El Fujimori colombiano y su reforma politiquera

EL FUJIMORI COLOMBIANO Y SU REFORMA POLITIQUERA

En medio de la desenfrenada coyuntura política que debemos enfrentar los colombianos, la misma que nos impide reflexionar, cuestionar y transformar nuestra realidad, son muchos los hechos que sirven de cortina de humo para ocultar la dramática situación que vive el país en temas tan delicados como la economía, el empleo, la seguridad, los derechos humanos, los crímenes de Estado, la pobreza y el desplazamiento, entre otros. Un ejemplo de esto son las "Maquilladas Pandemias Mundiales", que pretenden minimizar y apaciguar la movilización y los procesos organizativos que se vienen gestando en América Latina y el mundo.

Colombia no es ajena a esta realidad y el capataz de la finca, fiel aprendiz gringo, no se podía quedar atrás. Mientras su escudero de turno el ministro de la “protección social” Diego Palacios -implicado en el delito de Cohecho, por haber entregado dadivas a Yidis Medida y a Teodolindo Avendaño para que dieran su voto a favor durante la primera reelección de Uribe- acaparaba toda la atención de los medios de comunicación gracias a la tal “gripa porcina” y en la cotidianidad del país no se hablaba de otra cosa distinta a pandemias, cerdos, vacunas y tapabocas, la reforma politiquera de Uribe se abría paso en el congreso de la república con el apoyo de la bancada Uribista o bancada paramilitar, con el único propósito de aprobar el referendo de la reelección de Uribe. Para eso se valieron de todo tipo de artimañas; compra de votos, ofrecimiento de puestos y amedrentamientos, esto se reafirma con el hecho de que cada uno de tres congresistas en el país tienen nexos con el Paramilitarismo, están vinculados a procesos jurídicos por Paramilitarismo o han perdido su envestidura por este delito.

Y es que en esta legislatura el congreso de la república se dedicó única y exclusivamente a la aprobación del referendo reeleccionista, a crear cambios para que los partidos políticos no pierdan las curules de los congresistas procesados por Paramilitarismo, a fortalecer la “Aplanadora Uribista” a través del fortalecimiento de los partidos políticos tradicionales y cerrando la puerta a las nuevas fuerzas independientes, a revivir la inmunidad parlamentaria de los congresistas para que nadie los pueda juzgar y a bloquear proyectos que vallan en contra del gobierno Uribista y a favor de los colombianos, como lo fue el hundimiento de la Ley de Victimas.

Pero no sólo basta con utilizar factores de distracción en concubinato con los medios de “información” para mantenernos engañados ni tampoco reformar el congreso y la constitución para imponer leyes en contra de las mayorías y garantizar la perpetuidad del ubérrimo en el poder, también han utilizado técnicas de ablandamiento contra todos aquellos que no se dejan arrastrar por el engaño mediático y tratan de denunciar y mostrar la cara oculta de la “Seguridad Democrática”. No importa cuál sea su posición política ni si es periodista, maestro, sindicalista, defensor de derechos humanos o parte de cualquier colectividad o movimiento político, todos aquellos que se atrevan a controvertir “la efectividad” y las supuestas bondades de la “Seguridad Democrática” se convierten de inmediato en enemigos del régimen. Por cualquier medio serán acallados; a través del asesinato, la desaparición forzada o, en el mejor de los casos, ser acusados de tener “nexos con el Terrorismo” a través de procesos jurídicos montados con pruebas fabricadas y falsos testigos.

Periodistas independientes como Daniel Coronell o Hollman Morris han sufrido el rigor de enfrentarse al Ubérrimo o a su familia. Hace algunos días se descubrió el multimillonario robo que los dos hijos del presidente Tomasito y Jerónimo le hicieron al país, a través de la compra de unos terrenos en la zona franca de Cundinamarca. De la noche a la mañana, estos sorprendentes “genios de las finanzas” tuvieron que dejar la explotación indiscriminada de artesanías contra indígenas en Córdoba y Sucre, para dedicarse a administrar los miles de millones de pesos que obtuvieron con este “negocito”, que fue posible gracias a las influencias de su papito y, por supuesto, con la ayuda de sus subalternos. Estos periodistas que han asumido una posición crítica contra el régimen sufren hoy el rigor de su osadía, a través de amenazas, persecuciones, señalamiento y no es de extrañar se que se abra algún proceso jurídico en su contra.

