La elite colombiana mantiene un régimen represivo y anti democrático, patrocinado por el gobierno de los Estados Unidos.
En reacción a su dominio crece la oposición interna, que busca cambios progresistas. Este choque es el combustible que mantiene el conflicto interno colombiano.
Si el Presidente Obama dice que es un “gobierno progresista y de cambio”, contrasta bastante verlo cómo sigue patrocinando este régimen de elites asesinas.
Las viejas recetas de intervención militar extranjera, van a empeorar el conflicto colombiano y a exportarlo a las naciones vecinas.
El escalamiento militar que implica la instalación de 7 Bases de EEUU en suelo colombiano, inmediatamente empeora la crisis de este país.
Crisis que ha producido un Estado en estado de coma o como dice el Brookings Institution de EEUU, en su medición anual de Estados fracasados –publicada en abril de este año-, el colombiano obtiene pésima calificación, al quedar en el segundo grupo de los peores, entre 141 países encuestados.
Es un esfuerzo vano intentar sacarlo del estado de coma, acudiendo a más guerra.
En 1.992 se destinaba el 2 por ciento del PIB de Colombia al gasto en “seguridad”, hoy supera al 6 por ciento. Al parecer ahora quieren llevarlo hasta el 8 o al 10 por ciento.
Mientras tanto en esos mismos años, se echaron por tierra las reformas democráticas hechas por la Constitución de 1.991, pues en cada contra reforma de las innumerables realizadas por el régimen, se dispusieron a la nación y sus riquezas, enteramente al servicio del capital extranjero y de la minoría oligárquica.
A esta política, el Presidente Uribe la denomina “ganar la confianza inversionista”. Por dicha causa, en este mismo periodo, se incrementó exponencialmente la desigualdad en la distribución del ingreso entre los colombianos y se hundió en la pobreza a tres quintas partes de la población.
A esta otra política, el mandatario colombiano la llama “cohesión social”.
Por eso mismo, sigue en aumento la protesta social y la oposición política contra este régimen, quien en vez de atenderla, hoy pretenden sofocarla con una nueva avalancha de guerra.
El resultado será el empeoramiento del estado de coma nacional y como todos los años recientes, cada año habrá 300 mil nuevos desplazados internos por el conflicto, sumados a los 4 millones 300 mil que existían a fines de 2.008, que representaban el 9,3 por ciento de los colombianos (*).
A esta política, la favorita del régimen, Uribe la rebautizó como “Seguridad democrática”.
Al viejo régimen y a los EEUU, poco les importa la reelección de Uribe, pero si persiguen con ansiedad la continuidad de sus tres políticas principales.
El conflicto de intereses entre la minoría privilegiada que lleva 200 años gobernando y las grandes mayorías debe resolverse; el momento y su forma de resolución están en manos de un nuevo liderazgo nacional, que garantice salir de esta crisis y construir un Gobierno de nación, paz y equidad.
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(*) El Centro de Control del Desplazamiento Interno (IDMC, sigla en inglés) dependiente de Consejo Noruego de Refugiados, clasifica a Colombia como el segundo país del mundo en producir desplazamiento interno, después de Sudán, cuyo conflicto mantiene 4,9 millones de personas desplazadas; según el Informe Anual 2.008, dado a conocer el 1-05-09.