No hay duda que el Plan Colombia y la Iniciativa Andina NO han logrado la derrota militar de las guerrillas colombianas. Queda en el vacío la prédica del "fin del fin" de la insurgencia, difundida por el alto mando militar colombiano y su comandante en jefe: Álvaro Uribe Vélez, tirano y títere del imperialismo auto proclamado mesías y reyezuelo que quiere el trono indefinidamente.
Obama, al igual que sus antecesores, aunque se vista de oveja, acompañado del consejo de "los halcones" republicanos y demócratas y de sus generales criminales de guerra, está ajustando el componente militar de las viejas políticas de dominación y agresión con la teoría militarista de "guerra perpetua". Es la única fórmula de sobrevivencia del imperio, especialmente cuando está bajo el acoso de la crisis cíclica mundial que, más de lo imaginable, lo deja muy debilitado frente a los demás imperialistas y las llamadas "economías emergentes", que lo obligan, desesperadamente, a cuidar y disputar mercados en todo el mundo. Porque lo militar no es más que una prolongación de la política por otros medios y son los políticos quienes ponen a funcionar esa "máquina de muerte" para mantener intereses económicos, el lucro de oligarcas financieros y monopolistas de todo tipo. Porque toda política la determinan los intereses de clase, que son ante todo económicos.
Los fracasos militares en Irak y el Medio Oriente, para no hacer mención a los más lejanos pero inolvidables en Indochina, en Vietnam, hacen que los yanquis busquen desarrollar su estrategia militar "preventiva". Acosan a Irán y a Corea del Norte con la amenaza de invadirlos, presionan e intrigan en todo el Lejano Oriente y en Europa.
Siete bases militares yanquis dejan a Colombia como un país invadido, con la soberanía más pisoteada, en medio de la vil intimidación a su pueblo y una clara amenaza de muerte a América Latina y el Caribe. Hay guerrerismo y dominación mas nada de "cooperación", fluye la mentira de que las tecnologías bélicas actuales no necesitan la presencia de tropas invasoras ni la instalación de bases militares.
Si la tesis anterior es real: ¿Por qué Obama no ordena la inmediata salida de toda la soldadesca invasora de Irak y Afganistán en vez de duplicar las tropas? ¿Por qué gastan tanto dinero en bases militares con la OTAN si cayó la URSS? ¿Por qué acuden al golpe de Estado contra Zelaya con el batallón hondureño dirigido por "asesores" del pentágono? ¿No es el golpe de Estado en Honduras una medida preventiva ante el avance de la corriente de izquierda y democrática que recorre a toda Latinoamérica?
Ahora bien, son siete bases con la manida excusa del combate militar al narcotráfico, justo cuando crece el clamor contra esa visión militarista proponiendo otras alternativas porque esa mal llamada "guerra contra el narcotráfico" no ha impedido que las calles de New York y otras capitales del mundo sigan inundadas de droga cuyas ventas alimentan el torrente financiero y alivian la crisis económica capitalista. Con ese pretexto copan militarmente el territorio de Colombia con bases en las dos costas, el centro del país y al sur oriente que limita con Brasil, surtidas de poderosos equipos militares y armamento yanqui, comandadas por cerca de mil quinientos mercenarios y mandos gringos revestidos de impunidad ("inmunidad"), mal llamados "asesores" que superan el número de oficiales superiores de más alto rango del ejército gubernamental títere del Pentágono y comandado por el general Padilla de León bajo la guía del presidente Uribe, su comandante en jefe.
Pero la gran verdad es que toda esa maquinaria de destrucción y muerte mira al Amazonas, a Venezuela, al Ecuador y a todos Los Andes que le asignaron controlar al Comando Sur del ejército norteamericano. Los yanquis están tras el petróleo venezolano, de otros energéticos y del Amazonas, pulmón del mundo repleto de recursos hídricos, materias primas y biodiversidad.
Entre tanto, en tiempos del Unasur, del Banco del Sur, del ALBA y el Mercosur que apuntan a desplazar el dominio yanqui, vuelve a navegar en los mares de nuestra América (sin excusas porque no las hay) la IV Flota de la "U.S. Navy". Flota que no existía desde los años 40, cuando la II Guerra Mundial, anunciando el peligro de una guerra de esas dimensiones al servicio de los monopolios que pierden o defienden mercados y fuentes de materias primas, o bien están en la necesidad de ganar nuevos.
América Latina y el Caribe no dejan dormir a los inquilinos de la Casa Blanca ni a los dueños del Pentágono, ni a la CIA. Temen a la revuelta social que puede emerger de la tendencia al ascenso de las luchas populares; luchas estimuladas por la pobreza y la exclusión crecientes, porque la corriente de izquierda, democrática y progresista que avanza en el continente latinoamericano elige gobiernos, ejecuta huelgas y protestas, arma barricadas y desarrolla la guerra de guerrillas acumulando fuerzas para la lucha por el poder para el pueblo.
Con el proceso de El Ralito, adelantado con los narco-paramilitares por el Gobierno Uribe y con supervisión yanqui, quedó claro que el imperialismo y su agencia pro-narcóticos, la DEA, no están por eliminar el narcotráfico sino por controlar las grandes utilidades que genera. Bastó que ubicaran los fabulosos capitales de capos como "Macaco" y "Don Berna" para que –sin importar sus crímenes- procedieran a extraditarlos y despojarlos de esas fortunas, mientras quedan burladas las víctimas de esta forma de terrorismo de Estado, como lo confirman las confesiones de Mancuso, “HH” y otros paramilitares que develan la coordinación entre el ejército y esas bandas criminales para desarrollar operativos tan macabros como la “Operación Orión”, que sembró la muerte en barrios populares de Medellín durante el primer gobierno de Uribe.
Como organización militar al servicio del pueblo persistiremos en la lucha, ahora con mayor razón ante esta agresión directa, persistiremos en la lucha armada contra el invasor, por la liberación nacional y social, con la mira en el socialismo. Seguiremos aplicando la guerra de guerrillas como acción propia de la guerra popular.
Llamamos a todos nuestros combatientes, a todo nuestro pueblo y a todos los pueblos de este continente que los yanquis abusivamente consideran su "patio trasero", a todos ellos los llamamos a unir esfuerzos, a ser solidarios y a estar en guardia para enfrentar las agresiones del imperialismo. Es indispensable enfrentar este enemigo jurado combinando todas las formas de organización y de lucha popular, incluida la lucha armada revolucionaria que a lo largo de más de 40 años viene avanzando en Colombia.