A propósito de la estatización del sistema financiero
(En julio de 1987 Alan García echó mano de una medida que levantó una polvareda tan densa que terminó envolviéndolo y asfixiándolo. Los mediatizados alcances para la estatización del sistema financiero fue un torpedo que estalló antes de salir de sus compuertas y averió sensiblemente la nave aprista ayudando a su hundimiento.
Este fue un extenso artículo publicado en el número 5 de VOZ REBELDE donde el MRTA toma posición sobre la llamada estatización pero también realiza un balance de los dos años de gobierno aprista y ubica en su contexto esta decisión que durante meses alborotó el recinto parlamentario.)
En estos dos años de gobierno aprista hay un rasgo que no puede negársele al Dr. García: su capacidad para forzar situaciones, el aprovechamiento obsesivo de cualquier circunstancia con tal de mantenerse en la noticia. La permanente recurrencia a la demagogia aunada a salidas efectistas como fácil expediente para mantenerse en el primer plano.
A dos años de gobierno cuando el pueblo mostró su rechazo a esta administración de manera contundente y se evidencia las pugnas internas en el partido y el descenso de su popularidad, el Presidente larga una medida como la estatización de la banca financiera y aseguradoras, que ha trastornado a empresarios y a los partidos más conservadores y por cierto que nuevamente ha catapultado al presidente a la prominencia del acontecer político.
Una decisión presidencial incubada, digerida, desarrollada por tecnócratas no precisamente apristas y obviamente, sin conocimiento ni participación de la dirección partidaria, salvo algunas reducidas excepciones que fueron notificados cuando el proyecto estuvo listo y empaquetado para su lanzamiento. Se esfuerza así por recuperar el capital político que dilapidó en estos años, como consecuencia de haber plasmado en la práctica diaria un gobierno cuyo carácter de clase, favorecedor de transnacionales y clases dominantes, lo incapacita para la realización de esos cambios trascendentes que ardorosamente enarboló y prometió en su millonaria campaña presidencial.
La derecha más conservadora que se encontraba arrinconada políticamente, está recuperando terreno enfrentada tenazmente a la estatización y se afanan por crear un clima artificial, voceando la falsa contradicción entre democracia y totalitarismo. Toda esa vocinglería que se vuelca en marchas, mítines, radio, diarios, TV y revistas emerge como un aplastante muro que oculta y relega problemas fundamentales, aquellos que el candidato aprista ofreció enfrentar y resolver.
Problemas capitales como la crisis económica, cuyos efectos impactan básicamente en las grandes mayorías no ha sido conjurada. Al contrario la aplicación de una política económica inmediatista, ha profundizado sus desniveles.
Se ofreció nacionalismo y se continuó con el entreguismo. Se prometió pacificar el país respetando los DD.HH., aplicando las leyes y, sin embargo, bajo el gobierno aprista se han multiplicado los estragos de la más sucia de las guerras.
Se llenaron la boca con democracia y lo que se vive es la tensión permanente de la militarización y el autoritarismo. Ante el fracaso de las instituciones burguesas que sólo responden a los intereses de las minorías, que no pueden imponer su ordenamiento de clase a las mayorías populares, se afianza la obsecuencia gubernamental al capital monopólico y a la subordinación a las FF.AA.
EL APRA ES EL CAPITAL MONOPOLICO EN EL PODER
El APRA accede al gobierno en un momento histórico crucial, cuando la crisis económica y social adquiere características casi explosivas, cuando las masas se orientan hacia la izquierda y se desarrolla un importante movimiento guerrillero.
En esas circunstancias el proyecto aprista pretende ofrecer solución a por lo menos tres problemas fundamentales:
1. Enfrentar la crisis económica abriendo un nuevo ciclo expansivo en la economía.
2. Resolver la crisis social y política en desarrollo.
3. Derrotar al movimiento guerrillero.
Sin embargo, todos estos esfuerzos han fracasado.
