A 44 AÑOS DE LA FUNDACIÓN DEL MIR; PROYECCIONES DEL MOVIMIENTO REVOLUCIONARIO EN CHILE
Hemos constituido orgánica, política e ideológicamente una generación de revolucionarios profesionales, que hoy son una posibilidad revolucionaria abierta en Chile y en el Cono Sur. La situación chilena nos ofrece un desafío que somos y debemos ser capaces de vencer con una táctica adecuada, con serenidad, valor y audacia lo lograremos (Comisión Política del MIR, 1973)
En la actualidad, cuando nos encontramos viviendo uno de los procesos económico-sociales y ambientales más graves y determinantes que la historia de la humanidad ha conocido, tanto desde la organización social, como de las proyecciones de existencia del planeta y de las generaciones futuras. El capital nos despoja a escala planetaria de todo lo que nos acerque a ser más humanos; de naturaleza, dignidad, conocimiento y rebeldía.
A pesar de ello, aprendiendo de los errores y aciertos del pasado, millones de personas en el mundo, siguen impulsando la férrea determinación de arrancar el planeta de las garras del capital, que lo destruye a diario, en su afán de apropiación y explotación; son millones de personas en una lucha inquebrantable por salir de la barbarie y conquistar una sociedad sin explotados ni explotadores; por lo que sigue siendo la Revolución Socialista, como tránsito al comunismo, la necesidad que nos plantea una tarea y responsabilidad moral, ética y práctica ineludible.
En ese trance, nos encuentra un nuevo aniversario de la fundación del Movimiento de Izquierda Revolucionaria, MIR de Chile, que un 15 de agosto de 1965, hiciese una primera síntesis orgánica, de inicio a un extenso andar, no desprovisto de crisis, debates, vacilaciones, deformaciones y quiebres, que han dado paso a retrocesos y avances, no sólo orgánicos, sino también del movimiento popular.
Desde su nacimiento, el MIR configuró correctamente y planteó una lucha inclaudicable contra el enemigo de clase, como también definió una disputa, en términos ideológicos y políticos, con los partidos tradicionales de la izquierda existente, que presentaban desviaciones reformistas, revisionistas y oportunistas, nunca de manera antojadiza, sino, con el afán de obtener definiciones claras sobre el interés de clase que representaban.
Esa nueva concepción, impulsó la creación de una Vanguardia Marxista-Leninista, con cuadros especializados político-militarmente. Al madurar la idea, la dirección encabezada por Miguel Enríquez, Comandante de la Revolución chilena, impulsó la profesionalización de la militancia, entendiendo aquello, como la entrega total, el compromiso, la formación integral y el accionar planificado de la orgánica; única forma de entender la Revolución, desde una posición de clase. Se consideraba con meridiana claridad, que al no implementar lo anterior, se obstaculizaba el entendimiento de los problemas de la revolución y las características de quienes implementarán ese proceso.
Ante ello, a propósito de este aniversario, queremos reafirmar un compromiso con las ideas fundacionales del MIR -a pesar de los diversos quiebres y fragmentaciones que ha vivido, a través de su historia, e incluso, quizás el MIR, ese que pensó Miguel, ya no exista como estructura-, porque las ideas que le motivaron, mantienen su relevancia, mas aún si las condiciones que lo originaron, se continúan acrecentando. Ello con la gravedad y la complicidad de sectores políticos, que en un pasado reciente traicionaron al pueblo. Por lo tanto, estamos en condiciones de afirmar que hay elementos esenciales que permiten mantener su justeza estratégica y que son irrenunciables, desde posiciones revolucionarias:
1.- Coherencia Ideológica: Desde esta TRINCHERA, consideramos como válida, la necesidad constante de mantener una coherencia ideológica, pues desde esta perspectiva, se puede realizar una apreciación política -e ideológica- de los rompimientos de variadas orgánicas revolucionarias tanto en Chile, como en el resto del mundo y que a nuestro juicio no están ajenas a las crisis vividas por el movimiento popular, a través de la historia.