También políticos como Piedad Córdoba y Wilson Borja que han de confrontado al dictadorcillo de turno, hoy están a las puertas de enfrentar un proceso jurídico en su contra. Esta noticia no deja de ser otra cortina de humo para desviar la atención de la opinión pública, mientras en el congreso lograba hundirse la ley de víctimas y se anunciaba que a la mayoría de colombianos nos tocará pagar un nuevo “impuesto de guerra”, para cubrir el déficit presupuestal que el gobierno tiene en materia económica.

Aunque los pobres no podamos viajar por las carreteras del país, pues no tenemos ni empleo ni mucho menos dinero para comer, ahora nos tocará pagar otro impuesto adicional. Aunque la “Seguridad Democrática” no llegue a los barrios populares, mucho menos a los comunas de las grandes ciudades donde las tasas de homicidios e inseguridad han crecido alarmantemente gracias a las guerras engendradas por los grupos paramilitares, ciudades como Medellín, Cali y Bogotá hoy son epicentro de la más feroz violencia entre jóvenes que se matan por el control territorial, el manejo de las drogas ilícitas y los impuestos a comerciantes y transportadores.

Como respuesta a este grave panorama que vive el país, hace pocos días tuvo lugar la visita del relator de la ONU para Colombia, quien investigaba los hechos relacionados con los falsos positivos o, más claramente, los crímenes de Estado. Queda claro que en Colombia bajo la doctrina de la “Seguridad Democrática”, el gobierno en cabeza de su presidente, sus fuerzas militares, paramilitares, y algunos sectores de la clase política han instaurado un régimen dictatorial enraizado en todo tipo de crímenes sistemáticos, que soportan una política de Estado cuyo único propósito es eliminar al contradictor político y castigar severamente a la oposición.

Bajo la batuta de Álvaro Uribe, Colombia se ha convertido en el Perú de Fujimori y Montesinos. Cada día que pasa se restringen aun más las libertades ciudadanas y colectivas, se suprimen los organismos de control al Estado y se recurre a cualquier tipo de método para garantizar la perpetuidad del régimen en el poder.

La política de “Seguridad Democrática”, obra maestra del gobierno Uribe, tiene sumido a nuestro país en la más terrible depresión económica, desigualdad social, desempleo generalizado y una violencia sin precedentes que en campos y ciudades ha disparado la inseguridad y el desplazamiento de millones de colombianos.

El Ubérrimo que siempre ha pretendido instaurar en Colombia otro fujimorazo, ha perdido -si es que algún día lo tuvo- cualquier asomo de cordura o sensatez. Es tal el descaro de Uribe que, en su afán de eternizarse en el poder, ha pasado por encima de todo “orden legal” y de las mismas "instituciones" que él dice defender, pero sobretodo ha pasado por encima de los colombianos, que obnubilados por este encantador de serpientes están conduciendo este país hasta el borde del abismo, hacia un camino sin retorno al que llegó Perú y del que aún no se repone.

Pese a este panorama, aún varios sectores reafirmamos nuestro papel transformador de la realidad nacional y reconocemos empeños como los del pasado mes de Mayo, en donde se conmemoró una fecha histórica para los trabajadores. Una vez más se reflejó la dignidad de la clase obrera en Colombia y el mundo, como todos los años miles de trabajadores, desempleados, estudiantes, líderes populares, mujeres y jóvenes, salieron a las calles a protestar, mostrando el espíritu rebelde y combativo de nuestro pueblo, contra el Capitalismo Salvaje, el Neoliberalismo y las falsas democracias, que como la nuestra pretende teñirnos de sangre y odio.

NI UN PASO ATRAS LIBERACION O MUERTE
NI RENDICION NI ENTREGA, SIEMPRE JUNTO AL PUEBLO
POR UN NUEVO GOBIERNO DE NACIÓN PAZ Y EQUIDAD

Dirección Frente de Guerra Central
Montañas del Oriente Antioqueño y del Eje Cafetero, Tolima