"Las manos limpias". Carta de J.W. Cooke a la viuda de Amado Olmos

"LAS MANOS LIMPIAS"

(Carta de J. W. COOKE a la viuda de AMADO OLMOS con motivo de su muerte)

Montevideo 15.2.68

Querida Compañera Adela:

He dejado transcurrir algunos días antes de escribirle, pues deseaba transmitirle algo más que mis condolencias y mi amistosa solidaridad ante el doloroso trance que significa la desaparición de su esposo. Ahora encuentro que tampoco me resulta fácil expresarle todo lo que afectivamente siento ante ese hecho.

Ud. sabe que mi relación con Amado no fue siempre fácil y que nuestro trato fue discontinuo por las especiales circunstancias en que venimos actuando desde hace años. Pero la amistad que nos unía fue algo sólido, permanente e inquebrantable, aún cuando nuestras personalidades chocaban: con respecto a tácticas, muchas veces diferimos, pero eso no obstaba a que se mantuvieran incólumes las bases que nos unían estrechamente. Es que nuestra amistad se apoyaba en dos pilares que resistían todo el deterioro de las disidencias menores y de los ajetreos de la actividad: en primer lugar, una identidad total en las cosas de fondo referentes al destino de nuestro país y a las reivindicaciones de su clase trabajadora; y, junto a esa, el más profundo respeto mutuo, la seguridad de que ninguna actitud o posición del otro estaba influida por la mezquindad o el cálculo oportunista.

Ahora, cuando es demasiado tarde, me reprocho el no haberlo frecuentado más en los períodos en que ambos estuvimos en nuestra patria. El luchaba en un frente y yo en otro -aunque librando la misma batalla por la liberación nacional y social- y cuando no coincidíamos en alguna acción conjunta, dejábamos de vernos durante meses. Por lo mismo que descontábamos cada uno la amistad que el otro le profesaba, y que estábamos seguros de que las batallas definitivas nos aliarían nuevamente juntos, no buscábamos un trato más permanente, más frecuente. Cuánto lo lamento ahora.

Su muerte ha de ser lamentada por mucho tiempo y por mucha gente, y por muchos motivos. Los míos surgen de lo dicho antes: pocos hombres han logrado aspirarme un afecto que, como el que sentía por Amado, se apoyaba en que lo respetaba como persona, es decir, como dirigente obrero.

Estas pocas palabras buscan exponerle que, como amigo y político, su desaparición me crea un vacío penoso. En otros momentos, las virtudes fundamentales de Amado pudieron no haber resaltado tan netamente, pero en la época en que nos ha tocado actuar, esos valores excepcionales se percibían con toda claridad, y la magnitud de la pérdida sufrida. Porque en un medio de venalidad y cobardía, Amado mantuvo las manos limpias y el pensamiento claro. Porque luchó en medio de la contaminación sin sucumbir a ella. Y cumplió con su deber cuando todo era fácil para la deserción, el compromiso con el régimen y la transigencia en los principios.

Eso lo sabe todo el que actúe en la lucha de estos años, de ahí la autoridad moral que Olmos conservó frente a las bases obreras y peronistas y aún frente a los que no participaron de su misma actitud de rectitud ética.

Con estas líneas le hago llegar, junto con mí amistad solidaria, que le ruego transmitir a sus hijos, el testimonio de mis sentimientos y de mi tristeza por la pérdida que todos hemos sufrido.

La abraza afectuosamente

COOKE
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Fuente: Militancia Peronista para la Liberación, Nº 33.