El llamado plan de emergencia que diera algunos resultados iniciales ha agotado sus perspectivas. Todos coincidieron en señalar su fracaso: la inflación trepa de manera indetenible, la devaluación se torna incontrolable, la producción no crece al ritmo prometido, el campo continúa sin alternativas cada vez más empobrecido; que todo el controlismo del afamado plan heterodoxo haya reventado y que la acariciada esperanza del Dr. García, los empresarios, no invirtieran sino más bien lucraran en gran escala gracias a los beneficios que este gobierno les otorgara.
Ningún plan dentro del ordenamiento capitalista podrá paliar la profundidad de la crisis. Porque lo que se encuentra a la base es que el capitalismo agotó su capacidad expansiva y pone de manifiesto ahora un conjunto de contradicciones histórica acumuladas y que la burguesía es incapaz de enfrentar.
El APRA por lo tanto o más precisamente el cogollo de asesores y tecnócratas lúcidos que rodean al presidente son los que se esmeran en proporcionarle coherencia a esta democracia y apuestan no sólo a las instituciones sino también a quienes son los principales beneficiadores del actual ordenamiento, las clases dominantes. No es a una verdadera, auténtica democratización popular, al reconocimiento de este otro Perú que ha crecido y desbordado paralelamente al Perú oficial, sino que se apunta a los más poderosos.
En el plano económico que es el aspecto más sensible para el sector empresarial es donde se han realizado las mayores concesiones para que inviertan. No existe por cierto en estos poderosos capitanes de la empresa, el Perú como desarrollo, sino el Perú como terreno fértil para la explotación y expansión de sus riquezas. No es el sentido de la inversión pensando en un proyecto nacional y por cierto como capitalistas que son en obtener también utilidades, sino que la idea, la mentalidad suprema, absoluta que los domina es lograr altas tasas de ganancias en el menor tiempo y con escasa inversión.
No existe en nuestro país ninguna burguesía nacional entendida como ese sector que gracias a su poder económico es capaz de poner en marcha como clase un proyecto nacional burgués que en determinadas circunstancias pueda incluso llegar a contradicciones con el capital imperialista. La nuestra es una clase dominante sin vocación de hegemonía, que toda su aspiración es el enriquecimiento personal, familiar o de grupo.
En una situación de crisis como la que sufrimos optan por los mecanismos más inmediatistas y menos riesgosos que les permitan una apropiación rápida y voluminosa. Sobre todo en estos tiempos donde los sectores tradicionales de inversión se han agotado por la crisis estructural del capitalismo dependiente. No hay por tanto el esfuerzo, ni la imaginación por arriesgar, sino el aprovechamiento cada vez mayor. De este modo entonces, las ingentes ganancias que estimula el APRA en vez de volcarse a la producción, se utilizaron en la especulación o el envío de sus ganancias al exterior.
Los empresarios que eran la mejor posibilidad de García y que prometieron invertir hasta por 120 millones de dólares al final se le pusieron en contra luego de la estatización.
El itinerario frustrante de esta política económica favoreciendo al capital monopólico podemos resumirla así:
Una primera fase que concluye aproximadamente en Octubre de 1985 y que fue básicamente antiinflacionaria: donde se decretaron la congelación del precio de la gasolina, se trató de controlar al dólar estableciendo tipos de cambios fijos, control en el precio de algunos alimentos, pero la producción siguió su trayectoria descendiente iniciada con el gobierno anterior. El empleo industrial igualmente continuó su deterioro.
Otro momento es el que concluye en Febrero de 1986 donde se manifiestan los límites del programa y el estancamiento se mantiene, pues no hay crecimiento por encima de la población y la inflación no cede.
Una tercera fase es la que se desarrolla hasta fines de 1986 donde se produce una reactivación y un progresivo aumento de la inflación. El empleo industrial empieza a subir.
