SALUDO EN EL 44 ANIVERSARIO DEL MOVIMIENTO DE IZQUIERDA REVOLUCIONARIA
I.
Este 15 de Agosto, se cumplen 44 años desde el congreso fundacional del MIR.
44 años de vida, de luchas, alegrías y sueños compartidos por una fracción importante del pueblo y los trabajadores chilenos y por cientos de simpatizantes, colaboradores y militantes de nuestra organización.
Saludamos a todos los compañeros, amigos y familiares hoy presentes.
En especial, a la joven generación de miristas que a través de distintas organizaciones y colectivos retoma, renueva y revitaliza las banderas de lucha del MIR.
Saludamos a los miristas que en regiones e incluso en el extranjero, están desarrollando actividades similares a esta.
A los miristas prisioneros en cárceles de Brasil y aquellos que se mantienen en la clandestinidad, en el lugar en que se encuentren.
Recordamos hoy, con gratitud y orgullo en nuestros corazones, a todos aquellos miristas que ya no están entre nosotros. Nuestras compañeras y compañeros, que en estos 44 años entregaron sus vidas a la construcción de un proyecto político popular y revolucionario para Chile, seguros de que nuestro mejor homenaje hacia ellos, es saber continuar su lucha en las nuevas condiciones que hoy enfrentamos.
Finalmente, saludamos a los peñi y lamgen Mapuche, en la hora del dolor, de la rabia y de la lucha.
Enviamos nuestras condolencias, especialmente, a la familia de Jaime Mendoza Collío, comunero Mapuche perseguido y asesinado por la espalda por Carabineros, quién está siendo velado en su comunidad en estos momentos.
II.
Hace 44 años, el capitalismo imperialista estaba en crisis. Una crisis económica, política, ideológica y militar.
Un tercio del planeta intentaba construir el socialismo. Otro tercio, luchaba por él, a la vez que buscaba romper las cadenas del colonialismo y la dependencia en Asia, África y América Latina.
El MIR nace en este contexto, de crisis del capitalismo a nivel internacional y también en nuestro país, para luchar por una respuesta, una salida proletaria y popular a los problemas que el capitalismo estaba creando.
La única reacción posible del imperialismo norteamericano, como todos los poderes hegemónicos que entran en la fase terminal de su ciclo, fue la guerra. La defensa armada de sus privilegios, ya que se estaban quedando sin alternativas para mantener su antiguo monopolio científico, tecnológico, económico, político y cultural.
Los imperialistas no sólo amenazaron al mundo con la agresión nuclear, sino que desataron el terrorismo a lo largo y ancho del planeta, apoyando financiera, política y militarmente golpes de estado y a las clases dominantes, en todos aquellos países donde poderosos movimientos populares amenazaron la hegemonía del capital, e interviniendo directamente con sus tropas, cuando los gobiernos burgueses, a pesar del apoyo recibido, no lograron aplastar al movimiento de los trabajadores.
Chile no fue la excepción, y por eso el MIR, bajo la conducción de Luciano Cruz, Miguel Enríquez y sus compañeros, se constituyó tempranamente como la primera organización política y militar de la izquierda revolucionaria en nuestro país, impulsando el fortalecimiento político del movimiento de base de los trabajadores y el pueblo, la preparación de las condiciones para un enfrentamiento inevitable con la burguesía y el imperialismo y, cuando el golpe militar estaba ya consumado, impulsando la lucha de resistencia por el derrocamiento de la dictadura y la construcción de una alternativa democrático popular al régimen militar.
Esa comprensión estratégica llevó desde el inicio a nuestra organización, a comprender que el ámbito de la lucha no era sólo nacional, sino que la lucha por el socialismo en Chile implicaba necesariamente la lucha por el socialismo en América Latina y el mundo, y el enfrentamiento al imperialismo allí donde este llevara adelante su guerra de agresión contra los pueblos.
III.
Hace 20 años, en 1989, el imperialismo proclamaba al mundo que había logrado sortear la crisis, y se erigía victorioso sobre los pueblos en lucha y sobre los regímenes que intentaron construir el socialismo en Rusia y el este europeo.
El colapso de la Unión Soviética, la derrota de la mayor parte de los movimientos insurgentes en el tercer mundo, la revolución tecnológica impulsada por la maquinaria de guerra del imperialismo, y las reformas económicas neoliberales, sólo posibles mediante el aplastamiento del movimiento popular, permitieron una expansión prácticamente ilimitada del capital financiero y el reordenamiento del capitalismo en todo el planeta.
Los imperialistas norteamericanos tuvieron, incluso, la soberbia de proclamar que la historia había llegado a su fin. Sin embargo, 20 años después, las pesadas ruedas de la historia siguen girando impulsadas por la lucha de clases, y la hegemonía imperialista nuevamente es puesta en cuestión.
