“La categoría de desempleado tiene que desaparecer. Un hombre no puede sobrar, y la sociedad donde el hombre sobre; no sirve, no resiste un análisis ético, no resiste un análisis humano, entonces ya, de por sí, está condenada desde el punto de vista moral y humano”.
(Comandante Fidel Castro)
A mediados de la década del sesenta del siglo XIX, se constituía la Primera Internacional o Asociación Internacional de Trabajadores, bajo la dirección ideológica de Carlos Marx y Federico Engels.
Esta viene a darle un carácter orgánico al naciente proletariado mundial, que comenzaba sus luchas bajo un objetivo común, que se sintetizaba en el lema: “La emancipación de los Trabajadores, debe ser obra de los Trabajadores mismos”.
Así, el rol de la Primera Internacional, es lograr que los Trabajadores pasen de la conciencia primaria de clase, a obtener una Conciencia Política de Clase. Es decir, que debido a la realidad de explotación, develada por el Marxismo, se desprendía que los explotados se verían obligados a organizarse, para acumular fuerzas, para llegar a una transformación revolucionaria.
Es en esta lógica, que en uno de sus Congresos, la Primera Internacional, definió conmemorar el Día del Proletariado Internacional. El día en que cada uno de los trabajadores del mundo, dejaría de entregar su fuerza de trabajo, y lo destinaría a planificar su liberación; pero este sería un día de alegría, organización y lucha de la clase trabajadora mundial. Un día simbólico, en que nos avocaríamos a llevar a cabo la Revolución Mundial, donde los oprimidos y explotados se reúnen para organizarse y unir sus aspiraciones y prepararse a la acometida revolucionaria y definitiva contra la clase explotadora y su Estado opresor.
Este razonamiento, viene dado, por la caracterización de la teoría revolucionaria, quien define categorías como el trabajo o labor; refiriéndose al conjunto de los que realizan acciones productivas, a cambio de una remuneración o sueldo o al conjunto de los que se ven obligados a vender su fuerza de trabajo, para sobrevivir.
Trabajo entonces, es el conjunto de todos los asalariados -el conjunto social y económico-, que el marxismo ha planteado como oposición y complemento del concepto de Capital.
No está demás recordar, el innoble origen del trabajo, con el que pretendemos ennoblecer al hombre (diferenciando y distinguiendo explícitamente también a la mujer, y excluyendo de tanta nobleza al niño). Recordemos la bajeza de la cosa (no suenan en ninguna cultura ni en ninguna época las glorias del trabajo) y la bajeza del nombre. En cuanto al origen de la cosa no hay que cansarse para averiguar que la esclavitud es la antepasada del trabajo (y por todos los visos, redentora de una situación aún peor). Y por lo que respecta al origen del nombre no es que sea una evidencia, pero todo apunta a que viene del bajo latín tripallium, que era un instrumento de tortura para hacer entrar en vereda al esclavo díscolo e insolente. Y es razonable pensar en la bondad de esta etimología, porque lo único que la distingue es su mayor perversidad en línea con el término griego, ponov (pónos), que significa fatiga, penosidad y sus adláteres; y el término latino clásico, labor, que tiene que ver con el verbo labor, láberis, lapsus sum, labi, que significa resbalar, tropezar, caer. En resumen, un buen trío.
Marx por su parte, definió al Trabajo, como “el factor fundamental que determina el valor o precio básico de cualquier mercancía”. Dentro de esta relación Capital-Trabajo, un trabajador normalmente realiza una parte del trabajo -dentro del proceso de producción-, que junto al trabajo realizado por otros trabajadores, ven aparecer terminado un producto; a esto se le llama acción colectiva o producción social.
Y es acá donde se produce la principal injusticia o contradicción del sistema capitalista de producción: Siendo la producción un proceso colectivo y social, la ganancia o utilidad siempre es privada o particular; o sea lo que muchos realizan, solo uno lo aprovecha.
Si cabe alguna duda de lo expuesto, esto lo corrobora el mismo padre del capitalismo, Adam Smiht, quien planteara que “lo que el hombre pobre vende, es su vida. El trabajo es un proceso en que el hombre pone en venta horas de su vida”.
Nosotros agregaríamos, que el trabajador vende muchas horas de su corta vida, a cambio de un salario que le permita mantenerse vivo, para poder seguir vendiendo horas de su vida. Mientras que el capitalista, le compra cierta cantidad de horas, por la que el trabajador recibe una remuneración, el resto de las horas trabajadas, aparte de no ser remuneradas, el trabajador va agregando valor a los productos, valor que es acumulado o apropiado por el capitalista, fenómeno que el marxismo definió como Plusvalía, que es la base de la contradicción Capital-trabajo, que refleja la explotación de los trabajadores o la explotación de una clase sobre otra –la burguesa capitalista, contra la proletaria-, base entonces de la lucha histórica, de esta ultima, por alcanzar su liberación. Además se apropian de lo aportado por la sociedad en su conjunto, ya que el trabajador, además de su esfuerzo físico, aporta este conocimiento, que es patrimonio de todos.