Tomando al MIR de Chile como ejemplo, podemos advertir la confluencia de diversos sectores que conviven en el movimiento popular. Es así como convergen posiciones anarquistas, cristianas, marxistas-leninistas y oportunistas-revisionistas-reformistas, como los son los estructuralistas, mecanicistas, eurocomunistas, trotskistas, postmodernistas, neomarxistas -que vendrían a ser los “sectores tradicionales”, a decir del propio Miguel-. La convivencia de dichos sectores, fueron viables, cuando cohabitaron respetuosamente en el campo popular, pero cuando se transforman en orgánicas políticas, proviene lo que dialécticamente Lenin, definió como la depuración necesaria, apareciendo como una ley inexorable de los movimientos revolucionarios, la máxima de que Partido que no se depura, se estanca y muere. Es precisamente lo que ocurrió en el MIR, cuando asume la Dirección encabezada por Miguel, que comienza a dar los saltos cualitativos mas acertados de su historia partidaria (1).
Al existir vertientes al interior de un Partido, que tenga como objetivo hacer la Revolución, debe necesariamente dotarse de un mecanismo interno, como el Centralismo Democrático. El problema surge, cuando este componente, no se asume desde perspectivas estratégicas de clase, sino mas bien considerando momentos tácticos –visiones pequeñoburguesas-; no se respeta, y allí la institucionalidad interna de los Partidos, termina en quiebres y disputas entre supuestos camaradas. En definitiva, lo que la historia ha dejado claro, es la necesidad de la unidad, pero en la convergencia del interés de clase; no impidiendo buenas relaciones, ni alianzas tácticas, sin sectarismos, sino más bien enfocados, en una estrategia común.
Desde una perspectiva estratégica, ideológica y político-militar, los revolucionarios de hoy, no podemos seguir transmitiendo postulados creados por el enemigo, debemos tener en consideración, que es solamente el pueblo quien genera y conquista los espacios de coordinación, participación y unificación, orientados a la construcción del Poder Popular; de lo que se trata es de construir la fuerza alternativa que garantice la construcción armónica del Poder Popular como la verdadera unidad, con elementos dialécticamente inseparables, que deben ir en concordancia, como son la elevación de la conciencia de clase y la preparación de su defensa.
En ningún caso podemos cometer el error histórico de apurar los procesos; acelerarlos sólo le conviene al enemigo que está mejor equipado y mas organizado para el combate; ésta es una de las principales enseñanzas que los actuales combatientes deben razonar: desacelerar el proceso cuando el enemigo acelera y combatir cuando es conveniente y se está seguro de ganar.
Precisamente, como está orientada hoy la lucha de clases, el manejo de la información, la arremetida del imperialismo en la región, en términos económicos y militares, lo serio y sensato para los revolucionarios, es profundizar nuestra teoría Marxista-Leninista, que nos enseña a leer la realidad concreta, realidad que nos indica la irresponsabilidad de abandonar alguna forma de lucha, o sólo potenciar alguna, sobre todo, pensando en los militantes, en el entorno y en el pueblo, a quienes no se les puede volver a engañar. En ese contexto, desde esta TRINCHERA, llamamos a no descartar las luchas legales ni las ilegales, como tampoco las vías armada y no armada; toda Vanguardia que abandone alguna forma de lucha, se niega a sí misma y deja de serlo.