Las guerras en Irak y Afganistán, el respaldo a las agresiones de Israel contra sus vecinos, la desintegración de los países balcánicos, las amenazas y bombardeos contra aquellos países que no se subordinan a sus designios, han concitado un creciente rechazo al imperialismo por parte de los pueblos del mundo.
A pesar del crecimiento acelerado del capitalismo internacional desde mediados de los años ´80, ese ciclo llegó a su fin y la economía imperial no sólo ha perdido dinamismo, sino también entró en una profunda crisis financiera y recesión el 2008, de la cuales todavía no sale y que han tenido repercusiones en todas las economías del planeta, traduciéndose la crítica al capitalismo financiero, tanto en una crítica frontal al neoliberalismo y a la reducción del papel del estado en la economía, como en la revitalización del proyecto socialista proyectándolo a las nuevas condiciones del siglo XXI.
En los últimos años, la situación de Rusia y su papel internacional variaron de una forma muy sustancial, al igual que la de China, convertida en la práctica en la segunda potencia económica mundial y motor funcional del capitalismo internacional. Países cuya alianza tiene repercusiones de primer orden en el plano militar frente al imperio.
Asimismo, la resistencia a las reformas neoliberales impulsadas desde el FMI y el Banco Mundial, la resistencia a la imposición de tratados de libre comercio como instrumento de subordinación y dependencia de las economías nacionales y nuestros pueblos a la economía imperial, y la resistencia a las desastrosas consecuencias políticas, económicas y sociales que las reformas y los tratados han tenido, no sólo han generado un amplio rechazo en la población, sino también han terminado provocando la reanimación del movimiento popular en muchos países, sobre todo en Nuestra América, dando origen a masivos procesos de movilización social y democratización política, que presentan una correlación de fuerzas favorable para el fortalecimiento de los trabajadores y el movimiento popular y el inicio de un nuevo ciclo de grandes luchas y transformaciones sociales y políticas de nuestros pueblos, frente a la crisis del capitalismo neoliberal.
20 años después de cantar victoria, el capitalismo imperialista se encuentra sumido en una profunda crisis hegemónica, y aunque intenta legitimarse presentando la cara amable del primer presidente negro en Norteamérica, nuevamente responde con la guerra, esta vez de cuarta generación, frente a la amenaza de la alianza política de los gobiernos progresistas de la región, pero más aún, frente a la alianza de los movimientos populares del continente.
-Con el Plan Colombia, sustentando junto a Estado de Israel la guerra del narco gobierno del paramilitar Uribe, y apoyando la agresión de las fuerzas armadas colombianas contra los países limítrofes, facilitando la operación de paramilitares en la frontera y el interior de Venezuela, y los bombardeos a guerrilleros en territorio ecuatoriano.
-Impulsando el paro patronal y el golpe militar en Venezuela el 2002; Los intentos secesionistas de la burguesía santacruceña y la asonada paramilitar en Bolivia el 2008; Realizando en junio de 2009, el golpe militar contra el pueblo de Honduras.
-Creando y enviando la IV Flota de portaaviones y barcos de guerra a las costas de nuestra región, como un recordatorio, amenaza y plataforma móvil de agresión contra los pueblos y gobiernos que no sigan sus determinaciones.
-Estableciendo una red de bases militares América Latina, y específicamente 6 nuevas bases militares en Colombia, estratégicamente orientadas hacia Venezuela, en lo que constituye prácticamente una declaración de guerra a ese país.
Es en este contexto internacional de guerra, intervencionismo y represión, pero también de un nuevo ciclo de reanimación del movimiento popular en Latinoamérica y también en nuestro país, que reafirmamos la concepción político militar como concepción táctica y estratégica del MIR y el internacionalismo revolucionario de nuestra organización.
IV.
En nuestro país, vivimos todavía un periodo de estabilización de la lucha de clases, donde la coherencia del modelo de dominación y la actual correlación de fuerzas, siguen favoreciendo ampliamente al bloque en el poder.
Nos referimos a la fortaleza de los grandes grupos monopólico financieros, que controlan la economía del país y están pasando prácticamente incólumes la recesión, y también al respaldo político logrado por el gobierno de la presidenta Bachelet y su ministro de Hacienda, Andrés Velasco, a través de la utilización populista de la política fiscal y el gasto social, que ha permitido que el empobrecimiento generalizado de la población durante el 2008 y el aumento dramático de los niveles de cesantía, sobre el millón de trabajadores el 2009, ocurran sin un aumento significativo de la conflictividad social.
