A los mártires del 10 de junio de 1971.
A los mártires del 7 de junio de 1998
en el Charco, Gro.
Al pueblo de México.
A los pueblos del mundo.
Hoy vivimos tiempos de canallas. Un estado mafioso, con instituciones corruptas que mantienen sometida a la población mexicana. Una clase política copartícipe del crimen organizado. Un presidente producto de la imposición y el fraude. Expresidentes cuyos crímenes contra el pueblo mexicano se mantienen en la impunidad y que sin rubor alguno hablan de sus acciones y enjuagues propios de organizaciones criminales. Medios de comunicación que en su mayoría sólo cuidan sus privilegios, comercian con las noticias y se venden al mejor postor. Gobernantes y una clase política en general, que viven de la administración del poder a costa de la miseria del pueblo trabajador.
En México no hay un Estado de derecho, la justicia no existe, el gobierno viola sistemáticamente los derechos de la ciudadanía, reprime al pueblo con el ejército, los cuerpos policiacos y los grupos paramilitares, y cuando el pueblo demanda justicia, incluso dentro de los marcos legales de sus instituciones, sólo tiene como respuesta más represión.
En este contexto, hoy recordamos la brutal represión a una manifestación pacífica de estudiantes, cometida el 10 de junio de 1971 por “los halcones”, grupo paramilitar, que cumplía órdenes del asesino, entonces presidente, Luis Echeverría Álvarez, con el objetivo de desarticular el movimiento estudiantil y el movimiento político, que en diversos sectores de la sociedad se había desarrollado y estaba en ascenso.
Objetivo que ha estado presente en tantas otras represiones y masacres ejercidas en contra del pueblo mexicano, por los gobiernos priístas y panistas (como la del 68, la de Aguas Blancas, El Charco, San Salvador Atenco, Oaxaca, Chiapas, Guerrero, etc., etc.). Crímenes que aún siguen impunes. Lo que ha llevado a muchos luchadores sociales y militantes políticos a la lucha armada y a la clandestinidad para poder sobrevivir y contribuir a construir un movimiento social y político amplio y sólido que transforme al país.
Pero esto no es nuevo, ya que la corrupción, la injusticia, la represión y la impunidad, son características inherentes del sistema político mexicano y de los distintos gobiernos priístas y panistas. Sin embargo hoy, como manifestación de la crisis, se han exacerbado.
Porque la crisis actual del capitalismo, es precisamente la descomposición del sistema en todos los ámbitos: económico, político, social, moral, cultural, etc.
Mientras tanto, los procesos electorales siguen siendo para la promoción y la competencia personal o de grupos que sólo ven por sus privilegios e intereses ¿Y los de abajo? Esos no interesan, ni su parecer tampoco, porque al fin y al cabo no cuentan. ¿Interesan sus votos?, sí, pero sólo para aparentar que vivimos la democracia y maquillar el fraude en la elección y la imposición de los gobernantes y “representantes populares”.
No hay presupuesto para programas de beneficio social, éstos sólo existen en el discurso (sobre todo en tiempos electorales), pero sí lo hay para proporcionar un mayor ingreso y mejor equipo a las fuerzas militares. ¿Para qué? Para combatir al narcotráfico dice Calderón, pero en realidad es para reprimir al pueblo, tratar de contener la protesta popular y, sobre todo, para mantenerse en el poder.
Desde su inicio, el gobierno de facto ha criminalizado la lucha social y se ha destacado por el uso de la represión a las organizaciones sociales y políticas; por la persecución, el encarcelamiento, el asesinato y desaparición de luchadores sociales; por la reanudación de la guerra sucia y el terrorismo de Estado, con el que pretende mantener a la población en condiciones de zozobra e inseguridad que la paralicen e impidan se organice y manifieste políticamente.
