El cristianismo en sus orígenes surgió como una religión de un pueblo en lucha por su liberación, contra el dominio de los poderosos. Por eso el cristianismo original es la Iglesia de los perseguidos, de las catacumbas, es la fe de los oprimidos.
Con el tiempo, los opresores y los imperios se apoderaron de ella par convertirla en la religión de la conquista y la opresión. Sin embargo, nunca dejaron de existir sectores en los que el auténtico contenido inicial subsistió.
La historia peruana ha conocido vivamente esta doble situación. De un lado, cómo el mal uso del cristianismo sirvió no sólo a la salvaje acción de conquista, al exterminio de miles de seres humanos, sino como justificativo de saqueo y explotación de nuestra patria y nuestro pueblo.
Pero no faltó un sacerdote De las Casas que denunció vigorosamente las injusticias de la conquista y la colonia; tampoco podemos olvidar que la formación libertaria de Juan Santos Atahualpa fue aprendida en seminarios y conventos de diversos continentes, ni de la participación directa y revolucionaria de sacerdotes; como el cura Muñecas junto a los hermanos Angulo, o el sacerdote y teniente coronel de Guerrillas José Félix Aldao quien formó los guerrilleros de Húsares del Perú que dieron la victoria de Junín.
Esta historia ha continuado en nuestra patria siendo las posiciones de la iglesia cristiana que se identifica con las luchas de nuestro pueblo, las que han ido avanzando crecientemente, no sólo siguiendo el ejemplo de sectores de la iglesia latinoamericana que como en Nicaragua de Cardenal y el Frente Sandinista, el Salvador del obispo Romero, Colombia de Camilo Torres y el ELN, sino por la continuidad de esta tradición revolucionaria cristiana interna.
El Movimiento Revolucionario Túpac Amaru, con motivo de la segunda llegad del Papa a nuestra patria, cuando esta confrontación entre explotadores y explotados se agudiza adquiriendo características cada vez más violentas, quiere hacer llegar su punto de vista y reflexión a todos los cristianos preocupados honestamente por el destino de nuestra patria nuestro pueblo. Hacemos llegar este mensaje con la autoridad moral de que en nuestras banderas vivirá eternamente la preciosa sangre de nuestros héroes militantes cristianos de base como Jeferson Amoroti quien perteneció a un grupo cristiano de Villa El Salvador y la de decenas de combatientes cristianos que luchan con las armas en la mano, en diversos lugares del país.
Y es que hoy en nuestra patria la lucha que se libra es en el fondo la de explotadores y explotados, la lucha de los más amplios sectores de nuestro pueblo por arrancar a nuestra patria de manos de quienes la han mantenido sometida a los dictámenes del imperialismo. Y esta lucha atraviesa en dos a toda la sociedad peruana y dentro de ella a la iglesia católica. Por algo ha sido también una de las cunas de la teología de la liberación que se identifica con estas tradiciones progresistas; hoy en el Perú los sectores cada vez más numerosos de cristianos que como creyentes de base asumen la lucha revolucionaria.
La situación exige definiciones a los cristianos.-
La miseria exige definiciones, plantea dramáticamente la pregunta: ¿Pueden ser cristianos auténticos el puñado de explotadores que llenan sus bolsillos de la riqueza aprovechando la misma crisis capitalista (inflación, recesión, etc.) mientras la absoluta mayoría de nuestro pueblo que es creyente muere lentamente en la miseria, mientras millones de niños recién nacidos crecen desnutridos y sin futuro? ¿O son como los fariseos a quienes Cristo llamó “sepulcros blanqueados”?
La opresión del Perú exige definiciones ¿Son cristianos auténticos, quienes mantiene al Perú atado al saqueo de las potencias imperialistas, que es continuidad directa del viejo sistema colonial, y para mantener este dominio no vacilan en masacrar y asesinar masivamente a nuestro pueblo cada vez que alza su voz? ¿O son más bien como los mercaderes que fueron arrojados por Jesús a latigazos del templo?
La subsistencia de sistemas que impiden la culminación de la identidad nacional hace que nos preguntemos ¿Puede ser cristiano fiel a los orígenes del cristianismo quien continúa con la labor de quienes colocaron a la iglesia como mascarón de proa para intentar liquidar nuestra identidad nacional y cultural, y continúan hoy con la labor de alienación de nuestro pueblo?
La violencia es histórica y surge de la necesidad de liberación.-
La violencia debe ser tema también de reflexión y definición. Porque en el Perú no se puede ya hablar abstractamente de condenas a la violencia en general; la propia iglesia conoce de etapas de extrema violencia a lo largo de las tradiciones recogidas en el antiguo y nuevo testamento que no es sino gran parte de la lucha del pueblo judío por alcanzar su libertad, para lo cual en forma permanente apeló a las armas; tampoco puede olvidar que muchos de sus santos fueron militares que asumieron el cristianos en armas.
