Las hormiguitas no deciden nada,
con respecto al hormiguero
Cada cinco años, llevan cada una
su respectiva hojita
Para que la silla se ponga suavecita
y se siente el bachaco fundillúo.
(Ali Primera)
Vivimos en una sociedad regida por el capitalismo-imperialista, el que nunca es neutral. Éste, para resguardar sus intereses recurre a todo lo que está a su alcance, teniendo al Estado, su aparato jurídico-político, como arma de control social y que necesita, periódicamente, legitimar su administración. En ese contexto, se presentan los procesos eleccionarios burgueses, con un marcado carácter y control, por parte de la clase dominante, que los transforman en un rutinario ejercicio, destinado a depositar, cada cierto tiempo, un voto. De esta forma, los dueños del poder alimentan en el pueblo, una esperanza de cambio, sin embargo, todo sigue igual.
Este ejercicio, está regulado por la “carta bajo la manga”, que se guarda la burguesía: la Constitución Política, que con reformas y todo, simplemente está hecha por y para los representantes del enemigo; la flexibilizan o la hacen más rígida, según sea el nivel de la lucha de clases, siempre garantizando obtener privilegios, para ganar de la manera que sea. Ante esto, no podemos dejar de mencionar, que la actual Constitución de nuestro país, la elaboró y legitimó la dictadura militar, en 1980. Pero lo más grave, es que en 1989, se le realizaron pequeñas reformas y fue legitimada por todos los sectores que participan actualmente de la institucionalidad burguesa. De manera tal, que quienes hoy reniegan de este engendro, lo cobijaron y legitimaron oportunistamente, para dejar atrás la dictadura militar y darle paso a la dictadura civil de clase. Es a éste tipo de trampas, a las que se lleva periódicamente al pueblo y que los revolucionarios debemos estar atentos.
Las elecciones burguesas, refuerzan el aparato del Estado, profundizan la enajenación y los valores burgueses, con su ideología dominante, que es individualista y egoísta; hacen creer que a través de sus elecciones, el individuo solucionará su problema personal, olvidándose de lo colectivo. El discurso de todos los grupos que participan es el mismo: “si usted vota por uno de nuestros candidatos, solucionará sus problemas, con nosotros usted va a tener su casa, aumentará su salario, mejorará su nivel de vida, etc., etc. Pero lo cierto, es que estos actos, están lejos de ser un juego limpio, donde gana el que posee el mejor planteamiento; tras ese juego, se esconde la verdadera lucha, la lucha de clases, que siempre es una guerra encubierta, donde vence el que está mejor preparado, el mas fuerte, y en el caso chileno, es nuestro enemigo principal, representante del imperialismo, quienes tienen viciado el proceso de principio a fin; comienzan con la danza de millones de dólares en campañas publicitarias, transformándose en una gran feria captadora de votos, lo convierten luego en un acto frívolo, donde los candidatos parecen modelos, imponiéndose el loock, para ello se asesoran por los mismos publicistas de los candidatos yanquis, quienes -dicho sea paso-, mantienen alienada a la sociedad estadounidense, que cerca de un 43% padece de algún trastorno, debido a la publicidad capitalista. Para coronar, quien garantiza el proceso son las FF.AA, brazo militar de la burguesía, el que será usado como comodín por si algo no les resulta como lo tenían planificado.
Todo lo anterior es lo que se legitima con los actos eleccionarios, que al final es reforzado por la prensa en manos del enemigo, planteando que “esto es un ejemplo de civilidad y madurez democrática del país, que nos coloca al nivel de los países desarrollados”. Si esto no es legitimar un sistema ¿Qué es?, No es acaso la misma política del imperio norteamericano, que primero bombardea, destruye y luego hace elecciones para instaurar “su democracia” en un país ocupado, saqueado, donde el pueblo no sabe lo que plantean los candidatos y son obligados a votar.