Sin embargo, existen importantes contradicciones y pugnas al interior del bloque dominante, como consecuencia del desgaste y crisis de la Concertación como agente político hegemónico, que generan hoy las condiciones para un reacomodo de las clases y fracciones de clase que participan de este acuerdo inter burgués, incluyendo la representación de algunos intereses populares que incrementen la gobernabilidad, sin que se cuestione la base fundamental de organización social, que sigue siendo capitalista y neoliberal.
En este marco entendemos el discurso estatista de Frei y Zaldívar, la inclusión informal del PC en la Concertación y las candidaturas de Navarro y Enríquez Ominami.
Aunque las dos últimas representan legítimamente el descontento social contra la Concertación e incorporan propuestas programáticas progresistas, sistémicamente siguen aprisionados por la perspectiva del bloque en el poder, ya que no buscan una alianza real con el movimiento popular, ni la articulación y el fortalecimiento de éste, ni la superación del actual régimen institucional, sino tan sólo ganar posiciones al interior del régimen político, cumpliendo la función de descomprimir y desviar las actuales tendencias de lucha del movimiento popular hacia la negociación en la mesa del parlamentarismo burgués, hacia la intermediación y clientelización de los descontentos, en un régimen político que estructuralmente sigue impidiendo la manifestación y representación institucional de los intereses de los trabajadores y el pueblo, tal como fue diseñado originalmente por los ideólogos contrainsurgentes de la dictadura.
En este contexto político nacional, de democracia restringida, aún más restrictiva que la democracia burguesa de los años ´60 en Chile, reafirmamos la concepción del MIR, de construcción del Poder Popular como estrategia y proyecto democratizador de nuestra sociedad, que traspasa el ejercicio del poder desde las instituciones del Estado Burgués a las organizaciones propias del pueblo, transformándolo en protagonista, y que prefigura un nuevo tipo de Estado al servicio de los intereses de los trabajadores y el conjunto del movimiento popular.
V.
Fuera de los espacios institucionales de lucha política, frente a las profundas desigualdades que provoca el actual modelo de crecimiento económico capitalista en el país, y a la reanimación del movimiento popular durante los últimos años, los dueños del poder y la riqueza han buscado criminalizar la protesta social:
-Junto al perfeccionamiento de las tecnologías de control social que van desde las cámaras en las calles a los documentos de identificación personal, en el Congreso se discute la promulgación de una Ley que penaliza directamente la protesta y la movilización social.
-Coincidiendo con las mayores protestas estudiantiles secundarias de nuestra historia, han rebajado la edad de imputabilidad penal, para perseguir judicialmente a los jóvenes que se integran a la lucha política y social popular, y para tratar de contener las consecuencias de la descomposición social provocada por el capitalismo en Chile.
-Frente a la sistemática represión sobre el movimiento social, que cobra hoy la vida de un comunero Mapuche y ya lleva varios muertos entre estudiantes, trabajadores e indígenas, han transformado en delitos graves las acciones de autodefensa… y siguen construyendo más cárceles, en un país que en proporción a su población tiene más personas presas que cualquiera en Latino y Centroamérica.
-Han más que triplicado y tecnologizado a las Fuerzas Especiales de Carabineros y GOPE, han fortalecido los aparatos de inteligencia de carabineros e Investigaciones, y ahora además hay un ejército de fiscales serviles a los intereses de sus amos, prontos a ordenar la persecución y encarcelamiento de quienes promuevan "desordenes" o luchen frontalmente contra las políticas del capital.
-Han militarizado el territorio Mapuche y criminalizado a todo un pueblo buscando presentarlos como si fueran un movimiento terrorista al que la población debe temer y combatir, facilitando así las operaciones represivas contra ellos.
-Han emprendido la reforma orgánica y doctrinaria de las Fuerzas Armadas, fortaleciendo sus capacidades contrainsurgentes, dotándolas de mayores recursos materiales y en el caso del Ejército, dislocando su fuerza en torno a la principal amenaza interna que registran, el movimiento de reivindicación nacional del pueblo Mapuche.
Frente a la transformación y perfeccionamiento del estado Contrainsurgente, y a la ofensiva contra el movimiento popular y contra el movimiento Mapuche, reafirmamos la legitimidad del recurso a la violencia revolucionaria por parte del pueblo: la legitimidad de la autodefensa de masas y la legitimidad del enfrentamiento armado a las fuerzas militares y policiales que los dueños del poder y la riqueza lanzan contra el movimiento popular.
VI.
Frente al reacomodo del bloque en el poder, la experiencia histórica muestra que la única esperanza real para los explotados y marginados del país, para los trabajadores y pobres del campo y la ciudad, será romper ellos mismos esta situación de estabilización de la lucha de clases, acumulando fuerza social revolucionaria a través de todos y cada uno de los enfrentamientos parciales contra el empresariado y la oligarquía dominante, que permita alterar la correlación de fuerzas entre los sectores oprimidos y el bloque en el poder, y abrir un nuevo periodo de lucha en nuestro país.
