Día a día siguen ganando prestigio los ya legendarios TUPAMAROS de Uruguay, día a día aparecen en grandes titulares en la prensa de Montevideo, América entera y el mundo. Sus golpes son exactos, precisos, limpios, demoledores. Sus hombres son fríos y nunca cometen errores... sus filas siguen engrosando, a pesar de los desesperados esfuerzos que hace la represión por exterminarlos. Sus esfuerzos están siendo coronados por un primer gran éxito: el pueblo, la masa ciudadana, ya confía en ellos, ya sabe que son un grupo muy bien organizado y que sus intenciones son seriamente revolucionarias.
El Movimiento de Liberación Nacional TUPAMAROS ha vencido la barrera del miedo y ahora es respetado y querido por los humildes y por todos los revolucionarios. La policía y la reacción no han logrado confundir a la opinión pública y ya todos tienen muy clara conciencia de que los Tupamaros son un movimiento revolucionario serio y no un grupo de aventureros y gangsters... Por otra parte han adquirido tanto prestigio que han logrado crear una verdadera psicosis en torno a su nombre.
Sus dos últimos golpes han llenado páginas y páginas de la prensa en el mundo. El asalto al Casino de San Rafael, mundialmente conocido por haberse efectuado en sus salones la reunión de presidentes americanos hace algún tiempo, los puso a la cabeza en cuanto a la cantidad de dinero expropiada y en cuanto a habilidad para efectuar la acción.
El asalto a la Financiera Monty, donde se incautaron de valiosos documentos que implican a varias personalidades de Gobierno en estafas y negociados sucios, no sólo les permitió que la expropiación del Casino pasara totalmente a segundo plano, sino que les hizo ganarse el reconocimiento de vastos sectores del Uruguay que ahora comienzan a mirarlos como celadores de la justicia y denunciadores de la corrupción de un sistema podrido.
EL ASALTO AL CASINO SAN RAFAEL
Martes 18 de febrero, día de carnaval, Punta del Este, Uruguay. Dos individuos, uno vestido de policía y otro exhibiendo un carnet de la policía civil, detienen al señor Manuel Sunhary, jefe de cajeros del Hotel Casino "San Rafael". Dicho casino cumple dos horarios de labor: entre las 11 de la mañana y las cuatro de la tarde y desde las 21 a las 5 de la mañana. Eran las 5 de la tarde y Sunhary volvía después de su almuerzo. "Es para cumplir un trámite de rutina", le dijo el uniformado. Lo hacen subir a una camioneta Volkswagen de color azul y luego es maniatado. La camioneta se dirigió luego al Casino. Al llegar allí, el movimiento era nulo. Solo trabajaban algunos aseadores y los cajeros que terminaban el arqueo de la sesión de juego de la mañana. Los asaltantes entraron sin causar alarma y se dirigieron a las oficinas. A estas alturas el grupo ya estaba compuesto por ocho hombres, armados de pistolas y metralletas cortas. En pocos minutos encerraron a todo el personal en la oficina de la gerencia. Inmediatamente, otros asaltantes obligaron a Sunhary, en poder de la llave de la caja principal, a abrir la misma. Ahí, en bolsas de lona, estaba el dinero, que sumaba aproximadamente cincuenta y cinco millones de pesos uruguayos. Todos los participantes actuaron a cara descubierta y hay consenso entre los que los vieron, que se trataba de personas educadas, cultas y jóvenes... en ningún momento actuaron con rudeza o grosería. Todo lo hicieron en orden y perfectamente sincronizado. Cada uno de ellos tenía una función específica que cumplir y conocía su papel a las mil maravillas. El conocimiento que demostraron del terreno en que actuaban era sorprendente. Conocían hasta los nombres de cada uno de los empleados que encontraron... sabían donde estaba cada cosa, donde conducía cada puerta, quien tenía cada llave.
La planificación de un operativo Tupamaro demanda mucha paciencia y tiempo. En cada acción participa mucha gente que recopila datos, sin saber para qué servirán posteriormente. El comando del grupo va reuniendo la información y va completando el rompecabezas. Por lo general ni los propios participantes en la acción conocen la operación hasta el final. Las medidas de seguridad son extremadas y es así como sus golpes son perfectos y limpios. Nunca deben recurrir a sus armas de fuego ya que la planificación anterior les permite actuar de improviso y reducir a los contrarios mediante la sorpresa y el convencimiento personal.
Hasta ahora no hay ninguna pista que permita a la policía saber algo concreto con respecto a los cincuenta y cinco millones de pesos... que ahora se están empleando en recursos y armas para la liberación nacional de Uruguay. Los autores confesos de este asalto son los miembros del Comando "Mario Robaina Méndez" del Movimiento de Liberación Nacional TUPAMAROS. Ellos en un comunicado de prensa (Ver suplemento Nº 76 de PF) declaran ser los autores del atraco y ofrecen devolver una parte del dinero que pertenece a los empleados del Casino.
