PCS: 45 AÑOS DE SACRIFICADA LUCHA REVOLUCIONARIA (1930-1975)
El Partido Comunista de El Salvador (PCS) ) , ha recorrido un largo y difícil camino, que comienza con la formación de los primeros grupos marxistas (1924-28) , llegando hasta los días actuales, cuando nuestro Partido es la organización de izquierda más fuerte y experimentada en el país.
El Partido Comunista de El Salvador (PCS) fue fundado el 28 de marzo de 1930; se formó como una necesidad histórica, en medio del impetuoso movimiento obrero surgido después de la Primera Guerra Mundial, bajo la influencia de la Gran Revolución de Octubre en Punja (l917) y de los indiscutibles triunfos del primer país socialista, del primer estado obrero y campesino: la Unión de repúblicas Socialistas Soviéticas. El PCS se ha guiado siempre por la doctrina del marxismo-leninismo y se ha educado en los principios del internacionalismo proletario.
El PCS ha llegado a ser la organización revolucionaria más significativa del país y con mayor influencia en la clase obrera, sobreponiéndose a los sangrientos y pérfidos ataques del régimen militar reaccionario que impera desde 1931 y realizando una lucha de principios contra las corrientes oportunistas y revisionistas, tanto de izquierda como de derecha, que han amenazado y amenazan desviar al movimiento obrero y revolucionario.
La historia del PCS es la historia del desarrollo de la lucha política y reivindicativa de los trabajadores; es la historia del inicio de la organización y lucha revolucionaria de los campesinos; la historia de la lucha de nuestro pueblo por la democracia y por la emancipación de la dependencia del imperialismo; es la historia de la lucha por el socialismo; la historia del señalamiento y búsqueda del poder político para las masas trabajadoras y para el pueblo salvadoreño en general; del entrelazamiento consciente de la lucha de nuestro pueblo con la de otros pueblos de diversas razas y continentes; la historia de la conquista de derechos sindicales, de prestaciones sociales y económicas; la historia de la organización del movimiento obrero, del crecimiento de la influencia de las ideas del socialismo, de la divulgación y defensa del marxismo-leninismo en las peores condiciones de terror y persecución.
La lucha reivindicativa y revolucionaria de los trabajadores desde los años veinte, la promoción y la orientación de la lucha política popular, la mayor incorporación de sectores de las capas medias al campo de la revolución en nuestros días, han sido y son la cotidiana actividad del Partido de la clase obrera, el Partido Comunista de El Salvador, que ha entregado innumerables mártires y héroes en sus 45 años de vida.
Los primeros años del Partido
La actividad del Partido Comunista de El Salvador (PCS), en sus primeros años de existencia, estuvo empeñada en dar contenido nuevo, revolucionario, a la lucha de la clase obrera y a ensanchar su organización; en llevar la organización al campo y en enlazar las luchas del proletariado con las del campesinado.
Surgieron muy pronto las primeras organizaciones independientes de la clase obrera y de los campesinos, fundamentalmente en la zona central y occidental del país, las cuales enarbolaron sus propias demandas económico-sociales, comenzando, así, a diferenciarse de las organizaciones burguesas paternalistas.
Acorde con el acento de su actividad, el PCS levantó en alto la lucha por el cumplimiento de la jornada laboral de 8 horas, que había sido conquistada en junio de 1929 por la gran movilización promovida por la “Federación Regional de Trabajadores”, ya entonces dirigida por los comunistas; por pan y trabajo para los desocupados, en las condiciones de la crisis capitalista mundial que envolvía al país; por aumentos de salarios en el campo y en la ciudad; por mejor trato y mejores condiciones de trabajo; por la abolición del pago con fichas de cartón o de metal que se hacía en fincas y haciendas. El Partido también organizó en sus primeros días la lucha popular alrededor de demandas comunitarias, tales cono el abaratamiento de los alquileres y de las tarifas del alumbrado eléctrico; la construcción de mercados amplios e higiénicos por parte de las municipalidades; y la instalación del agua potable en las comunidades urbanas.
El PCS participó con sus propios candidatos en las elecciones de alcaldes el 3 de enero de 1932 buscando canalizar el interés de los trabajadores por ejercer sus derechos políticos y utilizar las elecciones como un instrumento de elevación de su organización, de su conciencia y un medio para conquistar derechos y libertades.
Fiel a su esencia proletaria internacionalista ,el PCS estableció desde sus orígenes relaciones con partidos comunistas y movimientos revolucionarios de Centro América, Latinoamérica y los Estados Unidos, y con el Partido Comunista de la Unión Soviética. Brindó activa solidaridad proletaria a la lucha emancipadora anti-imperialista encabezada por Augusto César Sandino en Nicaragua; creó e impulsó la actividad de la Seccional del Socorro Rojo Internacional en El Salvador, organización mundial para la solidaridad con los luchadores por la democracia, la liberación nacional y el socialismo en todos los continentes. En nuestro país el Socorro Rojo llegó, en pocos meses, a convertirse en una gran organización de masas.
En la época en que surgió el Partido revolucionario de la clase obrera, se encontraba en pleno desenvolvimiento la peor crisis económica que ha sufrido el sistema capitalista mundial (1929-32) , la cual repercutió gravemente en nuestro país, trayendo mayores sufrimientos a las masas populares, principalmente a las del campo. El brusco agravamiento de la desocupación, de la miseria, del hambre; la quiebra de pequeños y medianos comerciantes y dueños de talleres; la pérdida de sus pequeñas propiedades a manos de los prestamistas, por miles de personas mas del campo y las ciudades, junto con la represión y la indiferencia de los gobernantes ante las calamidades del pueblo, hicieron crecer la actividad política de las masas, hasta culminar con la insurrección del 22 de Enero de 1932.
Correspondió al PCS, conciente de su responsabilidad histórica, encabezar aquel levantamiento campesino y obrero en circunstancias extremadamente difíciles, en las que las masas estaban dispuestas a la acción armada y el partido no tenía la adecuada preparación ni experiencia política suficiente, dada su reciente fundación de hacía apenas 22 meses; y en condiciones en que la oligarquía y el gobierno martinista decidieron jugar la carta del terror reaccionario armado, como medio para aniquilar el formidable ascenso revolucionario de las masas que se venía operando desde principios de la década del 20.
El PCS, antes de la insurrección, trató de impedir el sangriento desenlace, incluso buscando una negociación con el propio General Hernández Martínez, tendiente a que cesara la represión sangrienta que estaba cobrando vidas en varios lugares del occidente del país (especialmente en el Departamento de Ahuachapán) , pero el tirano eludió y de hecho rechazó, la negociación. El plan del gobierno estaba trazado: llevar adelante la represión, hasta desesperar a las masas, y justificar así, la matanza que luego realizaría, como el medio elegido para conservar el predominio y el poder de la Oligarquía, históricamente caducado ya.
Los comunistas fueron entonces a la insurrección para no dejar solas a las masas, a merced de la criminal re presión que las sangraba en casi toda la zona occidental del país y para no abandonarlas a su suerte cuando el gobierno militar derechista había decidido ya avanzar de todas formas hacia la masacre; y, por otra parte, cuando las mismas masas, llevadas a la desesperación, se encontraban lanzadas por el camino de la insurgencia, como su única esperanza.
