Manifiesto a la Nación Nº 17

MANIFIESTO A LA NACION Nº 17

A los mártires de Aguas Blancas, en el 14 aniversario de su artero asesinato.
Por ellos y todos nuestros caídos: ¡Ni perdón, ni olvido!



Al pueblo de México.
A los pueblos del mundo.

Las distintas crisis que atraviesan al país han desembocado en las agitadas aguas de una crisis mayor, la cual ha rebasado al grupo gobernante y al conjunto de instituciones encargadas de la dirección y administración de la vida pública.

Se trata de una crisis de proporciones similares a las que han despertado al México bronco en distintos momentos de su historia. Crisis estructural del sistema de dominio y apropiación capitalista que, bajo la forma liberal y neoliberal de la política, ha despojado al pueblo de su soberanía, a favor de “representantes populares” y partidos políticos que, elección tras elección, monopolizan la capacidad de decisión y conducción de los asuntos que competen a todos los mexicanos.

Instituido sobre una supuesta igualdad ciudadana, dicho sistema ha violentado los derechos sociales y garantías individuales de los mexicanos, facilitando el saqueo y la irracional destrucción de los recursos nacionales, negándose a reconocer los derechos, la cultura y la organización comunitaria de los pueblos originarios, por considerarlos un rezago histórico necesario de superar para afianzar el “progreso” nacional.

Pese a ello, el sistema ha hecho crisis como lo prueba su incapacidad para reproducirse sin derruir sus propias bases, y su ineficacia para controlar los poderes de facto, y los desbordantes monstruos de la corrupción y la impunidad, engendrados en su propia matriz y consustanciales a él, como cínicamente reconocen los señores del poder.

Crecidos al amparo del prolongado y tortuoso régimen priista que buscó establecer un férreo control nacional - mediante la creación y uso de estructuras jerárquicas paralelas a las formalmente constituidas, el ejercicio autoritario y personalista del poder y el fortalecimiento de aparatos burocráticos orientados por la obtención de prebendas -, estos monstruos se han fortalecido a tal grado, en los nueve años de “administración” panista, que hoy se yerguen amenazantes y dispuestos a devorar a la sociedad entera, por lo que el gobierno ilegítimo de Felipe Calderón simula combatirlos para justificar -y legalizar- el estado de excepción instaurado tras el fraude electoral del 2006.

Sin embargo, hoy es sabido que estos engendros se materializan en las mafias del poder gubernamental que protegen selectivamente a los cárteles del narcotráfico -y a otras expresiones del crimen organizado dedicadas al tráfico de órganos, personas, migrantes, pornografía infantil, a la extorsión, etc.-, mientras combaten a los cárteles contrarios, develando brutalmente la barbarie moderna y la naturaleza terrorista del sistema de dominación en nuestro país.

En consecuencia, y a fin de contrarrestar su lenta y calamitosa agonía, este 5 de julio el sistema político pretenderá seguir haciendo cómplice a toda la ciudadanía de una realidad institucional que supura sangre y lodo por todos sus poros. Sin embargo, hartos de tanto engaño y corrupción amplios sectores ciudadanos han decidido sancionar al sistema político y a su presunta “democracia” mediante la anulación del voto o el abstencionismo. Y sería deseable que dicha protesta cobrara fuerza y se convirtiera en un parteaguas y en un símbolo histórico de la lucha no sólo contra la corrupción de la política liberal –y neoliberal-, y su fundamento jurídico, sino contra el dominio del capital y su cada vez más insostenible e injusto modo de producir y reproducir la existencia humana.

Lamentablemente, somos testigos de un gigantesco, globalizado y represivo proceso de avasallamiento empeñado en silenciar y criminalizar la protesta social, aplastar la movilización ciudadana y liquidar a cualquier precio toda alternativa contestataria, como lo prueban el uso concentrado y represivo de la fuerza pública militar y policiaca; proceso de avasallamiento que incluye el uso indiscriminado de los cuerpos militares y policiacos, y de los medios masivos de comunicación escritos y electrónicos (principalmente los del duopolio televisivo), y que ha impuesto normas –escritas y no escritas- e instituciones diversas, para legalizar e incluso legitimar el uso corrompido del poder que caracteriza a la relación social capitalista.