En su comunicado dejan en claro que el "Reglamento Moral del MLN TUPAMAROS", en materia de expropiaciones señala que hay que hacer un claro distingo entre el significado de la propiedad burguesa y la propiedad de los trabajadores. Que la primera es —sin duda— mal habida y amasada con la explotación de los trabajadores y la segunda es el resultado del esfuerzo y del trabajo personal. Esta declaración produjo una corriente de ilimitada simpatía hacia el movimiento, mientras que la policía y el Go¬bierno decidían rechazar la oferta aduciendo que no trataban con gangsters, cargándose la antipatía general del pueblo uruguayo, consciente de la corrupción interna del régimen y las altas capas de la sociedad uruguaya.
EL CASO DE LA FINANCIERA MONTY
Pero de mayores proporciones internacionales fue el escándalo que creó otro comando del MLN TUPAMAROS, al asaltar las oficinas de la Compañía financiera Monty, que funcionaba paralela al Banco de Crédito. Estas financieras habían sido prescritas de la vida económica uruguaya por la ley de presupuesto de 1967, después de una fraudulenta quiebra del Banco Trasatlántico, que dejó al descubierto que todos los bancos operaban con compañías paralelas, donde invertían los dineros de los pequeños accionistas y ahorristas.
Dichas financieras operaban fraudulentamente, también, con moneda extranjera, provocando continuas especulaciones que producían la caída vertical de la moneda nacional. Ante la presión de la opinión pública, el gobierno burgués optó por declararlas ilegales por una ley que sabía no se cumpliría nunca, ya que los intereses eran demasiado poderosos y estaban enquistados en el corrupto Gobierno. Cada "Financiera" era a su vez subsidiaria o codueña de otras sociedades, donde disfrutaban los grandes ejecutivos de jugosas ganancias, mientras el pueblo cada día pierde su poder adquisitivo y es expoliado por el régimen. Los bancos concedían grandes préstamos a estas compañías fantasmas, con los fondos de los pequeños poseedores de cuentas, dinero que era invertido o vendido o prestado a grandes intereses. Los negociados estaban y están a la orden del día, cosa muy similar a lo que ocurre con los bancos chilenos que desde hace mucho tiempo operan en forma muy parecida, sin que nadie diga nada.
Los Tupamaros han puesto ahora en evidencia que la Financiera Monty sigue actuando y regenta a varias sociedades más, en cuyos directorios figuran jerarcas de la banca, las esferas económicas del Gobierno y la política. Y así como sigue actuando la Financiera Monty, hay otras que son colaterales a otros grandes bancos. El pulpo sigue succionando. La ley no se cumple. El Gobierno y la oligarquía siguen sembrando la ruina y la miseria.
La operación "Monty" estuvo a cargo del comando Liber Arce del MLN. Su objetivo principal fue la denuncia de las ilegalidades cometidas. El asalto se produjo el día catorce de febrero, cuatro días antes del asalto al Casino San Rafael, pero la noticia sólo salió a la luz pública el 23 de febrero. ¿Qué había pasado...? La Financiera Monty no había hecho denuncia alguna, a pesar de que el grupo Tupamaro se había apoderado de siete millones de pesos uruguayos en moneda extranjera (dólares, cruzeiros, nacionales argentinos y libras esterlinas) además de seis libros de contabilidad y diversos documentos probatorios de la actividad ilícita de la compañía.
El grupo entró tranquilamente por la puerta central del banco. Eran tres hombres jóvenes y una hermosa mujer. Tomaron el ascensor, llegaron al cuarto piso, amenazaron correcta pero enérgicamente a los empleados, los ataron y amordazaron y tranquilamente eligieron las especies a llevarse. Luego salieron con igual tranquilidad por donde habían venido. Dejaron correr los días y enviaron un comunicado a la prensa y a las autoridades policiales y judiciales denunciando el hecho. El escándalo fue mayúsculo. La justicia ordinaria de inmediato inició un proceso para aclarar el asunto, máxime que esa compañía ya tenía un antecedente muy oscuro en su pasado inmediato... un incendio de sus oficinas para ocultar documentos, en el octavo piso del edificio del Banco de Crédito, el mismo donde los Tupamaros dieron su golpe, esta vez en el cuarto piso.
La policía verificó la exactitud del asalto. La compañía trató de explicar su silencio, aduciendo que primero quería hacer una investigación interna para saber si había empleados implicados y para evitar el pánico entre los clientes del Banco. La explicación no satisface a nadie y los Tupamaros en su comunicado anuncian que los libros de la financiera están siendo estudiados por sus técnicos y que comunicarán lo que en ellos encuentren. Todos saben que los Tupamaros cumplirán su palabra y se tejen las versiones más contradictorias... mientras el nerviosismo cunde entre los estafadores, que, por primera vez, deben enfrentar la luz pública y la justicia. Los libros son entregados a la justicia ordinaria y el proceso continúa... mientras la policía sigue sus investi¬gaciones en torno a este bullado proceso. No es que los Tupamaros crean en la justicia burguesa. Todo su esfuerzo está dirigido a la clarificación y denuncia. Ellos saben por experiencia que si uno de sus militantes cae, pagará por lo menos diez años en la cárcel, mientras que los estafadores de cualquier financiera fantasma no pasarán detenidos más que algunos meses, en tanto el escándalo se acalla. Pero nada los detiene. Saben que el pueblo está tomando conciencia de quiénes son sus verdaderos agresores y opre¬sores. Saben que cada operación-denuncia será un militante más... un ciudadano común más que estará de su parte, de parte de la justicia y de una nueva sociedad.