El llamado de la Internacional de Trabajadores, se “hace carne” también, el día 1º de Mayo, en homenaje y conmemoración a un puñado de proletarios de Chicago, quienes reivindicando una jornada laboral de 8 horas de trabajo diario, en 1.886, fueron salvajemente reprimidos por los patrones del capital, en complicidad con el Estado yanqui, llegando a asesinar varios líderes obreros norteamericanos, cuyo mensaje al momento de morir, aun sigue vigente: "tiempo llegará en que nuestro silencio, será más poderoso que las voces que hoy vosotros estranguláis”.
Por ello el Día del Proletariado Internacional, no es una efeméride más; los explotados y oprimidos del mundo deben rememorarse como un día de análisis, preparación y lucha. Tiene por lo tanto, un marcado sello de clase para el proletariado, para que asuma el deber y responsabilidad de clase; de terminar con la explotación, opresión, marginación y humillación a que nos somete a diario la dictadura del capital. Teniendo como base las gestas y la lucha de los mártires de nuestra clase; no podemos olvidar la matanza de la Escuela Santa María de Iquique, la matanza del Seguro Obrero en Santiago, la matanza de Trabajadores de El Salvador y Pampa Irigoín.
Pero tampoco debemos olvidar la lucha histórica, por la organización de la clase trabajadora, que personifican las figuras de Luis Emilio Recabarren y Clotario Blest, precursores de una posición clasista; tarea que debemos asumir hoy día.
En ese sentido, el MIR mantiene en pié, uno de sus principios básicos; el Internacionalismo Proletario. Seguimos entendiendo este principio, como la solidaridad combativa del proletariado de nuestros países, con las luchas del proletariado de todo el mundo, por su liberación de las garras del capital, que lo explota y oprime.
Así mismo, seguimos considerando a las luchas reivindicativas, como un arma valiosa contra la explotación, pero creemos que estas, deben orientarse en un sentido revolucionario; es la única forma que permitirá transformar la lucha reivindicativa, en una lucha política por la destrucción y superación del régimen capitalista, por ello nos sentimos plenamente identificados con el postulado del Revolucionario Peruano, José Carlos Mariátegui, quien planteara que "un proletariado sin más ideal que la reducción de las horas de trabajo y el aumento de los centavos del salario, no será nunca capaz de una gran empresa histórica" .
Los trabajadores tenemos que entender, que la “gran empresa histórica”, que debemos emprender, es la superación del sistema explotador y opresor. Para ello es importante y valioso, realizar una acertada lectura de la lucha de clases actual. En ese sentido, no debemos olvidar, que bajo este sistema de dominación, no pueden existir empleos y salarios justos. No puede haber justicia en un sistema cuyo sustento es la explotación de los trabajadores, para que unos pocos vivan bien.
No es posible esperar que los Estados capitalistas y sus gobiernos, solucionen el problema indigno del desempleo y los sueldos miserables; por el contrario, estos elementos son propios de este sistema y no se cambiarán reformando códigos laborales, ni apoyándose en cifras económicas virtuales, reguladas por los administradores del gran capital –FMI, Banco Mundial, etc.-, y los designios del imperialismo.
Otro elemento a considerar, es la clara despolitización de nuestra clase, que se ve acrecentada por la “conducción” de algunos dirigentes de la aristocracia sindical, que conciente o inconscientemente se han transformado en cómplices de la explotación capitalista. Estos “dirigentes” transitan peligrosamente por el camino del entreguismo y colaboracionismo con la clase opresora, y poco o nada hacen por politizar las problemáticas del proletariado, en pos de la superación capitalista; es más, ayudan a sostener, reproducir y perpetuar el sistema explotador.
Es por ello, que si la clase trabajadora no se informa y organiza, lleva a que sea mas explotada, lleva a que nuestro enemigo de clase, se desarrolle aún más. En ese sentido, es imprescindible entender que los gobiernos serviles y los empresarios explotadores, jamás realizarán lo que los trabajadores queremos y esperamos; Somos los únicos responsables de tener un futuro sin explotación.
Por otro lado, algunos intelectuales y sectores de izquierda, nos confunden, al hacernos creer, que los nuevos sujetos históricos, llamados a hacer la Revolución, ya no son los trabajadores. Nosotros seguimos creyendo que la Revolución sigue pasando por el programa y la vanguardia del proletariado, en alianza con los oprimidos, como son los campesinos e indígenas, de nuestra región. A decir de Engels, “El proletariado SÍ es el heredero legítimo de la cultura humana, porque siendo entre todas las clases sociales, la única que no aspira a perpetuarse como clase, puede por eso asegurar al hombre la plenitud de su desarrollo. En el frente resuelto de todas las izquierdas tiene, como ninguna, el derecho de ocupar su puesto en la vanguardia. Como ninguna también sabe con absoluta claridad qué es lo que quiere y adónde va. Quizás por ello no juega nunca con la revolución. Pero cuando la toma por bandera la conduce hasta el fin entre sus puños cerrados”.