En un contexto de crisis social y económica para los trabajadores, y también de desgaste político y pérdida de legitimidad del bloque en el poder, la labor de los revolucionarios debe ser desnudar la brutalidad de la contradicción principal, y luchar por polarizar y agudizar el enfrentamiento contra los dueños del poder y la riqueza, buscando el quiebre del acuerdo inter-burgués.
El desarrollo de una política independiente de clase es ineludible, siendo desde ya necesario separar aguas de aquellos que, desde el campo de los trabajadores y el pueblo, defienden los intereses de los dueños del poder y la riqueza, transformándose en el ala izquierda del bloque en el poder.
En el nivel regional, el enemigo principal sigue siendo el imperialismo norteamericano y su política de agresión hacia los pueblos de Nuestra América. En el nivel local, el enemigo principal siguen siendo los grandes grupos económicos que controlan la economía del país, y el agente político hegemónico del bloque en el poder, que a través del aparato del Estado criminaliza, persigue y reprime a los sectores más organizados y conscientes del movimiento popular.
Las grandes movilizaciones populares de los últimos años, que nos dan a los revolucionarios un mayor margen de maniobra en términos políticos y sociales, y que han tenido momentos de alcance histórico en sus niveles de organización e intervención política, no han logrado poner en riesgo la continuidad de las políticas fundamentales del Estado ni el rol de agente político hegemónico de la Concertación, a pesar de su crisis como conglomerado.
Permaneciendo bloqueadas las posibilidades reales de participación del pueblo en el régimen político institucional, y manteniéndose los actuales niveles de dispersión de los distintos sectores políticos y sociales que componen el campo popular, entonces, creemos que es necesario avanzar en:
-La articulación de la alianza social de clase y multiétnica de los explotados, excluidos y oprimidos, a través de la movilización y el impulso a la lucha de todo el pueblo.;
-El logro de la unidad política de los revolucionarios y la izquierda, a través de la construcción y fortalecimiento de la fuerza propia y el impulso de una política amplia de reagrupación de fuerzas, sobre la base de un acuerdo programático.
-El desarrollo y la extensión del ejercicio de la violencia legítima por parte de los trabajadores y el pueblo, a través del desarrollo creciente de las acciones directas de masas, de la autodefensa de masas y del impulso al accionar miliciano de la organización, enmarcado dentro de los límites de la lucha política y reivindicativa de los trabajadores y el pueblo;
-La articulación internacional de la lucha anticapitalista en la región, a través de la solidaridad activa con los pueblos en lucha, el desarrollo del pensamiento regional revolucionario y la coordinación y apoyo mutuo de las fuerzas revolucionarias del continente.
VII.
Hoy día pensamos que podemos avanzar en la unidad ideológica entre los miristas involucrados en actividades concretas de organización.
También, llegar a ser capaces de levantar una política común para hacer frente a la coyuntura;
Crecientemente se dan también las condiciones para avanzar en la unidad del movimiento popular, a través de la coordinación e iniciativas conjuntas entre las organizaciones sindicales y sociales del país en las cuales los miristas tenemos algún grado de participación, sobre todo para hacer frente a la ofensiva de las clases dominantes frente a los impactos locales de la crisis internacional.
Creemos que esto generará las condiciones para que las organizaciones políticas reales avancen a la constitución de instancias de unidad, para el impulso de políticas social, espacial y temporalmente concretas.
Sin embargo, aunque consideramos que será la misma lucha de clases la que nos impondrá la necesidad de la unidad, la que creará las condiciones propicias, no ciframos nuestras esperanzas en que esta unidad del mirismo y del movimiento revolucionario se construya sola, espontáneamente y por pura buena voluntad, porque eso es imposible.
Por eso, apostamos al fortalecimiento de la fuerza propia, porque sólo así podremos ser un aporte consciente y activo en ese proceso.
Creemos que esta realidad debe ser transformada y estamos convencidos de que ese es un proceso de mayorías. A pesar de que la misma brutalidad de las condiciones de vida y de trabajo del capitalismo engendran y desarrollan espontáneamente la conciencia, la lucha y la organización del pueblo, la extensión de estas y la conformación de un proyecto político popular son procesos que deben ser estimulados y desarrollados por las organizaciones políticas del pueblo.
Hemos decidido hacer un aporte a ese esfuerzo.
Por eso, nuestro homenaje a los 44 años de lucha del MIR, es impulsar la política revolucionaria del MIR y construir todos los instrumentos necesarios para llevarla a cabo.