PROYECTO DE PLATAFORMA PROGRAMATICA
DEL FRENTE UNIDO DE ACCION REVOLUCIONARIA (FUAR)
Mayo de 1962
AL PUEBLO SALVADOREÑO
LA TERCERA PLENARIA NACIONAL DEL FRENTE UNIDO DE ACCIÓN REVOLUCIONARIA (FUAR), reunida bajo el rigor de la clandestinidad, pero contando con la representación de la clase obrera, de los campesinos, de los estudiantes, de los intelectuales y profesionales honestos: de la juventud, de los maestros, de los empleados y de la heroica mujer salvadoreña, después de concienzudo estudio, aprobó por unanimidad el presente PROYECTO DE PLATAFORMA PROGRAMÁTICA y lanzarlo al más amplio debate público.
El FUAR comprende que el programa de la Revolución Salvadoreña no puede ser elaborado aisladamente, sino que ha de ser el resultado de una discusión en que participe el pueblo entero: sólo así reflejará con certeza los anhelos y necesidades de todos los sectores interesados en la transformación completa de nuestro país. Por estas razones, la TERCERA PLENARIA NACIONAL, estimó como su deber, abstenerse de dar definitiva aprobación a este proyecto Y aprobándolo como tal, decidió someterlo a la consideración general. Es probable que en él no están recogidas del todo, las aspiraciones y puntos de vista de las distintas clases sociales y sectores cuyos esfuerzos habrán de conjugarse en la lucha por liberar a nuestra Patriar son ellos mismos los que deben hablar expresando sus propuestas, observaciones y críticas.
Como éste es un proyecto de Programa para la Revolución que hará el pueblo salvadoreño, es él quien lo elaborará. No ha ocurrido lo mismo por cierto con otros pretendidos planes de transformación que, como “Alianza para el Progreso”, han sido elaboradas en Washington y sometidos después a la aprobación de un coro mendicante, reunido en conciliábulos internacionales a espaldas de los pueblos, donde la franqueza es sustituida por la frase servil y la sonrisa hipócrita de una diplomacia de lacayos.
Queda pues abierta la discusión de1 presente proyecto y el FUAR, con la fe inquebrantable en las masas oprimidas, espera las opiniones, sugerencias y críticas de su pueblo, para proceder posteriormente a la formulación definitiva de su PLATAFORMA PROGRAMÁTICA QUE SERÁ LA DE LA REVOLUCIÓN SALVADOREÑA.
San Salvador, Mayo de 1962.
Por encargo de la TERCERA PLENARIA NACIONAL:
EL COMITE EJECUTIVO NACIONAL DEL
FRENTE UNIDO DE ACCIÓN REVOLUCIONARIA.
PROYECTO DE LA PLATAFORMA DEL F.U.A.R.
El Salvador es un pequeño país de 20,000 Km2 de extensión, con dos millones y medio de habitantes que aumentan en casi cien mil por año. Si sólo se toma en cuenta la superficie aprovechable para la agricultura, estimada por el Censo Agropecuario de 1950 en 15.300 m2’ nuestra población relativa resulta ser de 163 habitantes por cada kilómetro cuadrado, entre las más altas del mundo.
El Salvador es un país de economía agrícola. es decir un país cuya riqueza ha dependido tradicionalmente y sigue dependiendo de lo que la tierra produce. Siendo así, es lógico pensar que sus gobiernos han tenido como principal deber procurar el logro de dos objetivos en la agricultura: uno, que toda la tierra sin dejar parcela alguna, estuviese en producción, y otro, que nuestra agricultura fuese, lo mismo desde el punto de vista de la técnica que desde el de la conveniencia nacional, una de las mejores del mundo. Pero los gobiernos en El Salvador nunca han sido en realidad representativos de nuestro pueblo y jamás han hecho nada para orientar, desarrollar, diversificar o elevar el nivel técnico de la agricultura, permaneciendo ciegos y sordos ante el clamor de las necesidades generales y permitiendo que se acumule tal cantidad de problemas que a estas alturas, son ellos mismos incapaces de resolver.
El Censo Agropecuario de 1950 reveló que del total de la tierra agrícola, solamente 719.160 hectáreas, el 46.99% (1,028,405 Mz.) se encontraban en cultivo, mientras que las 811.163 hectáreas restantes, el 53.01% (1,159.963 Mz.) se hallaban sin cultivar, siendo como es, en su mayor parte. tierra de primera calidad. Desde 1950 esta situación no ha variado en lo fundamental.
Teniendo la mitad de nuestra tierra agrícola fuera de cultivo, la mitad cultivada, con excepción del algodón, alcanza un pobrísimo rendimiento, que en vez de crecer, cae año con año. Los cultivos más importantes para cubrir las necesidades alimenticias de la población (maíz, frijoles, arroz, maicillo, etc.), no sólo van reduciendo de cosecha en cosecha su producción por manzanas sino que además, van quedándose arrinconadas en extensiones cada vez menores. El faltante de estos productos para el año actual (1962) sobrepasa los 30 millones de colones.
A la ya antigua incapacidad de nuestra agricultura para crecer con la misma velocidad que crece nuestra población, ha venido a sumarse la caída del precio internacional del café que trae consigo nuevos factores que complican y hacen más honda la crisis agrícola y por ende, la crisis de toda la economía nacional.
Dos son las causas que han llevado la situación a tales extremos: de una parte el monopolio de la tierra, es decir el acaparamiento de ella por un pequeño número de grandes propietarios. Y de otra parte, la influencia deformadora sobre nuestra agricultura de las principales potencias capitalistas europeas, durante el siglo pasado y comienzos del presente, y del imperialismo norteamericano después.
EL MONOPOLIO SOBRE LA TIERRA EN EL SALVADOR
El Censo Agropecuario de 1950 recogió los datos que forman el cuadro que incluimos a continuación.
El Censo no tomó como unidad la propiedad, sino la “explotación”, y clasificó éstas en tres grupos: 1) las explotaciones operadas por el propietario de la tierra, 2) las explotaciones operadas por arrendatarios y 3) las operadas por colonos. Hablar del número de explotaciones no es, pues, hablar del número de propiedades porque en una misma propiedad puede haber una parte de la tierra ocupada por cultivos del dueño (explotación operada por el propietario) otra parte entregada Por ejemplo a tres arrendatarios (tres explotaciones opera das por arrendatarios) y otra entregada a dos colonos (dos explotaciones operadas por colonos) y ser por ello muchas las “explotaciones» comj5rendjdas dentro de una misma propiedad. En el ejemplo anterior dentro de la misma propiedad hay seis explotaciones. De lo explicado se desprende que tampoco hay que confundir el número de explotaciones con el número de propietarios, cada uno de los propietarios puede a su vez poseer varias propiedades y tener o no en explotación directa todas o algunas de ellas, el total o una parte de la tierra que ellas comprenden.