Ahora, 43 años después del levantamiento de 1932 ,cuando el Partido tiene una mejor visión de los errores ,deficiencias y debilidades cometidas entonces, no podemos, sin embargo, dejar de rendir tributo ferviente a aquellos camaradas y revolucionarios verdaderos que intentaron, por vez primera, conquistar el poder para loo obreros y campesinos, e iniciar la construcción de una nueva sociedad, libre de explotadores y explotados. El reconocimiento de sus obligaciones revolucionarias ante las masas populares, su convicción firme, su abnegada lucha ,su lealtad a los trabajadores hasta el sacrificio, non enseñanzas imperecederas de la primera generación de comunistas salvadoreños. A manera de representantes de esa lucha, mencionaremos algunos nombres de nuestros héroes y mártires: Agustín Farabundo Martí, Feliciano Ama, Alfonso Luna, Mario Zapata , Alberto Gualán , Francisco Sánchez. quienes simbolizan la abnegación y sacrificio de los pioneros de la revolución socialista en El Salvador.
La masacre y las calumnias anti-comunistas
Al ser derrotada la insurrección popular, se pasó a una salvaje carnicería ejecutada por las fuerzas militares del gobierno y por bandas armadas constituidas por elementos burgueses y terratenientes, bajo el hipócrita nombre de “guardia cívica”. Fueron asesinadas decenas de miles de personas por el sólo hecho de ser trabajadores, con el objetivo de implantar el terror contrarrevolucionario de los más grandes explotadores sobre los explotados y sobre el pueblo en general. La represión, llevada adelante con saña y sevicia, multiplicó muchas veces las cifras de lo caídos en combate, elevando de tal modo la cantidad de muertos hasta convertirse, en esos días, en el más grande genocidio en América Latina. Marcada por el estigma de ese crimen y de esa sangre, se estableció la dictadura militar de derecha que gobierna nuestro país desde entonces.
En lo últimos años, se ha avivado el interés de historiadores y sociólogos nacionales y extranjeros por investigar y analizar los sucesos de 1932, en El Salvador, y todos están de acuerdo en que las víctimas de la insurrección fueron relativamente pocas: la mayoría de ellas fueron muertas o heridas en combate, por ambas partes; y aquellos que no murieron combatiendo, sino ajusticiados por los insurgentes, en castigo de sus crímenes y su saña observada contra los trabajadores, se pueden contar con los dedos de las manos y salen sobrando dedos. Las decenas de miles de muertos fueron ocasionadas después de derrotada la insurrección.
Las historietas horripilantes de los comunistas arrasándolo todo, matando a todos , saqueando, violando mujeres, etc., fue inventada desde el principio hasta el final por los criminales vencedores, para justificar la salvaje matanza. Son ellos los que arrasaron, los que quemaron cientos de humildes ranchos, los que violaron mujeres, los que sembraron con cadáveres de trabajadores, prácticamente, toda la campiña de los departamentos do Ahuachapán, Sonsonate , La Libertad y algunos lugares de los departamentos de San Salvador y Santa Ana.
Los comunistas , vencidos , perseguidos implacablemente, no pudieron durante años defenderse de esas venenosas calumnias y, así, la reacción pudo divulgar y hacer prevalecer su pérfida patraña sobre los sucesos de 1932, haciéndola creer incluso a gente humilde y explotada de nuestro sufrido pueblo.
En los meses de 1932, siguientes a la masacre, los más firmes comunistas sobrevivientes se replegaron a distintos departamentos del país y casi inmediatamente se dedicaron a promover la lucha popular. El pueblo salvadoreño, por su parte, no se acobardó frente a la masacre, sino que siguió oponiendo valiente resistencia. He aquí algunos hechos que respaldan lo dicho, tomados de las páginas de la prensa de esos días:
Viernes 24 de junio de 1932 (La Prensa Gráfica) : “Los zapateros de Santa Ana se opusieron a que se les haga la concesión que han pedido los industriales Artiñano, de aquella localidad. Son apoyados por los zapateros de Sonsonate”. Los Artiñano querían fabricar zapatos de piel.
Sábado 2 de julio/32 (Diario del Salvador) : “El Comisionado Cantonal de los Amates, (jurisdicción de Sta. Tecla), acompañado de sus alguaciles llegó ayer a la Gobernación Departamental respectiva llevando un rollo de carteles de propaganda comunista, que amanecieron pegados en las paredes de las casas del cantón mencionado y los q’ dicho Comisionado quitó cumpliendo con su deber, como autoridad constituida”.
Jueves 7 de julio/32 (Diario del Salvador) : “Los destazadores de Sta. Tecla declarados en huelga compacta, amenazaron con destazar a los compañeros que trabajen o con darles una apaleada mayor.”
Lunes 1 de agosto/32 (La Prensa Gráfica) : “se declararán en huelga los médicos y practicantes del Hospital Rosales como protesta por la vuelta del Dr. García González a la Dirección de dicho establecimiento”.
Viernes 19 de agosto/32 (La Prensa Gráfica) : “Hay des contento entre algunos trabajadores de oriente porque se les paga un sueldo inferior y se les hace trabajar de sol a sol.”
Domingo 21 de agosto/32 (La Prensa Gráfica) “La Cámara de Comercio en Pequeño protesta porque la Compañía del Mercado trata insolente y despiadadamente a las vendedoras.”
Martes 4 de Septiembre/32 (Diario del Salvador): “En pie las protestas por el alza de los víveres en Ahuachapán”.
Miércoles 2 de noviembre/32 (Diario del Salvador):”Serio incidente entre los trabajadores y el Administrador de la hacienda “El Peñón”, de los señores Guirola; los señores Guirola, según se nos asegura, tienen establecido el sistema de vales y fichas desde hace mucho tiempo en sus haciendas. El suceso no tuvo graves consecuencias por la oportuna intervención que se le prestó”.
Los años 1933 y 1934, fueron testigos de la reiterada combatividad de los comunistas y de las nuevas y crueles olas de represión en su contra.
Reorganizar el Partido y emprender la lucha contra la tiranía martinista.
La tiranía martinista prohibió todo tipo de organización popular, nulificó los derechos y garantías constitucionales, instauró un régimen policial, fomentó la delación, puso a la orden del día el crimen político y los encarcelamientos prolongados, sin juicio ni orden judicial. Económicamente, se plegó a los designios de la oligarquía y en política internacional se alineó con los gobiernos nazifascistas de Alemania, Italia y Japón, hasta que Martínez fue forzado en 1941 por el gobierno de EE.UU. a “declararle la guerra” al Eje.
En 1934, el PCS, que había quedado prácticamente aniquilado, daba muestras de haber reiniciado su vida orgánica y se reponía lentamente. En 1936, se cumplió la etapa de la reestructuración del Partido al fusionarse los grupos de camaradas sobrevivientes que se encontraban dispersos en varios Departamentos del país, con el núcleo principal del Partido que funcionaba en San Salvador.
Luego de ese lapso dedicado a su reestructuración el PCS impulsó la lucha contra la tiranía martinista. La activación de la lucha de los trabajadores alrededor de sus demandas económico-sociales también ocupó la atención del Partido, impulsando la formación de uniones mutualistas de trabajadores según la rama de la producción o los servicios a que se dedicaran, dado que los sindicatos estaban prohibidos.