Por ello resulta cada vez más urgente parar la historia de corrupción, injusticia e impunidad que han impuesto las elites dominantes en México y modificar el inaceptable estado de cosas actual, a fin de dar paso al surgimiento de una nueva historia y de impulsar la construcción de un nuevo proyecto de nación, más allá del capital; sin embargo, consideramos que nada de lo que se haga, en este momento, en el marco de las normas e instituciones establecidas por el sistema político mexicano, podrá detener efectivamente la corrupción del poder y el clima de violencia e inseguridad que azota al país.

Si quienes llaman a abstenerse o a anular el voto no se suman paralelamente a la construcción de un movimiento social que inicie la organización de un Nuevo Constituyente y establezca nuevos acuerdos entre los de abajo, no para remozar al viejo sistema sino para tirarlo al basurero de la historia, esta iniciativa, este momento de sanción al régimen político y a sus engendros, solo será la expresión de la desesperación ciudadana, expresión sin posibilidades de construcción de un nuevo proyecto de país, digno y justo.

La tarea no es fácil, se requiere de la enérgica disposición e intervención de todo el pueblo, así como de la articulación de todas sus organizaciones de izquierda, a fin de agrietar y hacer caer, con base en principios y metas revolucionarias, los muros y símbolos del poder que aprisionan a nuestra patria. A nosotros nos parece que la clave de la transformación social profunda se encuentra en el hacer, es decir, en la actividad crítica y práctica, liberadora, en la construcción de una relación social solidaria y en la articulación de sus organizaciones políticas.

Afortunadamente el efecto esclarecedor de la crisis actual despeja aun más el problema del qué hacer concreto, cuando al desprestigio del sistema político y de sus consabidos partidos de derecha se suma el descrédito de los partidos de izquierda, por reproducir las mismas prácticas y relaciones de poder, autoritarias y corruptas, que mantienen sometido al pueblo trabajador, y excluidos a quienes ya no necesita o se resisten a servir al capital.

Votar por el menos peor, anular el voto o abstenerse, en sí y por sí, es un falso problema que a ningún ciudadano realmente honesto podrá confundir o confrontar si entendemos la importancia de oponer a las instituciones y símbolos del poder autoritario, ominoso y corrompido (como el IFE, el TriFE, la Suprema Corte de Justicia de la Nación, etc.), las armas de la crítica, la construcción y organización del poder popular –aquí, ahora y desde abajo-, así como la lucha contra la corrupción, la injusticia y la impunidad en que se sostienen los señores del dinero y del poder, quienes mientras más pretendan evitar la transformación pacífica del país, más inevitable y potente tornarán la violencia revolucionaria que, en respuesta a la represión y al engaño, haga posible la transformación social profunda de nuestra patria.

Compañeras y compañeros:

Paremos las políticas neoliberales que han dejado a la ciudadanía en una cada vez mayor indefensión, como lo puso de manifiesto la trágica y dolorosa muerte de 47 niños, en una de las guarderías “subrogadas” del IMSS, en Hermosillo Son., sin que a la fecha hayan sido castigados los verdaderos responsables y beneficiarios de estas políticas, cínicamente orientadas a administrar y hacer rentable la crisis estructural del sistema de dominio y apropiación capitalista.

Pongamos término al régimen de injusticias imperante que mantiene en la impunidad a los responsables –civiles, policiacos y militares- de la represión y de las masacres contra el pueblo, como la perpetrada hace 14 años en el vado de Aguas Blancas, Gro., y que mantiene presos a cientos de luchadores sociales en las cárceles del país.

Articulemos un movimiento democrático, popular, nacional capaz de combinar todas las formas de lucha, de derrotar la militarización y la guerra sucia que de nueva cuenta está desplegando la clase en el poder, y de reorganizar y liberar al país desde abajo, con base en un nuevo proyecto de nación, digno y justo.


¡POR LA UNIDAD DEL PUEBLO, LA COORDINACIÓN REVOLUCIONARIA!

Movimiento Revolucionario Lucio Cabañas Barrientos
MRLCB
Tendencia Democrática Revolucionaria-Ejército del Pueblo
TDR-EP
Organización Insurgente 1º de Mayo
OI-1M
Brigada de Ajusticiamiento 2 de Diciembre
BA-2D
Unidad Popular Revolucionaria Magonista
UPRM

República Mexicana, a 25 de junio de 2009.