Y una cuarta que es de retroceso, donde el programa, en Enero de 1987, evidencia sus profundas limitaciones y se hace más nítido el agotamiento del modelo heterodoxo de corto plazo; disminución del incremento real de sueldos y salarios, pérdida de reservas, aumento cada vez mayor de precios, problemas en el financiamiento del déficit fiscal, escasa inversión. En otras palabras, la apuesta por imponer un patrón de acumulación basado en la alianza con el capital monopólico nativo fracasó. Sólo sirvió para potenciar aun más a los más poderosos grupos de poder económico.
Hasta ahora toda la política aprista en el gobierno no ha hecho otra cosa que desarrollar la defensa y preservación del capitalismo dependiente y la consolidación de los intereses del capital monopólico.
El Monomio APRA-FF.AA., Hermanos en la guerrra sucia
A dos años de gobierno aprista la iniciativa de paz no es otra cosa que el aceptar por parte del PAP la estrategia contrainsurgente de las FF.AA.. Sin poder desarrollar una política propia con preeminencia del poder civil y de respeto a los DD.HH., terminaron sometiéndose a las imposiciones castrenses que tienen como doctrina la “guerra sucia” , el ‘’terrorismo de Estado”.
Las atrocidades que se cometían en los fríos y lejanos parajes del Ande, casi no llegaban a las ciudades. Cada cierto tiempo un “descubrimiento” de masacres, fosas clandestinas, ejecuciones extrajudiciales, que conmovían la conciencia. Pero los asesinatos en toda su espeluznante inhumanidad, en toda su repugnante crueldad, se cometieron en Lima. Miembros de la FF.AA. ejecutaron a cerca de 300 presos políticos que se habían rendido luego de amotinarse en tres penales.
A partir de este hecho la pendiente de la militarización se acentuó. Lima incluso fue declarada en emergencia y estuvo casi dos años con toque de queda. La mitad del país se encuentra en Estado de Emergencia. Los DD.HH. no son en absoluto respetados. Los detenidos aún cuando sean simples sospechosos son torturados hasta la exasperación.
La reciente operación de Cóndor VI en el Alto Huallaga introduce un nuevo elemento, la presencia directa de asesores yanquis que con el pretexto de reprimir al narcotráfico extenderá sus acciones en la lucha contra la subversión.
El APRA en consecuencia ha perdido todo manejo con respecto a la política contrainsurgente. Los planes son diseñados y ejecutados por el Comando Conjunto, tanto en los operativos como en lo referente a la guerra sicológica.
El APRA al igual que el gobierno anterior cumple con el papel de justificar políticamente las barbaridades que comete un sector de asesinos uniformados.
¿Retroceso de las Masas o Retroceso de los Dirigentes?
Un aspecto crucial reaparece nuevamente como exigencia perentoria en el movimiento obrero y popular: la ausencia de dirección revolucionaria. Durante años se ha vivido un proceso de adormecimiento del cual está saliendo. Enmarañado en las telarañas de las convocatorias electorales y el legalismo, así como de las medidas de lucha sin horizonte estratégico, fue despojado de su combatividad. Sectores del Comité Directivo Nacional de IU encabezados por su ex presidente, se esforzaron en desarticular, en desarmar ese potencial de lucha que obligó a replegarse a la dictadura militar. Sectores de una izquierda reblandecida hablaron de una derrota estratégica del movimiento obrero y popular y apostaron a la miseria de estas democracias, son los mismos que ahora hablan de la necesidad de un acuerdo con el APRA.
Intelectuales sofisticados acostumbrados a reflexionar alejados de lo que significa la fragua donde hierven los conflictos. Lo que ha existido y existe no es el retroceso de las masas sino el retroceso de los dirigentes.
El Paro del 19 de Mayo refleja esta afirmación pues no hubo preparación previa. Y han sido otras agrupaciones políticas las que han estado a la cabeza en los enfrentamientos callejeros. Otros dirigentes que al calor mismo de las luchas y sintonizados con esas aspiraciones más inmediatas de las masas están ocupando esos vacíos.