Hechas estas aclaraciones pasemos a examinar el cuadro incluido atrás. Puede verse que mientras 63,335 pequeñas explotaciones operadas por el propietario abarcan 66,976 hectáreas, que significan apenas el 4% de toda la tierra agrícola salvadoreña sólo 1,994 grandes explotaciones operadas por el propietario reúnen 754,283 hectáreas, nada menos que el 50% del total de la tierra agrícola que es de 1’530,323 hectáreas. Y ésta no es toda la tierra que acaparan los latifundistas; gran parte de la tierra dada en arrendamiento o entregada a colonos les pertenece a ellos, y además, son dueños de una parte apreciable de la tierra comprendida en las explotaciones de menos de 100 hectáreas. Al no haber utilizado la propiedad como base para la realización del Censo, ha quedado oculta toda esa extensión que pertenece al mismo pequeño grupo de grandes terratenientes, como ha quedado oculto también el número real de estos señores que son, desde luego, muchísimo menos de 1,994. Bien puede afirmarse pues aunque el Censo no lo haya publicado
que a lo sumo mil grandes hacendados son dueños de las dos terceras partes del territorio agrícola nacional, es decir de más o menos un millón de hectáreas (alrededor de un millón, cuatrocientos treinta mil manzanas).
Frente a los mil grandes acaparadores que monopolizan las dos tercera partes de la tierra, hay unos cien mil pequeños y medianos propietarios, de los cuales sesenta mil son parceleros cuyos retazos mayores sólo llegan a tres hectáreas (4 1/4 manzana) y entre todos tienen apenas 66,976 hectáreas (95,776 manzanas). Estos parceleros, en su mayoría dueños de menos de una hectárea, en realidad no pueden vivir de lo que arrancan a su miserable terrón y se ven obligados a sumarse buena parte del año, a los centenares de miles que deambulan inútilmente en busca de trabajo.
EL SALVADOR: TENENCIA DE LA TIERRA 1950
Tamaño de las Propietarios Extensión en Arrendatarios Extensión en Colonos Ext. en explotaciones hectáreas hectáreas hec.
Hasta de 2.99 63,355 66,976 29,726 37,617 32,426 26,748
de 3 a 9.99 25,595 135,274 2,562 18,833 893 4,187
de 10 a 49.99 14,889 311,551 580 16,358 65 902
de 50 a 99.99 2,062 142,608 45 4,832 .... .....
De 100 a 2,500 y más 1,994 754,283 32 9,954 ---- -----
Total de explotaciones agrícolas: 174,204
Total de tierra agrícola: 1,530,323 hectáreas o 2,188,261 manzanas
(1 hectárea= 1.43 manzanas)
Mas allá de esta pequeña capa propietaria entre la cual, como ya vimos, la tierra se encuentra tan desigualmente repartida, se halla la inmensa mayoría del pueblo rural, que hoy asciende a casi dos millones de personas, sin una sola pulgada de tierra en su poder. ¡Éstos son los groseros contornos que tiene en nuestro país el monopolio sobre la tierra!
Desde 1950, esta situación no ha mejorado sino empeorado. En los doce años transcurridos, los grandes terratenientes han continuado acaparando más tierra y los pequeños han continuado perdiéndola. Éste ha sido el proceso desde la Independencia Nacional y en este período no ha habido obstáculos que la detengan, sino más bien factores que lo han estimulado. Los altos precios del café (1950-1954), unidos a la creencia de que aquella situación era eterna, dieron origen a una verdadera avalancha de compra de propiedades rurales por parte de los grandes propietarios.
Pero aun con los datos que hemos expuesto no queda completo todo el cuadro de la terrible explotación que pasa sobre nuestro pueblo. Los monopolistas de la tierra la mantienen conscientemente fuera de cultivo, negándose tercamente a darla en colonia o arrendamiento a los campesinos (véase en el cuadro anterior el número de colonos arrendatarios pequeños y véase que entre la tierra dada en arrendamiento y la dada en colonia, incluyendo grandes y pequeños, sólo se llega a las 119,431 hectáreas, el 8% del total). El Censo Agropecuario de 1950 comprobó como vimos que el 53% de la tierra agrícola se encuentra sin cultivar y de sus datos se desprende también, que la tierra inculta se halla principalmente en las explotaciones de más de cien hectáreas, en las cuales la parte no cultivada alcanza el 63%.
El objeto de esta criminal política es el de mantener la existencia de una inmensa masa desposeída, que sólo cuenta con su fuerza de trabajo y necesita venderla para no morir de hambre. Estos cientos de miles de compatriotas vagan desesperados en busca de trabajo, sin encontrarlo la mayor parte del año. Cuando llegan las cortas de café, algodón y la zafra azucarera (de noviembre a marzo), se agolpan en los portones de las haciendas, de las fincas y de los ingenios, dispuestos a trabajar por los miserables salarios sin discutir y dando gracias de poder conseguir unas migajas para el estómago.
Los monopolistas de la tierra, se benefician con mantenerla en su mayor parte incultivada puesto que son al mismo tiempo los principales cafetaleros, algodoneros y azucareros que basan sus grandes ganancias en los bajos salarios. Los monopolistas de la tierra son también los compradores internos de la mayor parte de la producción cafetalera, quienes controlan todo el sistema bancario nacional, el volumen principal de crédito usurario y todo cuanto es gran negocio en nuestro país. Como compradores y exportadores del café, como amos del crédito bancario y usurario, como grandes importadores que son también, sacan provecho a fondo de los miserables salarios de la masa rural mediante la aplicación a los medianos y pequeños agricultores de una forzada política de precios bajos para sus cosechas, altos intereses y elevados precios para las mercaderas importadas.
Pero los medianos y pequeños agricultores pueden soportar los bajos precios de lo que venden, los elevados precios de lo que compran y los leoninos intereses de los créditos conque trabajan, porque pueden mantener un bajo nivel de salarios para los trabajadores agrícolas, apoyándose en la existencia de la enorme masa desposeída y hambrienta, que arroja el monopolio sobre la tierra y la criminal política de mantenerla inculta, aplicada por el pequeño puñado de sus dueños. De este modo lo más encumbrado de los grandes terratenientes explota inmisericordemente, no sólo a los trabajadores de sus propios cultivos, sino a todos los trabajadores agrícolas del país y, por el control de las otras ramas de la economía que le permite su privilegiada situación, explota también a todos los trabajadores urbanos, al mismo tiempo que somete a extorsión al conjunto de los medianos y pequeños empresarios de la ciudad y del campo. Succionando de este modo al conjunto de los trabajadores y de los pequeños y medianos agricultores, los monopolistas de la tierra hacen imposible que estos últimos cuenten con los medios suficientes para elevar el nivel técnico de la agricultura, para mecanizarla y elevar sus rendimientos.