Esto nos lleva a analizar nuestros propios planteamientos, que históricamente también han sido “alterados” o tergiversados, por corrientes que no tienen un interés de clase o solo buscan el colaboracionismo de clase. Lo cierto, es que para encender una gran fogata, primero hay que juntar y cortar la leña, no se puede hacer al revés o prescindir de uno de los procesos. Tampoco se puede comenzar una casa por el techo, no resistirá y caerá, primero se cava hasta llegar a terreno firme y luego construimos la base y el resto del edificio. Son varias las gloriosas y valiosas liberaciones en que el pueblo comenzó un proceso revolucionario, planificado y no cayendo en el oportunismo según la coyuntura, donde el ritmo de la guerra lo maneja el enemigo, ¿Por qué tenemos que movernos a su ritmo?, ¿No será mejor manejar nuestro propio ritmo?. Si el enemigo acelera, nosotros desaceleraremos, solo aceleraremos cuando estemos seguros de ganar el combate.
En el caso Chileno, desde algunos sectores, se nos plantea que el objetivo eleccionario, es “parar a la derecha”, pero no se plantea además, que es para parar a la Concertación, que en esencia administran el mismo sistema, sin grandes diferencias de carácter estratégico, entre ambas. Pero lo que es más grave, tampoco dicen que es lo diferente, estructuralmente hablando, de su propio planteamiento, a la de estos dos sectores políticos.
Lo cierto, es que la “vieja táctica”, de presentar dos males y entre ellos, a la larga, elegir el mal menor, se reedita periódicamente. Pero en el fondo, a lo que llevan al pueblo, es a definir entre dos opciones burguesas, relegando los procesos revolucionarios para un incierto futuro.
Si revisamos la historia, nos daremos cuenta que esta pugna siempre ha existido, de hecho a Lenin se le planteaba, desde el centro político, antes de la Revolución Bolchevique, que “la opción es concreta, la salida socialista está lejana, hoy lo real es que luchan dos bandos y que optar por el mal menor; la salida socialista que usted propone es ideal, pero para eso todavía no están dadas las condiciones. Por lo tanto, si gana el mal menor, podemos preparar la base para llegar a la salida que usted propugna, pero propagandizar esa solución socialista, el derrotismo, hoy es abstracto, alejado”
A lo cual Lenin respondía que ese tipo de planteamientos, “se deriva la táctica de los adocenados progresistas burgueses, cuyo lema es: apoyar siempre y en todas partes “lo mejor”; elegir entre reacción y las fuerzas que se oponen a la extrema derecha de esa reacción”. A juicio del revolucionario Bolchevique, la posición de los revolucionarios siempre debe ser la de desenmascarar la debilidad de las fuerzas enemigas, las contradicciones entre ellas y principalmente las diferencias con nuestra posición de clase;
“Ahí está la diferencia, es una diferencia sutil, pero es altamente esencial y no debe ser olvidada”, planteaba Lenin.
Por ello, el planteamiento de la participación en la institucionalidad burguesa, que lleva a apoyar el “mal menor”, siempre esconde planteamientos más de fondo, que son enmascarados en estos procesos; uno de ellos, es desconocer o reemplazar la ideología libertaria -materialista dialéctica-, que presenta a la lucha de clases como el motor de la historia. Al desconocerse este elemento, se llega al colaboracionismo de clases. Esta posición tiene una resultante; al reemplazarse la lucha de clases, como la fuerza que mueve los procesos históricos materiales, ya no son necesarios los programas, tácticas, estrategias, ni las orgánicas revolucionarias. Por ese motivo, estos sectores trabajan arduamente en conseguir reformas que le permitan convivir y compartir la institucionalidad burguesa.
El mismo Lenin, planteaba al respecto: “Nuestra tarea no se limita, en modo alguno, a apoyar las consignas más difundidas de la burguesía reformista. Nosotros mantenemos una política independiente y solo convertimos una consigna en nuestra, a aquellas reformas que interesen incondicionalmente a la lucha revolucionaria, que incondicionalmente contribuyen a elevar la independencia y el grado de conciencia y la combatividad del proletariado”. Solamente mediante esta táctica podemos hacer inocuas las reformas desde arriba, reformas que son siempre de doble filo, siempre hipócritas, que encierran siempre trampas burguesas o políticas”
Por esto, es que el criterio para establecer si ciertas tácticas, como la participación o alianzas electorales, son útiles o no para el movimiento revolucionario, no se puede limitar a considerar las ventajas inmediatas, como subir o bajar las estadísticas de las votaciones, por ejemplo. Lo que no consideran estas posiciones, es lo grave que resulta, el patrocinar una educación en pro Estado e instituciones burguesas; cuando a las masas se les convoca periódicamente a luchar por la administración de las organizaciones Estatales, sostenedoras de la explotación capitalista, con lo cual pasan a ser cómplices, de dicha explotación.