El fenómeno de la lucha armada actúa directa o indirectamente en el movimiento de masas. Contingentes importantes aparecen en la vanguardia prefiriendo una entrega más decidida a contrapelo de muchos dirigentes de los años 70 que continúan con una práctica burocrática y muelle.
La militancia de IU y nuevas fuerzas que están fuera de IU son las que pugnan en las luchas directas y en el enfrentamiento callejero. Son las fuerzas que actualmente no sólo rescatan las tradiciones de combatividad sino que están renovando en estas nuevas condiciones el contenido de las luchas y bregando porque las masas retomen su papel protagónico.
Actualmente las masas se encuentran en un importante proceso de radicalización. El Paro del 19 de Mayo y la huelga policial del personal subalterno, así como la reacción de los participantes al mitin del 3 de Junio convocado por IU, prueban esta afirmación. El movimiento no se quedó detenido en estos hechos, sino que ha seguido combatiendo recurriendo a diversas medidas de fuerza, incluso amplias y contundentes medidas regionales.
Aparte de estos acontecimientos se preparan importantes jornadas de afirmación e independencia clasista como el Congreso de la CCP y la celebración de la Asamblea Nacional Popular. Otras como el Congreso de Rondas Campesinas y de la Federación Minera que se realizaron exitosamente. Eventos donde los trabajadores eligen a sus organismos de dirección y constituyen ejercicios de democracia popular.
La Izquierda Peruana: ¿Vientos de Renovación?
Desde fines del 86 estamos asistiendo a un proceso acelerado de redefiniciones y realineamientos en la izquierda peruana que expresa la turbulencia de la época en que vivimos y de los cambios que se están produciendo en el movimiento de masas.
A fines del 86, el 9 de Diciembre para ser más precisos, culminaba exitosamente la unidad del MIR con el MRTA, iniciando un reagrupamiento de fuerzas revolucionarias alzadas en armas.
En Marzo del 87 se produce una escisión importante en uno de los principales partidos de IU. Del PC del P (Patria Roja) de orientación maoísta, un sector considerable que afecta incluso al Buró Político rompe por la izquierda, reflejando de manera más patética la crisis de dirección de IU en esos momentos. Salen en busca de nuevos rumbos ante lo que denominan como la adecuación del partido al sistema, a la legalidad.
En Junio se realiza el 9° Congreso del PCP(U) que hasta donde es posible saber hay un cambio fundamental en sus perspectivas que ha sido acompañado de una importante renovación de dirigentes.
En Junio mismo, Alfonso Barrantes renuncia a la presidencia de IU y de esta manera los sectores reformistas y socialdemócratas de IU sufren una derrota que los arrincona. Esta renuncia ante la radicalización de las masas, no es más que la demostración de que las masas no están dispuestas a políticas reformistas y de conciliación con el APRA.
Hasta la llamada polémica entre los “libios” y “zorros” como se denominó a las contradicciones existentes en el PUM, son expresiones de este proceso de definiciones.
La lucha de clases cada vez más agresiva en su manifestación atraviesa a los partidos y sin espacio para las ambigüedades les exige posiciones claras, forzándolos a definir rumbos precisos.
Pero no sólo el sector palaciego de IU impidió un mayor desarrollo del movimiento popular, sino también el particular accionar del senderismo que desde la extrema izquierda asumió un sectarismo ciego, excluyente y una práctica urbana provocadora, donde el terror aparece como eje. En vez de articular o crear conciencia favorable a la lucha armada revolucionaria, lo que produce es rechazo y temor. De esa manera la lucha armada aparece como una propuesta irracional. Sino cómo entender algunas de sus últimas acciones como la muerte de 9 campesinos en la comunidad de Santa Bárbara y Paiccapampa, una incursión en la granja estatal de Loche donde degollaron quinientas veinte alpacas y según la información se retiraron sin ninguna baja, la muerte también del prefecto de Abancay y de su hijo de apenas 12 años, así como su posición sobre la estatización donde con el argumento del fascismo hay que apoyar a la derecha, al capital monopólico nativo. Es decir, pareciera que andaran con el rumbo revuelto.
