familiares que les ayudaban resultaron ser 58.880 (las 190 personas restantes fueron clasificadas en el renglón de “otros.”)

Si se comparan estas cifras con las correspondientes del censo de 1950, saltan a la vista las grandes proporciones que ha tomado en nuestro país el proceso de proletarización de las masas del campo. En efecto, en 1950 los asalariados eran 194.182, en cambio, los campesinos minifundistas (“trabajadores por cuenta propia”) eran 125.487 y los familiares que les ayudaban 75.994.

B. La tierra inculta y el capitalismo en el campo.

La tierra inculta juega un papel concreto en nuestra agricultura; asegura la existencia de una masa abundante de trabajadores carentes de todo medio de producción, en la miseria y dispuestos a vender su fuerza de trabajo por un bajo salario.

Es notoria la tendencia de los latifundistas en El Salvador en el sentido de impedir el cultivo de la tierra por los campesinos. Los grandes finqueros de café y los grandes algodoneros son con frecuencia propietarios de grandes haciendas en regiones no apropiadas para esos cultivos y allí se niegan sistemáticamente a entregar parcelas en colonía o pequeño arrendamiento a los campesinos, más que en una proporción muy reducida. Conscientemente buscan con eso el poder contar con una masa abundante de trabajadores en la miseria, del la cual poder disponer por poco precio en la época de las cosechas del algodón y el café, cuando la demanda de mano de obra crece enormemente hasta absorberla toda.

Los grandes terratenientes que dan sus propiedades en arrendamiento a los capitalistas algodoneros, también cooperan al mismo fin negándose a ceder parcelas en colonía o pequeño arrendamiento en sus tierras no cultivadas. Así contribuyen a la “prosperidad” del cultivo algodonero, prosperidad que lleva envuelta la suya propia.

Esta conducta de los latifundistas no es reciente. En 1827, poco tiempo después de la Independencia de España y de fundada la Republica Federal de Centroamérica, los hacendados interesados en contar con abundante mano de obra asalariada (añileros principalmente) lograron que el gobierno federal promulgara una ley prohibiendo el alquiler de la tierra a cambio de trabajos personales (forma de la colonía) y unos meses más tarde otra ley que obligaba a los “vagos” a trabajar en las haciendas (la ley contra la vagancia)mediante el uso de la fuerza pública. Los “vagos”, desde luego, eran los campesinos que se resistían a dejarse convertir en asalariados.

Si bien es cierto que la colonia ha experimentado aumento entre 1950 y 1961 (Ver cuadro correspondiente en el Anexo No. 2) ello se debe a que los finqueros del café y los hacendados algodoneros acostumbran ceder pequeñas parcelas en número limitado a los trabajadores de carácter permanente que precisan para sus plantaciones, a cambio de trabajo personal o del compromiso de trabajar para ellos aceptando los salarios que fijen o a cambio de un pago de alquiler en especie y en trabajo. En las fincas de café generalmente se trata de insignificantes retazos para edificar ranchos pajizos donde vivir, sin espacio para cultivar. En las algodoneras se ven parcelas más grandes para esos colonos, sembradas generalmente con maíz, frijoles o maicillo. De esta forma los capitalistas cafetaleros y algodoneros se procuran trabajadores permanentes muy baratos y cereales prácticamente gratuitos para cocinar las miserables raciones que dan en parte de pago a los cortadores durante la cosecha. Esta forma de la colonía no esta, pues, en contradicción con el capitalismo sino que se compagina perfectamente con él y su incremento entre 1950 y 1961 está en relación con el incremento del cultivo capitalista del café y el algodón durante ese período.

Los pastos permiten a los latifundistas ocultar la ociosidad de la mayor parte de sus tierras, dándole la apariencia de unidades incorporadas a la producción. Realizan así una ganadería rudimentaria que les permite obtener la renta del suelo y algunas ganancias, sin necesidad de emplear un gran número de trabajadores. Los pocos que es actividad requiere, se encuentran en la condición de colonos y mozo-colonos que pagan en trabajo el uso de la parcelas o ranchos, o reciben un miserable salario.

C- Los remanentes feudales en nuestra agricultura.

En las fincas y haciendas cafetaleras, algodoneras y cañeras de más elevado desarrollo capitalista, las masas asalariadas están sometidas a un régimen de explotación que incluye grandes remanentes del feudalismo. En los corte de café, por ejemplo, se obliga a los trabajadores a diversas formas de trabajo gratuito; el acarreo y “picado” de leña, la “trasegada” (completar los sacos casi llenos que vienen del corte con el contenido de los más vacíos, para preparar los fletes en carretas o camión) la chapoda de pequeñas áreas gratuitamente el día de pago, el acareo de agua, etc. Todas estas formas de trabajo no pagado son restos de la servidumbre feudal. También son residuos de feudalismo en las haciendas cafetaleras , algodoneras y azucareras, el pago en comida de una parte del salario, que obstruye el desarrollo de la circulación monetaria en el campo, y por lo tanto, la producción y la circulación mercantil; el uso por los terratenientes de la Guardia Nacional como tropa a sus servicio; el establecimiento de cárceles en las haciendas y el “derecho” de los hacendados para ordenar la captura de los trabajadores; que son crudas supervivencias de las tropas feudales y de los derechos absolutos de los señores sobre los siervos de la gleba.;la forma moderna del pago en fichas, el descuento obligado por planilla de las deudas a la tienda de la hacienda, mucho más cara que los precios de fuera; la prohibición al libre comercio dentro de las propiedades del terrateniente, que son un evidente acomodamiento moderno de la autoridad que tenían los señores feudales para regular el comercio y el tránsito de las mercancías por sus dominios; el uso de medidas arcaicas y arbitrarias para valuar las labores, como por ejemplo: la “puya” para ”pesar” el café cortado por los trabajadores durante la cosecha, las ”brazadas” para medir las “tareas” en las chapoda y peinas, etc., el régimen legal a que están sujetas las masas rurales, que prohíbe su libre organización, el desamparo en que se encuentra su vivienda contra el allanamiento de la fuerza pública; el trato humillante que reciben los trabajadores por parte de los llamados cuerpos de seguridad , incluso por motivos fútiles como portar el machete con puñera, trato humillante y carencia de derechos que hacen de los trabajadores del campo ciudadanos de segunda categoría, que recuerdan en mucho la situación de los siervos de la gleba durante el feudalismo. Esto son los más sobresalientes ejemplos de supervivencia del feudalismo en las haciendas capitalistas.