Además, como los grandes latifundistas sólo están interesados en desarrollar los cultivos que tienen acogida en el mercado internacional y éstos les producen elevadas ganancias en la medida en que cuentan con una masa abundante de trabajadores en la miseria, entonces mantienen el resto de su tierra inculta en gran medida o sujeta a técnicas primitivas. Así es como la existencia del monopolio sobre la tierra determina el atraso de nuestra agricultura, manteniendo en pie la práctica abundante de procedimientos, instrumentos de trabajo y relaciones laborales propias de la época feudal. Ejemplos de feudalismo en nuestro campo son: el pequeño arrendamiento, el colonato, la servidumbre del mozo-colono, la renta en especie, las distintas formas de trabajo gratuito (las obligaciones de los colonos, el acarreo de leña y la trasegada a que están obligados por cortadores de café, etc.), las distintas formas de la moneda feudal (pago en fichas, la compra obligada en la tienda de la hacienda, etc.), el pago en comida de una parte del salario, la negación del derecho a la organización para los campesinos y asalariados del campo, la utilización de la Guardia Nacional como tropa al servicio del terrateniente, las cárceles en las haciendas, el apego a las normas tradicionales -cuando no supersticiosas- del cultivo de la tierra, la tracción animal en el transporte y el arado, la ausencia de insecticidas y abonos, etc.
LA DEFORMACIÓN DE NUESTRA AGRICULTURA Y EL PAPEL DEL IMPERIALISMO
Nuestra independencia de España no nos hizo un país económicamente independiente. Al contrario, la demanda europea sobre nuestra producción añilera empujó a la agricultura nacional por los deformadores caminos del monocultivismo. El añil se transformó pronto en el renglón más importante de la agricultura, con un peso decisivo sobre toda la economía nacional. Cuando el añil comenzó a ser desplazado por la producción de colorantes sintéticos, era tal la sujeción de nuestra economía al extranjero que, hasta esclarecidos patriotas como Barrios, no alcanzaron a comprender la necesidad de un desarrollo económico independiente y empeñaron su esfuerzo en la sustitución del cultivo de añil por el del café, en la creencia de que así salvaban la economía nacional de la ruina y sin ver que con ello estaban terminándose de consolidar la condición colonial de la agricultura nacional, su carácter de productora de materias primas para la industria de las metrópolis extranjeras. Con el correr de los años el café se convirtió en el factor decisivo de la economía nacional y los acaparadores y grandes exportadores de su cosecha se transformaron en los monopolistas de la tierra, de la banca, de la importación y la gran industria.
Correspondiendo a su dominio en la economía, fue incrementándose más y más el dominio de esta oligarquía de exportadores e importadores (oligarquía intermediaria), sobre el Estado. Así el crédito, la protección estatal, la construcción de carreteras, la política monetaria, etc., fueron orientados hacia el desarrollo del café y este desarrollo en el rumbo más beneficioso para los intereses de la pequeña y voraz oligarquía intermediaria. La agricultura y toda la economía nacional han llegado pues a coincidir sólo con los intereses de esta reducida minoría. Las otras ramas de la producción agropecuaria, destinadas a satisfacer las necesidades alimenticias y a proporcionar materias primas para el desarrollo de la industria nacional, han venido siendo de esta manera reflejadas a las peores técnicas, a la falta de crédito, a la ausencia completa de protección estatal y en algunos casos como el de los cereales sometidos al sabotaje consciente de los organismos del Estado, cuya dirección se ha encontrado con frecuencia en manos de especuladores y saqueadores del tesoro público.
Posteriormente apareció y se incrementó el cultivo de algodón. Su vertiginoso desarrollo en medio de una agricultura en crisis, se explica Solamente porque no menoscaba sino que refuerza nuestra condición de apéndice agrario de las grandes potencias capitalistas, y porque, en las condiciones del monopolio del crédito en manos de la oligarquía intermediaria, ese cultivo se convierte también en tributario suyo. Así como los pequeños y medianos cafetaleros forman Una masa de deudores de la oligarquía, también los pequeños y medianos algodoneros son una capa endeuda da con ella.
Pero tampoco la oligarquía intermediaria con toda su riqueza, con todos sus privilegios y su poder, puede determinar por sí sola, ni la estabilidad de la economía nacional, ni su propia estabilidad. Por encima de ella están las grandes monopolios imperialistas, que lo mismo determinan los precios de café, el algodón y otros productos de nuestra exportación, que rijan los precios, siempre en aumento, de las mercancías industriales que nos venden. Los oligarcas son solamente intermediarios y socios de los monopolios imperialistas para la explotación de nuestro país, de sus riquezas naturales y de su pueblo.
El monopolio sobre la tierra, al mantener sin trabajo y en la miseria a la mayor parte de la población rural, impide el desarrollo industrial del país, puesto que una raza que ni siquiera tiene asegurado el alimento, no puede comprar ropa y calzado suficiente y menos el resto de artículos necesarios para hacer una vida civilizada y culta. Por otro lado, el dominio de los productos de la industria imperialista extranjera en nuestro mercado interno y los privilegios exorbitantes con que cuenta la inversión de capital monopolista yanqui en nuestro país, ponen a los industriales nacionales en una desventajosa situación e impide el crecimiento de la industria nacional, aunque sólo fuera al nivel suficiente para abastecer nuestro raquítico consumo. El monopolio sobre la tierra y la dependencia económica del imperialismo norteamericano, forman casi una combinación antinacional que aplasta nuestro desarrollo industrial y origina el desempleo de las masas obreras de las ciudades.
Durante el siglo pasado y comienzos del actual, varias potencias capitalistas de Europa, principalmente Inglaterra realizaron una amplia penetración económica en toda América Latina, incluyendo a nuestro país. Esta penetración se llevó adelante por medio de empréstitos leoninos, del soborno a los gobernantes, de la instalación de empresas ferroviarias, eléctricas y mineras, y mediante el control sobre el comercio interno y exterior ejercido en contubernio con las oligarquías criollas. En El Salvador, aparte de los empréstitos usuarios y de la instalación de empresas ferroviarias y otras, el control imperialista sobre la economía se apoyó con más fuerza en el dominio sobre nuestro comercio internacional e interno. Mientras fueron varias potencias capitalistas que se disputaban el predominio sobre la América Latina y, desde luego, sobre nuestro país, la oligarquía interna se dividía en fracciones, ligadas cada una a los intereses de una de esas potencias. Este fraccionamiento de intereses se refleja en una enconada disputa política entre distintos bandos, encabezados por la o las familias más poderosas del respectivo grupo oligárquico. Al ir creciendo el poderío del imperialismo norteamericano y su dominio en nuestro país, ese fraccionamiento comenzó a desaparecer, en la medida que eran desplazadas por él las otras potencias imperialistas. Pero fue el pánico al movimiento revolucionario obrero de finales de la década del 20 del presente siglo, lo que aceleró el proceso de unificación política de los distintos grupos oligárquicos, aun antes de que los imperialistas norteamericanos hubieran desplazado por completo a sus competidores europeos en nuestra Patria. Tal unificación pactada e medio del miedo al pueblo inauguró, mediante el golpe de Estado del 2 de diciembre de 1931, la tiranía militar como método de gobierno que aún sufrimos.