La iglesia sabe bien que no existe la violencia en abstracto sino que son intereses políticos y sociales los que están detrás de las acciones de violencia.
No sería tampoco coherente con los orígenes del cristianismo que con pretexto de la paz en abstracto se condene exclusivamente la violencia de los oprimidos y de quienes luchan por la libertad de nuestra patria. Porque entonces se estaría defendiendo el derecho exclusivo de los opresores para mantener institucionalizada su violencia contra nuestro pueblo.
Se dice que la violencia engendra violencia. Efectivamente, contra nuestro pueblo se ha ejercido una violencia institucional histórica para saquear sus riquezas. Allí están el genocidio de la conquista y el coloniaje, de los casi 100 años de exterminio contra nuestro pueblo durante la guerra de independencia.
Allí están las masacres, a todo lo largo de la república, con las que han sido respondidos los reclamos por el derecho a la tierra para quién la trabaja (Huancané 1976, Atusparia 1866, Puno 1903, Rumi Maqui 1914, sur del Perú 1920-1923. Tomas de tierras de los años 60-65, y todas las más recientes luchas de los últimos 20 años), las exigencias para que nuestras riquezas como el guano, el petróleo, minerales, salitre, pescado, etc., no sean entregados al saqueo de empresas imperialistas que llenan sus arcas dejando vacíos nuestro suelo y nuestro mar; las luchas obreras que no pocas veces llegaron a la necesidad insurreccional, precisamente en respuesta a las masacres con que son respondidos sus reclamos de justicia y el derecho a aspirar a una sociedad justa; hoy mismo, la iglesia es testigo cómo obreros cristianos que luchan, sólo encuentran la respuesta de los palos, gases, agua, cuando no la bala criminal de la represión.
La llamada democracia en el Perú sólo se ha convertido en la fórmula que encubre engañosamente los males de este sistema y busca mantener ilusiones que impidan que nuestro pueblo logre realmente su organización y fuerza para alcanzar la liberación.
¿La institucionalización de la tortura, desapariciones, ejecuciones extrajudiciales, que no solo son realizadas por el estado sino protegidas por todo el sistema pueden ser justificadas por los cristianos? Es bueno entonces recordar aquella frase: “Ver un crimen y no hacer nada por evitarlo, es ser cómplice de él”.
La violencia de los oprimidos, la lucha armada revolucionaria no ha surgido entonces de la “insanía” de algunos elementos ni en el deseo originario de la violencia, sino como sagrado derecho de un pueblo a luchar por su propia existencia, su propio destino y un futuro mínimamente justo para sus futuras generaciones. ¿No fue acaso justa y necesaria la violencia de David para vencer a Goliat?
A pesar de que el MRTA, por estas razones ha tomado las armas y está dispuesto a luchar con ellas hasta alcanzar con todo nuestro pueblo la victoria definitiva, no hemos escatimado esfuerzos para buscar salidas que eviten un mayor derramamiento de sangre, porque en nuestra vocación está en realizar el cambio revolucionario con el meno costo social posible. Por eso propusimos dialogar en diversa oportunidades, por eso al iniciar este régimen suspendimos nuestras operaciones militares unilateralmente para que cumpla sus ofertas con el pueblo, y la respuesta ha sido siempre no sólo la sordera, la prepotencia, sino que quedó al descubierto que los discursos eran pura demagogia para engañar al pueblo, mientras en la realidad se fortalecían los mecanismos de saqueo imperialista y enriquecimiento de los monopolios.
¿Signo de liberación o de opresión?
Entonces si la jerarquía de la iglesia quiere contribuir a liberar a nuestro pueblo no pueden ponerse al lado de los explotadores, del gobierno, de las Fuerzas Armadas, del imperialismo; su compromiso es con el pueblo. La iglesia por su fuerza espiritual que le da el pueblo creyente debe forzar a los opresores a generar un diálogo y mecanismos que establezcan por lo menos normas mínimas de respeto a los derechos humanos en esta confrontación social.
Por eso, en esta fecha nos dirigimos a todo el pueblo cristiano para decirle que hoy para continuar fiel a la herencia del cristianismo originario hay un solo camino: el lado de los oprimidos y explotados, el lado de los perseguidos, el lado de los revolucionarios.
El Movimiento Revolucionario Túpac Amaru, tiene en sus filas a verdaderos cristiano y a esta lucha llamamos a todos aquellos que buscan la justicia y el amor entre los seres humanos que sólo puede ser logrado hoy mediante la lucha revolucionaria.
¡Con las masas y las armas… Patria o muerte… venceremos!