El FPMR ante la podredumbre de las cúpulas del reformismo en la segunda vuelta
Las últimas elecciones son una demostración fehaciente que la vía electoral no logra activar un proceso de construcción de movimiento social en Chile. Dicha afirmación no significa que los Rodriguistas neguemos las elecciones por principismo como hemos dicho más de una vez, sino porque consideramos que la decisión de participar en elecciones, debiera ser expresión de la voluntad del movimiento social que se construye en cada territorio, zona o región del país, manifestando toda una corriente que fluye y busca canales para potenciar al movimiento popular y el proyecto de clase que emerge en su seno, mediante una estrategia de poder en la que una candidatura u otro instrumento es realmente un medio y no un fin para alcanzar dichos objetivos.
El magro resultado del Junto Podemos de un 5,4% en las presidenciales y un 7,4% en las parlamentarias, no demuestra en sí misma necesariamente el fracaso de esta vía, en cambio sí la relación de cliente que este sector abre con los votantes, la que no se diferencia en nada de la política oficial. Se insiste en promover a un actor pasivo que deposita la iniciativa en otros, y no a un Sujeto partícipe y protagonista de un proceso de transformaciones.
Así mismo, la conducción oportunista y el reformismo anclado en la cúpula del Partido Comunista (Lautaro Carmona y Guillermo Teillier), entró en fuertes contradicciones con sus bases y militantes, al sacudirse parte de ellos del espejismo electoral que los engañó el 2005. La dirección PC quiso hacer creer esta vez que podían transformarse en la "tercera fuerza política" sólo con el ejercicio de acumular votos, para luego negociar estos en la segunda vuelta, ante lo cual algunos sectores de base han tomado una posición crítica e incluso en ciertos casos de rebeldía con los dirigentes que negociaron no sólo a espalda del PODEMOS, sino de su propia orgánica. Componenda que ayuda a seguir gobernando al sector neoliberal que más estabilidad política, económica y social garantiza al imperialismo: la Concertación y su abanderada Michelle Bachelet. Incluso, los cinco puntos que presentaron al gobierno y que procuran instalar en la agenda de los sectores populares, es un intento grosero de querer subordinar las luchas sociales al programa de la Concertación, coherente con la ambigua política de “no a la exclusión” o inserción institucional, que hace rato vienen propiciando las cúpulas del reformismo para ocupar puestos dentro del Estado.
Sin embargo y a pesar de ser críticos a la fórmula electoralista del PODEMOS, el FPMR cree que con parte del amplio arco antineoliberal, antiimperialista y de izquierda que asume la necesidad de construir movimiento popular (no la que avala el continuismo de Bachelet), es prioritario política y éticamente seguir insistiendo en la convergencia, pues para nosotros las diferencias puntuales y no oportunistas que pueden existir en el campo de la coyuntura actual, no tienen por qué afectar la unidad de acción a la hora de enfrentar al Capital, sus efectos y representantes a nivel del país.
En la contingencia electoral de la segunda vuelta es imperioso dar señales claras, no ambiguas, pensando en el largo plazo y no en las mezquinas migajas que es posible obtener en una mesa de negociación con la Concertación. Por eso señalamos que las dos alternativas en la segunda vuelta no son tales, ambas candidaturas expresan la continuidad del modelo neoliberal, y aquí no cabe el miedo que nos quieren imponer, “que la derecha puede ser gobierno y que es necesario pararla”. Tanto los programas de la Concertación como de la Derecha perfeccionan la maquinaria de explotación y dominación; o sea, en la segunda vuelta sólo están frente a frente dos derechas, una liderada por Bachelet y la otra por Piñera. Por eso una posición consecuente y coherente implica abstenerse de votar, votar nulo o votar en blanco, aunque para nosotros lo principal sigue siendo organizarse y luchar.
Para los Rodriguistas el hecho puntual de no votar o votar nulo no es suficiente como indicador de una voluntad de lucha y construcción de movimiento popular, por lo mismo no nos hemos sumado a un llamado en particular, pues será la práctica y las conductas pos elecciones las que indicarán cómo cada uno enfrentará el desafío de combatir coherentemente contra el Capital Financiero y sus servidores.
Hoy es posible abrir alternativas más allá del rayado de cancha de la institucionalidad. El 2006 es crucial para que la izquierda revolucionaria se levante, abandone la marginalidad y encabece la lucha por las demandas populares y la construcción social. El conflicto de los obreros contratistas de CODELCO, Deudores habitacionales, etc., ha demostrado que la izquierda consecuente sí puede disputar los terrenos que habitualmente controla el reformismo o el gobierno. Y lo que es estratégico, potenciar la participación de las bases en el campo de los trabajadores, en el ámbito de los pobladores, en el mundo de los estudiantes y en diversos sectores sociales.
Hagamos que esta fuerza se note en las luchas sociales que vienen. No permitamos que el reformismo negocie con nuestras luchas y la esperanza de contar con una fuerza capaz de destruir el modelo social impuesto.
Hasta Vencer O Morir
Construyendo Política Revolucionaria desde la base y en todo el país