En la medida en que creció en el mundo la amenaza del fascismo y en que el tirano Martínez estrechaba sus vínculos con los gobiernos del Eje Roma-Berlín-Tokio, el Partido planteó la lucha contra el fascismo, alertó sobre su nefasto significado y llamó a combatirlo, tal como lo demandaba la Internacional Comunista y lo exigía la- conveniencia de la humanidad. En este afán, el PCS coincidió con las fuerzas antifascistas que existían dentro del país, pertenecientes a diferentes clases y grupos sociales, incluyendo a elementos burgueses.
La lucha contra el fascismo en El Salvador, dada la confluencia de múltiples factores políticos y económicos se tradujo también en la lucha contra la tiranía martinista, propósito en el cual gradualmente fueron coincidiendo numerosos sectores e intereses económicos de los que no quedaba al margen el propio Ejército.
De esa forma, en las tareas conspirativas para derrocar al General Maximiliano Hernández Martínez y terminar con la sangrienta dictadura de los 13 años, tuvo activa participación el Partido en el terreno de la propaganda y de la preparación de las organizaciones de masas para las tareas políticas que estaban previstas. Asimismo,
cumpliendo los acuerdos del Partido, numerosos comunistas tuvieron participación directa en las acciones armadas del 2 de abril de 1944 y en la preparación y desarrollo triunfante de la huelga general política (conocida como Huelga de Brazos Caídos) que consiguiera el derrocamiento del tirano de “las aguas azules” el 9 de mayo de 1944.
Desarrollo del movimiento popular a la caída de la tiranía
Al ser derrocado Martínez, las uniones mutualistas de trabajadores se tornaron en sindicatos y cobraron vida legal; el movimiento sindical se desarrolló a la par de protestas y huelgas realizadas en fincas, talleres y fábricas. El PCS constituyó la Unión Nacional de Trabajadores (UNT) con el propósito de que esta se convirtiera en partido político legal de los trabajadores. A través de la UNT el Partido orientó el movimiento huelguístico y promovió la organización creciente de sindicatos.
Las vacilaciones y traiciones del gobierno provisional encabezado por el General Andrés I. Menéndez, que sustituyera al tirano Martínez; la agudización de las contradicciones entre los diversos grupos sociales que participaron en el derrocamiento del tirano y la debilidad de la clase obrera y su Partido, que todavía no se reponía suficientemente del revés sufrido en 1932, permitieron que las fuerzas de derecha se reagruparan en torno a ciertos militares reaccionarios y dieran un golpe de Estado, el 21 de octubre de 1944. En la presidencia de la República fue colocado el Cnel. Osmín Aguirre y Salinas quien una vez en el timón del Estado, canceló las pocas conquistas democráticas que se habían conseguido y desarticuló al movimiento obrero mediante la represión.
Sin embargo, la represión, la cárcel y el destierro, no amilanaron a los patriotas salvadoreños, entre ellos los comunistas, habiéndose iniciado casi de inmediato la lucha contra el régimen. Como parte de esa perseverante y valiente lucha patriótica, se dan las fallidas acciones amadas de San Miguelito, (8 de diciembre) en San Salvador y la del Llano del Espino, en Ahuachapán (12 de diciembre) , combates en los que participaron numerosos estudiantes universitarios, obreros, profesionales y oficiales del Ejército. Numerosos comunistas de entonces y otros que vinieron después a las filas del PCS, participaron en esas acciones armadas.
Bajo las persecuciones de la tiranía osminista, el PCS promovió la actividad sindical, tomó medidas encaminadas a conseguir el funcionamiento clandestino de la dirigencia sindical, organizando el CROS (Comité de Reorganización Obrera Sindical) y creando un periódico de orientación laboral. Tal actividad permitió que se desataran las amplias acciones huelguísticas de 1946.
En la actividad del CROS están sintetizados los esfuerzos del Partido durante aquellos años para sacar adelante la lucha de los trabajadores, pese a las adversas circunstancias. Esto organismo, que desenvolvió inicialmente sus actividades en la clandestinidad, salió a la luz pública al ser derrocado el gobierno del General Castaneda Castro por el ‘Consejo Revolucionario”, el 14 de diciembre de 1948. El CROS, ya como organismo abierto, desarrolló ampliamente sus lazos con los trabajadores e impulsó la creación de los sindicatos. Esta actividad creció y se hizo más notable al ser conquistado por ese movimiento el reconocimiento del derecho a la organización sindical, primero en un decreto del mismo Consejo de Gobierno y, después , en la Constitución de 1950.
El CROS ganó el cariño y el reconocimiento de los trabajadores, convirtiéndose en el centro de dirección único del movimiento sindical, aunque en aquel tiempo no se conocía legalmente el derecho a crear una central sindical. El movimiento obrero resurgía, así, rescatando las cualidades más importantes legadas por la gloriosa Regional: la unidad de sus filas, la independencia clasista respecto al gobierno y la patronal y la vigorosa acción organizativa y combativa. El PCS resurgía como el Partido de la clase obrera salvadoreña, como su prestigioso destacamento organizador y dirigente.
Entre 1948 y 1952, el PCS desarrolló una extraordinaria actividad
por reagrupar al movimiento estudiantil en torno a la lucha por la democratización de la enseñanza superior y por la Reforma Universitaria. Los esfuerzos de los comunistas en la Universidad estaban dirigidos también a reafirmar los lazos de unión combativa entre el estudiantado y el movimiento popular, recogiendo las mejores tradiciones del movimiento universitario, especialmente aquellas que en 1944 lo colocaron en la primera fila de la lucha por derrocar a Martínez y luego a Osmín Aguirre.
Las grandes jornadas de la lucha estudiantil de aquellos años por la Reforma Universitaria y por plasmar en la Constitución de 1950 el reconocimiento de la Autonomía de la Universidad, el resurgimiento de “Opinión Estudiantil” con una orientación democrática y anti-imperialista, el activo movimiento de solidaridad con el gobierno democrático anti-imperialista de Arbenz en Guatemala, tuvieron a los comunistas entre sus principales promotores y sentaron bases para el progresivo desplazamiento de la influencia derechista en el Primer Centro de estudios de nuestro país.
Corno contrapartida, de esos avances, la reacción desató de nuevo la represión contra el PCS, esta vez por el gobierno del Coronel Oscar Osorio, llegado a la presidencia de la República por medio de un fraude electoral en 1950. En febrero de 1951 , tomando como pretexto la aparición en las paredes de San Salvador de un manifiesto del PCS , fueron capturados , torturados y después expatriados a Nicaragua varias decenas de miembros dirigentes y de base de nuestro Partido.
Sin embargo, el objetivo principal de dicha represión, que era la destrucción del CROS, no fue lograda más que de nombre. E1 lugar del CROS lo ocupó de inmediato, también bajo la dirección de los comunistas, el Comité Pro-defensa de los Derechos Laborales, que se dio a la tarea de defender las conquistas de los trabajadores en el terreno del derecho laboral, agredidas por la embestida represiva. Reorganizó rápidamente las directivas sindicales afectadas por las capturas y la persecución; continuó la organización de nuevos sindicatos e impidió que el movimiento sindical fuera dividido por la pandilla de agentes adiestrados y pagados por la ORIT (Organización Regional Interamericana de Trabajadores, dirigida desde los EE.UU.: por conocidos agentes del imperialismo) . Esto fue lo que más dolió al gobierno.