Con el beneplácito y el aplauso del imperialismo norteamericano, la tiranía militar de la oligarquía asesinó en los primeros meses de 1932, a más de treinta mil campesinos y obreros, para asegurarse el tranquilo goce del poder y alargar la vida del ya decrépito sistema de bárbara explotación semifeudal. Desde entonces la tiranía militar ha asesinado a muchos miles de patriotas más, ¡son más de cuarenta mil las víctimas del poder de la oligarquía y del imperialismo norteamericano desde 1932!
La Segunda Guerra Mundial decidió completamente a favor de los imperialistas yanquis el domino sobre nuestro país. Durante la guerra, toda nuestra exportación de café era vendida en los Estados Unidos y allá se compraban todos nuestros abastecimientos de mercancías industriales. El Estado salvadoreño pasó a ser deudor exclusivo de los banqueros yanquis y la embajada de los Estados Unido en San Salvador se convirtió en el centro orientador de la política nacional y dirigente de la política internacional de la República. De la guerra salieron los Estados Unidos como la primera potencia imperialista del mundo y la inmediata posguerra fue un período de amplia penetración del capital monopolista yanqui en la destruida Europa y el derrotado Japón. Por eso la actual reanimación del comercio exterior salvadoreño con Alemania, Japón y otros países, no debilita en lo más mínimo la hegemonía norteamericana sobre nuestra Patria.
Aparte de su control sobre nuestro comercio exterior, los monopolios norteamericanos tienen bajo su dominio en El Salvador dos de los tres puertos, el principal ferrocarril, las comunicaciones internacionales, los transportes aéreos y marítimos, la parte principal de la industria eléctrica y la deuda pública. En los últimos años, conjuntamente con la oligarquía intermediaria han establecido numerosas empresas de capital mixto. El capital norteamericano invertido en El Salvador sobrepasa ya los 250 millones de colones.
ALIANZA PARA EL PROGRESO: NUEVO MÉTODO PARA LA COLONIZACIÓN YANQUI
El imperialismo norteamericano, como cabeza de todo el decadente sistema imperialista mundial, sufre directa o indirectamente el bravo combate de la lucha de los pueblos coloniales y dependientes del mundo, y enfrenta el desafío histórico del joven, vigoroso y creciente sistema socialista mundial. El triunfo de la Revolución Cubana ha iniciado la descomposición práctica del dominio norteamericano sobre la América Latina. Todos los pueblos latinoamericanos, unos más, otros menos, se acercan con celeridad a las batallas decisivas por su liberación y el descrédito, la falta de autoridad y el aislamiento político del gobierno imperialista de los Estados Unidos ha llegado a los niveles más bajos nunca vistos antes. Esta honda crisis política que confronta el imperialismo norteamericano, coincide con la agravación de su propia crisis económica, haciendo más inútiles sus esfuerzos por salir del atascamiento en que se halla su sistema, condenado irremisiblemente a desaparecer. Es en medio de tan comprometida situación, que el gobierno de Kennedy ha elaborado y puesto en marcha su llamado plan de “Alianza para el Progreso.”
¿En qué consiste en esencia ese plan? “La Alianza”, es un ofrecimiento de préstamos que los Estados Unidos le hace a los países de Latinoamérica. Para merecer estos préstamos, los países latinoamericanos se obligan: en primer lugar y ante todo, a secundar a los Estados Unidos en sus planes de agresión armada, de boicot económico y diplomático contra Cuba, para liquidar su ejemplar Revolución. En segundo lugar, a realizar una serie de reformas institucionales y legislativas que permitan a los Estados Unidos controlar y aprovechar la inversión de esos préstamos. En tercer lugar, a reprimir con saña y sin escrúpulos a sus propios pueblos, cuyas luchas liberadoras amenazan derrumbar el carcomido edificio del imperio.
El mejor ejemplo de este atraco yanqui, lo constituye en nuestro país el préstamos para la ampliación del Aeropuerto de Ilopango, recientemente puesto al desnudo por la Asociación Salvadoreña de Ingenieros y Arquitectos. Este préstamo de catorce millones de colones servirá para hacer posible el aterrizaje de los “jets” de las compañías yanquis de aviación, y por supuesto, también el aterrizaje de los aviones militares de gran radio de acción de los Estados Unidos. La obra se hará de acuerdo con planes y planos elaborados por una compañía norteamericana, será ejecutada por compañías yanquis, supervisadas en su ejecución por otra compañía norteamericana; la maquinaria y los materiales a emplearse en la obra deberán adquirirse en los Estados Unidos, a precio fijado allá: y los banqueros norteamericanos que nos prestarán el dinero para realizar la obra, nos cobrarán el “módico” interés norteamericano de cinco y medio por ciento anual. ¡Así es la Alianza para el Progreso!
El gobierno de los Estados Unidos para otorgar este “obsequio” a los gobiernos latinoamericanos, exige la previa realización de algunas reformas destinadas a poner en manos de Alianza para el Progreso, el control de diversas instituciones del Estado y de los municipios. Con el pretexto de realizar algunas obras de servicio social (que no incrementan la producción), la Alianza para el Progreso exige la desmembración del Estado mediante la formulación de entidades autónomas bajo la dirección de sus técnicos. Así Surgió la ANDA (Administración Nacional de Acueductos y Alcantarillados) que ha puesto en manos de los técnicos norteamericanos todo lo referente a los acueductos, alcantarillados y agua potable; para servir a los mismos objetivos se reformó el INSAFOP (Instituto Salvadoreño de Fomento de la Producción), transformándolo en el actual INSAFI (Instituto Salvadoreño de Fomento Industrial) en donde los técnicos yanquis gozan de amplios poderes; del mismo modo apareció la ABC (Administración de Bienestar Campesino) y se encuentran en proyecto ANTEL (Administración Nacional de Telecomunicaciones) Y otras entidades cuyos nombres aún no se anuncian, que tomarán en sus manos lo referente a la Salud Pública y la enseñanza en todos sus niveles.
La promulgación de la “nueva” Constitución en enero del presente año estuvo inspirada también en las exigencias que Alianza para el Progreso ha planteado a cambio de sus migajas; entre ellas y de manera muy fundamental la reforma del artículo referente a la orientación laica en la enseñanza que, al proclamar la enseñanza “democrática” abre las puertas de par en par al manoseo imperialista con la ayuda clerical. Todas estas exigencias de la Alianza buscan el objetivo de debilitar la autoridad del Estado y acabará con su independencia. A cambio pues, de miserables empréstitos que habremos de pagar aumentado con elevados intereses, el gobierno de los Estados Unidos calcula pasar a sus manos el control de los organismos que realizan todas las funciones o las más importantes del Estado. Este es un camino de colonización y no de alianza, de aplastamiento y no de progreso.