Los senderistas enceguecidos por su doctrinarismo, se opusieron a los paros nacionales, a las tomas de tierras, desprecian los organismos naturales del pueblo.
El Movimiento Guerrillero a la Ofensiva
La lucha armada en el Perú está constituyéndose en creciente medida en el principal factor actuante en la situación política del país frente al cual el régimen se coloca en una posición defensiva.
Sin contar con que ningún gobierno civil hasta ahora ha diseñado una estrategia convincente y lo que se aplica es la teoría contrainsurgente de las FF.AA. la que a pesar de todo su contenido de tierra arrasada y exterminio, no puede impedir que el movimiento guerrillero siga expandiéndose.
La lucha armada le produce costos económicos enormes por los gastos militares y costo político porque las FF.AA son las que van teniendo mayor presencia y por lo tanto exigen cada vez más concesiones y participación en los mecanismos del gobierno.
El no controlar el desarrollo de las acciones revolucionarias y su incremento crea inseguridad y retracción en la inversión. Igualmente la impotencia del gobierno para controlar o detener la subversión a pesar de todas las medidas, es un factor que abona en su desgaste.
Y por la particular situación de crisis que vivimos, la lucha armada como propuesta se ha legitimado en el movimiento de masas y las organizaciones alzadas en armas ganan en fuerza y espacio político y territorial.
Algunos intelectuales plantean discusiones, dicen que filosóficas, sobre el carácter de la lucha armada, sobre el momento, si es válida, si es terrorismo, etc., pero, ninguno de ellos explica donde radica nuestra fuerza, de dónde nos nutrimos permanentemente y mientras vamos en ascenso, el reformismo entra en crisis.
En esta fase de desgaste acelerado del aprismo y cuando la izquierda legal se mantiene sin iniciativa, la oposición real se da por fuera de la institucionalidad y el movimiento guerrillero surge como el protagonista de la oposición y el principal cuestionador del sistema.
El MRTA: Una Opción de Poder
Aparecemos como una organización revolucionaria desarrollando un proyecto político-militar alternativo al ultraizquierdismo estrategista y al reformismo conciliador y pacifista. Desde el inicio nos entroncamos con el pueblo y su historia, constituyéndonos en su memoria colectiva, rescatando todas sus expresiones de lucha y rebeldía.
Con nuestra propia práctica hemos combatido todas las expresiones ideológicas, dogmáticas que han castrado el pensamiento revolucionario, convirtiéndolo en un catecismo y no en un instrumento vivo, dinámico. Porque entendemos que el rasgo fundamental de la teoría revolucionaria es precisamente su capacidad de convertirse en guía para la acción.
El MRTA apareció sosteniendo que la principal forma de acumulación de fuerzas revolucionarias en este período es la lucha armada. Consecuentes con esta formulación el MRTA ha construido una fuerza político-militar actuando contra el imperialismo, las clases dominantes y los gobiernos de turno que expresan los intereses foráneos del imperialismo. Pero el MRTA no unilateraliza las formas de lucha. No negamos ni nos limitamos en la posibilidad del uso de todas las formas (incluso la electoral) siempre y cuando correspondan a los objetivos revolucionarios y se articulen en torno al eje de la lucha armada.
Estamos por la más amplia unidad de toda la izquierda y, el MRTA está dispuesto a concretar una política de alianzas en función de ensanchar el campo de la revolución y acercarnos a nuestros objetivos por transformar esta injusta sociedad.
Como agrupación revolucionaria nos apoyamos en las organizaciones naturales del pueblo y estimulamos su creación, fortalecimiento y proliferación. Los FEDIP, las rondas campesinas, etc. son instancias donde se expresan formas de democracia popular que no pueden ser sustituidos arbitrariamente, compulsivamente por supuestos “comités populares”, que no son más que farsas caricaturescas de conducción donde se aplasta la creatividad, la espontaneidad, la ingeniosidad del pueblo.