El auge del movimiento obrero y popular continuó avanzando y adquiriendo más combatividad, la represión no había logrado paralizarlo. Por eso, en septiembre de 1952, el gobierno de Osorio descargó un nuevo golpe contra el PCS, inventando para ello haber descubierto “un complot comunista” fraguado y dirigido desde el extranjero, “desde Moscú y Pekín”.
Esta segunda represión del gobierno d Osorio, más extensa y más cruel que la anterior, logró temporalmente sus fines: condujo a la división del movimiento sindical, y al rebajamiento de la lucha popular democrática. Los sindicatos descabezados por la represión, fueron puestos bajo la dirección obligada de los lacayos del divisionismo formados por la ORIT. El PRUD ( partido oficial de entonces) logró así un breve periodo de tranquilo reinado, mediante el exilio de decenas de patriotas y llenando las cárceles con otros tantos, a los que se torturaba a diario con la fatídica ‘capucha” y manteniendo una permanente persecución contra los activistas y cuadros de las organizaciones populares.
Sin embargo, no pudieron ser sometidos todos los sindicatos a los designios de los agentes del imperialismo y un firme núcleo se mantuvo en pie, resistiendo la arbitrariedad, la persecución y toda clase de presiones . El movimiento estudiantil también pudo retornar a su cauce progresista, a pesar de la persecución y la delación contra los estudiantes comunistas. El PCS, aunque duramente golpeado por la represión, no pudo ser desarticulado y prosiguió su desenvolvimiento orgánico, en medio de aquellas difíciles condiciones.
El Coronel Osorio terminó su periodo presidencial en medio de agudas contradicciones dentro de su equipo de mando de la Fuerza Armada y del PRUD, entre estos se contaba a los dirigentes sindicales oritianos divisionistas.
Esta situación condujo a que el nuevo Presidente ,Coronel José María Lemus, considerara necesario iniciar su periodo con medidas tendientes a relajar el ambiente represivo heredado de su antecesor y fue así como se derogó la “Ley de Defensa del Orden Democrático Constitucional” (Ley anti-comunista) , dictada en los días siguientes a la represión de septiembre de 1952. Aquella ley reaccionaria, hipócritamente dedicada a defender el inexistente “orden democrático”, fue una copia casi textual de la Ley de “Defensa de la Democracia” (bautizada popularmente como “Ley Maldita”) que poco antes había dictado el traidor Gabriel González Videla, en Chile. De esta manera fue también que se permitió el retorno de todos los exiliados políticos, debiéndose subrayar que en ese momento (1956) , todos los exiliados salvadoreños eran comunistas, y la mayoría de estos obreros sindicalistas.
Aquella coyuntura política no sólo abrió las fronteras para el retorno de los comunistas exiliados ,sino que también entreabrió la posibilidad de reunificar al movimiento sindical. El PCS se lanzó a esta tarea con todo su entusiasmo y sus fuerzas, aumentadas por el retorno de los compañeros que traían un nuevo bagaje de experiencia y conocimientos adquiridos durante su militancia en otros Partidos Comunistas hermanos del continente, mientras estuvieron desterrados.
Lucha por la reunificación sindical y por el desarrollo del movimiento democrático
Esta causa culminó en 1957, con la formación de la Confederación General de Trabajadores Salvadoreños (CGTS) en el Primer Congreso Nacional de Unidad Sindical. Este esfuerzo del Partido y de la clase obrera no pasó desapercibido para la burguesía y la embajada norteamericana quienes rápidamente se lanzaron a la contraofensiva debilitando a la CGTS y desmembrando varios sindicatos de su seno para constituir la confederación General de Sindicatos (CGS) . En esta sucia labor debilitadora de la clase obrera, se contó con la venia oficial. Se estimularon la corrupción y el oportunismo en muchos dirigentes sindicales, que se prestaron a semejante maniobra. Es justo reconocer que cierta dosis de sectarismo, con la que entonces actuamos los comunistas, ayudó a los divisionistas en sus tareas.
En esta década de los años cincuenta, fue cuando el PCS, dando muestras de completa recuperación y de comprensión del papel que debía asumir como guía revolucionario de la clase obrera y del pueblo trabajador, se esforzó por crear los variados instrumentos de lucha que vinieron a dar una nueva configuración a la actividad política en el país y a estructurar un movimiento independiente de la izquierda. Esos avances organizativos y esas luchas son los basamentos en los cuales se fundamenta la lucha política actual de nuestro pueblo.
En la universidad se creó, en 1954, Acción Estudiantil Universitaria (AEU) , como frente político revolucionario, en oposición a los grupos activos de la derecha y de las corrientes conservadotas de la iglesia católica que, aprovechándose del exilio de valiosos dirigentes estudiantiles, pretendieron dominar la situación en el Alma Mater.
En 1956 se dieron los primeros pasos para crear una organización revolucionaria de la juventud, sucediéndose la formación de los clubes “Lamatepec” y “Tazumal” y la Asociación de la Juventud 5 de Noviembre. Esta última, formada en 1958, ayudó a desarrollar las inquietudes patrióticas en numerosos jóvenes obreros, estudiantes e intelectuales en San Salvador y Santa Ana, principalmente. Jóvenes surgidos en la “5 de Noviembre” crearon la Unión Nacional do Estudiantes de Educación Media (UNEEM) .
En 1960, en plena lucha contra la represión desatada por José María Lemus a finales de su gobierno, fue creada ”Vanguardia de la Juventud Salvadoreña” (VJS) , frente juvenil del Partido, base y antecedente importante de la actual Juventud Comunista; y fue creada, asimismo, , la “Federación Magisterial “, uno de los núcleos que afluyeron después a la creación de “ANDES” en 1966.
En esa misma década se impulsó la actividad cívica y reivindicativa de la mujer salvadoreña, lo cual dio como resultado la formación de “Fraternidad de Mujeres Salvadoreñas”, en 1956.
En el afán de que las fuerzas de la izquierda tuvieran más vivencia en el país y contaran con su propia organización política que las armonizara, el PCS, junto a diversas personalidades de pensamiento progresista, formaron el “Movimiento Cívico Abril y Mayo’, en 1959 que posteriormente, dio origen al ‘Partido Revolucionario Abril y Mayo” (PRAM). El PRAM contribuyó grandemente a la educación política de apreciable cantidad de salvadoreños y encabezó memorables jornadas en la lucha de nuestro pueblo contra los gobiernos de Lemus, el Directorio Cívico Militar y durante la administración del Coronel Julio A. Rivera.
Con una clara visión de la necesidad de un frente unido democrático para enfrentar al dictatorial gobierno de Lemus y luchar por un pliego de demandas democráticas, entre ellas la reforma a la Ley Electoral, el PCS participó activamente, junto con diversas organizaciones políticas, gremiales y estudiantiles, en la constitución del “Frente Nacional de Orientación Cívica” (FNOC) que dirigió la lucha contra ese régimen y contribuyó grandemente a su derrocamiento en octubre de 196O.