En esencia la Revolución socialista, sigue dependiendo de la conducción de un programa y una vanguardia, que levanten todos aquellos de los que su supervivencia depende la venta de su fuerza de trabajo, de todos los explotados que generan plusvalía, de la que se apropia el capitalista. Lo pueden calificar de proletario, trabajador, etc., lo que en esencia no cambia su rol histórico, como sujeto llamado a hacer la Revolución.
Lo que debemos reconocer, son las condiciones en que este sujeto participa de los procesos productivos en la actualidad. Sin ninguna duda, no son las mismas que las planteadas por los clásicos del marxismo, en su época. Es posible que el desarrollo científico y tecnológico de las Fuerzas Productivas, quiten el protagonismo a la labor del proletario, lo que lleva a despotenciar las organizaciones proletarias, al no existir la concentración de trabajadores, que en el pasado facilitaba la organización y lograr alcanzar la conciencia de clase.
Ello no significa y no es causal para que la dirigencia sindicalista actual, se transforme en sustentadora de la explotación capitalista, como ya lo hemos dicho anteriormente. El sindicalismo actual, entorpece y retraza el desarrollo de la organización proletaria revolucionaria. El ejemplo mas claro lo tenemos en nuestro país; el caso de la CUT y otras Organizaciones sindicales, que en el pasado eran las llamadas a transmitir y defender la ideología de la clase trabajadora, hoy se han transformado en amortiguadores de los choques de clases, limitadas a abordar cuestiones economicistas y sociales puntuales, por su puesto, dentro de un marco soportable para el sistema, sin cuestionarlo y renunciando al proceso revolucionario emancipador de los trabajadores como alternativa superadora final de todos los problemas que padece nuestra clase.
Si analizamos el comportamiento de los partidos políticos que dicen trabajar en nombre de la clase trabajadora, nos encontraremos con organizaciones carentes de estructuras, que lleven adelante el trabajo político directamente en los centros productivos, lo que se transforma en caldo de cultivo para el accionar de la aristocracia sindical reformista y colaboracionista.
Sin lugar a dudas, las condiciones de las décadas pasadas, eran más favorables a las actuales, para constatar las contradicciones de clase, pero por difícil que sea ahora no podemos renunciar y abandonar la batalla por la liberación de la clase, ya que dejar de hacerlo retrasará, el verdadero proyecto político y organizativo revolucionario, del proletariado internacional.
Afortunadamente, aun seguimos teniendo ejemplos, no a copiar, pero sí a seguir, como es el caso de la Cuba Socialista, baluarte del poder de la clase trabajadora, en nuestra región Indo americana, ejemplo que sigue el pueblo Venezolano, a través de la construcción del poder dual, para oponerse al Estado burgués, que intentan seguir manteniendo las oligarquías y los reformistas recalcitrantes. En ese contexto, no podemos olvidar, la lucha diaria del pueblo colombiano, vanguardizados por los Movimientos guerrilleros como las FARC-EP y el ELN.
En el resto del continente, el proletariado debe alcanzar la madurez política, que lo lleve a alcanzar la conciencia de clase. Conciencia que le permita entender, que es el sujeto histórico, llamado a romper las cadenas que lo mantienen atado a la sociedad prehistórica del capitalismo. Conciencia que le permita entender que la única salida de esa explotación, es avanzar a la Revolución socialista, paso previo para alcanzar la sociedad sin clases.
Estamos ciertos, que el paso de alcanzar la emancipación, cancelando de paso el sistema capitalista, que lo origina como clase, “es una misión histórica, -a decir de Mariátegui-, que no está exenta de vicisitudes como ha acontecido desde que apareció en escena”. A pesar de ello, el proletariado internacional, continúa siendo un actor principal en la lucha por salvar al planeta, de las garras del capital.
Por ello insistimos, en que la ideología marxista-leninista, no se equivoca en plantear a la clase proletaria, como vanguardia y poseedora del programa libertario, por la emancipación social, " ya en modo alguno es posible esquivar ni paliar, el acicate inevitable de la sublevación contra tanta inhumanidad: por todas esas razones, puede y debe el proletariado liberarse a sí mismo. Pero no puede liberarse a sí mismo, sin abolir sus propias condiciones de vida. Y no puede abolir sus propias condiciones de vida, sin abolir todas las inhumanas condiciones de vida de la sociedad actual, que se resumen y compendian en su situación. No en vano el proletariado pasa por la escuela dura, pero forjadora, del temple, del trabajo... Su meta y su acción histórica se hallan clara e irrevocablemente predeterminadas por su propia situación de vida y por toda la organización de la sociedad burguesa actual."
Trabajadores de Chile:
¡ Adelante con todas sus fuerzas !
¡ Adelante con todas las fuerzas de la historia !
Mayo de 2005, desde algún lugar de Chile.
Dirección Nacional del Movimiento de Izquierda Revolucionaria, MIR.