La contradicción entre socialismo y capitalismo

LA CONTRADICCIÓN ENTRE SOCIALISMO Y CAPITALISMO

Lenin desentrañó en su época la existencia de cuatro contradicciones fundamentales, plenamente vigentes:

1º Contradicción entre el proletariado y la burguesía.
2º Contradicción entre el Socialismo y el Capitalismo.
3º Contradicción entre los pueblos y el imperialismo.
4º Contradicciones ínter imperialistas e ínter monopolistas.

La solución de estas contradicciones conduce a la derrota del imperialismo y al triunfo de la revolución proletaria. Por eso, a partir de la Revolución de Octubre, los procesos revolucionarios de autodeterminación de las naciones, los procesos nacional-revolucionarios hacen parte de la revolución proletaria mundial. Este es uno de los enormes descubrimientos de Lenin.

En esta oportunidad nos referiremos solamente a la contradicción entre el socialismo y el capitalismo.

Los principios básicos de la teoría del proletariado no son suprahistóricos. Durante un largo período histórico, en el que el proletariado se coloca como la clase más revolucionaria, también su ideología y su teoría son las más avanzadas y las únicas capaces de guiar y garantizar las grandes transformaciones de la sociedad en todos los campos, requeridas para la construcción de la nueva sociedad, la sociedad socialista y el comunismo.

Así como la sociedad capitalista se rige por sus principios y tiene sus leyes del desarrollo, también la sociedad socialista tiene sus propias leyes y principios, a partir de los cuales puede resolver las graves contradicciones de la sociedad capitalista que frenan el desarrollo social y desatar los factores que determinan el progreso incontenible de la humanidad. El socialismo necesita el desarrollo científico y técnico como condición para su propio avance; pero su concepción y finalidad son totalmente opuestas a las del capitalismo. En la sociedad socialista el progreso tiene un fin último: el beneficio de la humanidad, contrario, por esencia, al del capitalismo, que es la ganancia.

En la actualidad debemos prestar especial atención al desarrollo del materialismo histórico, como base de nuestra teoría política, y profundizar la lucha contra las corrientes del pensamiento burgués que se agrupan bajo las denominaciones de modernismo y post-modernismo, así como contra el revisionismo y la socialdemocracia, y contra las tesis de los mal llamados neomarxistas.

Han causado mucho daño al marxismo-leninismo todas las tergiversaciones que en su nombre y en el del socialismo se han vertido. El abandono de los principios y la revisión de ellos han aportado una alta cuota de confusión y desmovilización.

También las simplificaciones doctrinarias aportan numerosos problemas. Quienes "iluminados" por su concepción idealista, decretaron la muerte de las ideologías y del marxismo-leninismo, no pueden ocultar la miseria de su "obra maestra": la sociedad capitalista ya en putrefacción, sin ninguna posibilidad de recuperación duradera. Quien está condenado por la vida y la historia a una muerte segura es el mundo burgués. En el propósito de precipitarla y armados con la doctrina marxista-leninista, luchan incesantemente al lado del proletariado y los pueblos, que habrán de enterrarlo inevitable y definitivamente.

La llamada crisis de los "ismos" no es más que basura imperialista y burguesa para combatir al proletariado, su ideología, su teoría y, en particular, negar la importancia del partido revolucionario de la clase obrera y su papel en la revolución.

Condenamos que, al amparo de dificultades que ha vivido el movimiento comunista internacional y procesos revolucionarios concretos, se haga eco al llamado "derrumbe de los principios" para caer en el nihilismo, en el derrotismo, que comportan un pensamiento burgués decadente; o para buscar el camino del revisionismo y la socialdemocracia, o abrazar las tesis del modernismo y postmodernismo, que pese a que se presentan como los "últimos desarrollos" filosóficos burgueses, expresan una reafirmación de su estéril concepción idealista y metafísica, incapaz de ofrecer nada nuevo a la humanidad, como no sea la cultura light.