El funcionamiento de todas estas organizaciones de masas, con sus variadas actividades y luchas, forjó incontables activistas y cuadros revolucionarios y democráticos y abrió paso a una conciencia política popular más avanzada, comenzando a liquidar el oscurantismo en que sumió al país la matanza de 1932. Este nuevo auge combativo sentó premisas para los pasos de avance mayores, que vinieron después, en el terreno organizativo, político e ideológico en nuestro país.
La perspectiva del poder político en la lucha del PCS
El cambio gradual de la correlación de fuerzas políticas internas; los impresionantes éxitos del socialismo en el mundo; el debilitamiento del sistema de dominación colonial imperialista y, con ello, el vuelco definitivo de la correlación de fuerzas en favor del socialismo; y la presencia de la Revolución Cubana en el continente latinoamericano, para no mencionar más, dieron a la lucha de nuestro Partido mayor impulso y nuevas perspectivas.
Tales cambios en la dinámica del proceso revolucionario llevaron al PCS a plantearse el problema de la toma del poder político. Con el propósito de dar respuesta a esa necesidad histórica, el Comité Central del partido, en su reunión ampliada de abril de 1961, trazó en líneas generales la estrategia y la táctica de la Revolución de Liberación Nacional Salvadoreña, determinando las fuerzas motrices de la misma y señalando la vía armada como la más probable; y reconociendo, como cuestión de principio, la necesidad de formar el frente democrático al mismo tiempo que elevar a la clase obrera a su papel de vanguardia.
Las conclusiones del Comité Central fueron puestas en práctica de inmediato. La ejecución, llevada a cabo en el marco de la lucha contra el terror impuesto por el Directorio Cívico Militar a partir del 25 de Enero de 1961, tuvo la activa participación de las capas políticamente más avanzadas de las organizaciones de masas existentes entonces: sindicatos, asociaciones estudiantiles, Vanguardia de la Juventud Salvadoreña (VJS) , Federación Magisterial, Partido Revolucionario Abril y Mayo, etc. las cuales constituyeron organismos clandestinos de acción, fundándose después de pocos meses, como producto del proceso, el Frente Unido de Acción Revolucionaria (FUAR) , organización compuesta por varias columnas de combatientes que se proponía convertirse en el instrumento del pueblo en la lucha por la revolución.
Dos años después de constituido el FUAR, la oligarquía burguesa-terrateniente había superado la crisis eco nómica y política coyunturales por la que venía atravesando, resolviendo los problemas que habían conducido a que se planteara objetivamente aunque en forma incompleta, una situación revolucionaria. El PCS, oportunamente, corrigió la línea de acción que aplicaba, desplegando interés por fortalecer su ligazón con la clase obrera industrial, que se desarrollaba notablemente y en restablecer sus relaciones con sectores sociales que, en la aplicación de aquella línea unilateral había descuidado.
Fue el V Congreso del Partido, celebrado en febrero de 1964, el que se encargó de proseguir la elaboración de la estrategia del Poder que había sido iniciada por el Comité Central en 1961. El Congreso modificó la calificación que se hacía del país, caracterizándolo como país dependiente en desarrollo capitalista; cambió su apreciación sobre el tipo de revolución que está planteada en la presente etapa histórica, definiéndola como Nacional Liberadora, Agraria, Democrática y Popular; previó el transito rápido al socialismo, con la condición de que la clase obrera sea clase hegemónica de la revolución; asentó la eventualidad de un régimen de transición previo a la Revolución Nacional Liberadora.
El V Congreso también dotó al Partido, por primera vez en su historia, de un Programa General y un Programa Agrario que, en calidad de proyectos, fueron aprobados.
Posteriormente, los órganos dirigentes del Partido han elaborado orientaciones político-militares que fundamentan su concepción sobre la vía de la revolución, culminando así la etapa de la elaboración de la teoría del PCS sobre la revolución en El Salvador. De esta manera, nuestro Partido es la única organización revolucionaria que le muestra a nuestro pueblo un camino claro, objetivos concretos y un Programa revolucionario para su emancipación.
Lucha por el fortalecimiento del movimiento democrático. Hacia un régimen anti-oligárquico y anti-imperialista.
Cumplida esta etapa de la vida del Partido Comunista de El Salvador, este cobró una estatura política mayor ya no sólo entre el movimiento democrático y revolucionario, sino también ante adversarios y enemigos. Desde entonces, no han podido, al elaborar los primeros sus planteamientos; o pretender oscuros designios, los segundos, dejar de tomar en cuenta el papel que juega el Partido en el quehacer político nacional.
Así, la formación de mayor número de sindicatos; el desarrollo del movimiento huelguístico a partir de 1967; y la lucha creciente por la unidad de la clase obrera, han tenido en el PCS el principal impulsador y defensor. esto explica el desprestigio en que se han venido sumiendo los dirigentes sindicales oficialistas y proimperialistas, así como el debilitamiento de las organizaciones que controlan. El fortalecimiento de la tendencia unitaria, que hoy se abre paso entre el movimiento sindical del país, en buena medida, fuera de otras causas que existen, se debe a la lucha emprendida por el Partido contra el oportunismo y la corrupción y a favor del mayor elevamiento del papel de la clase obrera en la vida política del país.
La causa del magisterio nacional ha tenido en el PCS un incondicional apoyo, primero en las tareas grises, duras y anónimas, por la formación de la asociación de maestros y posteriormente, en las huelgas del gremio, realizadas en 1968 y 1971. En la primera, ofrendaron sus vidas, cumpliendo con su deber de comunistas, los queridos camaradas Saúl Santiago Contreras y Oscar Gilberto Martínez Carranza.
Por su destacada actividad política al frente de la lucha popular, encontraron la muerte a manos de los carceleros de nuestro pueblo, los militantes de nuestro Partido: Dr. Alberto Vásquez Cárcamo (en 1968) , el Ingeniero Agrónomo Carlos Humberto Rivera y el pequeño agricultor Juan Pío Aparicio (en 1971) y el joven dirigente sindical Jorge Alberto Morán Cornejo (en 1974).
En el despertar del campesinado y de los obreros agrícolas a la lucha popular ,el PCS ha hecho, asimismo, una gran contribución junto con otras fuerzas, logrando impulsar su organización y promover muchas de sus luchas por la tierra, contra los desalojos, por mejores salarios y prestaciones laborales, por la reforma agraria, y por un gobierno democrático popular, anti-imperialista y anti-oligárquico, que realice la transformación radical del país.
La lucha revolucionaria que e PCS viene promoviendo ha logrado generalizar la convicción de que el nuestro es un país dependiente y atrasado, que son la oligarquía y el imperialismo los responsables de esta situación. Esto ha puesto en el centro del debate político nacional la disyuntiva de cambios o conservación del sistema, obligando a los diversos partidos y organizaciones, representativos de las diversas clases sociales, a adoptar una posición frente a esta disyuntiva y permitiendo a las grandes mayorías populares adoptar una posición política claramente enfilada contra el sistema socio-económico y político imperante, rechazando las falsas y demagógicas posturas progresistas que hoy se ve obligada a adoptar la dictadura militar derechista para subsistir.