¿Qué quedará en efecto del Estado salvadoreño vez aplicado este plan de desmembración que la Alianza para el Progreso ha trazado para nuestro país?
Quedará un Poder Ejecutivo encabezado por sumisos servidores incondicionales del imperialismo norteamericano, rodeado por un conjunto de ministros que a lo sumo pueden hacer sugerencias a las “instituciones autónomas” mandadas por los técnicos yanquis; Un Poder Legislativo surgido de farsas electorales, integrado Por lo más representativo del oportunismo y que sólo ocuparíase de convertir en leyes los proyectos de las “instituciones autónomas”, elaborados desde luego por los técnicos de la Alianza; un poder judicial incapaz de levantar la voz a los tiranos en defensa de las liberta des públicas, y menos de levantar la voz a los emperadores del norte en defensa de la soberanía patria; y una Fuerza Armada bajo el mando directo de la Misión Militar de los Estados Unidos y plagada de agentes de la Agencia Central de Inteligencia de ese país.
En nuestro país la Alianza pata el Progreso ha mostrado su verdadera faz colonizadora. El 25 de enero de 1961 fue derrocada la Junta de Gobierno Cívico Militar e instaurado el Directorio Militar, cuyo gobierno pretende perpetuar el Coronel Julio A. Rivera, mediante la fracasada farsa electoral del 29 de abril pasado. Este golpe de cuartel estuvo bajo la total dirección de la Agencia Central de Inteligencia (CIA). a través de la Misión Militar de ese país. De este modo se modificó el carácter del poder del Estado en El Salvador: antes del 25 de enero de 1961 los gobiernos, aun sirviendo al imperialismo yanqui, eran gobiernos de la oligarquía, dirigidos Y aprovechados por ella. Desde aquella fecha los gobiernos (el directorio, el de Cordón y el que pretende encabezar Rivera), son hechura en cambio del imperialismo yanqui, están directamente a su servicio y sólo de manera secundaria sirven los intereses de la oligarquía.
Es justamente este cambio en el control del poder del Estado, el que prueba que estamos siendo víctimas de un acelerado proceso de colonización, que nos convertirá si no le ponemos paro, en el segundo “Estado Libre Asociado” de los Estados Unidos, en el segundo Puerto Rico. Tal proceso de colonización tiene estos otros signos evidentes: la ingerencia abierta y desvergonzada de la embajada norteamericana en los asuntos del Estado y del gobierno salvadoreño; la política demagógica de “reformas sociales”, (política de migajas y engaño), decretada por el directorio militar “en acatamiento de los compromisos contraídos en Punta del Este”; los empréstitos contrarios al interés nacional y lesivos de la soberanía Patria que se han anunciado, la presencia abundante de “técnicos” yanquis en las dependencias de la administración pública, que supervigilan toda su marcha; y el férreo control que ejerce la Misión Militar Norteamericana sobre el Ejército, sobre los cuerpos represivos, los cuales han llegado a estar bajo la dirección inmediata de policías yanquis. Los imperialistas, llevando hasta el fondo sus intentos colonizadores, han comenzado a poner en práctica planes concretos para transformar al Ejército Nacional en una “guardia nicaragüense”, que les sirva como ejército colonial de ocupación. ¡¡¡Esto no es otra cosa que la transformación de El Salvador en una colonia norteamericana!!!
En realidad, esta “nueva” política yanqui para Latinoamérica a lo que se reduce en definitiva es: a sobornar a los gobiernos para enfilarlos contra la Revolución Cubana, a endeudar todavía más a nuestros países con los banqueros de los Estados Unidos; a convertir a Latinoamérica en mercado de consumo forzoso de los artículos industriales norteamericanos y a un intento de transformar el Continente en una inmensa cárcel colonial de pueblos, vigilada por espadones enjoyados y perfumados a costa de los dineros públicos. Esta es la cara real de la Alianza para el Progreso.
EL SALVADOR HA ENTRADO EN UNA SITUACIÓN REVOLUCIONARIA
La vieja crisis de nuestra estructura económica y social se ha hecho patente con la caída de los precios del café. La aparente estabilidad económica y la pujanza nacional de los años del buen precio, han sido despedazados por la crisis, dejando al descubierto las carcomidas bases del débil sistema económico que siempre ha sido el nuestro, sujeto como está al vaivén de los intereses monopolistas internacionales que compran nuestro café y algodón. El carácter colonial de nuestra economía ha sido desnudado por la crisis y ahora puede verse por todos, cuan superficiales y vanos han sido los artículos de prensa y discursos de los gobernantes que la ensalzaban y que atribuían la bonanza a su docta dirección del Estado.
Ni en los años de buen precio, ni hoy, ha sido ni es el sistema económico social en que vivimos, capaz de dar a nuestro pueblo la satisfacción de sus necesidades materiales y culturales. Y, peor todavía, no ha sido ni es capaz de crecer siquiera al ritmo con el que crece nuestra población. Sólo los imperialistas norteamericanos y los más curtidos explotadores criollos pueden dejar de mirar esta pavorosa realidad y aferrarse a la defensa de tan injusto, absurdo y caduco sistema.
Pero además de todo esto, 30 años de tiranía militar con sus cuarenta mil patriotas asesinados, con sus secuestros, con su tortura, con el destierro masivo, con sus grandes robos a la nación, con su grosera imposición electoral, con su Corte Suprema servil, con la mascarada de sus Asambleas sumisas, con su entrega incondicional en brazos del imperialismo norteamericano, etc., etc., son suficientes para comprender la necesidad de derrocarla, como condición previa e indispensable para llevar adelante la transformación económica, social, cultural y política de la nación.
Enfrentándose una y otra vez a este estado de cosas, nuestro pueblo ha ido madurando políticamente, templándose bajo el martilleo del bastón policial y arribando a la conclusión de que debe prepararse para las batallas decisivas por el poder. La Revolución ha surgido así, como una tarea histórica ineludible e inaplazable. Por eso no es casualidad que todos aquellos partidos y organizaciones en general que no comprenden esto, se encuentren aislados del pueblo y al margen de sus luchas.
Estos factores internos, estimulados y alentados por la lucha que libran los pueblos en todo el mundo en contra del feudalismo, del capitalismo, del colonialismo y del imperialismo (fase última del capitalismo), han determinado el surgimiento en nuestro país de la situación revolucionaria que vivimos. El brillante ejemplo que pone ante nuestra vista la Revolución Cubana, da fe en sus fuerzas a nuestro pueblo y afianza en él la convicción de que es perfectamente posible desarrollar con éxito un movimiento revolucionario de liberación nacional. aún en los países pequeños y vecinos del Estado imperialista yanqui; de que es absolutamente falso que los Estados pequeños, como el nuestro, están irremediablemente sometidos a los designios del imperialismo opresor; y de que la Revolución es el único camino que puede asegurarnos el desarrollo económico independiente y el ejercicio pleno de nuestra soberanía.