Somos un destacamento político-militar que logró abrirse un espacio revolucionario diferenciado de SL y de IU. Tenemos un lugar en la vanguardia de nuestro pueblo, no solamente porque nuestras acciones y nuestras propuestas lo atestiguan, sino también nuestros presos, nuestros muertos, héroes populares que han caído combatiendo con las armas en las manos por un Perú diferente, por un Perú socialista; tupacamaristas que han caído también en el exterior luchando en Colombia por la Patria Grande, por una América Socialista.
No nos consideramos el Partido, somos un factor formativo de esa vanguardia que no cree en la infalibilidad pontificial de un líder. Entendemos la política de una manera diferente a como la izquierda la ejerció en los años 70 y que algunos sectores aún mantienen. Hemos buscado fundamentalmente llegar a las masas con un mensaje amplio, sencillo y manteniendo una mentalidad ofensiva y una permanente voluntad de poder.
En estos años y en especial desde el importante logro de la unidad MRTA-MIR, hemos forjado un espacio político en el plano nacional e internacional y desarrollado una acumulación de fuerzas integral y nos aprestamos en los meses siguientes a dar esos saltos cualitativos en todos los terrenos, constituyéndonos en una opción de poder.
Estatizar para avanzar, no para salvar al capitalismo
El discurso presidencial del 28 de Julio se realizaba en un momento particularmente adverso para Alan García. La crisis no había cedido sino más bien profundizado, las masas habían manifestado categóricamente su rechazo al gobierno en el exitoso Paro del 19 de Mayo; las rencillas internas en el partido acentuaban sus fisuras y el desprestigio presidencial aumentaba con los fracasos del gobierno. Por eso el 28 de Julio el Dr. García tuvo el marco inmejorable como para recuperar lo perdido. Lo aprovechó al máximo, pues sorprendió con la estatización de la banca, financieras y seguros. Proclamó que ahora sí empezaba la revolución. El presidente en sus mítines recientes despotrica contra cuatro grandes familias que serían afectadas. Pero el mismo AGP apostó a esas familias, a esos 12 grupos de poder y les permitió utilidades por 4,000 millones de dólares en 1986 en base a las concesiones que el gobierno concientemente les dispensó.
Como contrapartida invirtieron una cantidad mínima. Es decir, que los grupos se aprovecharon de las facilidades que a costa del pueblo se hicieron. Sin embargo esos empresarios no participan del proyecto de AGP de la reactivación en base a una mayor participación del capital monopólico. En otras palabras, Alan García fracasó en esta primera tentativa con los grandes empresarios.
El proyecto “alanista” diseñado por sus asesores, en la medida que los créditos de los organismos financieros internacionales no fluyeron con regularidad, pretende comprometer en la reactivación económica, a estos sectores del capital monopólico nativo.
Existe el esfuerzo por consolidar un sector no sólo del punto de vista económico, sino también político que acompañe este provecto desarrollista en una suerte de formación de algo que pudiera parecerse a una burguesía nacional. La misma realidad demuestra que no es posible y confirma por otra parte la ceguera y mediocridad de estos empresarios. No ven más allá de sus ganancias fáciles e inmediatistas.
La banca desde siempre se aprovechó del dinero de los pequeños ahorristas para canalizar el crédito hacia unas cuantas grandes empresas vinculadas a su vez a estos bancos. Ni la banca privada, pero tampoco la estatal y la asociada que tienen casi el 80% del Sistema Financiero, dejaron de cumplir con esta modalidad de otorgar créditos solamente a las grandes empresas o a las empresas estatales. La banca y las financieras han servido también para que esos ahorros se usen en la especulación y en la fuga de divisas.