Trabajando hacia este objetivo fuimos participes principales de la estrategia puesta en práctica en las elecciones presidenciales de 1967 por el agrupamiento de izquierda que apoyó las candidaturas presentadas por el Partido Acción Renovadora (PAR) . En 1971 nuestro Partido diseñó una línea de unidad amplia de fuerzas progresistas para luchar por un gobierno democrático, comprometido con su Programa de cambios económico-sociales anti-oligárquicos y anti-imperialistas. Siguiendo este planteamiento, hemos dado nuestra contribución activa a la formación del mayor agrupamiento político de los últimos tiempos, que lucha por la independencia, los cambios, la democracia y el progreso a través de la Unión Nacional Opositora.
Actualmente, el PCS ha formulado, el planteamiento de la lucha por un gobierno democrático, anti-oligárquico y anti-imperialista, como la salida de contenido popular y revolucionario para sacar al país de la crisis, liquidar la dependencia y el subdesarrollo y mejorar las condiciones de vida de la población salvadoreña. Formando parte de este planteamiento sostenemos la necesidad de formar un frente democrático antiimperialista, con la mayor amplitud, en el que deben tener cabida organizaciones o individuos representativos de la clase obrera, los campesinos, las capas medias y la pequeña burguesía. Dentro de esa amplitud, los comunistas valoramos altamente lo que pueden hacer los militares con pensamiento democrático e innovador, para que la Fuerza Armada marche efectivamente del brazo del pueblo en su lucha hacia la liberación y hacia la conquista de sus metas de democracia y progreso social.
Frente a la perspectiva cierta de que la lucha popular por alcanzar el poder del Estado ha de recrudecerse en el futuro próximo, los agentes del imperialismo norteamericano y de la recalcitrante reacción terrateniente-burguesa interna, traten de imponer al país la coyunda de un gobierno fascista, es decir, de un gobierno brutalmente represivo que arrase, incluso, con las precarias libertades y derechos ahora tolerados al pueblo salvadoreño; como única vía que tienen a mano aquellos sectores de las clases dominantes que por el carácter de sus intereses no pueden ofrecer esa otra alternativa de solución a la crisis económica y política en desarrollo, la que temen desemboque en una revolución popular triunfante.
El PCS ha venido denunciando este peligro y alertando en su contra, ha llamado a cerrar filas para cortarle el paso al fascismo. Lo comunistas tenemos claridad acerca de que ante el fascismo hay que realizar múltiples y variadas alianzas democráticas e incluso, unir en un amplísimo frente común a las más diversas fuerzas, aunque no coincidan todas ellas en el Programa de las transformaciones económica-sociales o sólo coincidan en una parte del mismo.
Contra el fascismo deben marchar, ante todo, las fuerzas más organizadas y combativas, realizando una resuelta lucha, pero también hay que atraer para oponerlos al fascismo, a todos aquellos que, sin ser capaces de la misma combatividad, realicen en contra de ese peligro cualquier tipo de oposición, bajo cualquiera forma. es un grave error de sectarismo que puede aislar a las fuerzas revolucionarias y llevarlas a la derrota, exigir que para ser reconocido como anti-fascista debe aceptarse tales o cuales formas de lucha, tales o cuales postulados ideológicos, o aceptar el mismo Programa por el que los revolucionarios luchamos.
El PCS esta conciente de que la lucha anti-fascista puede llegar a convertirse en la tarea central, sino también única, para todo el movimiento revolucionario y para todo el movimiento democrático, pero considera que estando hoy a la orden del día la necesidad de obstruir y detener la escalada en que están empeñados los fascistas la tarea central continúa siendo la lucha por conquistar un gobierno democrático, anti-imperialista y anti-oligárquico y que un prematuro planteamiento del anti-fascismo como tarea única tal como lo exige cierto sector da la ultra-izquierda , conduciría en la práctica a malograr las posibilidades revolucionarias que vienen implícitas en el desarrollo de la crisis económica y política del sistema capitalista, a nivel internacional y nacional.
El PCS, parte del Movimiento Comunista Internacional
El fortalecimiento del papel e importancia del Partido en la vida política nacional, ha venido acompañado de el desarrollo e incremento de su actividad en la arena internacional, como parte del Movimiento Comunista Internacional. El relativo aislamiento internacional en que se encontraba aún en la década de los años 50 ha sido de lado atrás de manera notable y, actualmente, pese a sus limitaciones, nuestro Partido tiene un trabajo internacional creciente y activo.
Participó en los Conferencias de Representantes de Partidos Comunistas y Obreros del MCI realizadas en Moscú, en los años de l957, 1960 y 1969; asistió a la reunión de Partidos Comunistas de América Latina, realizada en La Habana el año de 1964; ha enviado delegaciones a numerosos eventos internacionales realizados en países socialistas, tales como Congresos de los Partidos hermanos en el poder, reuniones diversas y encuentros de la Revista Internacional, órgano permanente del Movimiento Comunista Internacional.
A nivel regional, el PCS ha participado activamente en las nueva Conferencias de partidos Comunistas de Centroamérica, México y Panamá, que se han realizado desde 1961 hasta 1974, ha estrechado relaciones con cada uno de los partidos Comunistas de la región, con los que realiza frecuentemente encuentros bilaterales de información, evaluación y coordinación. Ha sido preocupación del PCS la superación de la secuela dejada por el conflicto armado entre nuestro país y Honduras, habiendo pro movido nacionalmente y en la región lo necesario para desarrollar un movimiento popular y otras presiones a favor de la solución pacifica y negociada del conflicto. Las constantes opiniones alrededor de este asunto y la declaración conjunta firmada con el Partido Comunista de Honduras, que ofrece una fórmula concreta de arreglo, son evidencia de la preocupación del PCS en este terreno.
En lo que se refiere al cumplimiento de sus deberes internacionalistas, el PCS , en la medida de sus posibilidades, ha prestado activa solidaridad moral e incluso material a la lucha de numerosos pueblos y movimientos revolucionarios de los distintos continentes. Últimamente se destaca la actividad promovida para apoyar la causa del pueblo vietnamita contra el imperialismo agresor y completar la reunificación del país, la solidaridad activa con el pueblo hermano y patriotas chilenos, durante el gobierno de la Unidad Popular, y posteriormente a su derrocamiento, contra la Junta Militar fascista; la solidaridad con el pueblo hermano y el movimiento revolucionario de Guatemala ha sido tarea permanente de los comunistas salvadoreños. La defensa de la Revolución Cubana, ante el cerco criminal y las agresiones militares yanquis han constituido una de las tareas de primer orden del PCS.
Especial significación tienen para nuestro Partido las estrechas relaciones establecidas y desarrolladas constantemente con el Partido Comunista de la Unión Soviética (PCUS), bastión invencible de la lucha del proletariado mundial y de los pueblos oprimidos contra el capitalismo y la explotación, vanguardia indiscutible del socialismo y el comunismo en el mundo de nuestros días. Estas relaciones han permitido el conocimiento de nuestro país y de sus problemas en la Unión Soviética; lo mismo que han contribuido al establecimiento de relaciones comerciales entre El Salvador y la URSS y serán decisivas en las tareas económico-técnicas que se le plantean al país en su lucha contra la dependencia y el subdesarrollo.
Aprender de los aciertos, pero también de los errores.
Como es natural, en la vida de nuestro Partido se han registrado desviaciones, errores y debilidades. La superación de tales errores y debilidades ha sido una tarea ardua y de naturaleza compleja: política, ideológica y organizativa. El PCS ha aprendido y aprende no sólo de sus aciertos, de sus éxitos, sino que también de sus reveses, de sus equivocaciones. Por ello, el PCS, no tiene la menor intención de ocultar sus errores.