2.- Concepción Político-Militar; Visión Estratégica: Otra de las grandes lecciones, que nos deja la Dirección encabezada por Miguel Enríquez, en el MIR de Chile, es su concepción político-militar, que lejos de estar enfocado sólo en la lucha armada, como algunos mistifican, viene dado por la visión estratégica de los procesos, por la planificación, por el control y la dirección. A nuestro juicio, los actuales revolucionarios, no nos podemos hacer cargo de las deformaciones producidas, después de la caída en combate, del Comandante de la Revolución Chilena y sus mejores cuadros. No somos culpables de que no se haya entendido la doctrina patriótica, internacionalista, de clamor y de combate de Miguel Enríquez; doctrina recogida del legado histórico de rebeldía de luchadores como Leftraro, icono de nuestra raza indómita y jamás doblegada, que supo apreciar el arte militar y oponerlo a un enemigo poderoso, como el español; de la justeza y entrega de los libertadores indo americanos como O’Higgins, San Martín, Artigas y Bolívar (secuestrados y cínicamente utilizados por las oligarquías) y la convicción creadora del Che Guevara. Ejemplos que hoy, es imprescindible entender, retomar y adecuar con la perspectiva histórica, para luchar contra el Imperialismo-capitalista, sus instituciones fascistas, el oportunismo revisionista y reformista y contra todos aquellos que viven de rodillas, al no ser capaces de combatir.
Los revolucionarios, que tengan en perspectiva la toma del poder, no pueden perderse en la pequeñez de los procesos; de nuestros héroes, por ejemplo, no nos puede importar si eran indígenas, huachos o rebeldes burgueses; lo relevante es el planteamiento –muchas veces con errores-, su posición de clase y por sobre todo su visión estratégica, que es por lo que trascendieron. Con esas perspectivas, fueron creados el Ejército Libertador de los Andes, el Ejército de Liberación del Che o la Junta de Coordinación Revolucionaria; todas ellas, expresiones y articulaciones lejanas a los dogmas, jamás aceptando la conciliación de clases y siempre representando al pueblo marginado y explotado del campo y la ciudad.
Otro de los elementos que da justeza a la visión estratégica del MIR, tiene que ver con el internacionalismo revolucionario; ningún militante, que tome los postulados miristas, debe sentirse extranjero en nuestra Patria Grande, somos uno más de los revolucionarios de estas tierras, donde hemos aprendido, aportado y seguiremos aprendiendo. Somos revolucionarios auténticamente internacionalistas, solidarios de las luchas que se den en cualquier parte del mundo, contra el capitalismo y el imperialismo.
3.- Vanguardia, No Vanguardismo: El planteamiento de quienes nos sentimos depositarios de los ideales miristas, en la actualidad, es que con el pueblo, y con otras fuerzas revolucionarias, realizaremos el programa de lucha, que nos llevará a la liberación definitiva del yugo del capital. Por ello, lo más serio y sensato es abocarnos a la formación y preparación de la Vanguardia, que actuará junto al pueblo. Es trascendental, la formación de la Extrema Vanguardia y la Vanguardia, los ojos y oídos del pueblo; quien conformará la fuerza principal, que entrará en combate en las posiciones mas ventajosas, para golpear y no ser golpeado. Pensamos firmemente, que no pueden ser mentes iluminadas las que impongan sus puntos de vista, muchas veces personalistas y sectarias, sino que el conjunto de la militancia revolucionaria, en consonancia con nuestro pueblo, sean los que definitivamente definan nuestro accionar, tanto en la elaboración y determinación de una estrategia, el programa y las diferentes tácticas, así como el arte operativo según correspondan, en situación, tiempo y lugar.
Para ese objetivo, pasa a ser determinante, el como se define, se lee, se interpreta y se configura el Terreno, en el cual se va accionar, siempre basados en el marxismo-leninismo, única guía que nos determina la realidad material. Después de leída, dicha realidad objetiva, recién se pueden definir la construcción de estructuras y formación de sus cuadros. De igual forma, precisar nuestros aliados de clase tácticos y estratégicos, así como tipo y nivel de alianza a construir, a la vez de detectar y conocer los aliados estratégicos y tácticos del enemigo. Es de vital importancia, que la lucha contra nuestro enemigo de clase, debe darse con responsabilidad y sobre bases sólidas desde la perspectiva ideológica, política y militar; jamás caer en el oportunismo de agitar políticas reivindicativas estériles, particulares del movimiento de masas; lo esencial es generar la lucha política directa contra el sistema y así recuperar el olvido sistemático y la perdida de identidad rebelde, producto del trabajo enemigo.