El marxismo leninismo, ciencia del proletariado, es la única capaz hoy de interpretar de manera objetiva y creadora el mundo y de transformarlo. Sabemos el reto que implica para el proletariado mundial seguir avanzando en el desarrollo de las condiciones subjetivas en favor de los cambios revolucionarios. Pero, este reto tiene ahora un piso más favorable: en contraste con la promisoria perspectiva proletaria, el imperialismo y la burguesía viven una crisis de muerte, en términos históricos, están en decadencia. Eso no significa que hayan agotado su capacidad de maniobra o que su caída sea fácil. Somos los comunistas y revolucionarios, los obreros y los pueblos los encargados de asestarle el golpe mortal, y eso nos exige seguir avanzando en el desarrollo de nuestras potencialidades ideológicas, políticas, organizativas y militares. El imperialismo no se hundirá solo, hay que derrotarlo y aplastarlo.

Afirmamos la contradicción entre el socialismo y el capitalismo, independientemente de la existencia de un campo socialista, o de un país que materialice este sistema.

Por varias razones no podemos hablar en la actualidad de un campo socialista. Por eso nos referimos al sustento ideológico y político que dio pie a esa caracterización. Esta contradicción sigue existiendo en el mundo y su base más profunda reposa en lo que estos dos sistemas significan como concepciones y prácticas radicalmente opuestas en todos los aspectos de la vida. Ella tiene expresión en los procesos que se propongan la construcción del socialismo; en las revoluciones democráticas y antiimperialistas que tienen como objetivo el socialismo y en las fuerzas que luchan por la revolución y se dotan de un rumbo hacia el socialismo.

En el mundo se presentan luchas que pugnan por destruir el sistema capitalista y el imperialismo y por tanto siguen vivos los ideales del proletariado, que con su teoría y su dirección puede iluminar y alentar los medios para encontrar las vías hacia el socialismo a partir de las experiencias históricas. El socialismo ha existido en el mundo y ha demostrado su superioridad frente al capitalismo en todos los campos, por eso sigue siendo el faro para la lucha obrera y popular por el socialismo y el paso al comunismo, que es el objetivo más alto de la humanidad.

La correlación de fuerzas entre los polos de esta contradicción ha sido cambiante. La Revolución de Octubre inauguró la época de la revolución proletaria iniciando la construcción del socialismo que Lenin y, posteriormente, Stalin, llevaron a cotas muy altas de su desarrollo. Reconocemos sus aportes gigantescos a la causa del proletariado y su ejecución brillante en la materialización de este sistema y en la defensa de los postulados legados por Marx y Engels.

Si miramos la historia sin inmediatismos, hay que reconocer que el socialismo es aun joven, que ha tenido una corta existencia. Comparado con el capitalismo, desde la revolución industrial y la francesa, la juventud del socialismo es innegable.

Debemos profundizar el estudio de los factores que se constituyen como esenciales para el socialismo, sus principios básicos, para diferenciarlos de lo que corresponde a medidas para determinados países, periodos o casos, que no son necesariamente generales para todo proceso. El asunto medular del proceso revolucionario es el de la conquista del poder como medio para la construcción de la nueva sociedad, con la clase obrera al mando, con la dirección del partido comunista; del establecimiento del poder popular, que se expresa en una forma de la dictadura del proletariado. Una sociedad que elimine la propiedad privada de los medios de producción, que garantice el bienestar y la solución de los problemas de las masas. Se trata de la destrucción del Estado burgués y la instauración de uno nuevo, el Estado de dictadura del proletariado, tan fuerte que sea capaz de destruir totalmente los restos de la burguesía y de la propiedad privada de los medios de producción, y pueda avanzar hacia su propia extinción, característica de la sociedad comunista. Esta evolución del Socialismo, es un proceso largo y difícil, ha señalado Lenin.

El Estado proletario es la palanca de la clase obrera y sus aliados para finiquitar las tareas democráticas que la burguesía no puede realizar y transformarla en democracia proletaria, para expropiar a los explotadores, reprimir a los opresores, desarrollar las fuerzas productivas, implantar las relaciones socialistas de producción y emprender el camino de la edificación del socialismo, de manera ininterrumpida.