En los primeros pasos de nuestro Partido, asomaron cabeza rasgos de sectarismo y economicismo que, bruscamente, se tornaron en errores del tipo opuesto, en errores de izquierdismo infantil. Para ese entonces, esta desviación izquierdista estaba justificada por la corta edad política de los comunistas y de su Partido y además, reflejaban en cierta manera, la influencia ideológica que en aquellos años desplegaba el trotskismo en algunos sectores del movimiento comunista internacional.
En el período siguiente a la masacre, hasta el derrocamiento de la tiranía martinista, el. PCS tuvo una vida orgánica precaria, en la que predominaba un clandestinismo casi absoluto que, en muchos momentos, lo mantuvieron aislado de las masas. Los éxitos del trabajo da los comunistas en esos años estén ligados a los esfuerzos que algunos de sus miembros y organismos realizaron para vincularse al trabajo organizativo de las masas, a su orientación política, creando organizaciones que hoy constituirían, por su naturaleza, formas muy atrasadas , como las asociaciones mutualistas. Sin embargo, en esos tiempos, bajo al férula de la tiranía martinista, eran casi la única posibilidad de agrupar a los obreros.
En general, durante este período se disputaban la orientación del Partido dos corrientes ideológicas y políticas sustentadas dentro de su membresía. Una de esas corrientes tenía su fundamento en la nueva generación de comunistas llegados a las filas del PCS después de la masacre. Entre ellos se destacaba un influyente núcleo de estudiantes universitarios e intelectuales que ingresaron imbuidos de pretensiones teorizantes, propias de su extracción social y que no supieron ayudar a los antiguos miembros obreros y campesinos , en muchos casos artesanos, en el. conocimiento de la teoría, sino que les reprochaban su poco dominio de la misma, culpándolos de todos los reveses sufridos. Se abrió así una lucha interna, que debilitó durante años la capacidad organizativa y de acción del PCS , y en la cual se manifestaron tendencias divisionistas de variado tipo.
La composición social del PCS, se tornó predominante pequeño-burguesa y, con ello, las desviaciones de derecha alentadas por las conciliadoras concepciones del dirigente comunista norteamericano Earl Browder, a fines de la II Guerra Mundial, encontraron por poco tiempo un punto do apoyo dentro del PCS. Ello no obstante, la luche contra Martínez fue un factor unificador decisivo y el PCS pudo hacer un considerable aporte al derrocamiento y a la reorganización del movimiento obrero y popular en los cinco meses y medio que siguieron a su caída.
Es muy importante señalar que las disensiones ideológicas internas no condujeron, como en otros Partidos Comunistas latinoamericanos en esos mismos años, a la división de nuestro Partido.
Durante todos esos años, hasta comienzos de la década del cincuenta, fue una característica muy sobresaliente del PCS su inestabilidad orgánica. Muchos de aquellos “brillantes” intelectuales que llegaron a sus filas e incluso alcanzaron los primeros cargos de dirección, los abandonaron después, algunos en franca y repugnante deserción y hasta traición.
Es a partir de los primero años del cincuenta que avanzó el proceso de la consolidación orgánica del PCS, en medio de parciales retrocesos. Sin embargo siguió siendo predominantemente pequeño-burguesa y artesanal la composición de su membresía hasta 1970, año en el que, después del VI Congreso, dio comienzo una sistemática rectificación en todos los aspectos de la vida y la política del Partido, que han conducido a un radical cambio en su composición social. Ahora, nuestro Partido tiene una composición predominantemente proletaria (63%) y entre su militancia proletaria predominan los obreros fabriles y agrícolas y no los de taller artesanal; el segundo lugar en la composición del PCS corresponde a las capas medias urbanas asalariadas y en tercero y último lugar se encuentra la militancia procedente de la pequeña burguesía, propiamente tal, es decir, de la capa de pequeños propietarios, urbanos y rurales.
Por eso, mientras la composición del Partido del proletariado no era, en los hechos, proletaria, su política y su ideología estaban expuestas a bandazos desviacionistas. Así, por ejemplo, durante los meses de la Junta de Gobierno que derrocó a Lemus, a la par del decisivo esfuerzo de los comunistas en la promoción de la organización popular, estuvo el inicio de una nueva edición de sectarismo que condujo a facilitar la ruptura del Frente Nacional de Orientación Cívica y la unidad de la AGEUS, objetivos por los que luchaba la reacción anti-comunista y anti-democrática, para frenar el avance revolucionario popular en nuestro país. Después de la caída de la Junta el 25 de enero de 1961, el CC del PCS hizo un análisis fundamentalmente correcto al señalar que el país vivía un proceso de maduración objetiva de una situación revolucionaria y que, por tanto, había que poner rumbo hacia las taras relativas a la conquista del poder. Pero al aplicar esa orientación, el PCS fue incurriendo más y más, en un error de izquierdismo, que condujo a unilateralizar las formas de lucha casi exclusivamente al terreno de una agitación que anunciaba el pronto inicio de la lucha armada revolucionaria y desnaturalizó el papel de diversas organizaciones de masas, especialmente de los sindicatos. La desviación izquierdista fue corregida mediante un largo confrontamiento ideológico en el seno del Comité Central, el cual se desarrolló y culminó dentro del absoluto respeto de las normas de vida partidaria y, par tanto, no acarreó ni el más leve peligro fraccionalista. El V Congreso (1964) coronó la corrección de la desviación izquierdista.
No obstante los llamamientos a evitar que le corrección del error de un tipo condujera a incurrir en el de tipo opuesto, en los hechos tal tendencia apareció duran te 1964-66, bajo la forma del abandono, casi absoluto, de la lucha política y del fomento de la organización política de masas, para concentrar todos los esfuerzos en el terreno de la lucha y la organización por demandas económicas y sociales. Al corregirse esta desviación de derecha en los años 1966, 67, 68, no se realizó una lucha ideológica radical en su contra, junto con las medidas prácticas que se adoptaron. De esta forma, las raíces de la desviación economicista (de derecha) , quedaron vivas entre los cuadros comunistas del movimiento obrero y fueron capaces de dar origen a nuevos tallos y frutos en diferentes momentos, desde entonces. Aún hoy, esas raíces ideológicas del economicismo no han sido totalmente erradicadas y destronadas, pero el PC; se empeña en esta tarea, con toda resolución, especialmente a partir de los acuerdos de la Comisión Política y del CC en los últimos meses.
Por otra parte, el no haber desenmascarado consecuentemente la ideología economicista, que es una forma de influencia de la burguesía y la pequeña burguesía sobre la clase obrera, quedo preparado el terreno para que resurgiera la desviación izquierdista bajo nuevas formas, esta vez también entre los comunistas del movimiento sindical, empuñando la bandera de la lucha contra el economicismo, el burocratismo, etc.
El izquierdismo es una ideología pequeño-burguesa. Tiene, pues, una raíz de clase común con el economicismo y pudo alcanzar cierta influencia entre los jóvenes comunistas (especialmente estudiantes e intelectuales)y ciertos núcleos de miembros del PCS en el sector sindical, ligados a la producción de los talleres artesanales que, como se sabe, es una forma de producción impregnada del espíritu pequeño-burgués, de la sicología del pequeño propietario.