Esta medida no es, obviamente, revolucionaria. Es más, si es que no se acompaña de la estatización de las empresas industriales, comerciales, inmobiliarias que están vinculadas a los bancos, la estatización sólo serviría para la apristización y la exigencia de la democratización del crédito quedaría tan sólo como una consigna, pues se desatarían los apetitos y coimas de la burocracia partidaria aprista.
Esta decisión de la estatización ¿implica un rompimiento con el capital monopólico? No. Porque hasta ahora no es más que una desavenencia temporal y la estatización no es más que otra de las formas que ensaya Alan García para sacar adelante el proyecto de la reactivación con la participación del capital monopólico. Ahora Alan García retoma la iniciativa y trata de plantear nuevas reglas de juego desde una posición de fuerza. Afectando la banca pero dejando el verdadero poder económico como las industrias, comercio e inmobiliarias en manos de los dueños de los bancos, el gobierno podría entonces presionar, orientar, exigir, desde el predominio de las financieras y otorgar créditos y favorecer a los que acepten las reglas de juego.
Este gobierno hasta donde parece no afectará el patrimonio de estos grupos. Se ha descubierto por ejemplo que el Banco de Crédito, Wiesse y otros tienen deudas que de producirse la estatización, tendrán que ser cubiertas por el Estado, aparte del llamado justiprecio que se calcula en 300 millones de dólares, que son en este momento la mitad de nuestras reservas. Es decir, que el pueblo tendrá que pagar a estos súper millonarios que han amasado sus increíbles fortunas mediante la explotación.
La estatización no es una medida negativa. Depende del contenido y los alcances que se le otorgue. Para que sea progresista tienen que estatizarse todas las otras propiedades, llámense empresas industriales, de comercio e inmobiliarias.
Asimismo contar con una participación y conducción democrática, con la presencia de trabajadores, directorios pluralistas y que las regiones estén representadas.
Que haya una efectiva democratización del crédito, dándose preeminencia a los pequeños y medianos empresarios, al sector informal., a las comunidades, a las regiones.
Y punto importante es que no se pague por la expropiación, sino más bien se investigue y sancione por los depósitos sacados del país.
Lo más probable es que ninguna de estas exigencias que son enarboladas también por otros sectores del pueblo serán tomadas en cuenta, por las obvias limitaciones de clase del gobierno y por los intereses del partido con las clases dominantes y con el imperialismo. De esta forma la estatización en sí misma es una farsa y como lo hemos afirmado no es más que un instrumento para negociar con el capital monopólico.
La estatización de la actividad financiera le ha proporcionado a la derecha cavernaria la oportunidad de volver con fuerza, con agresividad a disputar el espacio que había perdido. Empresarios, partidos, revistas, canales de TV, marchas, mítines, todos expresan su descontento virulento y son los que ahora claman por la democracia ante el totalitarismo del APRA. Quieren dividir la opinión pública entre los que defienden la “libertad” (la propiedad privada) y los que defienden la estatización. Una falsa disyuntiva donde los banqueros y sus partidos, asumen una mentirosa defensa de la democracia y la libertad asociándola tramposamente con la defensa de los intereses de los pequeños ahorristas del pueblo.
Tanto el Estado como los banqueros jamás tomaron en cuenta las necesidades del pueblo, al contrario, se aprovecharon para aumentar sus ganancias y no hay ninguna evidencia de que esto cambie, si es que no hay una fundamental participación popular.
La llamada estatización ha creado desavenencias al interior del PAP y en sus aliados menores del SODE que han roto la alianza.
De toda esta situación, es la derecha más conservadora la que está aprovechando el momento, movilizando su poder económico y la utilización de los medios de comunicación para volver al primer plano y recuperar clientelaje. Peligrosamente están tratando de inclinar a su favor a los sectores medios vacilantes que con el fantasma de que pueden perderlo todo pasen de las dudas a plegarse tras las banderas de la reacción.