El mirismo sigue representando una posición ideológica, política y militar para los explotados y marginados, para los pobres del campo y la ciudad. En lo que sí debemos prestar especial atención, es en no caer en vanguardismos, la altanería y sectarismo de plantearse como las únicas posiciones válidas y revolucionarias en nuestro país; debemos reconocer y alentar la reorganización de todos las bases y cuadros conscientes, que se replegaron al interior del pueblo, desde donde se han venido planteando y generando diversas expresiones, que hoy se dan a conocer y que nosotros respetamos e invitamos a fortalecer, para que el movimiento revolucionario y latinoamericano tenga la conducción que merecemos y necesitamos.
En ese aspecto los revolucionarios debemos plantearnos acuerdos y alianzas, siempre para avanzar, jamás para retroceder, puesto que no hay ningún derecho que recuperar; nunca los hemos tenido, mientras ha existido explotación, mientras ha existido capitalismo.
4.- Continuidad de los Procesos Históricos: Reconocemos y agradecemos el esfuerzo realizado por muchos militantes y algunos históricos dirigentes del MIR, en pos del mantenimiento de los ideales revolucionarios, aquellos que se decidieron quedar a “entregar la posta generacional”, que permanecieron en sus puestos de combate. Al contrario de lo expresado, por algunos sectores, que también dicen llamarse miristas y otros antiguos y respetados dirigentes, que apelando a su prestigio del pasado hoy se resisten, subordinando con soberbia a esta nueva y necesaria generación de revolucionarios, en lugar de entregar todo el conocimiento de su experiencia (derrotada o triunfante), pero desgraciadamente están más preocupados de lustrar su propio ego y mirar su propio ombligo, más aún, manifestando que "si ellos no están, todo dejó de existir, todo es historia, es pasado, se acabó cuando ellos se cansaron".
Lo que nos deja como enseñanza, que no todo aquel que habla de Revolución o alguna vez ha empuñado un fusil, es precisamente un revolucionario. Los que se adecuaron a las modas, o creyeron el “fin de la historia”, sólo fueron buenos combatientes; ello se les respeta, pero de ahí a que puedan conducir una revolución, hay un gran paso; ese papel lo pueden desempeñar verdaderos revolucionarios, capaz de morir por la humanidad, como lo hizo el Che, Miguel, Santucho o Marulanda. Desde esta TRINCHERA, pensamos que la delgada línea que separa al oportunista-mercenario, del verdadero revolucionario, está dada por la posición de clase adoptada, casi siempre definida por doctrinas e ideologías liberadoras, como lo es el marxismo-leninismo.
Los miristas actuales, los auténticos, los que seguimos los postulados de Miguel y los cuadros mas consecuentes, impulsan los principios y planteamientos ideológicos, políticos y militares, que dieron origen al MIR y a la lucha revolucionaria en nuestro país, pero considerando las nuevas condiciones que enfrenta la lucha de clases en nuestra región; así se comienzan a agrupar, en diversas orgánicas, viejos militantes, luchadores sociales, combatientes internacionalistas, presos y torturados por la dictadura militar imperialista, los que la combatieron en las trincheras del pueblo y especialmente, el aporte de los nuevos combatientes revolucionarios; a pesar de todas las trabas, es inevitable, que se estructure y genere la Vanguardia político-militar, que junto al pueblo y otras fuerzas revolucionarias, conducirán la revolución socialista y antiimperialista en Chile.
En ese marco, mientras antes pongamos a disposición del pueblo una direccionalidad estratégica, antes comenzaremos a politizar las demandas populares, creándole el caos al enemigo, no permitiéndole mantener la paz social, herramienta con la que controla al pueblo, imponiendo un sistema que sólo funciona en la medida que nada logre desestabilizarlo, de ahí el principal interés de los revolucionarios, tendría que ser subvertir el sistema.
