LA UNIDAD DE LOS PUEBLOS LATINOAMERICANOS Y CARIBEÑOS SEPULTA A LA OEA
Como síntoma de los grandes cambios que ha tenido lugar en el panorama social y geopolítico de América latina en estos últimos años, y cuyo signo distintivo ha sido el ascenso de la lucha antioligárquica y antimperialista de nuestros pueblos que han puesto gobiernos con tendencias democráticas, progresistas y nacionalistas, es la nueva visión de la integración latinoamericana que erosiona indiscutiblemente la hegemonía norteamericana en la región.
La presencia de estos gobiernos alternativos en América Latina, que se han sostenido por sus posiciones anti neoliberales, rescatando el tema de la libertad, la soberanía y autodeterminación, con pretensiones de construir el “socialismo del siglo XXI” aunque equivocadamente con reformas capitalistas, han ido generado coincidencias políticas e ideológicas que se alimentan por la solidaridad internacional y la hermandad histórica de nuestros pueblos, que han marcado diferencias en las relaciones con EEUU, con los organismos financieros internacionales, con elementos de política internacional y a favor de la integración latinoamericana.
Por eso, los representantes de los 32 países reunidos en México en la Cumbre del Grupo de Río, llamada esta vez de la “Unidad de América Latina y el Caribe”, han podido llegar a un consenso para crear un nuevo organismo continental de Estados Latinoamericanos y el Caribe, pero sin la presencia de las potencias del norte que, diferenciándose de la ignominiosa OEA, tenga voz propia para participar en los distintos foros multilaterales.
A diferencia de la odiosa OEA, el nuevo organismo regional se erige victoriosamente condenando el bloqueo de Estados Unidos a Cuba, respaldando a Ecuador por la falsa imputación hecha por un organismo internacional del imperialismo, solidarizándose por la tragedia del pueblo haitiano, pronunciándose por el conflicto de las Islas Malvinas y debatiendo el destino de Honduras.
Esto es precisamente lo que nunca ha podido hacer la corrupta OEA porque ha representado los intereses estadounidenses, determinando sus políticas en contra de los pueblos sometidos. Para conocer sobre su naturaleza, solo veamos unos ejemplos:
Desde su fundación la OEA ha sido y sigue siendo, un instrumento al servicio del imperialismo gringo, para manosear y despojar a los pueblos latinoamericanos de su derecho a la libre autodeterminación y soberanía.
Hay que saber que la OEA está condenada por su larga historia como dócil instrumento del imperialismo norteamericano para oprimir a los pueblos, pues avaló el bloqueo económico a Cuba, ha permitido el saqueo y explotación de las riquezas de nuestros pueblos y chantaje a sus gobiernos, perpetuando así la desigualdad y la injusticia social.
La OEA legitimó invasiones, asesinatos políticos, magnicidios, dictaduras y campañas de desestabilización en contra de gobiernos democráticos. Fue ciega, sorda y muda ante las atrocidades del “terrorismo de estado” auspiciado por Estados Unidos y ante políticas criminales como el Plan Cóndor y ahora el Plan Colombia.
La OEA, igual que la ONU y otros instrumentos del imperialismo, es una institución incurablemente anacrónica y por eso mismo inservible y agonizante: representa un mundo que ya no existe sino en los delirios de los nostálgicos fascistas de la Guerra Fría y por eso ya no puede hacer ninguna contribución para enfrentar los desafíos de cambio de nuestros pueblos.
Por esta razón, los gobiernos más democráticos y progresistas han ido configurando algunos proyectos como el ALBA, UNASUR y ahora este nuevo organismo continental de Estados Latinoamericanos y el Caribe, como instrumentos que contribuyan a fortalecer la unidad e integración de nuestros pueblos, sirviendo a nuestros intereses y no los del imperialismo norteamericano.