Vargas Liosa, celebrado novelista es un intelectual orgánico de las clases dominantes. El único capaz de articular a la derecha. Con una supuesta actitud ética, lo que en el fondo hace es salir en defensa de los intereses de los banqueros, de los poderosos, de los explotadores, desarrollando además una política cerrilmente macartista.
Resumiendo diremos que si la estatización se aprueba tal como la plantea el APRA, entonces la maniobra se habrá consumado. En esas condiciones servirá como vehículo para entenderse con aquellos sectores de las clases dominantes que finalmente se decidan a concertar con el APRA.
La Unidad Reto Impostergable
Hemos ingresado a una nueva fase del período pre-revolucionario donde las condiciones maduran aceleradamente y aparece con urgencia el objetivo de acercarnos a la situación revolucionaria. Un momento de particular importancia porque también surgen las condiciones para la contrarevolución que enfrente al APRA, la militarizacion y el autoritarismo requiere de la más amplia unidad del pueblo. Se hace necesaria la convergencia de gremios, colegios profesionales, Iglesia, partidos políticos, etc.
El terreno para la convergencia hoy en día es la ASAMBLEA NACIONAL POPULAR. Es aquí donde deben confluir nuestros esfuerzos unitarios, porque en los meses y años venideros tenemos que luchar en todos los frentes. No podemos dejar ningún espacio sin dar el combate contra el APRA.
La ANP no puede reducirse a un evento burocrático, manipulado. Tampoco en una simple tribuna de debates. Debe ser fundamentalmente la instancia de unificación y centralización popular para los combates venideros. La ANP debe convertirse en una nueva institucionalidad donde se ejerza una auténtica democracia popular, y contar con la más amplia participación, incluyendo artistas, intelectuales, club de madres, etc.
El MRTA señala su apoyo explícito y respaldo a la ANP y muestra su preocupación por las sucesivas postergaciones en su realización.
Plataforma de lucha.
Para acumular fuerzas revolucionarias en el período es importante fortalecer en la lucha directa las formas organizativas naturales de las masas en la perspectiva del poder popular. Gremios, federaciones, Frentes de Defensa, Asambleas, rondas campesinas deben impulsar su coordinación y actuación conjunta en la lucha de las masas.
Porque sólo con la unidad, la movilización y las armas lograremos la conformación de una fuerza social revolucionaria. Para ello, enarbolamos y luchamos por la siguiente plataforma:
1. Expulsión de la banca extranjera.
Estatización sin pago de la banca, financieras, seguros y sus empresas industriales, comerciales e inmobiliarias. Estatización sin pago de la industria alimentaria y farmacéutica.
2. No al pago de la deuda externa. Por la anulación de los contratos petroleros y la nacionalización de la Occidental y la Southern.
Nacionalización de las empresas transnacionales que operan en el país.
3. Aumento de sueldos y salarios reajustable de acuerdo al costo de vida. Eliminación de los topes salariales.
4. Subsidio a los productos básicos para la alimentación popular. Efectiva congelación de los precios de los alimentos, medicinas y servicios. Control de precios mediante organizaciones populares.
5. Por la estabilidad laboral de los trabajadores y respeto a sus conquistas gremiales y democráticas. Derogatoria del D.S. que forma el PROEM.
6. Defensa de las comunidades campesinas y nativas. Apoyo técnico a los campesinos, empresas campesinas y congelamiento del precio de los insumos, y herramientas. Precios justos para los productos agropecuarios y comercialización sin intermediarios.
7. Procesamiento a los funcionarios del régimen acusados de corrupción.
8. Contra la militarización y la guerra sucia. Levantamiento del Estado de Emergencia de Lima y demás departamentos y provincias y la restitución de las garantías individuales en todo el país. Fuera las FF.AA. de las zonas de emergencia. Procesamiento y sanción por el fuero común de los asesinos uniformados.
9. Libertad de los presos políticos y sociales.
¡CON LAS MASAS Y LAS ARMAS…
PATRIA O MUERTE…VENCEREMOS!