Con ese propósito, la rearticulación de las organizaciones revolucionarias, en Chile y en el continente es necesaria y urgente. Debemos tener siempre presente, que el único que se beneficia y goza con nuestras diferencias, es el enemigo de clase. Ante ello, todas las agrupaciones existentes, debiesen estar en condiciones de aportar, junto con otras fuerzas revolucionarias político-militares, para dotar así al pueblo de una Vanguardia y un Ejército Revolucionario, ya que a decir de Lenin, la revolución es una transformación que destruye lo viejo en lo que tiene de fundamental y más profundo, pero no lo realiza cautelosa, lenta y gradualmente, no se esfuerza por destruir lo menos posible.
Ante lo expresado, creemos que el movimiento revolucionario mundial, se encuentra en un punto clave, donde las luchas contra el enemigo de clase y las disputas contra los reformistas, revisionistas y oportunistas que cohabitan, al interior del movimiento popular, implica que los momentos de decisiones deben asumirse hoy, con una seriedad real y profunda; no estamos inmersos en un simple juego de ajedrez en que los blancos son la derecha, y los negros la izquierda. Seguramente nos encontraremos con alianzas oportunistas, negociaciones que van y vienen. Lo único concreto y objetivo, es que como humanidad, nos estamos jugando la vida del planeta. Por lo mismo, pensamos que nuestro objetivo no es derrotar al enemigo en una mesa o en una elección; pues él no es una persona, ni un conjunto de personas o partidos políticos; él se llama capital.
Es esta relación denominada capital, la que mantiene y multiplica el hambre; no es posible superarla, pues no hay ningún parámetro posible que no sea desde la explotación y ella nos lleva a entender lo utópico que ello significa, pues de lo que se trata es de eliminarla y para ello, la única forma es eliminando la contradicción capital-trabajo que la origina; para eliminar la pobreza hay que eliminar la riqueza; esto es una unidad.
Este sistema capitalista-imperialista no es separable en aspectos buenos y malos, pues no puede funcionar sin explotación, sin marginación, sin fascismo, sin deudas, sin crisis y sin hambre. Ya una vez lo planteamos, desde esta TRINCHERA, en nosotros, de utópicos no hay nada; simplemente estamos leyendo una realidad material, concreta, global interconectada y dialéctica, lo que nos da de resultado un mundo, y sólo ahí nos situamos para hacer nuestras apreciaciones y propuestas.
A nuestro juicio, la utopía es un sueño sin sustento de construcción real, como el querer mejorar lo que esencialmente no tiene mejoras; los cambios no se inventan en las cabezas, son expresión de una realidad material, y si se saben leer, se pueden conducir a una verdadera superación de las contradicciones esenciales.
Consecuentes a nuestro carácter auténticamente revolucionario e internacionalista, solidarizamos y apoyamos a todos los pueblos y movimientos que luchan a diario contra la maquinaria imperialista. Queremos hacer referencia a los luchadores revolucionarios encarcelados en las mazmorras levantadas para acabar y silenciar los sueños de libertad de nuestro pueblo; estos compañeros son los que osaron tomar el cielo por asalto, los que intentaron empujar el sol, para que se acercara la madrugada. También recordamos a nuestros combatientes caídos en Chile y a los que dieron su sangre en otras tierras del mundo; recordamos a todos los revolucionarios, que por amor a la humanidad, fueron capaces de entregar sus vidas; a los miristas, rodriguistas, lautaristas, anarquistas y comunistas caídos en combate; jamás los olvidaremos y seguiremos construyendo el mundo por el que dieron su vida y su libertad, para que hoy nosotros demos la lucha frente a un enemigo que pretende quitarnos hasta lo más elemental para vivir, nuestro planeta.