Asimismo, desde que se impuso, el gobierno de Calderón ha cometido abusos, secuestros, desapariciones forzadas, y asesinatos en contra de comunidades indígenas, campesinos, colonos, obreros, mineros, maestros, estudiantes, luchadores sociales y periodistas honestos, ensañándose con éstos cuando se atreven a denunciar las arbitrariedades y violaciones a los derechos humanos cometidas por el gobierno y sus instituciones
En resumidas cuentas, mientras la mayoría de los mexicanos vivimos en la miseria, unos cuantos viven en la opulencia. La clase política del país, empezando por el presidente ilegítimo, han llegado a tal grado de corrupción y cinismo que ya ni siquiera se preocupan por aparentar un interés por el país y por los mexicanos. Y cuando lo hacen es bajo presión de tragedias como la recién acontecida en el estado de Sonora, donde la muerte de 43 niños, durante el incendio de una guardería del IMSS “subrogada” a familiares de la esposa de Felipe Calderón, quedará registrada como una de las peores desgracias generadas por el desmantelamiento del estado, así como por la criminal negligencia, complicidad y solapamiento de funcionarios diversos -priistas y panistas- de los tres niveles de gobierno que tratarán por todos los medios de eludir responsabilidades, fabricar “chivos expiatorios” y tapar -con el fuero presidencial- el lodo de la corrupción y de la privatización a ultranza de los derechos sociales de que hemos sido despojados los mexicanos, bajo el régimen neoliberal. Y, ante esta desgracia, es de esperarse una nueva andanada de recriminaciones mutuas en la que se volverán a exhibir unos funcionarios a otros en su corrupción, sus fraudes y componendas. Pues descalificándose esperan deslindarse y conservar el poder para seguir viviendo del erario público.
Por todo lo anterior, se requiere acrecentar hoy más que nunca la lucha del movimiento social contra la corrupción y la impunidad de políticos y empresarios, principalmente del PRIAN, que se han enriquecido a costa del desmantelamiento del estado, del saqueo a la nación y de la sobreexplotación a la que ha sido sometido brutalmente el pueblo trabajador. Asimismo, se requiere acrecentar la lucha por la libertad inmediata e incondicional de todos los luchadores sociales, presos políticos del régimen en turno y la presentación de los desaparecidos políticos, porque ya no se trata de pedir o exigir a quienes sólo nos consideran para la explotación y el sometimiento, y ni siquiera cumplen con sus propias reglas. De ellos sólo podemos esperar más mentiras, más corrupción, más injusticia y más represión.
Estamos convencidos de que la transformación de la sociedad sólo puede ser resultado de la lucha del pueblo mexicano y, por tanto, de sus organizaciones sociales, políticas y revolucionarias.
Es necesario hacer un frente común de todas las organizaciones sociales, de todos los sectores sociales: obreros, campesinos, indígenas, estudiantes, colonos, mujeres, amas de casa, intelectuales, profesionistas, periodistas, etc., para poner un alto a la criminalización de las luchas sociales y avanzar en la transformación del país.
Hoy nuestros propósitos tienen que encaminarse al fortalecimiento de la lucha popular revolucionaria, y a la unidad de todos los esfuerzos por construir otra sociedad, con libertad, justicia y democracia, articulándonos con base en nuestras coincidencias y haciendo a un lado discrepancias no esenciales para enfrentar al enemigo de clase en una nueva lucha que transforme de raíz las injustas relaciones económicas y sociales en que vive el pueblo mexicano.
¡Por un nuevo constituyente!
¡Por una nueva economía para beneficio del pueblo!
¡Por una nueva cultura! ¡Por una nueva educación! ¡Abajo el mal gobierno!
¡POR LA UNIDAD DEL PUEBLO, LA COORDINACIÓN REVOLUCIONARIA!
Movimiento Revolucionario Lucio Cabañas Barrientos
MRLCB
Tendencia Democrática Revolucionaria-Ejército del Pueblo
TDR-EP
Organización Insurgente 1º de Mayo
OI-1M
Brigada de Ajusticiamiento 2 de Diciembre
BA-2D
Unidad Popular Revolucionaria Magonista
UPRM