Durante el conflicto con Honduras en 1969, la Comisión Política del Comité Central incurrió en graves errores de derecha, bajo la forma de concesiones al nacionalismo reaccionario burgués. Aunque el PCS denunció el peligro y la naturaleza reaccionaria, burguesa, de la guerra que se preparaba y realizó una campaña de mítines ,asambleas obreras de discusión, charlas y mesas redondas, etc., en las que se llamaba a impedir la guerra y a buscar una justa solución pacífica y negociada, no desenmascaró consecuentemente las causas verdaderas del conflicto y, una vez iniciada la invasión sobre Honduras, cesó nuestro partido de condenar aquella guerra, dejando a las masas a merced de la propaganda patriotera del gobierno y de las clases dominantes.
Estos errores fueron deliberadamente exagerados por los izquierdistas, que ya habían formado fracción en el Partido. Ocultaban todo lo que el Partido hizo contra esa guerra, incluso corriendo graves riesgos para su vida de parte de los comunistas que fueron a las plazas públicas (los miembros de la C. P. entre ellos); y únicamente reconocían las debilidades y errores, basándose ,con perfidia, en documentos que no llegaron a circular fuera de nuestras filas.
Los izquierdistas no estaban tan interesados en corregir esos errores, sino en utilizarlos como bandera para dividir al PCS. Así quedó demostrado después, cuando a pesar de que el Comité Central hizo un balance en que se señalaron y condenaron esos errores, la fracción izquierdista continuó empeñada en su labor divisionista. Pero los izquierdistas fracasaron en sus planes de dividir al PCS; sus pretensiones fueron rechazadas, prácticamente, por toda la membresía y ellos optaron por renunciar del Partido y retirarse a formar grupo aparte.
Entre los pocos que se fueron, había algunos elementos valiosos que habrían sido salvados si la lucha ideológica se hubiera realizado consecuentemente contra el economicismo y, luego, contra el izquierdismo, desde fines de 1967.
El PCS es ahora blanco de los ataques, no sólo de la reacción, sino también de los diversos grupos ultra-izquierdistas; pero la defensa de nuestro Partido la concebimos, ante todo, como un esfuerzo por desarrollarlo y superar sus defectos y no como una defensa ciega que no reconoce los errores propios.
No es casual, por ello, que el PCS esté creciendo y desarrollándose en cantidad y calidad, poniéndose en condiciones de hacer un aporte más decisivo a la lucha revolucionaria de nuestro pueblo.
El PCS es ahora, más que en ningún otro momento, más fuerte y unido, conoce mejor los problemas del país y del mundo, tiene más variados y sólidos vínculos internacionales de hermandad y solidaridad proletaria; posee una línea más correcta y clara, más ampliamente aceptada; posee variadas y amplias alianzas políticas y relaciones amistosas con las diversas fuerzas democráticas y populares en nuestro país.
Si en 1932 el PCS no pudo ser destruido, ni siquiera con aquella brutal matanza, menos puede ser destruido hoy.
El PCS es un firme e imperecedero bastión y destacamento de combate del proletariado y del pueblo salvadoreño; es un destacamento probado del proletariado mundial.
Enseñanzas históricas del PCS
Al conmemorarse el 45 Aniversario de la formación del Partido Comunista de El Salvador y reparar en las diversas etapas y acontecimientos que rodean su vida, contenidos en el anterior bosquejo histórico, las generaciones actuales de comunistas, tanto del Partido como de la Juventud, así como los obreros, campesinos, intelectuales, estudiantes, maestros, etc. , están en mejores condiciones de valorar el valioso aporte que el Partido ha prestado y sigue prestando a las luchas de nuestro pueblo. Sabrán valorar más los inmensos sacrificios que ha sufrido para hacer avanzar el proceso revolucionario ; comprenderán la relación que hay entre la actividad del partido y las conquistas democráticas, laborales, económicas, sociales que han conseguido los trabajadores y diversos sectores sociales en los 9 lustros transcurridos desde su fundación.
Ello también permitirá apreciar la causa por la que el Partido posee prestigio y constituye, objetivamente, la principal y más experimentada fuerza revolucionario del país y probada vanguardia del proletariado. Del mismo modo, la modificación de la correlación de fuerzas internas, menos favorable; a la oligarquía y al imperialismo, confirma la causa de nuestro Partido y permite prever que el objetivo por el cual lucharon aquellos que en 1932 “intentaron el asalto al cielo”, esta más próximo y cuenta con la simpatía creciente de cientos de cientos de miles de salvadoreños.
Los 45 años de la lucha abnegada y valerosa del PCS, están llenos de enseñanzas y lecciones, las que deben ser estudiadas por comunistas y revolucionarios en general. Su vida es la historia de la revolución social en El Salvador; su teoría es la teoría más revolucionaria de la emancipación de la clase obrera y nuestro pueblo. Su rica experiencia conoce la utilización de las más diversas y variadas formas de lucha. No cabe ninguna duda, que la lucha del PCS es una escuela viva de comunismo, de lucha por la vigencia de los principios internacionalistas del proletariado y de militante solidaridad en la lucha de los diversos sectores y organizaciones populares del país.
De esas enseñanzas , ahora enumeramos las principales que deben tenerse en cuenta para el desarrollo ulterior del proceso revolucionario:
1. La lucha del proletariado salvadoreño en contra de su opresores, obtuvo un cambio cualitativo notable con el surgimiento del Partido Comunista, ampliando su perspectiva fuera de los marcos estrechos de la lucha puramente económico y concibiendo la necesidad de la toma del poder político, como condición para construir una vida mejor sin explotados ni explotadores.
2. El proletariado únicamente puede avanzar en la lucha cuando une las reivindicaciones económicas a los objetivos políticos y cuando cuenta con un Partido revolucionario intransigente frente a los revisionistas y oportunistas; lo mismo que, audaz y valiente contra la burguesía y sus instrumentos de poder.
3. El partido de la clase obrera, no puede cumplir su misión de vanguardia de la clase obrera, de dirigente y organizador de la revolución, si no posee y domina la teoría marxista-leninista, si no cuida de su pureza, sin convertirla en dogma.
El marxismo da al Partido la posibilidad de orientarse dentro de cada situación histórica determinada, ante un hecho o fenómeno social concreto; de descubrir sus nexos con los demás fenómenos y situaciones, de descubrir su esencia y prever la marcha y desenlace de los acontecimientos. El Partido del Proletariado que no domina la teoría marxista-leninista o la practica esquemática o dogmáticamente , vaga a tientas, se desorienta y, por tanto, se ve imposibilitado de dirigir a la clase obrera en sus luchas.
4. El Partido revolucionario del proletariado debe ser capaz de arrastrar tras de sí a los trabajadores y puede defenderse de los ataques de la burguesía, de todos sus intentos por destruirlo, únicamente cuando tiene fuertes vínculos con las masas, que le permita fortalecerse constantemente, escucharlas y aprender de ellas.
El Partido es invencible si sabe vincularse, aproximarse y hasta cierto punto si queréis, fundirse con las más grandes masas trabajadoras, en primer término con la masa proletaria, pero también con la masa trabajadora no proletaria” V. I. Lenin.
COMITE CENTRAL DEL
PARTIDO COMUNISTA DE EL SALVADOR