Esta situación revolucionaria se caracteriza por los cuatro hechos siguientes:
PRIMERO.- Las clases dominantes demuestran su incapacidad para gobernar el país. Tan grave es esa incapacidad que el gobierno se les ha ido de las manos para ser ejercido de modo directo, por el imperialismo aunque a través de su representación diplomática Ahora hasta los ciegos pueden ver que todo proyecto gubernamental es ordenado y elaborado por los “técnicos” yanquis, todos los gastos públicos son “aconsejados” por la embajada norteamericana, todas las medidas de gobierno son tomadas por mandato o por “asesoramiento” yanqui, etc., etc.
SEGUNDO. - La agudización de la crisis económica que cada día alcanza a nuevos y más numerosos sectores del pueblo, acercándolos peligrosamente al abismo de la ruina, les ha convencido de que ya no es posible vivir así. En los últimos meses, a los ya crónicos males de la miseria, el hambre, la insalubridad, la desocupación masiva, etc., han venido a sumarse: la ruina de los pequeños y medianos agricultores, la operación de las fábricas a sólo una parte de su capacidad productiva; el languidecimiento del comercio interno, la paralización casi total de la industria de la construcción y la inercia de la administración pública que ha originado el despido masivo de los trabajadores al servicio del Estado; etc.
TERCERO. - El deseo cada día más visible del Pueblo Salvadoreño de hacer la Revolución. Este es un sentimiento que se extiende no sólo entre los trabajadores de la ciudad y del campo, y entre los estudiantes, sino que abarca a crecientes sectores de las clases medias -pequeñas y superiores- aún a elementos honrados de las clases dominantes y hasta se manifiesta en las propias filas de la oficialidad y la tropa de las fuerzas armadas.
CUARTO - La conciencia cada vez más clara de amplios sectores en el sentido de que la lucha por la liberación e1 contra el feudalismo y en favor de la transformación revolucionaria, no es la contienda aislada de nuestro pueblo en contra de los poderosos imperialistas sino la causa común de toda la humanidad ansiosa de arribar a un nuevo estadio, sobre las lacras del sistema actual.
Alimenta la confianza en que la victoria final será de los pueblos y no de sus opresores y en que la pequeñez de nuestro país no es un obstáculo para su liberación definitiva, la convicción de que nuestra lucha es parte de la lucha general de la humanidad, de que no estamos solos en ella, nosotros un pueblo pequeño enfrentado a un gigante invencible y el ejemplo práctico que nos da la familia ya numerosa de pueblos liberados.
EL FRENTE UNIDO DE ACCIÓN REVOLUCIONARIA (FUAR)
En el marco de esta situación revolucionaria y como resultado del impetuoso crecimiento de la conciencia política de nuestro pueblo es que ha surgido el FRENTE UNIDO DE ACCIÓN REVOLUCIONARIA (FUAR). El FUAR es el organismo creado por el pueblo para realizar la Revolución que necesita El Salvador. En él se unifican y entrelazan sus esfuerzos los obreros, los campesinos, los estudiantes, los maestros, los empleados, los profesionales e intelectuales honestos en general los agricultores, comerciantes e industriales pequeños y medianos, y todos los elementos patriotas provenientes de otras clases que quieren un puesto en las trincheras de este gran combate. Todas estas clases y sectores sociales, se encuentran representados en el FUAR por sus mejores hijos, por los más dispuestos al sacrificio, por los más responsables y combativos, por los más honrados y libres de egoísmo, en una palabra, por los revolucionarios.
El FUAR es consciente de que la lucha del pueblo salvadoreño debe orientarse fundamentalmente en contra del imperialismo norteamericano, por ser éste el principal obstáculo para el desarrollo económico diversificado e independiente de la nación y para el florecimiento de la cultura y de las libertades ciudadanas.
El FUAR sostiene que la principal tarea interna del futuro gobierno de la Revolución, será la de realizar una profunda Reforma Agraria, que liquide el monopolio de la tierra entregándola a los obreros agrícolas y campesinos sin tierra o con muy poca, al mismo tiempo que libere de la explotación oligárquica y les proporcione ayuda efectiva a los agricultores pequeños y medianos. Para que la Reforma Agraria sea profunda y rompa el monopolio que pesa sobre la tierra, será preciso establecer un límite máximo de extensión que pueda ser poseído por un mismo propietario, el resto deberá ser expropiado con o sin indemnización, según que esa indemnización sea necesaria o no para la subsistencia del afectado y según el comportamiento que se observe frente a la Revolución. Considera el FUAR que ese límite no deber sobrepasar las dos caballerías (128 manzanas). Dos caballerías son más que suficientes para proporcionar comodidad a quien las cultive a conciencia y el Estado les proporcionará para ello la necesaria ayuda técnica y crediticia. Ciento veintiocho manzanas pueden, en realidad, proporcionar mejores beneficios a sus dueños, que los que obtienen hoy de 5 a 10 caballerías de tierra mal aprovechada, al mismo tiempo que prestarán un mejor servicio a la nación..
Al realizar la Reforma Agraria, la Revolución asestará un golpe de muerte definitivo al feudalismo en nuestro país. y acabará con el monocultivo y la deformación colonial de la economía, abriendo un ancho camino para la industrialización nacional y para la liquidación completa del desempleo en el campo y la ciudad en breve plazo.
Pero el problema de la tierra, con ser tan importante, no es el único problema.. En El Salvador es necesario afrontar todos los problemas derivados de su condición de país insuficientemente desarrollado, explotado por una insaciable oligarquía, oprimido por una férrea dictadura militar, Y sometido y expoliado por el imperialismo más rapaz y agresivo que los siglos han visto: el imperialismo yanqui.
La anulación de las libertades democráticas, el irrespeto a los derechos universales y fundamentales del hombre, la burla desvergonzada a la voluntad popular mediante los fraudes electorales, la ineficacia de los recursos legales, las persecuciones por motivos ideológicos, etc., son, en el orden interno, los resultados de la acción combinada del imperialismo yanqui y la oligarquía criolla, en contra del pueblo.
La crisis económica, la deformación de nuestra economía, la insuficiencia de nuestro desarrollo, la miseria y el desempleo de las grandes mayorías de la población, etc., son, en el orden económico-social, los resultados de esa misma combinación. La anulación de la soberanía nacional, el infame papel de comparsa de los Estados Unidos en los organismos internacionales, la participación de nuestro país en bloques militares agresivos, la imposibilidad de comerciar libremente, etc., son en el orden internacional, los resultados de esa misma combinación. A todo esto pondrá fin la Revolución para salir del estado de atraso, de postración social y de sometimiento político en que se halla el país.
