Cerca de cumplirse dos años de la detención-desaparición de los eperristas, la Comisión de Mediación (Comed) ha resultado ser la mejor instancia para el arribo a una conclusión certera y confiable acerca de lo sucedido con los desaparecidos reclamados por el Partido Democrático Popular Revolucionario-Ejército Popular Revolucionario (PDPR-EPR), como posibilidad concreta para establecer un democrático e imparcial cauce en la resolución pacífica de conflictos y también como la conjuración efectiva de nuevas acciones político-militares por parte del grupo armado.
Esta realidad, sin embargo, acaba de diluirse: la Comed decidió “poner fin a su misión”.
En todo este tiempo, además, no se ofrecieron propuestas alternativas o algún otro instrumento para encontrar y castigar a los responsables de este delito de lesa humanidad y esclarecer el destino de los desaparecidos.
A casi un año del comunicado eperrista, cuando lanzó la propuesta de una mediación, lo que se ha logrado con respecto a conocer las circunstancias que rodearon la detención-desaparición fue el resultado de las labores realizadas por la Comed; más aún, la recomendación de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos llega a conclusiones (insatisfactorias para la comisión) que únicamente fueron posibles debido a esa razón y no por alguna otra circunstancia. Por lo tanto, permitir e incentivar el agotamiento de la mediación ha sido una decisión política deliberada. Y el mensaje surge de inmediato: los desaparecidos continuarán en esta misma e indefinida situación, condenados a una ausencia sin plazo; pero también permanecerá intacto el riesgo de que los responsables continúen actuando de la misma manera.
Cabe acotar que la mediación no fue descalificada como tal, aunque procesos históricos similares son evaluados con una larga sombra de escepticismo y, como producto de ello, hasta con indiferencia. México no cuenta con experiencias positivas porque cualquier antecedente de negociación y/o diálogo entre autoridades y alzados remite a fracasos. En este sentido, se descubre en parte la razón de que “nada ha cambiado”, al menos desde tiempos de la guerra sucia, y como hecho más extremo subsiste la desconfianza hacia los procesos institucionales y políticos, sean éstos independientes y cualquiera que fuesen sus características.
Pero también se ha incomprendido el significado de la Comed en el contexto actual, tanto en su importancia intrínseca como así también por la urgente necesidad de sentar las bases para que se evite la consumación de nuevos delitos de esta especie. Para ello se empujó al descreimiento de esta instancia debido a que son débiles las expectativas para encontrar a los desaparecidos.
De esta manera, se le asocia con la idea de la inutilidad de este tipo de medios, en este caso la mediación; también con la imposibilidad para alcanzar los objetivos propuestos (“nunca se podrá saber qué pasó con ellos”) y se le contrapone con la idea de que todo ha sido decidido y resuelto en otros ámbitos y lugares de antemano; esto es, aceptar la impunidad como el factor excluyente de cualquier recurso institucional y democrático.
Por su parte, y aun cuando descree en los canales legales e institucionales de participación política, el PDPR-EPR ha comprendido que avanzar con su sola denuncia tampoco hubiese alcanzado para imponer su demanda por los desaparecidos en la sociedad; pero de cualquier manera optó por la vía exclusivamente política (que podría considerarse tanto como la instancia superadora de su campaña militar como también su conclusión por los costos que ella demandó) que desembocó en la propuesta de la intermediación. La importancia de ese mensaje tampoco fue comprendida cabalmente.
La mediación ha sido, en definitiva, el dique de contención de una realidad dicotómica y polarizada, planteada en términos excluyentes de amigo/enemigo.
Con la disolución de la Comed, la coyuntura no tiene más espacios para volver a empezar, lo que implica un retroceso en todo sentido del término. La comisión no ha sido vaciada de su contenido sino que, por el contrario, queda todo el reflejo del trabajo realizado. Tras de sí, sólo restará conocer la verdad, porque lo demás ya no tiene sentido.
Investigador del Centro de Documentación de los Movimientos Armados, www.cedema.org