Las elecciones no le salieron bien al gobierno y a la oligarquía que, con sus partidos y los medios de comunicación monopolizados, trataron de ponerlas como centro y vía de la solución a los afanes y penurias populares. Fueron elecciones carentes de debates de interés popular y sólo ganaron resonancia el hundimiento de la reelección, la inmoralidad en la composición de las listas como la del Partido de Integración Nacional (narco paramilitares) y la trampa en las urnas que a muchos incrédulos les demostró que “quien escruta elige”.
Las elecciones le salen mal al régimen cuando de 29´853.299 millones de ciudadanos sólo participaron 13´203.762, es decir el 44.23% de la población apta para votar. O sea que la abstención fue de 55.77%, que 16 millones 649 mil 537 ciudadanos colombianos no votaron.
Quitémosle a la cifra de participación los 1´403.913 votos nulos y los 473.351 tarjetones no marcados, el alcance de los resultados electorales se agravan. Fácilmente concluimos que de la minoría que salió a votar a cerca de dos millones (al 14%) el sistema no les permitió expresar su voluntad y muchos más le expresaron su protesta votando por fuerzas distintas a las de Uribe o en blanco (391.456). Y los votos comprados por el narco paramilitarismo y el empresariado, la clientela por puestos y la miseria tratada por el Estado con asistencialismo tipo “Familias en Acción”, son la reproducción vegetativa –pero con más debilidades- de la burocracia del Estado y de las demás instituciones políticas, económicas y sociales de la burguesía pro imperialista. El “uribismo” logra mejor votación pero disminuye las 70 curules del 2006, dato exacto que se tendrá cuando termine el reconteo.
La “irrupción electoral” del partido verde (de los tres ex alcaldes de Bogotá) y del movimiento del ex alcalde de Medellín, Sergio Fajardo, ha tenido una gran difusión en medios burgueses e intencionadamente englobada con “encuestas de opinión” como parte de la estratagema para romper el avance del Movimiento de Oposición al Régimen, en general, y del Polo Democrático Alternativo (PDA), en particular. Pero vale mirar que aunque el PDA logra aumentar ligeramente su base social y mantenerse en pié luego de las calumnias de Uribe, sin embargo lo presentan como “desmoronado” y se realza la votación del partido verde que es la mitad de la del Polo. Realmente el PDA mantiene el lugar logrado en el 2006 porque el corrupto PIN es una bien conocida “desagregación táctica” del “uribismo”.
Así las cosas, el Congreso de Colombia elegido el 14 de marzo en medio de ilegalidades y de la ilegitimidad, tiene las mismas características del actual. Esto es, no hay renovación política y mucho menos la depuración ética que tímidamente pregonan líderes de la burguesía y su gobierno. De todas maneras, es necesario tener presente que la elección del Congreso arroja una correlación de fuerzas que no le da la mitad mas uno a ninguno de los partidos derechistas, que deja en aprietos al llamado “uribismo” si se dividen los conservadores y si opera “la silla vacía” por acción penal de la Corte Suprema. Estas situaciones van a incidir mucho en las conductas políticas de las fuerzas burguesas en las elecciones presidenciales y en los procesos unitarios del pueblo.
La burguesía trabajó duro no sólo para asegurar con la escandalosa compra-venta de votos, las amenazas y el clientelismo con el presupuesto del Estado a favor de sus candidatos, también actuó –y con mucha saña- para cerrar espacios en lugares donde la corriente democrática, progresista, de izquierda y los revolucionarios tenían posibilidades de obtener curules. Entre otros sitios, esto se vio en los departamentos de Nariño, Cauca y Norte de Santander; en el último se dieron redadas y detuvieron primero 26, luego a 34, activistas polistas, además se dieron 6 asesinatos y el cierre de la frontera con Venezuela para impedir el paso a votar. El trabajo contra la oposición pasa por la penalización de la protesta social y las amenazas de muerte, incluye calumniar llamando “colaboradores del terrorismo” a destacados dirigentes para iniciarles procesos penales y administrativos con la Procuraduría, entre otros ataques lanzados por el propio presidente Uribe para aterrorizar al pueblo y alejarlo de las filas opositoras. Esa votación por el Polo, que es una de las organizaciones políticas de la oposición, da una señal –desde lo electoral- de la existencia en Colombia de la corriente progresista, democrática y de izquierda que recorre a América Latina y el Caribe.
Pero ni la represión ni la farsa electoral lograron desactivar el momento propicio para el avance del conjunto del movimiento popular en el 2010, como lo indican los aprietos del gobierno por la pelea contra la “emergencia social” que agrava más la salud pública. Persisten las movilizaciones estudiantiles por presupuesto. Los pequeños y medianos transportadores enfrentaron con paros a voraces monopolios. Y cuando otros sectores populares rechazan los nuevos impuestos sobre la vivienda y la canasta familiar, llegaron las noticias sobre los combates de la insurgencia que rompen el mito gubernamental de su derrota.
Crece la Colombia de batalla y “tropel”, no sucumbe ante el engaño, pero no es menos cierto que por razones históricas y políticas los resultados de las luchas de esa Colombia no siempre desembocan en votos en las urnas de las convocatorias del régimen. Si, las elecciones no resumen toda la riqueza de la vida y el momento político que continua marcado con el elemento fundamental de la tendencia al ascenso de la lucha popular.
Es evidente que si los oligarcas pro imperialistas (mafiosos o no) sólo logran la mayoría entre la minoría que votó y la lucha popular tiende al ascenso, no cabe hablar de “derechización o conservatización nacional”. Que si salen exitosas las luchas y se preparan más batallas no se puede hablar de la “indiferencia popular”. Lo electoral no es la única lente para mirar la realidad de Colombia.
Sigue la tarea de construcción desde la base de una fuerza capaz de constituirse en alternativa de poder, sin circunscribirse a lo institucional, priorizando lo extra institucional.
Es posible avanzar hacia la convergencia unitaria de los sectores democráticos y antiimperialistas para derrotar al fascismo y la dominación de nuestra patria, de allí que en la campaña presidencial la tarea clave es construir unidad y acumular fuerza popular sin ilusiones en triunfos de la oposición en este episodio electoral. Tarea a desarrollar sin limitarse al vaivén del discurso y la promoción de la candidatura presidencial de Gustavo Petro, que apoyamos críticamente porque tiene rasgos progresistas pero está plagada de vacilaciones y falta de interés en unirse y sintonizarse con la lucha popular, con la acción de las masas.
Haremos campaña con energía y empeñados en difundir las posturas de la corriente progresista, democrática y de izquierda (en especial las nuestras) ella tiene condiciones para acumular fuerzas para luchar, por distintas vías, por un gobierno táctico y por el poder.
¡Combatiendo Unidos Venceremos!
Pleno del Comité Central del Partido Comunista de Colombia (marxista-leninista)