Por ello es que el FUAR postula la realización de una Revolución democrática, antiimperialista y antifeudal en nuestro país, que al mismo tiempo que ponga el poder del Estado en las manos del pueblo y garantice el disfrute de la libertad a las grandes mayorías de la población, eleve sustancialmente el nivel económico de las masas trabajadoras, siente las bases de nuestro desarrollo económico independiente, libere y diversifique nuestro comercio exterior y desarrolle una política internacional digna, en ejercicio pleno de la soberanía nacional.
El pueblo salvadoreño tiene derecho a realizar esta transformación revolucionaria, indispensable para resolver los problemas que lo agobian, sin sufrimiento ni violencias. Si el camino violento o pacífico de la Revolución pudiera decidirse voluntariamente por las fuerzas revolucionarias, éstas escogerían sin duda alguna la vía pacífica. ¡Suficiente dolor y sufrimiento ha acumulado la historia sobre el Pueblo! Pero no es ésta por desgracia una cuestión librada a la voluntad de los revolucionarios y de su pueblo. En nuestro caso, son los imperialistas yanquis, la oligarquía intermediaria y la tiranía militar quienes, teniendo en sus manos esta decisión, han cerrado con soberbia las puertas para que el pueblo tome pacíficamente el poder, y se entregue a la construcción de una nueva vida. Ellos serán pues los responsables únicos por la sangre y el dolor que se origine, por su terco aferramiento a la defensa brutal del sistema que encabezan, no podrá detener la resuelta marcha del pueblo hacia la revolución. Porque si ese camino está lleno de sufrimiento, más sufrimiento padecen los cientos de miles de obreros y campesinos condenados al hambre, al desempleo y a la humillación; y porque si es dolorosa la ruta, incomparablemente mayor es el dolor que provoca a los centenares de miles de madres salvadoreñas, la desnutrición, la enfermedad y desnudez de sus hijos.
¡No, ninguna terquedad es suficiente para inducir al pueblo a la renuncia de la Revolución! ¡Ningún sacrificio es mucho para poner fin a la tortura diaria de la miseria de la desnutrición, de la insalubridad, del desempleo, del analfabetismo, del inmundo mesón, del rancho miserable, de la desnudez, de la humillación social, de la corrupción, de la represión policial, de la afrenta, en suma, que significa la existencia de todo este sistema de oprobio e indignidad sostenido por la fuerza delas armas!
EL FRENTE UNIDO DE ACCIÓN REVOLUCIONARIA (FUAR), nacido de la entraña del pueblo y expresión organizada como es, de su profundo anhelo liberador, toma sobre sí, la responsabilidad histórica de organizar y conducir al pueblo a la Revolución y dice con claridad: como los imperialistas y sus aliados e instrumentos internos, han decidido oponer la fuerza a la Revolución. ¡los enfrentaremos en su propio terreno de fuerza!..
El FUAR no es una organización aventurera y comprende que la Revolución no puede ser resultado de la acción desorganizada y prematura de ningún grupo aislado. Ella sólo será el feliz resultado de una amplia organización del pueblo y de su esfuerzo múltiple en todas las formas de la lucha política y gremial, ideológica y cívica. La acción revolucionaria decisiva habrá de seguir en medio del bravo batallar de todo el pueblo y apoyada por él.
Consciente de la grandeza de su tarea, el FUAR llama a todos los salvadoreños patriotas a todos los ciudadanos progresistas, a todos los hombres y mujeres amantes de la libertad y de la democracia, del progreso y de la superación nacional a cerrar filas en derredor suyo, a mantenerse atentos a su llamado, a acuerpar sus actividades, a colaborar en sus campañas patrióticas, y a prepararse material y espiritualmente para el momento decisivo en que el pueblo dará a sus enemigos la batalla final.
Este llamamiento va dirigido muy especialmente a las organizaciones democráticas de nuestro país, y a las clases y capas sociales que están vitalmente interesadas en la transformación revolucionaria de El Salvador. Están interesados principalmente en este cambio los obreros, puesto que sólo la Revolución puede garantizarles un salario digno, una vida decorosa y la seguridad en su trabajo. Están interesados en ese cambio los campesinos sin tierra, puesto que sólo la Revolución puede entregárselas Están interesados en la Revolución los agricultores pequeños y medianos, porque sólo ella puede liberarlos de la explotación de los Usureros y especuladores y darles facilidad de crédito, asistencia técnica y precios remunerados estables para sus productos. Están interesados en la Revolución los artesanos, los industriales no monopolistas y los comerciantes medios y pequeños, porque sólo la Revolución puede garantizarles un mercado interno fuerte, repleto de compradores de los productos que ellos elaboran o expenden, sin el peligro de la ruinosa competencia extranjera.
Están interesados en ella los estudiantes, los intelectuales, los profesionales y los maestros, porque sólo la Revolución puede desarrollar amplia y profundamente la cultura nacional, liquidar el analfabetismo, crear nuevas y mayores posibilidades para los trabajadores intelectuales y dignificar a los exponentes de la cultura. Están interesados en fin, las mujeres y la juventud porque la Revolución es la única que puede terminar con todas las formas de menosprecio y la discriminación de la mujer y del desamparo de la niñez, al mismo tiempo que darle a la juventud todo el apoyo para la plena realización de sus anhelos.
La Revolución no es enemiga ciega de los oficiales y jefes de la Fuerza Armada y menos de la tropa y los agentes de los distintos cuerpos de seguridad. Combate eso sí -inflexible e intransigentemente- el papel que juega en la actualidad la Fuerza Armada como instrumento al servicio del imperialismo norteamericano y de la oligarquía interna. En la ejecución de este papel indigno, ha sido derramada a caudales por ella la sangre de nuestro pueblo.
Con todo, el FRENTE UNIDO DE ACCIÓN REVOLUCIONARIA (FUAR), considera que ese ha sido el resultado de los manejos de una pequeña minoría encumbrada en los puestos de la jefatura, servil a los dictados oligárquicos e imperialistas. Para nuclear en torno suyo el apoyo de toda la Fuerza Armada, la Misión Militar de los Estados Unidos difunde entre la tropa y los oficiales, la mentira de que la Revolución no sabrá distinguir de entre ellos a los verdaderos responsables de la opresión, el crimen y la venta de la Patria al imperialismo y los que no lo son. Para que no queden dudas acerca de la posición revolucionaria en este punto, el F.U.A.R. declara categóricamente que todos aquellos jefes, oficiales, clases, individuos de tropa y agentes de los cuerpos de seguridad que se mantengan al margen de la represión, la delación y el atropello al pueblo y que no colaboren a la entrega de nuestro país a la voracidad imperialista, no tienen nada que temer de la Revolución. Incluso los que habiendo en el pasado cometido algún atropello pueden reivindicarse realizando acciones favorables a la Revolución. La justicia revolucionaria sabrá distinguir en cada caso correcto, entre quienes dan las órdenes y quienes las reciben, al mismo tiempo que será implacable para castigar la saña y el crimen contra el pueblo. El F.U.A.R dice a todos los miembros de la Fuerza Armada: ésta es su posición frente a ustedes. De la comprensión de ella depende en gran medida la sangre y el dolor que cueste al pueblo su liberación.