La eficacia en el rendimiento económico, que asegure el bienestar del pueblo, en medio de la más elevada calidad y rapidez, y con el empleo de la técnica más desarrollada en el sistema de racionalidad económica; es decir, el papel de la Revolución Técnico Científica “RTC” en el socialismo adquiere especial importancia. La planificación centralizada y la armonización necesaria entre todos los sectores y regiones económicas, y su desarrollo y crecimiento para afirmar el carácter socialista de la economía, al servicio de los trabajadores, son asuntos que exigen la vigilancia y el control rigurosos de la clase obrera y del partido.

Es preciso tener en cuenta los diversos grados de desarrollo que poseen las distintas sociedades, tanto durante el periodo de la lucha por llevar adelante la revolución, como en el momento del triunfo. Tal desarrollo desigual le impone a la construcción socialista unas características concretas. No olvidemos que hasta ahora las revoluciones triunfantes y los procesos de construcción socialista en general, se han dado en países atrasados o dependientes; tal vez con la excepción de la otrora Alemania del Este, mientras que importantes intentos revolucionarios en países capitalistas adelantados han sido derrotados. Este es un fenómeno que llama la atención de los marxistaleninistas, en el cual debemos empeñar los esfuerzos necesarios por desentrañar sus causas; pues, su significación para el presente y el futuro del proceso de la revolución proletaria mundial es muy grande. Seguramente ello nos podrá conducir al despeje de situaciones no suficientemente claras del actual acontecer político internacional general, y de la marcha del desarrollo de los procesos revolucionarios en dichos países, en particular.

Por la anterior y por otras razones, consideramos preciso estudiar los distintos procesos del paso del capitalismo a una sociedad socialista, que si bien comportan sus propias particularidades, deben sujetarse a unos principios básicos que definen el tipo de sociedad que se construye a partir del triunfo de la revolución.

Las características de la propiedad sobre los medios de producción en la sociedad socialista entrañan una ruptura esencial con el capitalismo. A partir de su naturaleza, las relaciones socialistas de producción se desarrollan y aparecen otras leyes que rigen la nueva sociedad.

El ordenamiento económico-social ha de estar dirigido a: “Asegurar la máxima satisfacción de las necesidades materiales y culturales, en constante ascenso, de toda la sociedad, mediante el desarrollo y perfeccionamiento ininterrumpidos de la producción socialista sobre la base de la técnica más elevada”. Esto exige la planificación centralizada, establecer las prioridades y los controles y medidas en la producción y su realización, y empezar a meter en cintura la ley del valor.

La correlación de fuerzas en el interior de cada país, así como a nivel de los factores externos, hay que evaluarla permanentemente para ver hasta donde se puede avanzar en la implantación de las medidas socialistas en cada período. No se trata de frenar el ímpetu transformador; pero hay que evitar el voluntarismo, que puede inducir a pasos en falso. Riquísimas enseñanzas de este tipo nos ha deparado el proceso de la construcción socialistas en la URSS, con Lenin y Stalin a la cabeza, y en otros países. Recordemos los cambios que hubo que introducir en distintos momentos en relación con la política hacia el campesinado pobre, medio y rico; así como los cambios en el período de la NEP (Nueva Política Económica).

Los fracasos en los países de Europa Oriental no se derivan de las leyes fundamentales de la sociedad socialista. Tampoco asistimos al naufragio de un sistema ni de las tesis fundamentales sobre la construcción de la nueva sociedad.

Han fracasado aplicaciones deformadas de leyes económicas y políticas básicas o su no aplicación cabal; se han cometido errores históricos, falta desarrollo en la teoría de la construcción del socialismo.

A nivel ideológico es preciso enfrentar de manera permanente todas las expresiones de las concepciones enemigas, al paso que se propende por la formación integral, el desarrollo de la ciencia, la cultura, la técnica y la producción sobre bases proletarias.

No obstante, pese a la labor destructora y las febriles campañas de desprestigio del imperialismo y la burguesía, el socialismo conserva plenamente su validez.

Fraternalmente,

PARTIDO COMUNISTA DE COLOMBIA (MARXISTA-LENINISTA)

Quito, julio 14 de 2.008

XII Seminario Internacional Problemas de la Revolución en América Latina