No se plantea lo dañino que resulta, el luchar por obtener avances cualitativamente menores, como lograr alcaldías o cupos parlamentarios, mientras se cede en el avance de un programa y un proceso realmente revolucionario, con conciencia de clase. Ya que se termina confundiendo a las masas, haciéndolas creer que se están logrando espacios de poder y real beneficio para ellas.
Ante esto Lenin planteaba “Solo los malos revolucionarios pueden considerar como una bagatela, el daño que causan a las masas obreras los traidores liberales de la libertad del pueblo que se deslizan entre ellas al amparo de los pactos electorales”.
Los revolucionarios avanzamos hacia la construcción de una nueva sociedad, hay que derribar la antigua y no perfeccionarla o reformarla; el viejo Marx nos advertía que las condiciones sociales forman la conciencia social, y esto es de vital importancia en el desarrollo de los procesos revolucionarios, debemos tener cuidado de no dejarnos atrapar por la telaraña de valores burgueses, eso nos entrampará en la vieja sociedad y en lugar de derribar las viejas estructuras, contribuiremos a reproducirlas y perpetuarlas. En ese contexto, no olvidemos el aporte de la Revolucionaria Alemana, Rosa Luxemburgo, quien nos planteara que “existen momentos en que las reformas y las revoluciones se complementan y otros donde se enfrentan. Una revolución puede estar acompañada de varias reformas que en momentos dados sean necesarias y permitan mejorar sus fallas, mas es errado pensar que el conjunto de muchas reformas dentro del sistema de dominación capitalista produce la revolución. Las reformas pueden contribuir a apaciguar las grandes contradicciones e irracionalidades dentro del sistema de dominación, más no contribuirán nunca a liquidar la dominación”.
No hablamos de no reformar sólo por un exceso de ideologismo, mesianismo o por estar anquilosados en el pasado, es sólo por la realidad vivida a diario por los pobres del campo y la ciudad, para ellos no hay capitalismo bueno o capitalismo malo, capitalismo humano o capitalismo inhumano, simplemente es un sistema que los explota, los relega, los discrimina, los convierte en seres prescindibles, sobrantes y condenados a la desaparición.
Por ello, ante la enajenación y la valorización burguesa del individualismo, que hace el enemigo, a través de las elecciones burguesas, los revolucionarios tenemos que realizar todo lo contrario: trabajar lo colectivo, formar al pueblo, movilizarlo. Con las elecciones burguesas, lo estamos imposibilitando de recuperar su espíritu de lucha y rebeldía, su capacidad de rebelarse ante lo injusto que lo oprime y explota. De esta forma nuestro pueblo conocerá, entenderá y comprenderá que los problemas son de todos y la solución tiene que ser buscada en forma colectiva al enfrentarnos a nuestro enemigo. Esto no lo lograremos usando las mismas e interesadas armas melladas del enemigo, eso sólo nos conduce a cavar nuestra propia tumba, El pueblo debe estar en capacidad de defender lo que conquista.
No podemos olvidar el Marxismo-Leninismo, al analizar los procesos electorales, no podemos confundir cargos o cupos en las instituciones burguesas con el poder real. La “democracia” es solo una apariencia, presentada como justa o perfeccionable, pero todo es sólo el reflejo de una infraestructura injusta e inhumana, basada en la explotación de miles de millones de seres humanos por unos cuantos.
¡Nosotros, sólo podemos la vía revolucionaria!
¡Combate o Muerte!
Dirección Nacional del Movimiento de Izquierda Revolucionaria, MIR.
Agosto de 2005, desde algún lugar de Chile.
dnmirchile@hotmail.com