La intriga yanqui que presenta la Revolución como enemiga irreconciliable de todo aquel que lleva uniforme, cualquiera que sea su conducta, es completamente falsa y está dirigida a conseguir defensores para la supervivencia de su sistema de explotación y aplastamiento de los pueblos. ¡Cuidado, por ese camino se llega a la traición al pueblo y a enfrentarse en definitiva con él! El imperialismo y sus agentes dicen a la Fuerza Armada que las cosas están planteadas así: “o la vida de los militares y de sus familias, o la de los revolucionarios” El F.U.A.R. dice: las cosas están planteadas así: “o la dominación del imperialismo y de la oligarquía que es saqueo y corrupción o la independencia de la Patria y la completa transformación económica y social que es la felicidad, dignidad, alimento, cultura y libertad para el pueblo”. Entre esto es lo que hay que escoger y los llamamos a elegir el bando de la Patria.
Sólo los enemigos del pueblo, sólo las minorías privilegiadas y explotadoras, sólo los que han hecho su “negocio” de la expoliación de las grandes mayorías de la población y están vinculadas ‘estrechamente al imperialismo yanqui, formando parte de la oligarquía interna, son los enemigos de la Revolución Salvadoreña y naturalmente, también los militares reaccionarios y la parte fascista del clero, que sacan jugoso provecho de los servicios que le prestan a la reacción interna e internacional. Pero esto quiere decir, precisamente. que los enemigos de la Revolución son muy pocos (no llegan al 1% de la población del país), mientras que los amigos de ella, los que estamos interesados en que se opere en El Salvador un cambio estructural, formamos legiones multitudinarias.
Como el pueblo debe saber por qué lucha, cuáles son los objetivos concretos de su lucha, el Frente Unidos de Acción Revolucionaria (FUAR) proclama que, al constituirse el Gobierno Revolucionario, éste abordará de inmediato las siguientes tareas esenciales e impostergables:
1. REFORMA AGRARIA DEMOCRATICA. QUE:
a) liquidará el monopolio de la tierra mediante la fijación de la extensión máxima que puede tener bajo dominio cualquier persona, natural o jurídica
b) entregará la tierra expropiada a los trabajadores agrícolas y campesinos que tienen tierra insuficiente o no tienen tierra:
c) aumentará y diversificará la producción agrícola nacional:
d) fomentará la creación de cooperativas campesinas de todo tipo:
e) liquidará los restos del feudalismo:
f) abolirá las deudas que agobien la economía de los campesinos beneficiarios y de los pequeños y medianos propietarios rurales:
g) proporcionará asistencia técnica y crédito barato y fácil a los pequeños y medianos agricultores antiguos y nuevos:
h) garantizará precios estables y remuneradores para los productos agrícolas:
i) fomentará la ganadería y la industria pesquera:
j) preparará técnicamente a los trabajadores agrícolas.
2. REFORMA URBANA. QUE:
a) eliminará los mesones y tugurios:
b) dará a los inquilinos la propiedad de la vivienda que tengan en alquiler, indemnizando cumplidamente a los pequeños y medianos propietarios y a los grandes que adopten una buena postura ante la Revolución:
e) construirá progresivamente la cantidad de viviendas necesarias:
e) d) dará crédito barato y fácil para construir su vivienda a las familias de modestos recursos;
e) nacionalizará la fábrica de cemento;
f) fomentará y modernizará los servicios municipales.
3. REFORMA BANCARIA QUE:
a) nacionalizará la banca y las instituciones de crédito privadas;
b) orientará la política crediticia al fomento y diversificación de la producción nacional;
e) eliminará la usura y la discriminación en la con— cesión de préstamos;
d) fomentará el ahorro nacional.
4. REFORMA EDUCACIONAL, QUE:
a) liquidará el analfabetismo;
b) orientará la educación hacia la preservación de las tradiciones y la cultura nacionales;
c) coordinará la enseñanza a través de todos sus niveles;
d) impulsará una Reforma Universitaria que convertirá a la Universidad, de fábrica de profesionales, en institución de servicio al pueblo y de amplio desarrollo nacional;
e) fomentará la enseñanza técnica;
f) construirá escuelas en número suficiente para que ningún niño se vea privado de educación:
g) dignificará al maestro mediante la elevación de su conciencia social, su preparación profesional y su remuneración adecuada;
h) difundirá la cultura y asegurará a los intelectuales y artistas el pleno desarrollo de su obra y de su personalidad;
i) impulsará la educación física.
5. REFORMATRIBUTARIA, QUE:
a) recargará la imposición sobre las capas económicamente fuertes de la población;
b) liberará de cargas tributarias onerosas a los sectores económicamente débiles; reducirá la diversidad de impuestos; eliminará el fraude tributario; dará a los contribuyentes la oportunidad de sanear su situación fiscal;
f) dará protección a la industria nacional, contra la desleal competencia imperialista y estimará la inversión del capital privado salvadoreño.
6. REFORMA ADMINISTRATIVA, QUE:
a) restituirá al patrimonio nacional los bienes malversados por gobernantes y funcionarios del pasado;
b) establecerá la más escrupulosa honestidad en el manejo de los fondos públicos;
c) asegurará el destino de la inversión estatal en beneficio de las grandes mayorías de la población;
d) reducirá drásticamente los sueldos de los altos funcionarios y elevará los bajos sueldos de los servidores del Estado
e) saneará el sistema de pensiones, jubilaciones y montepíos, que hoy es fuente de prebendas, asegurándolas a quienes de verdad las necesitan, y elevando los miserables niveles que tiene en la actualidad cuando se trata de los humildes ex-servidores del Estado;
f) castigará severamente a los malversadores de los fondos públicos.
7. POLITICA EXTERIOR FUNDADA EN:
a) el establecimiento de relaciones con todos los países, independientemente de su sistema político-económico-social;
b) la igualdad jurídica y el respeto recíproco en las relaciones internacionales;
c) el respeto absoluto a los principios de la libre autodeterminación de los pueblos;
d) la defensa intransigente de la soberanía nacional;
e) el repudio a la guerra como medio para resolver los conflictos internacionales y la defensa de la paz y la armonía entre las naciones;,
f) el apoyo a la unidad centroamericana fundada en los comunes intereses de los pueblos del istmo y ajeno a la intervención imperialista yanqui.-