Todos ellos forman parte de nuestra historia, se encuentran vivos en la realidad de lucha de nuestros pueblos indo americanos, guiados por la ESTRELLA ROJA, que representa la unidad del movimiento revolucionario mundial, que es la luz del internacionalismo proletario, que también enarbolaron el Ejército Bolchevique, el Ejército Rojo de Mao Tse-Tung, el Vietmihn de Ho Chi Min y Vo Nguyen Giap, el Movimiento 26 de Julio de Fidel y el Che Guevara y las FARC-EP de Marulanda, que representan la estrategia continental, continuadora de la vasta experiencia, de nuestros pueblos, por liberarse de la explotación y opresión.
Es innegable, que tras todos estos procesos emancipatorios, nunca desprovistos de errores, existe un hilo conductor, que actúa como método y elemento rector de toda nuestra interpretación y todo accionar revolucionario: el MARXISMO-LENINISMO, cuerpo teórico-práctico inacabado y en constante configuración, que nos permite, avanzar ideológicamente sin perder el rumbo, enseñando a nuestra clase a interpretar su vida. En ese mismo sentido camina la Unidad Latinoamérica, que nos identifica como un sólo ser, necesitado de libertad real, sin cadenas imperialistas, coloniales, oligárquicas y de de ningún tipo, que nos impidan dar a cada cual lo suyo y lograr la tan ansiada Independencia Definitiva.
Esa es la motivación que nos mueve desde esta TRINCHERA, ese es el objetivo de construir un EJÉRCITO POPULAR REVOLUCIONARIO, con un carácter estratégico latinoamericanista, continuador del Ejército Libertador de los Andes y de la Junta de Coordinación Revolucionaria, donde a los revolucionarios locales, nos corresponde hacer nuestra tarea táctica como BATALLÓN CHILE, como prolongación dialéctica, de las luchas de nuestro pueblo, nunca olvidando, que compartimos una misma raza, moral y cultura indo americana, que por más de cinco siglos, con su valentía al viento y galopando por toda nuestra Patria Grande, también lleva nuestro ser chileno-indo-americano, siguiendo el ejemplo de LEFTRARO, O`HIGGINS y MIGUEL.
Tal como lo planteamos en nuestros inicios, no nos negamos a ninguna posibilidad de lucha; en tanto un arma, en manos de un revolucionario es liberadora, a diferencia que en manos de un mercenario es asesina. Desde la flecha, la lanza, pasando por el fusil, metáfora de todas las formas de lucha y de combate, que dimos y que daremos contra los colonialistas, los oligarcas y el Imperialismo Internacional, también implica y representan la misma valentía y decisión, de manos que no las usaron y no las utilizarán sin razón.
Quizás no ganaremos la Revolución con una rosa en la mano… Pero tampoco con un fusil, que no sea disparado por las mismas manos que la sembraron.
Con el PUEBLO, como Vanguardia Organizada, creando
CONCIENCIA Revolucionaria y con el FUSIL, como guía de la lucha histórica y constante.
POR LA RAZON Y LA FUERZA, LOS TRABAJADORES AL PODER
SÓLO PODEMOS LA VÍA REVOLUCIONARIA
COMBATE O MUERTE
Desde algún lugar de Chile, agosto de 2009
Movimiento de Izquierda Revolucionaria – Ejército Popular Revolucionario (Batallón Chile)
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NOTAS:
(1) Para clarificar este desarrollo histórico, proponemos analizar el documento “Algunos antecedentes del Movimiento de Izquierda Revolucionaria, 1965-1971”, escrito por Miguel Enríquez, que se puede encontrar en la página web http://www.archivochile.com, y que demuestra el complicado y sinuoso camino que debió enfrentar, el Comandante de la Revolución Chilena y la Dirección que el encabezaba, para estructurar un Partido de Combate Marxista-Leninista, con posición de clase y perspectivas estratégicas de la toma del poder.