Nuestra postura, ante la situación del país, han generado importantes interrogantes; entre ellas tenemos…el por qué le exigimos al Presidente Chávez que despida a todo su tren ejecutivo sin que él abandone su cargo.
Antes de alegar de manera directa la interrogante, es importante plantear lo siguiente: La realidad nos arropa. Debemos considerar los últimos acontecimientos en estos diez años de gobierno Bolivariano, donde se perciben los intentos de cambiar y mejorar en el plano social, político y económico del país, avalado por el programa de gobierno Bolivariano, conocido como el proyecto Simón Bolívar, (Primer Plan Socialista de Desarrollo Económico y Social Simón Bolívar 2007 – 2013 de la Nación). Allí se vislumbra lo que se quiere. Sin embargo, estos cambios se han estado realizando a menos de media máquina, a causa de la corrupción, la ineficiencia y la incapacidad, haciendo que, medianamente se logren algunas tareas de reivindicaciones social-políticas y económicas para ese 80% del pueblo históricamente excluido.
Lo anterior, revela que existe un intento de cambiar el viejo orden, por lo menos en su inicio, pues hoy por hoy ese rumbo esta algo desviado de su fin, que es la construcción de una sociedad socialista enmarcada en los postulado del marxismo.
Es innegable que una nueva casta de poder se ha construido alrededor del presidente Chávez, ocultando sus verdaderas intenciones (enriquecimiento) en postura y discursos de cortes de izquierda; nos hablan del poder popular pero sin cambiar el sistema de estructura del poder (Sistema democrático representativo), el cual mantienen para seguir disfrutando los infinitos privilegios que ésta ofrece; nos hablan de la figura del colectivismo democrático, pero truncan el desarrollo de la capacidad individual de cada una de nosotras y cada uno de nosotros; nos hablan de la participación, pero no permiten que cualquiera pueda intervenir en los espacios donde se toman las decisiones; forjando así una concepción deformada de la verdadera conducta revolucionaria.
La mayoría de estos dirigentes “circunstanciales” del proceso Bolivariano, han mostrado en la praxis sus múltiples contradicciones políticas e ideológicas. Más allá, encontramos al mismo comandante Chávez inmerso en esos conflictos y encerrado en un país que no corresponde al país real.
Así mismo, tenemos algunos sectores políticos, populares e individualidades que por circunstancias analógicas han obtenido algunas “migajas” del poder y de manera consciente asumen una postura acomodaticia sobren el resto del país, es decir, cómplices por conveniencia. Como líder de ésta Revolución y responsable directo de este proceso, le corresponde de manera directa al presidente Chávez hacer lo que el pueblo le demande. Por ello nuestras exigencias. Nadie hasta ahora, cuestiona su conducta. Es legítimo pensar entonces, que Chávez está consciente de tal situación, no obstante, mantiene un incondicional apoyo hacia estos sectores e individualidades. En conclusión, lo expuesto manifiesta de manera directa quién es el responsable.
Ahora bien, preguntémonos…que pasaría con el pueblo Bolivariano o al país en general, si el proceso continuara sin la presencia del comandante Chávez? Nos mataríamos entre nosotros, de ello, no hay duda. Por ello, es oportuno reconocer que Chávez mantiene el equilibrio entre las diferentes fuerzas que apoya al proceso, entre ellas, el pueblo Bolivariano. Su presencia mantiene relativamente la unidad del bloque de cambio y garantiza medianamente la continuidad del proceso bolivariano.
Ante todo esto, existe la necesidad imperiosa de crear una vanguardia revolucionaria Bolivariana que este fuera de estos convenios de intereses grupales e individuales, que surja verdaderamente del propio seno del pueblo bolivariano, que se convierta en una verdadera fuerza, capaz de responder y luchar por los intereses de todos los excluidos y autoexcluidos, haciéndole ver al Presidente que es posible rectificar el camino, que la única manera de deslastrarse de ese club de amigos es por la vía de la democratización del proceso Bolivariano. Haciéndonos que todas y todos somos importantes, pero no indispensables, porque el fin es la liberación.